miércoles, 20 de marzo de 2013

HACIENDA Y PLANTACIÓN EN EL CAMINO INDEPENDENTISTA.


Según el historiador Jorge Ibarra, “En la época de predomino absoluto de la hacienda ganadera en toda la isla-desde el siglo XVI hasta mediados del XVIII-pequeños trapiches eran implantados en algunas haciendas, como un medio de incrementar el patrimonio terrateniente y su nivel de consumo y expendio, sin que tuviera lugar transformaciones en la mentalidad, ni en la manera de ser del terrateniente”. [1] El proceso que tiene lugar después del año 1762 a partir del cambio estratégico  para la isla de Cuba que España  “impone” se corresponde con el de una nueva generación de criollos que busca  una diversidad agrícola, una realización sin trabas comerciales que impidan  la presencia de los productos tropicales en el  mercado mundial; tal será la filosofía y la razón  de ser de Francisco de Arango y Parreño; el empeño, loable y alcanzable arrastró a lo mejor de esa sociedad de finales del siglo XVIII, pero dentro del marco de una relación que en definitiva laceraría  el propio desarrollo interno, perpetuando las relaciones de esclavitud que impedirían el tránsito hacia el capitalismo.

Las tendencias  fisiócratas del grupo líder (reformista) optan por  el vínculo permanente con la metrópoli española, pero no penetran con la misma intensidad hacia el interior de la isla, así el empuje que desde la zona occidental tiene lugar, encuentra espacio en algunos zonas interiores, como puede ser el caso de Trinidad; lo cual a la postre determinó dos formas productivas demarcadas: plantación y hacienda.

Lo que pudiéramos llamar hacienda en Cuba, tiene una expresión diferente en Occidente que diverge del centro y oriente cubano. Mientras en la zona occidental estas no constituyen un freno para la implantación  de la producción azucarera basada en mano de obra esclava en plantación, hacia el centro-oriente no se dan estas expresiones pues la hacienda (comunera) es reticente a todo cambio en su composición. No es aquí el propósito analizarla en su profundidad  y lo enrevesado de su existencia en la vida colonial, pues necesitaría otro tipo de estudio, por ser los actuales esporádicos y de corto alcance.

Así viene entonces a confirmarse la tesis de Ibarra en la Jurisdicción de Santa Clara, donde la hacienda comunera alcanzó un profundo arraigo y un modo de actuación  de la élite criolla  de hacendados que se diferenció de su similar de la zona  occidental de la isla.[2]

 Por los datos que se han podido obtener recientemente de esta jurisdicción,  hacia finales del siglo XVIII, los principales ingenios y trapiches se encontraban en las inmediaciones de la Villa; siendo su producción destinada al mercado interno, en ningún caso la finalidad productiva estuvo encaminada hacia el mercado exterior, en lo que intervino la condición de villa  interior, distante de la costa. Un dato relevante aporta  la tabla que se expone; la cantidad de mujeres que son propietarias de ingenios o trapiches hacia finales del siglo en esta jurisdicción,  pues de los existentes (23), en 6 de ellos son las mujeres las que rigen, el 26,08 %(Ver anexo 1).

Por tanto el trapiche es aquí un apéndice de la hacienda, cuya producción principal se caracteriza por ser ganadera y poseer espacios para el cultivo  con fines de autoabastecimiento y hacia el mercado interno cuando estos productos rebasan las cantidades indispensables para el consumo.

Si  algo une el destino de los plantacionistas azucareros de los hacendados es que ambos son dependientes del capital comercial, pero a la vez la hacienda quedó para la historia posterior del siglo XIX cubano en dependencia de la producción plantacionista azucarera en Cuba, lo que derivó una fuerte contradicción entre la élite criollo azucarera con la  élite de hacendados, cuyas expresiones determinan las diferencias entre centro-oriente y occidente, a la vez que  la relación de dependencia de la sacarocracia del  capital comercial, esencialmente español. En este sentido Ibarra expresa que:

“A los hechos coyunturales que desataron la crisis en toda su crudeza, debe añadirse un hecho de larga duración que determinaba la existencia de una cultura criolla procesada a lo largo de los siglos por las familias terratenientes centro-orientales, una cultura patricia propia, diferenciada y opuesta en más de un sentido de la cultura, forjada en el curso de los largos conflictos contra el poder colonial desde los centros de poder local que eran los cabildos criollos”. [3]

Está bien fundamentado en la historiografía cubana la liberalidad  de los cabildos o ayuntamientos de la isla de Cuba, sobre todo hacia el centro y oriente cubano, matizando un complejo de contradicciones con el poder central de la isla y la metrópoli cuyas raíces tienen un fundamento económico, de resistencia, expresión de una profunda contradicción visible, colonia-metrópoli; pero que sin dudas contribuye al proceso de formación de identidad que va marcando las diferencias del criollo con la patria grande.

Tanto una como otra forma productiva constituyeron un freno para al desarrollo del capitalismo dentro de los marcos de la relación establecida con España; más el ideal será independentista pues la contradicción fundamental está enmarcada en la eliminación  del régimen colonial. Por ello  la salida no podía partir del occidente cubano, sino desde los confines de la hacienda, la adopción de un proyecto liberador y de abolición de la esclavitud solo era posible en las condiciones de Cuba desde el patriciado  de hacendados como probaron los acontecimientos una vez comenzada la contienda el 10 de octubre de 1868.

Anexo 1.

INGENIOS JURISDICCÓN DE SANTA CLARA. 1784-1800.

Fondo Anotadurías de Hipotecas. Tomo II. Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba.

Ingenios
Propietario
Lugar
Año
La Aguada
Ana Micaela Oramas
Ejidos. Santa Clara
1784
s/n
Isidoro Rodríguez

1784
s/n
Francisco Nodal
Ochoa. Santa Clara
1786
s/n
Josefa de la Trinidad Rodríguez

1786
s/n
José Zamora
Antón Díaz
1787
s/n
José González
Antón Díaz
1788
San Rafael
Joaquín de Ayala

1788
Nuestra Señora del Rosario
Juan Antonio Hurtado de Mendoza
Lomas de Antón Díaz
1789
s/n
Antonio Treto
Ejidos. Santa Clara
1790
s/n
Francisco Amador

1792
s/n
Félix de la Cruz Jaramillo
Las Bocas. Santa Clara
1793
s/n
Tomás José Gómez
Ejido
1793
s/n
Manuel de Torres

1793
s/n
María de la Concepción de León

1794
s/n
Sebastián de Oramas

1794
s/n
Diego Gómez

1795
San Francisco de Ochoa
Francisco Antonio Hurtado de Mendoza
Ochoa. Santas Clara
1796
s/n
Ana Corredera
Quemado Hilario
1799
s/n

Bagá
1799
s/n
María Rita Gómez
Acevedo
1799
s/n
María de la Concepción Márquez de Edia
Antón Diaz
1799
s/n
Valentín Rivero
Antón Díaz
1799
s/n
Pedro Díaz de la Cruz
Acevedo
1800


Referencias


[1] Marx y los Historiadores ante la Hacienda y la Plantación Esclavista Jorge  Ibarra. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 2008. Pág. 10.

[2] Una amplia  información sobre  la élite hacendado de la jurisdicción de Santa Clara se encuentran expuestos en La política del Cabildo de Santa Clara durante el siglo XVIII. Carlos S. Coll Ruiz.

[3] Marx y los >Historiadores ante la Hacienda y la Plantación Esclavista. Jorge Ibarra. Editorial de Ciencias sociales. La Habana. Pág. 269.

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