miércoles, 2 de noviembre de 2016

Elecciones en Estados Unidos: los cinco grupos que decidirán quién será el próximo presidente.




enas 537 votos en Florida.
En una elección con más de 100 millones de votos emitidos, eso fue todo lo que necesitó George W. Bush para convertirse en presidente de Estados Unidos en el año 2000.
Por eso, pese a que las elecciones presidenciales de EE.UU. a menudo se describen como un ejercicio para atraer al mayor número de votantes posible, los candidatos nunca pueden ignorar a determinados sectores del electorado.
BBC Mundo te presenta cinco grupos, grandes y pequeños, que pueden hacer inclinar la balanza a uno u otro lado el próximo 8 de noviembre.

Hombres blancos sin título universitario

Los sondeos reflejan que este es el grupo central de votantes del candidato republicano Donald Trump. Las posturas de Trump sobre los acuerdos comerciales y la inmigración encajan bien con los votantes de la clase trabajadora.
Pero la pregunta es: "¿Hay suficientes de ellos, especialmente en los llamados estados péndulo, como para darle la victoria?".
Image caption "La mayoría silenciosa está con Trump", se lee en este cartel visto en un acto de campaña el 21 de octubre de 2015 en Burlington, Iowa.
Don Levy, que realiza sondeos en el estado de Nueva York, señala que Trump tendría que ganarse estos votantes por un "margen tremendamente amplio".
Los partidarios de Trump son optimistas respecto a que esto puede pasar y basan su opinión en estos dos panoramas complementarios:
  • Muchos de estos votantes se quedaron en casa en elecciones previas pero esta vez irán a votar por Trump.
  • Algunos de los probables votantes de Trump no son sinceros con los encuestadores sobre sus intenciones porque su candidato no es "políticamente correcto".
Levy, director del instituto de investigación del Siena College, dice que no comparte ninguno de estos escenarios.
Levy asegura que, en sus encuestas, los votantes no han sido reacios a expresar su apoyo por Trump, a menudo teniendo a los encuestadores al teléfono durante largo rato para explicarles por qué respaldan al millonario neoyorquino.
Y, en una carrera con unos candidatos tan impopulares, Levy anticipa una baja participación en lugar de una oleada de nuevos votantes.
Image caption Según los encuestadores, a Trump no le bastará con el voto de los "hombres blancos indignados", necesitará también el de sus esposas.
Un dato más importante según el encuestador es que para llegar a la Casa Blanca, Trump no sólo necesitará el voto de esos hombres, también necesitará el de sus esposas.
"Se habla mucho sobre el voto del 'hombre blanco enfadado'", indica Levy.
"Trump apela a ese grupo sin duda. Pero muchos de esos hombres blancos enfadados están casados. Trump necesita atraer también a la 'señora del hombre enfadado blanco'".
Desafortunadamente para Trump, sus índices de apoyo entre las mujeres son pésimos, especialmente entre las mujeres con un alto nivel educativo.
Dónde cuentan: estados del "cinturón industrial" como Ohio y Pensilvania.

Mujeres blancas con título universitario

Un electorado que tradicionalmente se inclina por el Partido Republicano, el de las mujeres blancas universitarias, se está moviendo con firmeza hacia la formación demócrata.
Grupos de muestreo, o focus groups, constatan que mujeres con un alto nivel educativo han sido desalentadas por algunos de los provocadores comentarios de Trump.
Image caption Una encuesta reciente sugirió que el 57% de las mujeres blancas universitarias respaldan a Hillary Clinton.
Un estudio del instituto de investigación Pew halló que el momento en que Trump se burló de un periodista con una discapacidad ahuyentó a un gran número de votantes.
Tampoco gustó otro incidente en el que Trump insinuó que la presentadora de la cadena Fox News Megyn Kelly tenía la regla porque le hizo una pregunta dura en un debate de las primarias.
Esto ha ayudado a que dos estados disputados como Virginia y Colorado giren hacia una probable victoria de la candidata demócrata Hillary Clinton.
Ambos estados tienen niveles educativos altos: el 43% de los residentes de Colorado tienen un título universitario y el 44% de los residentes de Virginia son universitarios.
Trump ha alienado a las mujeres de forma bastante eficaz, opina el encuestador de Virginia Harry Wilson, del Roanoke College. "Y una vez la gente se vuelve contra ti, es difícil volver a ganártela".
Dónde cuentan: Virginia y Colorado.

