domingo, 18 de noviembre de 2012

LA JURISDICCIÓN DE SANTA CLARA ANTE EL SIGLO XIX.



El pensamiento  que sustenta una generación de criollos-ricos habaneros- de fines del siglo XVIII, tuvo en el terreno económico logros en las exportaciones de productos agrícolas y la producción azucarera con un alto contenido industrial. El avance de un tipo de agricultura comercial topa a finales de esta centuria con los límites juridisccionales de Santa  Clara, que aún no  ha dejado de ser de agricultura minifundaria atrasada, con pobre representación en el mercado local y regional  a principios del siglo XIX.  Estas peculiares condiciones perviven durante los primeros veinte  años.

 Las condiciones que se dan a finales del siglo XVIII  constituyen un estímulo para el desarrollo azucarero, facilitado por la Real  Cédula de 4 de mayo de 1792 y Real Orden de 14 de diciembre de 1794, son en definitiva de amplio beneficio para  los hacendados de la zona occidental vinculados a la plantación esclavista; estas no podían  encontrar en esta jurisdicción una aplicación efectiva pues sus realidades económicas eran bien diferentes. El arcaísmo ganadero había plantado raíces; Álvarez, en el occidente de la jurisdicción de Santa Clara seguía siendo a la entrada de un nuevo siglo el punto de  trasiego de ganado  hacia la Habana;  la oligarquía territorial, los arrendatarios, campesinos, bandoleros y negociantes ilegales se daban  cita en el lugar; un cordón los unía a todos: el negocio ganadero.

La acumulación de capitales que ya tienen lugar en la isla(occidente) y que  propician la expansión de la plantación esclavista, unidas a otras condiciones  permiten que:

    “….la balanza comercial, posiblemente  a merced del alza de los precios, fue favorable  en 1790-95 por un margen de más de 23 millones de pesos. Es la gran época de creación de la agricultura comercial, que terminaría hacia 1804-05 y no se renovaría hasta 1815”[1](Sic).

Santa  Clara  no puede disfrutar de la oportunidades que se presentan a finales del siglo XVIII, ni principios del XIX; quedando atenazada  ante el empuje azucarero de la región de Sagua la Grande hacia el norte y de Cienfuegos por el sur, con posterioridad a la década del veinte de este último siglo.

Son estos años de extrema agonía de la economía; una terrible sequía azota durante los años 1801 y 1802 que condujo a  la desaparición de los productos de la agricultura y una baja considerable de la masa ganadera, principal renglón de la economía de la Villa; creando difíciles condiciones de vida  para sus   habitantes; para esta fecha según Manuel Dionisio González, sólo 100 casa eran de teja de las 750 existentes; las demás, de guano y embarrado. Unido a ello se desató una epidemia de viruela en la Isla  que hizo más precaria la situación  para los sectores más empobrecidos.

Al iniciarse este nuevo siglo las diferencias regionales  están claramente marcadas entre  occidente y el resto de la Isla,  que tienen una particular significación en la jurisdicción de Santa  Clara. No ha logrado ésta vincularse al mercado mundial con productos tropicales como el café y el tabaco, ni ha desarrollado la producción azucarera en los términos de la plantación esclavista. Por otra parte siendo esencialmente ganadera no tiene las ventajas de poder exportar cueros y carnes como Puerto Príncipe. Su aislamiento  del mercado al no tener las favorables condiciones de un puerto vulneró su desarrollo desde su fundación en el año 1689. Su ubicación es estratégicamente favorable en el  orden político por estar ubicada hacia el interior y al centro de la Isla, pero en ningún caso lo es en el orden económico, esta realidad  por la que transitó durante todo el siglo XVIII ha sido muy poco estudiada y por lo general no se ha  tenido en consideración  en los estudios  regionales y locales.

Desde una época tan temprana como el año 1691 aparecen en las sesiones del Cabildo los debates sobre las ventas de ganado a la Habana; seguirá siendo un tema permanente durante todo el siglo XVIII y los primeros sesenta años del XIX; el asiento y “desarrollo” de  Santa Clara-en particular de sus hacendados- están dados por este negocio; el cual no disfruta de las posibilidades de exportación; cuando transitoriamente lo alcanzan viene determinado por disposiciones superiores.

