miércoles, 22 de marzo de 2017

¿Qué hay de nuevo en el ambiente?


¿Qué hay de nuevo en el ambiente?, es una pregunta muy común entre los cubanos; "nada que ver, con nada que ver" con el lenguaje técnico muy de moda relacionado con el medio ambiente, o cambio climático. Así las cosas, muchos compañeros me preguntan qué hay de nuevo en el ambiente en torno a las relaciones Cuba-Estados Unidos; mi respuesta, "todo está pasmao", "la seca está que arde". 

Me levanto a las 3:20 a.m. en la ciudad de Sancti Spíritus para anotarme temprano en la lista de espera de   la Yutong que sale a las 5:00 a.m. con destino a Santa Clara, hago el número dieciocho, cuando llaman resulta que soy el número cinco, me hago el "sueco" y saco sin chistar el boletín inmediatamente, sin hablar ni una palabra entro raudo al asiento 12, que es el que me corresponde. Hace frío en el ambiente, al arrancar el ómnibus,  el chofer pone en funcionamiento el aire acondicionado y pone más fría la "cosa", a mi lado se siente una "veterana", que una vez alojada, recuesta la cabeza al cristal y comienza a roncar, !buen viaje me espera!, una hora y cuarenta minutos de sufrimientos por los decibeles de la viejuca.

Sale el ómnibus de la terminal, toma la doble vía de la archiconocida carretera central dentro de la ciudad, hace una parada frente al Hospital Provincial para recoger a un pasajero, resulta ser otro chofer de Ómnibus Nacionales que aprovecha las bondades de la "sociedad" para trasladarse a otro pueblo. Entra, afectuosamente saluda al dúo de choferes, inmediatamente pregunta a éstos,    ¿qué hay en el ambiente con Trump?, no se oyen ni las moscas, exclama; nadie responde, silencio que reafirma que nadan saben sus colegas.  Me pongo en guardia, "estiro las orejas" pues presiento un aluvión de enfoques "novísimos" sobre el tema, me inclino hacia la derecha para poder escuchar mejor, mi "acompañante" ha entrado en la fase 3 del sueño y ronca más alto.

Al ver que nadie responde a su interrogante les increpa, yo creo que no está tan loco na, él sabe más que las cucarachas, es un negociante, y está negociando, pero ahora como presidente, está negociando con el país, hay que ver quién se lleva la mascá, aunque a mí me parece que el tipo tiene todas las papeletas para llevarse el gato al agua. El chofer que oficia de conductor no parece interesarle en lo más mínimo lo que dice su compañero, por el contrario el chofer le pregunta sin dejar de atender el timón ni la luz que se proyecta en la carretera, ¿tú crees que el silencio es espontáneo o calculado?; una pregunta calculada y de difícil respuesta.

El incognito pasajero le dice, yo hago lo que dice Taladrid, saco mis propias conclusiones, la mía es que el tipo es un buitre, en algún momento va a meternos la mordía, tiene negocios por rastra en China, y es “socialista”, yo veo gato encerrao, por eso todo el mundo aquí está callao. El chofer sólo escucha; continúa, yo leo el periódico todos los días, el “tipo” no ha dicho casi nada sobre nosotros, sobre América Latina, tampoco; cuando yo te lo digo, algo  trama y no es bueno.

El ómnibus llega al poblado de Guayos, parada obligada, varios asientos vacios corresponden a reservaciones del lugar. El “incognito” baja y deja pasar a los nuevos pasajeros pues está ubicado a la entrada del ómnibus, y al no tener reservación alguna va de pie, creo que ha llegado a su destino, no resulta ser así, una vez acomodados los nuevos clientes, entra al ómnibus; me preparo para seguir escuchando; si es que el mismo tema vuelve.

Mi compañera de viaje  reclina aún más el asiento, pienso que la sinfonía será mayor, mas no le presto atención, estoy ansioso por escuchar  cómo continuará la disertación del incógnito chofer. Desilusión, ni un fonema más, se baja del ómnibus en el municipio de Placetas.

Reflexiono sobre lo comentado, Trump representa un caso particular en el ambiente político norteamericano, aunque muchos lo han tildado como un hombre que proviene del mundo del negocio, apartado de las triquiñuelas políticas, no resulta tener mucho fundamento, economía y política han estado siempre enlazadas por mil y un resortes.  Piensa, actúa y se pronuncia de acuerdo a su formación, que tendrá que moldearse ante el medio político que lo envuelve poco a poco, de ahí que sus principales pronunciamientos de campaña y accionar en la Casa Blanca durante los primeros meses estén matizados por enfocarse en los problemas domésticos de la economía. Sus enfoques, apartados del tradicionalismo político, están sustentados en su visión del mundo como ganancia, de ahí sus posiciones “contradictorias” con republicanos o demócratas.