Republicanos anti-Trump

A mediados del pasado julio, Trump tenía cierta ventaja en las encuestas, algo que era indicio de que el magnate neoyorquino podía lograr una estrecha victoria en noviembre con una coalición republicana unida apoyándole.
Pero para agosto, tras una serie de comentarios incendiarios, la popularidad de Trump ya había caído.
Image caption El apoyo a Donald Trump se ha erosionado en las últimas semanas.
Frank Luntz, analista de medios para las cadenas estadounidenses Fox News y CBS que se especializa en sondeos y grupos de muestreo, estudia qué pasó con los votantes que Trump perdió.
Luntz explica que se trata de un grupo amplio, pero predominan los jóvenes y las mujeres.
El experto cree que los ahora expartidarios de Trump se sentían atraídos por su mensaje de que "el sistema está roto" y por la necesidad de colocar a alguien de fuera en la Casa Blanca "para arreglar Washington".
"Pero ahora ven a Trump como una persona mezquina, desagradable y llena de odio", opina Luntz.
Trump tiene tiempo para recuperar a estos votantes pero el veterano analista político duda que el candidato republicano vaya a utilizar el tiempo de forma sabia.
Una vez la gente se vuelve contra ti, es difícil volver a ganártela".
Harry Wilson, Roanoke College
Luntz considera que el candidato republicano no tiene la concentración necesaria para mantener el mensaje de cambio que atrajo a aquellos partidarios ahora alienados.
"Cuanto más harto estés con el sistema es más probable que votes por Donald Trump, sin importar en dónde te sitúes en el espectro político". añade Luntz.
Dónde cuentan: Florida, Ohio y Nevada.

Puertorriqueños

En años recientes, Puerto Rico se ha visto golpeado por una crisis económica que ha hecho que muchos residentes del territorio estadounidense se trasladen al continente para tener mejores oportunidades.
Muchos de ellos se han asentado en la parte central de Florida y podrían inclinar la balanza de este estado profundamente dividido.
Image caption Los activistas que ayudan a las personas a registrarse intentan animar a los puertorriqueños que viven en Florida.
Mike Binder, profesor de Ciencia Política en la Universidad del Norte de Florida, dice que más de la mitad de los nuevos votantes registrados en el estado desde 2012 son latinos, muchos de ellos puertorriqueños.
A menudo dominado por la comunidad cubana, los latinos de Florida han apoyado tradicionalmente al candidato republicano.
Aunque ya en 2012, el demócrata Barack Obama ganó el estado por sólo 74.000 votos.
En 2016, la creciente población puertorriqueña en combinación con las propuestas migratorias de Trump,, que algunos ven como antilatinas, pueden reforzar la tendencia hacia el bando demócrata.
Estos nuevos votantes quizá no formen el bloque más grande pero en Florida una pequeña ventaja se puede traducir en una victoria. Los sondeos insinúan una carrera extremadamente estrecha entre Clinton y Trump.
Dónde cuentan: Florida.

Mormones

Mientras algunos grupos cristianos han tolerado o incluso acogido la impulsiva persona que representa Trump, los mormones, tradicionalmente diligentes votantes republicanos, han rechazado completamente al magnate.
Image caption La Iglesia mormona ha sido muy crítica del veto propuesto por Donald Trump a los musulmanes.
Antaño una minoría religiosa perseguida, muchos mormones quedaron profundamente descolocados por el plan de Trump de imponer un veto temporal a los musulmanes que quisieran entrar en Estados Unidos.
Los sondeos muestran que Utah, estado que no ha elegido un demócrata desde la década de 1960, ya no es una apuesta tan segura para los republicanos en 2016.
Dos candidatos de otros partidos, el independiente Evan McMullin y el libertario Gary Johnson, también tienen su base en Salt Lake City, la capital de Utah.
El atractivo para los mormones de estos candidatos alternativos dificulta aún más el esfuerzo de Trump por conseguir aunque sea una victoria mínima en el estado.
La suma de mormones y una creciente población latina también pueden modificar el voto en el vecino Arizona. Las encuestas de ese estado reflejan una carrera estrecha, con Clinton a la cabeza en algunos sondeos.
Dónde cuentan: Utah y Arizona.
Hillary 50 %
Trump 44%