La economía de hacienda de la jurisdicción no encontró la salida al mar, nunca pudieron competir con otras regiones en el orden de los sistemas productivos ya establecidos, de ahí su estancamiento y debilidad con relación a otros grupos regionales de la Isla. Se presenta este fenómeno al cual hemos hecho referencia como una regularidad que va más allá de las propias posibilidades de gobierno  de la jurisdicción. Ello determina que las relaciones capitalistas de producción sean más tardías en su introducción en Santa  Clara en comparación con otras regiones; incluso las de tipo ganadero como   Puerto Príncipe, la que generalmente gozó de tener un comercio fluido de exportación de cueros y carnes hacia los Estados Unidos. Esta oportunidad y posibilidades de los oligarcas de la región camagüeyana no fueron alcanzadas por la oligarquía santaclareña aún cuando tenía un fuerte asiento ganadero.

Al responder Ignacio Caro a una solicitud del Marqués de Someruelos-Gobernador y Capitán General General- sobre el progreso o disminución de la agricultura de la jurisdicción desde el año 1790,  de fecha 31 de agosto de 1807, le expresaba:

“Que en esta Villa de Santa  Clara desde el año de 1790  ha tenido algún  fomento el ramo de azucar, pero tan mesquino, que apenas puede ni merece calcularse, pues sus producciones no alcanzan para el consumo de la mayor parte de la jurisdicción, que ocurre a Trinidad a proveerse. Por lo que toca al café a penas hay quien se aplique a su cultura, ni quien la conozca: el trigo es la siembra más común, y que se há fomentado más en estos campos, y aunque la jurisdicción, ni á poder concurrir  en su precio con la harina que durante la guerra se exporta…”[2](Sic)

Para el año 1820 se había extinguido la producción de trigo en la jurisdicción. Se caracterizó entonces el mercado por la estrechez y carencias de productos agrícolas esenciales  para la subsistencia; terreno fértil para el bandolerismo, el pillaje y los turbios negocios.



[1] Leriverend Julio. Historia Económica de Cuba. Ediciones Revolucionarias. I.C.L. Año 1974.  Pág. 225.
[2] Boletín del Archivo Histórico Nacional. Publicación Bimestral. Tomo  LV. Enero-diciembre 1957. Pág. 10.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Acotaciones históricas sobre el Cabildo de Santa Clara.

Historiar sobre la fundación de Santa Clara ha sido un propósito en muchos estudiosos de la historia regional y local. Por una u otras conceptualizaciones que han tenido como fuente el culturalismo, o en otros los afanados tradicionalismo, que mal tratados crean una extraordinaria confusión,  ha provocado el distanciamiento de  los principios de la tradición histórica de enfocar los hechos de acuerdo a las realidades que tuvieron lugar en una época determinada; llevando a algunos incluso a expresar en determinados espacios  que estos orígenes fundacionales han sido “muy llevados y traídos”; sin tener en consideración que el hecho real viene determinado por los reiterados enfoques errados que han precisado de nuevas interpretaciones.

La concertación  fundacional del 15 de julio de 1689 que da lugar al surgimiento en el espacio insular de Cuba de una nueva villa, no  adquirirá forma legal hasta el 1 de enero de1690, cuando tiene lugar la primera reunión para la elección de los cargos concejiles que dará cuerpo al Cabildo o Ayuntamiento. Este acontecimiento poco tratado, además de relegado, constituye el hecho más importante de la última década de finales del siglo XVII en la región central de la isla. La élite que se apodera de las riendas administrativas optará por afirmarse inmediatamente a esa fecha en un espacio que no dejará de acrecentar aún utilizando la fuerza como medio de reconocimiento. La institución creada, definirá los contornos de la jurisdicción durante la primera mitad  del siglo XVIII; la que con algunas pérdidas territoriales, se mantendrá hasta el siglo XIX. Se estableció un grupo de poder que se precipitó más hacia la autonomía  que a la dependencia absoluta de la corona española y del poder central  de La Habana, tendencia que comenzará a delinear los antecedentes del proceso de formación nacional; lo que es también válido para otros espacios bajo el régimen colonial  español.