El proteccionismo es la carta principal de su misión, alcanzarla o no es su reto, fue lo que dio gran impulso a la economía norteamericana a finales del siglo XIX, removiendo hasta los cimientos la sociedad norteamericana, causa fundamental del devenir posterior de los Estados Unidos en el mundo, cuya apertura tuvo lugar con la guerra hispano-cubana-norteamericana en 1898. Al igual que entonces, las nuevas doctrinas exigían de la superioridad militar, Trump ha adoptado la misma línea, darle a los Estados Unidos la suficiente capacidad para decidir y ganar cualquier batalla en cualquier lugar. Expansión comercial, guerra por mercados, nuevas distribuciones, fueron y son las mismas diatribas que se le presentan a la nueva administración bajo nuevas circunstancias.

Como buen visor en los negocios, pasa factura a todo aquel que debe, no importa  el deudor, sea socio o no. Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos desembolsó cuantiosas sumas para darle a Europa occidental el brillo, esplendor y poder que necesitaba, más por la presencia de campo socialista que por el desarrollo; la OTAN exigió a los Estados Unidos hacer esfuerzos adicionales para mantearla con la suficiente capacidad como para enfrentarse al peligro “rojo”, mientras que las cuotas europeas eran incomparablemente inferiores en los gastos del gran aparato militar; esa factura difícil de pagar ahora para los europeos ya ha sido cobrada bajo otras formas por los Estados Unidos.

La vuelta de empresas norteamericanas  desde lejanos parajes para darle el esplendor que la reanimación económica necesita podrá tener efectos positivos en la medida en que los volúmenes productivos se incrementan y den posibilidades a nuevas fuentes de empleo, pero exigirá para los empresarios perder la mano de obra barata que hasta ahora venían utilizando; la “renovación” ha llegado tarde en un escenario donde países emergentes como China e India, están en capacidad de poder reproducir las tecnologías.

Según Trump:

“Hemos defendido las fronteras de otras naciones mientras nos negábamos a defender las nuestras (Aplausos) y gastado miles de millones de dólares en el exterior mientras las infraestructuras en Estados Unidos han decaído. Hemos hecho ricos a otros países mientras que la riqueza, la fuerza y la confianza de nuestro país se ha disipado en el horizonte. Una a una, las fábricas cerraron y dejaron nuestras costas, sin siquiera un pensamiento en los millones y millones de trabajadores estadounidenses que quedaron rezagados”….

Esa fue la principal carta en el discurso de envestidura el 20 de enero del 2017,  trata ahora de  encauzar lo que para él ha constituido un error  durante la post guerra.

Nuestro  “amigo  de la Yuting  no deja de tener toda la fuerza del juicio cuando señalaba que Trump estaba “pasmao”; solo conoce  de América Latina, en particular de Cuba, lo que la prensa norteamericana en término de grandes titulares se han  acostumbrado a promover.  No es de extrañar que no se hayan producido pronunciamientos hacia esta área geográfica, menos sobre Cuba, al no ser que “Castro tenía una dictadura”, link muy repetido en los grandes medios de ese país.

La vida dirá si Trump  se adapta al medio o perece, esa es la disyuntiva, en resumen,     ¿ quién se lleva la mascá?.





miércoles, 1 de marzo de 2017

Queremos una Cuba cubana y no anglosajona (I)


Si observamos la producción intelectual y propagandística que en el mundo circula con respecto a Cuba, se pueden encontrar materiales que han intentado virar nuestra historia al revés

28 de febrero de 2017 22:02:54

Estamos en uno de los momentos más trascendentes de nuestra historia; estamos en un momento de extremadas dificultades y de extremada complejidad.

Si observamos la producción intelectual y propagandística que en el mundo circula con respecto a Cuba, se pueden encontrar materiales que han intentado virar nuestra historia al revés; han dicho y dicen cosas que realmente no son como las plantean. Pero la técnica utilizada es extraordinariamente buena, y por tanto es convincente. Sin ningún escrúpulo se puede convertir una gran mentira en una gran verdad.