jueves, 20 de octubre de 2016

La Bayamesa: un canto al decoro cubano




Recuerdo vivamente los sentimientos personales en relación con Carlos Manuel de Céspedes y el Mayor General Pedro Figueredo expresados por el compañero Fidel. Del primero, en su memorable discurso del 10 de octubre de 1968, en ocasión del centenario del inicio de la gesta independentista, quedó una definición abarcadora y absoluta: «…lo que engrandece a Céspedes es no solo la decisión adoptada, firme y resuelta de levantarse en armas, sino el acto con que acompañó aquella decisión —que fue el primer acto después de la proclamación de la independencia—, que fue concederles la libertad a sus esclavos, a la vez que proclamar su criterio sobre la esclavitud, su disposición a la abolición de la esclavitud en nuestro país».

Gran verdad que encierra la comprensión dialéctica de un proceso político de sólida continuidad: «Nosotros entonces —aseguró ese día— hubiéramos sido como ellos; ellos hoy hu­bieran sido como nosotros». Fidel halló razones suficientes en el acto audaz y simbólico de aquel 20 de octubre de 1868 para suscribir un decreto ley fundamentado en la interpretación pública del Himno Nacional en la ciudad de San Salvador de Bayamo, devenida capital de la insurgencia patriótica.

La participación popular mostró una unánime sintonía con aquella estructura musical y poética que al decir de la Doctora María Teresa Linares «sigue el patrón rítmico de una marcha, está dividido en dos partes que se complementan en la música desde el punto de vista melódico y formal». El texto «en estrofas de cuatro versos decasílabos corresponde a las estructuras que se usaban en el siglo XIX para las canciones» ya criollas. De manera excepcional, en una obra lograda se reunieron los valores fundamentales de la cultura cubana.

Es cierto que el Doctor Figueredo, nacido en Bayamo en 1818, abogado y notable animador de la vida intelectual entre sus contemporáneos tenía como afición cultivada el amor a la música, de lo cual hallamos antecedentes en su condición de miembro y partícipe de la sociedad La Filarmónica, en Ba­ya­mo, ciudad que junto a Manzanillo mostraba una asombrosa actualidad de los hechos relevantes en la cultura mundial. Allí confluía con hombres del mundo del arte y la literatura como Juan Clemente Zenea, José Joaquín Palma, José Fornaris y José María Izaguirre.

No era precisamente un músico pero había afinado pianos para pagarse sus estudios y poseía los rudimentos necesarios como compositor. Mucho debe haber influido su conocimiento del patrimonio sonoro universal que creció en sus estancias europeas. Me decía el anciano maestro Manuel Duchesne Mo­rillas, quien fuera director de la Banda Municipal de La Habana, que en nuestro Himno hay algo de El Barbero de Se­villa, la ópera de Gioachino Rossini y desde luego, de los vigorosos acordes de La Marsellesa, el glorioso cántico de la Re­volución Francesa de 1789.

Evocábamos además, que al crear su magistral Obertura romántica en 1812, Pyotr Ilyich Tchaikovsky incorporó en la épica composición del tema de la batalla de Borodino los aires del himno nacional del imperio ruso y de La Marsellesa, al abordar el drama sonoro de la batalla del río Moscova que enfrentó a la Grande Armée francesa bajo el mando de Napoleón I de Francia y al ejército de Alejandro I de Rusia.

En su versión original, nuestro himno —identificado también como La Bayamesa— se escuchó por vez primera en la festividad religiosa del Corpus Christi, en la Iglesia Parroquial de Bayamo, el 11 de junio de 1868, durante la Misa solemne y procesión popular. Figueredo le había entregado con anterioridad la partitura a Manuel Muñoz, director de la orquesta de la Iglesia Mayor, para su arreglo instrumental.

No olvidemos que la monarquía española se consideraba y de derecho pontificio lo era, católica. El capitán general, por ende, era el vicerreal patrono de la Iglesia y las autoridades lo­cales militares y civiles comparecían en las fiestas y ceremonias solemnes. No es de extrañar que al escucharse aquella me­lodía le surgiese la interrogante al coronel español Julián Udaeta, Go­bernador Militar de esa Plaza, de que más parecía marcha militar que himno piadoso.

