sábado, 23 de marzo de 2013

Alianza Transatlántica, Alianza Transpacífica, BRICS o CELAC.



En defensa de la libertad, seguiremos siendo el ancla de sólidas alianzas desde las Américas hasta África; de Europa hasta Asia
Barack Obama
23 de febrero, 2013


De cara al siglo XXI los Estados Unidos se han planteado la estrategia de formación de grandes alianzas que  posibiliten mantener la hegemonía  de la que gozaron  después de la II Mundial. La tendencia integracionista de países emergentes, respaldados por un repunte económico de gran peso ha determinado que los Estados Unidos busquen fórmulas que den en cierta medida reanimación a su economía, que como ha expresado el propio presidente de ese país den respuesta de cambio para las  “infraestructuras envejecidas” [1] en diversos sectores de la economía. Dejando establecido los derroteros para tales fines:

“Para elevar las exportaciones estadounidenses, respaldar los empleos norteamericanos, y lograr igualdad de oportunidades en los mercados en crecimiento de Asia, tenemos la intención de completar las negociaciones para una Alianza Transpacífica. Y, esta noche, estoy anunciando que iniciaremos conversaciones para una Alianza Transatlántica de Comercio e Inversión amplia con la Unión Europea, porque el comercio que sea libre y justo a través del Atlántico sustenta millones de empleos americanos bien remunerados”. [2]
 
Puede interpretarse la propuesta como la respuesta global al papel cada vez más creciente  de China en la economía mundial;  la alternativa de choque contra el BRICS y CELAC, o el posicionamiento del viejo pensamiento “trilateral” de núcleo duro entre los Estados Unidos-Europa-Japón, con nuevos ingredientes incorporados, como puede ser el caso de Corea del Sur o Australia.

Para la llamada alianza Transatlántica los Estados Unidos parten del presupuesto de que “la relación comercial transatlántica constituye la espina dorsal de la economía mundial. En conjunto, la Unión Europea y los Estados Unidos representan aproximadamente la mitad del PIB mundial (47 %) y un tercio de los flujos comerciales del planeta”. [3]  Pero la relación establecida  entre los dos polos se ve afectada hoy por la crisis de una parte y una mayor presencia  chino-rusa en el viejo continente; por tanto la alianza persigue entre sus propósitos minimizarla; lo que a  mediano plazo resulta imposible  por la actual crisis que atraviesan los países europeos, donde se ha puesto en duda reiteradamente la propia capacidad para que la unión pueda conservarse. Hasta dónde la alianza es solo económico-comercial queda en dudas en el propio Memorandun, pues se expresa que “los negociadores abordarán áreas que van más allá de los intercambios comerciales bilaterales”…[4] ; lo que apunta al dictado de reglas y normas para el comercio a escala global en detrimento de otros bloques; mantener bajo otras formas el actual sistema de intercambio desigual bajo un mismo patrón de cambio, lo que ya viene resultando engorroso, dado por las posiciones cada vez más encontradas de los llamados países emergentes de alejarse del dólar.

Por su parte el Acuerdo de Asociación Transpacífica,  es una de las iniciativas de libre comercio tan ambiciosa a escala global como lo es también la Alianza Transatlántica. La TPP, que aglutina a Australia, Brunei, Chile, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam, México-Canadá-Japón en vías de incorporación y Estados Unidos, busca establecer acuerdos de libre comercio de nuevo tipo para el futuro; apuntando  contra el bloque integracionista de la CELAC y el Foro Asia Pacífico. 

Estas  estrategias globales bajo inspiración norteamericana chocan cada día  con el rechazo de los países emergentes que ven en las instituciones financieras creadas bajo los acuerdos de Bretón Woods una manera de mantener el papel hegemónico de los Estados Unidos, de ahí la “obstinación” del  BRICS por establecer sus propios mecanismos  a través del Banco de Desarrollo; otro tanto  ha venido a materializarse al sur del río Bravo a través del Merco Sur, El ALBA y la CELAC.

 Son bien conocidas las posiciones del líder ruso Vladimir Putin en torno al desplazamiento  del dólar  como base en de las relaciones comerciales; puntos de vista que también en la América  Latina van ganado adeptos entre los principales dirigentes.

De hecho el enfrentamiento económico y comercial está planteado, cuando solo ha transcurrido una década del nuevo siglo, motivando en el orden geoestratégico cambios de  envergadura que conducen a cambios de las doctrinas militares; de ahí la obstinada política de los Estados Unidos contra Corea del Norte, trampolín para lograr una mayor presencia militar en el Pacífico, pues el  principal objetivo es el debilitamiento de China;  el supuesto programa nuclear coreano viene a ser la bandeja que  se le sirve a los Estados Unidos para lograr esos objetivos.

Esta por ver  si los planes de  los Estados Unidos son objetivamente alcanzables  pues “Actualmente, la deuda de EE.UU. con China excede el billón de dólares y todo parece indicar que para saldarla Washington tendrá que diversificar los 'negocios'. Así, no sólo compañías sino ciudades enteras del país podrían en un futuro no muy lejano pasar a manos de los chinos.” [5] . Se pronostica que dado el paso actual del gigante asiático, hacia el 2020 estaremos en presencia de un nuevo líder en la economía mundial; quién gana.



[1] Barack Obama. Discurso sobre el Estado de la Unión. 23 de febrero, 2013. Tomado de Red Voltaire
[2] Idem
[3] Idem. Memorandun. Apertura de las negociaciones entre la Unión Europea y los Estados Unidos  con vista a la conclusión de un Pacto Trasatlántico de Comercio e Inversión.
[4] Idem.

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