La fundación merece el digno respeto  histórico   que con apropiado júbilo se celebra anualmente; pero es precisamente el cabildo (grupo de poder) el que dará fuerza al proceso colonizador que tiene lugar hacia el interior en enconada rivalidad con otros grupos en la zona central de la isla, donde no escapa la élite occidental  asentada en La Habana.
 Es precisamente este cuerpo corporativo el que organizará la defensa de sus predios ante la posible amenaza inglesa después de tomada La Habana en 1762, hecho al que la historiografía cubana no ha dedicado la merecida atención que requiere. Este mismo núcleo directivo asentado en el cabildo organizará y enviará hacia la ciudad sitiada batallones de pardos que contribuyeron a la defensa ante el ataque inglés. Con el mismo sosegado  empeño de defensa  organizaron milicias  destinadas a la defensa de  Trinidad,  villa ubicada al sur de la zona central de la isla. En la sesión del cabildo del 29 de agosto de 1762 se expresó:
“cerrar todos los caminos ó conductos así marítimos como terrestres por donde pueda entrar  el enemigo á invadirnos destinando sugeto con la competente orden a fin de que con todos los vecinos del camino que cerrase y la demás gente que fuere necesario, elija los parages donde se ha de hacer las tumbas de los arboles que puedan ser útiles á conseguir el fin intentado.”

Las Milicias Cívicas, que como institución tienen su origen en el año 1719; harían historia en la defensa de la Habana en 1762, sobre todo las milicias de pardos y negros que se distinguieron en el combate contra el invasor inglés, en aquellos acontecimientos  la jurisdicción de Santa Clara había brindado un extraordinario aporte tanto económico como en hombres; ello le valió el reconocimiento de la corona española al concluir aquella contienda.
 Las Milicias Cívicas como respuesta organizada del régimen colonial hacia el interior de la isla  ante el empuje del movimiento independentista latinoamericano en su segunda etapa-1816-1826- también-conocidas como Milicias Nacionales Locales o Milicias Urbanas- tienen su aparición en la  Villa de Santa Clara el 27 de mayo de 1821, cuando en la reunión ordinaria  del Ayuntamiento celebrada ese día, fue presentada la primera lista  de los oficiales y soldados de la primera compañía por Juan José Pérez de Prado. Su creación  se amparaba en el Artículo 21, Capítulo tercero del Reglamento Provisional para las Milicias Cívicas de la Isla de Cuba.

Las Milicias que fueron organizadas tenían por objetivo  defender el sistema establecido en el marco de la relación de estos sectores con la metrópoli española y darle continuidad al sistema de plantación  esclavista como orden económico predominante, en tanto fuente de ganancia  y  sostén para España; dividendos que cubren en gran medida los gastos de los ejércitos realistas en América  en su enfrentamiento al movimiento emancipador que se extendió por Latinoamérica. Nuevamente el Cabildo asumió el protagonismo ante una posible invasión desde Colombia al cubrir la extensión de su jurisdicción con los voluntarios alistados.
Al menos en las Actas Capitulares no se encuentra una reacción ante las políticas diseñadas desde el norte a excepción del año 1858, cuando en sesión extraordinaria el Ayuntamiento de Santa Clara se reúne  el día 22 de diciembre; exasperados los ánimos por haber aparecido en la Gaceta, periódico oficial de la Habana las palabras del Presidente de los Estados Unidos Jaime Buchanan  ante el Congreso, exponiendo sus ideas sobre la compra de Cuba a España, donde según el diario, el presidente había utilizado en su intervención, un lenguaje altamente ofensivo. La decisión del cuerpo administrativo no se hizo esperar en la reunión, ...” demostrar la decisión del cuerpo à repeler toda idea que tenga por objeto romper los sagrados lazos que los unen á su augusta soberana y à su madre Patria...”; en esta sesiòn se toman dos importantes acuerdos : elevar la indisposición y total desacuerdo a ser vendida la isla a los Estados Unidos hasta la propia Reina, por conducto del Gobernador y Capitán General, y convocar una sesiòn  abierta donde participaran los vecinos de la  Villa, pues ya los rumores estaban expandidos y era notorio el total rechazo.