Se conspiraba en Bayamo y en otras localidades del centro, Oriente y Occidente de Cuba. Y entre el grupo de los liberales más conspicuos, masón de grado, se encontraba el Dr. Fi­gue­redo. El 20 de octubre, rendida la plaza después de un apasionante asedio, Céspedes, en su condición de líder del movimiento, ofreció una capitulación con honor al coronel Udaeta y atrajo al seno de la insurgencia a Modesto Díaz, el exoficial dominicano devenido servidor de la milicia realista. Este llegaría a ser en su ejecutoria posterior el incapturable guerrillero que tendría por orgullo el apelativo de Jabalí de Oriente.

Al adentrarse en Bayamo el recién estrenado Ejército Libertador, no lejos del atrevido caudillo que había dado la libertad a sus esclavos y proclamado el derecho a la emancipación y al ejercicio pleno de la libertad para todos los cubanos, marchaba el Dr. Figueredo. Se dice que el día 20, mientras festejaban la toma patriótica de la villa, sobre la montura de su caballo Pajarito iba Perucho componiendo el poema de su memorable e inmortal Ba­ya­mesa, cuya melodía ya tarareaba la multitud: Al combate corred bayameses que la patria os contempla orgullosa… Y no lejos de él, atraía poderosamente la atención su hija Candelaria, abanderada de la tropa, jinete de bata blanca, llevando el gorro frigio y los atributos de la bandera de Cuba.

Céspedes entraría en la Iglesia Mayor bajo Palio, el dosel bordado sostenido por seis varas de plata a cuya sombra ingresaba siempre la máxima autoridad y asumió el título provisorio de Capitán General del Ejército Libertador de Cuba. Allí se escucharía el Te Deum, canto de gratitud al altísimo y de victoria, solo entonado en contadas oportunidades, y más tarde, sobre las gradas que preceden a la puerta principal de lo que es hoy la catedral de aquella ciudad, el coro reforzado por miles de voces populares interpretó por vez primera nuestro Himno.

Al Dr. Figueredo el destino le depararía duras pruebas. Su vida como hombre de gabinete no era la de su mentor y amigo Céspedes, jinete y esgrimista, hombre temible en el uso del arma de fuego probada en la caza o el duelo. Era Perucho un ser reflexivo, cuyos ojos en el retrato que conservamos, obra del maestro santiaguero Federico Martínez, aparecen brillantes pero marchitos por la lectura y el estudio. No soportaría los rigores de la guerra. Enfermo le capturaron y sus sentimientos fueron los mismos de aquella proclama que dirigió al pueblo bayamés en octubre de 1868: «Yo me uniré a Céspedes y con él marcharé a la gloria o al cadalso».

Lo acompañó en lo primero y le precedió en la muerte. Fue fusilado descalzo, en un matadero de animales al que llegó por sus propios pies ulcerados, exhausto pero inamovible en sus ideas independentistas, el 17 de agosto de 1870, en Santiago de Cuba. Yace en una fosa común jamás identificada pero su nombre permanecerá perennemente unido al de su obra ma­yor, nuestro Himno. Ante su efigie y su memoria han de in­clinarse con la cabeza descubierta los cubanos de todos los tiempos.

La versión del bello cántico que entonamos hoy la debemos también al Apóstol José Martí, quien publicó la letra y una variante musicalizada por Emilio Agramonte, en la edición del periódico Patria, el 25 de junio de 1892, con la sentida esperanza de que lo entonaran enardecidos «todos los labios y lo guardaran todos los hogares (…), el himno en cuyos acordes, en la hora más bella y solemne de nuestra patria, se alzó el decoro dormido en el pecho de los hombres».

Tomado de Cubadebate


O Cuba o Washington

 
Palabras en la inauguración en la Fiesta de la Cubana, en Bayamo.

Campo militar o sitio de labranzas y ganado, centro del comercio o jurisdicción administrativa, en la bonanza o en la ruina, el destino de cada comunidad en la Cuba colonial era ajeno a su voluntad. El colonialismo, ese crimen mayor a escala planetaria cometido por la expansión del sistema capitalista, mandaba en todo, desde la invocación eclesiástica oficial que precedía al nombre de la ciudad de Bayamo hasta las limitaciones o prohibiciones que se aplicaban a los individuos de castas consideradas inferiores.

