lunes, 23 de septiembre de 2013

Los Mesías del imperio




“Es preciso repetirlo, es muy frecuente que en nombre de valores superiores se justifiquen, por desgracia, todas las masacres y que se rehúse ver la verdad de frente, sea en nombre de la igualdad, de la libertad, del amor o de la vida”

                                                                                       Jean Zin


Desde la Sala Oval se había proyectado antes del trágico desenlace del 11 de septiembre del 2000 una escalada geo política a nivel global teniendo por justificación un terrorismo importado desde lejanas tierras, cuna de las primeras civilizaciones humanas, que entonces no conocían-ni podían-hasta dónde sus asentamientos estaban cultivados por el fruto del oro negro, origen de las calamidades más notorias del siglo XX y XXI. Probado o no, hasta dónde está involucrado Buch en el proyecto de destrucción de las Torres Gemelas; fue el comodín perfecto para la escalada guerrerista, justificada ante el norteamericano y el mundo como lucha contra el  terrorismo.

Por muchas explicaciones y argumentos que se puedan brindar, resulta a todas luces paradójico que las agencias de seguridad en los Estados Unidos les sorprendiera una acción de tal magnitud en el mismo corazón del imperio; en una sociedad donde el control que se ejerce abarca a todas las manifestaciones de la vida cotidiana: grupos, partidos, organizaciones, religiones, etc. Crear un mito, justificar una política, desatar un conflicto, ha sido práctica probada en la historia norteamericana desde sus orígenes como nación,  más viable  con el dominio de las altas tecnologías de la información y en posesión casi exclusiva de ellos.

La retórica del bipartidismo norteamericano ha quedado  incapacitada de justificaciones después del año 2000, Obama no ha hecho otra cosa que darle continuidad al fanatismo antiterrorista del republicano antecesor, olvidando los “loables” pronunciamientos de campaña electoral ante el norteamericano, tan afín a participar y dar por hecho que lo que se dice, es lo que después se hace; cuando la práctica nos enseña que lo que se pronuncia es bien diferente de lo que se ejecuta.

Allí donde las alianzas no responden a los intereses de esa nación, simplemente se desvanecen, pues los grupos de poder-económicos-jamás han creído en ellas, tampoco en pronunciamientos de campañas, vengan del lado republicano o del campo demócrata, pues el poder no reside precisamente en el mandato presidencial o constitucional, sino en el económico, que mueve a su antojo los  pronunciamientos políticos; más se ha hurgado muy poco en la base social de apoyo que tradicionalmente se ha experimentado en la sociedad norteamericana que han hecho posible llevar adelante infinidad de planes expansionistas durante los últimos tres lustros, hasta dónde expansión e imperio caló en la vida del norteamericano haciéndolo proclive a asimilar las más nocivas tendencias ideológicas requerirá de no pocos desvelos para los investigadores.

Sobre la historia norteamericana pesa el no descifrado caso de JFK;  investigado por la Comisión Warren, desde entonces una y otra vez han aparecido hipótesis sobre el tema, tienen como resultado no poder determinar de dónde vino el golpe fatal, tan oscurecido hecho y su esclarecimiento removerían los propios cimientos de la tan exaltada democracia, si no ha sido llevado hasta sus últimas consecuencias es porque lo consideran como en otros tantos casos como un problema de seguridad nacional, pues vendría a poner  al descubierto las bases reales en la cual se sustenta el poder en los Estados Unidos.

La tendencia geopolítica Buch-Obama arrastra a la humanidad a una guerra tal como arrastró a la Alemania hitleriana  a la II Guerra Mundial; la batalla planteada por la energía  tiene el trasfondo de los grupos económicos de poder en los Estados Unidos; el desespero de la crisis, la cada más vez más devaluada moneda universal, el insólito crecimiento chino y la reapertura rusa en el escenario internacional, aparecen como las tendencias fundamentales del desenfreno imperialista que ve más allá de toda retórica, pede perder el antiguo posicionamiento global.

La lucha “justificada” contra el terrorismo es de posiciones a escala global por los recursos vitales, soslayarlo es como negar que el día tenga 24 horas y tan solo 6 para destruirlo.








jueves, 19 de septiembre de 2013

La insistencia siria de no utilización de armas químicas en el conflicto, a pesar de ser rebatidas una y otra vez, no cuentan con la debida resonancia en Europa, ni en los Estados Unidos, incluyendo al flamante Ban Ki moon, quien ha hecho todo lo posible por estar en la cuerda norteamericana mientras le ha sido posible; no obstante Assad parece tener bajo la manga las pruebas definitivas que la ONU no ha querido realmente exponer después de que una comisión de ese organismo estuviera sobre el terreno en las afueras de Damasco, para determinar si existió o no utilización de gas sarín no era necesario molestarse tanto con en el envio de una "delegación" del máximo organismo, por su parte la aberración por la guerra que ha inspirado a la Casa Blanca ha hecho caso omiso a un asunto que debió de manejarse con la debida cautela.

Por su parte Rusia ha considerado oportuno desde un inicio atender adecuadamente los llamados del gobierno, no se ha dejado  arrastrar por la fiebre de guerra; "dime con quién andas y te diré quién eres"; se le ajusta un tanto a lo que viene ocurriendo en el caso sirio; la alianza con la llamada "oposición", no ha sido otra cosa que la vinculación con los grupos terroristas, enclaustrando al gobierno norteamericano también bajo ese concepto; para la diplomacia rusa ese asunto resulta claro, parafrasear a Lenin no vendría mal en la ocasión; "la práctica como criterio de la verdad"; a buen entendedor con pocas palabras bastan, diria cualquier cubano.

Lo que vemos hoy no es otra cosa que el enfrentamiento continuado entre dos viejos enemigos que se conocen hasta la saciedad; políticas encontradas o casualidades no existen para el caso, intereses geo estratégicos diferentes mueven las posiciones encontradas entre Rusia y Estados Unidos; nada cambió para los Estados Unidos con relación a ese país después de 1989; salvo la mejoría de relaciones diplomáticas más distendidas; las viejas grietas dejadas por el imperialismo en esa gran nación, ni fueron exstirpadas, ni tuvieron remedios aún en la euforia por el hundimiento del campo socialista; es tanta la historia acumulada, que ni por un segundo un ciudadano promedio ruso creería de las "buenas" intenciones de occidente con relación a Siria; tan filosóficos hoy como en los ochenta, saben que tras las fraseologóa terrorista se esconden los intereses económicos.

El compromiso ruso ante Siria no viene dado tan solo por los ligamentos económicos o relaciones que desde antaño se practican, existe un fundamento más poderoso sobre la mesa, la extensión del conflicto a escala regional, cuyas consecuencias podrían tener alcances globales; que una vez iniciado, no habrá como controlar, ahí estriva la real objetividad  de lo que tiene lugar en Siria; los ingentes esfuerzos de la diplomacia rusa por evitarla posibilitarán en cierto modo un  rediseño político para esa región.