Los acontecimientos descritos a grandes trazos abarcaron más de 150 años; previos al levantamiento independentista de 1868; merecen una adecuada atención  historiográfica sin el enfermizo escamoteo tradicionalistas, costumbrista o del exagerado culturalismo. Es indudable que como maquinaria de poder contribuyó al sostenimiento del gobierno colonial de España en Cuba; pero fue el núcleo sensor de contradicciones con el gobierno central de la isla y hasta el de la propia metrópoli; de tendencias autonómicas y amplia liberalidad en la medida que sus intereses se fueron afectados por las disposiciones allende al océano. 

Determinar hasta dónde esa forma de actuar sedimentó un sentimiento de rechazo en el componente social ante el dominio colonial español, es en cierta medida transitar el camino antecedente del independentismo cubano de la segunda mitad del siglo XIX; nos queda pues un áspero terreno de investigación del tema.

Fondo de consulta: Ayuntamiento de Santa Clara.  Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Original manuscrito.



martes, 6 de noviembre de 2012

PATRIA Y EMIGRACIÓN EN TIEMPOS DE ELECCIONES.

Qué significa para un cubano las elecciones en los Estados Unidos de América?; seguir la información y estar actualizado, tras el paso de ese evento nada cambiará en las relaciones entre los dos países; todo está sujeto a  un entramado de leyes que poco a poco han enturbiado todo intento de llegar a acuerdos sobre este crucial tema. Las discriminaciones entre un domócrata o un republicano para  un cubano no van más allá de las diferencias entre el amarillo y un amarillo claro, lo que en términos de política significa prácticamente lo mismo. Las dimensiones del principal azote(bloqueo), sirve como referente diario para negar todo tipo de entendimiento pues la larga cadena de descendencia gobernativa en los Estados Unidos, sea  de uno u otro partido han coincidido siempre en mantenerlo, lo que para el cubano común ya es un asunto cotidiano. 
 
Por ello tras el paso de las actuales elecciones todos los pronósticos a corto y largo plazo no avizoran cambios en la política norteamericana hacia Cuba, aún cuando en el seno de la ONU se siga condenando por la abrumadora mayoría(casi abosulta) de países. El encadenamiento político de las relaciones cubano-norteamericana se encuentra siempre sujeto al lobby  que gira alrededor de la Fundación Cubano Americana; y al lucrativo beneficio que le proporciona explotar con fines utilitarios  todo lo que pueda suponer el tema Cuba; encadenando al ejecutivo de ese país de una manera  burda que atenta contra las bases jurídicas de ese país.

La prensa occidental se ufana cada día del éxodo de cubanos hacia el exterior, sobre todo a los Estados Unidos, sin tener en consideración las causas que lo provocan; los recientes datos sobre viajes de exiliados cubanos hacia la mayor de las Antillas echan por tierra cualquier interpretación en ese sentido; los cubanos, ni dejan de ser lo que son, ni aborrecen los principios del socialismo en Cuba, van sí, tras mejores condiciones de vida; pero las cusas económicas están claras para todos los que de una forma u otra "abandonan" el país. El flujo migaratorio que hoy tiene lugar y el acercamiento cada vez mayor de los cubanos residentes en el exterior descaractrizan cualquier intento de subversión ideológica en este sentido que los grandes medios quieren hacer prevalecer en la opinión pública.

La propia cumunidad cubana de Miami se encuentra dividida, siendo su principal causa la actual política que los Estados Unidos mantiene sobre Cuba; velados o no esos sentimientos por la patria son sostenibles, y lo serán más mientras mayor tiempo transcurra. Novedad y cambio no dejan de ser falacias con fines políticos, que fuera de todo intento de quererlo exponer como democrático; no tiene nada que ver con los hechos reales  que tienen lugar en la vida cotidiana de los que viven en Cuba o fuera de ella.

La utopia de los nuevos tiempos debiera ser entendida tras el paso de unas huracanadas elecciones.