Como todo orden de dominación, el colonialismo tiene sus leyes. Una colonia no tiene historia propia, sus nativos son eternos niños, sus recursos pertenecen a la metrópoli, que puede esquilmarla, imponerle los tributos que desee e implantar las formas más salvajes de explotación en ella. Esto último sucedió en Cuba con la esclavitud masiva del siglo XIX, un millón de personas traídas en ochenta años. Sobre la explotación más despiadada de su trabajo y la opresión y humillación permanentes se levantó la colosal riqueza de la colonia de Cuba.

Así era gobernada Bayamo, como todo el país. Pero una lenta y dilatada acumulación de rasgos específicos estaba formando en la isla una comunidad que podía llegar a ser nacional. Sin embargo, ella no era suficiente por si sola. Diferentes acciones y formas de resistencia de los hijos del país le fueron añadiendo a la identidad naciente un costado de negación del dominio y del derecho del otro, que se volvía extranjero en la medida en el que el criollo se volvía cubano. El abuso, la represión y la soberbia condujeron al rechazo y el rencor, pero eso tampoco era suficiente. Tuvo que aparecer la necesidad de rebeldía, y con ella la de darle organización y sentido. Esos dos rasgos convirtieron al prófugo, al campesino pobre, al bandolero y al apalencado, unidos al señor criollo local ofendido, díscolo y conspirador, es decir, a sectores y gentes nunca antes reunidos, en los sujetos que se unieron para una empresa común, nunca antes vista. Hace ciento cincuenta años, el oriente de Cuba hervía en desobediencias, y cientos de personas estaban al margen de la ley. Pero faltaba la conversión de la subversión o el motín en una rebeldía detonada con un fin preciso, que convirtiera la actuación en falange combativa y la pasión en ideales expresos. Faltaba la revolución.

Aunque fuera doctor en leyes y propietario de fábrica con esclavos, hombre culto, buen jinete y amigo del arte, Carlos Manuel de Céspedes era un colono más. Su carácter firme y sus ideas avanzadas lo hicieron líder local de conspiradores, uno entre los posibles directores. Pero su determinación personal era superior, y en la hora singular supo comenzar a labrar su grandeza. Él pronunció la primera frase de la leyenda mambisa: “España nos parece grande porque la miramos de rodillas. Levantémonos”.

El 10 de octubre de 1868, Céspedes inauguró la política revolucionaria cubana y llamó al pueblo a pelear, con la misma campana, por la libertad y por la justicia. Aquella acción destrozó los imposibles y creó una nueva realidad. En esos diez días que van de La Demajagua a la toma de Bayamo, Céspedes abrió la brecha para que insurgiera el pueblo, y para que todo el que ansiaba ser rebelde pudiera convertirse en soldado y en ciudadano, en revolucionario.

Después que acontecen, los grandes eventos históricos se pueden enunciar fácilmente, y hasta pueden parecer fáciles al pensamiento pequeño, el que cree que siempre sucede solamente lo que debe suceder. O al que cree que esos acontecimientos deben sujetarse a un esquema, a camisas de fuerza de la Historia manejadas por doctores incapaces de cometer ninguna locura. Al pie mismo de unos hechos en lugar remoto, el adolescente habanero José Martí, que ya conoce bastante de imposibles, sabe que lo que sucede en Bayamo parece un sueño. Por eso escribe: “No es un sueño, es verdad. Grito de guerra / lanza el cubano pueblo enfurecido / el pueblo que tres siglos ha sufrido / cuanto de negro la opresión encierra.” A Martí, tan lejos y tan pobre, lo iluminaba la luz de Yara, porque en tiempos de revolución la luz no se propaga de manera uniforme. Y una semana después de la quema gloriosa de esta ciudad por los revolucionarios, el joven escribe la frase que será definitoria para toda la época que apenas se inicia: “O Yara o Madrid”.

Céspedes liberó a sus esclavos la primera mañana, pero la justicia tuvo que abrirse paso frente a los obstáculos provenientes de su propio campo. La independencia y la abolición tuvieron que fundirse en un solo propósito, y la libertad personal y la ciudadana, reunidas, asumir la forma de gobierno republicana. Los revolucionarios tuvieron que volverse superiores a ellos mismos, y no solo a sus circunstancias. La guerra fue la fragua tremenda en la que se lograron los prodigios necesarios, y ella se alimentó con los sacrificios, el heroísmo y la constancia de muchos miles de hombres y mujeres.

Dar la vida, pasar hambre y escasez de todo, combatir, todas las formas de la entrega y el altruismo se hicieron cotidianas. La bandera de la estrella solitaria se volvió sagrada, y la marcha, el campamento, el héroe, el amado y la amada, la jornada de sangre y de muerte, se expresaron en canciones. Cuando todo se condensó para sobrevivir, escoger lo vital y ganar fuerzas, el himno de Bayamo se quedó en ocho versos guerreros que invitan a pelear, retan a la muerte necesaria y prometen vida eterna. Próceres y pobres de todos los colores aprendieron que era la revolución la que le daba probabilidades de éxito a sus luchas y sus anhelos más sentidos. Y lograron sentirse hermanos mientras compartían todas las vicisitudes. En la guerra revolucionaria nació la identidad nacional cubana, con su contenido y objetivos populares.

La historia ha sido nuestra maestra, y en esta región nos dio sus primeras lecciones. Más de ochenta años después, buscando en aquella gesta fuerzas para asaltar el futuro, los niños cantaban, poco antes de arrancarse los juegos de un tirón: “que Bayamo fue un sol refulgente / donde puso el cubano valiente / muy en alto el pendón tricolor”. Y en La historia me absolverá, el joven rebelde Fidel reivindicaba el abolengo patriótico de Oriente, donde, decía: “se respira todavía el aire de la epopeya gloriosa” y “cada día parece que va a ser otra vez el de Yara o el de Baire”.

El discurso de Fidel en el centenario del 10 de Octubre, en La Demajagua, es una pieza maestra para la comprensión de nuestra historia. Escojo una de sus tesis y lo cito:

“Si una revolución en 1868 para llamarse revolución tenía que comenzar por dar libertad a los esclavos, una revolución en 1959, si quería tener el derecho a llamarse revolución, tenía como cuestión elemental la obligación (…) de liberar a la sociedad del monopolio de una riqueza en virtud de la cual una minoría explotaba al hombre (…) Suprimir y erradicar la explotación del hombre por el hombre era suprimir el derecho de la propiedad sobre aquellos bienes, (…) sobre aquellos medios de vida que pertenecen y deben pertenecer a toda la sociedad”.

La historia sigue siendo maestra, pero ahora trae consigo una gigantesca cultura de liberación acumulada. De Céspedes a Fidel hemos crecido y aprendido tanto, que ya nunca más podrá engañarnos el capitalismo, y frente a cualquier ropaje con que se presente sabemos desnudarlo y barrerlo. Y nuestra patria ha crecido tanto, que lo que fue Yara hoy es Cuba, y Cuba es mucho más que una isla liberada.

El antagonista en el mundo actual también es mucho más grande y poderoso, cuenta con inmensos recursos materiales y una cultura ubicua, muy capaz e incluso atractiva, que es su arma principal en esta fase de su guerra contra Cuba. Pero es el mismo enemigo de que este país pudiera ser independiente desde hace doscientos años, el mismo que truncó la gran revolución libertadora hace 118 años e impuso su dominio neocolonial, el que ha hecho todo lo que ha podido contra este pueblo desde 1959, el águila rapaz, grande en el crimen y en la inmoralidad. Aspira a debilitarnos y dividirnos, a reclutar cómplices y acabar con la sociedad que hemos creado entre todos y con la soberanía nacional.

El desafío, entonces, es del mismo carácter que cuando era o Yara o Madrid, y la disyuntiva vuelve a ser tajante. Ahora es: o Cuba o Washington.

Y en el recuento de los que ya estamos acostumbrados a pelear juntos forma en las filas la luz de Yara, y se reúnen en Bayamo, sitio sagrado de la patria, las artes y las ideas, los homenajes y los sentimientos, el clarín que llama y la decisión revolucionaria. La canción mayor en la voz de todos, el himno en la voz del pueblo. Y como faro y guía, la bandera del triángulo rojo y la estrella solitaria.

Tomado de Cubadebate.