Algunas personas llegan y preguntan, pero otros afirman a partir de lo que vieron o escucharon y hay que explicarles:

«Mire, eso no fue así», «Ah, no, pero yo lo vi en un documental». Ahora hay una serie sobre Cuba muy divulgada internacionalmente, creo que con unos diez capítulos, donde se presenta la historia de Cuba al revés. Hemos visto intentos de justificar que la Revolución no fue un acto de voluntad popular, con hechos que han sido borrados y sobre los cuales se afirman cosas que son la mitad de la verdad, porque no siempre cuando se ataca en el campo del pensamiento, de la historia, se está operando con mentiras absolutas. Están operando también con medias verdades o interpretaciones incompletas de las mismas, y esto es todavía más perverso, porque el modo de presentarlo tiende a dar una cierta credibilidad. Por tanto, la guerra que se nos hace está ubicada ya en su primer frente y pretende ablandar el territorio que se desea conquistar.

Hay una lucha en el plano generacional. Se está jugando con la no memoria de una generación. Si ustedes observan, hay distintos discursos a distintos tipos de públicos, algunos que no tienen ni siquiera una elaboración intelectual; un discurso primitivo para un público primitivo, pero también está el discurso académico, más complejo.

También están jugando con dos o tres factores que son clave en este terreno; el primero, la memoria. Hay una generación que no vivió una determinada etapa de la Revolución, que entra en activo a partir precisamente del derrumbe del Muro de Berlín, del desmerengamiento de la Unión Soviética. Para esos jóvenes, cuando se les habla de la Revolución, es como si se tratara de una historia antigua que no la han vivido. Hay un vacío que no se llena con facilidad; hay que trabajar en profundidad para llenar ese vacío en cierta medida existencial.

Si a mí me preguntaran cuál es la etapa de la Historia de Cuba más desconocida diría que es la de la Revolución. Tenemos una gran concentración de libros sobre el siglo XIX y sobre sus grandes figuras y una buena producción intelectual sobre la primera mitad del siglo XX. Pero si pasamos a la segunda mitad del siglo XX, no es así. Y esto es clave para entender todo lo que viene detrás, la propia Revolución, cómo se forma la generación que hace la Revolución, en qué contexto surge la generación de Fidel, de Raúl, de los hombres del Moncada.

Le decía a un grupo de estudiantes: «Miren, la primera generación que tuvo en sus manos la producción intelectual cubana anterior al siglo xx es la generación de Fidel». La obra de Félix Varela fue publicada por primera vez, completa, en los años 40 del siglo pasado. Los hombres de los años 20 no conocían prácticamente el fondo del pensamiento de Varela.

El origen del pensamiento filosófico cubano —que es más que eso, es el origen del pensamiento de liberación cubano— está en una obra de José Agustín Caballero, de finales del siglo xviii, que fue traducida del latín y hubo que rectificar el nombre para restituir el que originalmente le dio Caballero. Él tituló ese libro Filosofía electiva, sin embargo le habían cambiado el nombre por el de Filosofía ecléctica. ¿Pero qué importancia tenía la Filosofía electiva? Después Luz y Caballero lo va a decir de una forma muy directa: todas los sistemas y ningún sistema, he ahí el sistema; todos los pensamientos y ninguno en particular, he ahí el pensamiento. Es decir, Cuba tenía que pensarse a sí misma desde la cultura universal; lo otro es lo que Martí dice: con «cultura de aldea» no se pueden librar batallas universales.

Se trata de crear un pensamiento propio que se base en esta acumulación cultural, de conocimiento universal, para que de ella se derive un pensamiento particular integrado al pensamiento universal.

Las Obras completas de Martí, las ediciones más importantes se hacen en los años 40 y principios de los 50. En esos años 40 se editan los principales libros y memorias de las guerras de independencia: las Crónicas de la guerra de José Miró Argenter; se edita el libro de Fernando Figueredo, el de Enrique Collazo. Por tanto, estos hombres que se forman en los 40 y 50 tienen también por primera vez, la literatura mambisa en las manos. Es absolutamente trascendente, porque antes de esa época apenas si se conocía tanto esta literatura de campaña como la literatura teórica cubana.

Hay otro elemento fundamental en ese periodo: lo que significó la evolución del sistema constitucional cubano. Es interesante y hay que estudiar las constituciones cubanas para darse cuenta de qué nivel de desarrollo tenía el pensamiento revolucionario y cómo se codificó en las constituciones, y cuáles son las diferencias con otras constituciones. La Constitución de 1940 constituye la cima de ese proceso por lo que fue referente para el movimiento revolucionario.

Por ejemplo, si algo está desde el origen en las constituciones cubanas es la consolidación de la sociedad laica; el primer proyecto de Constitución en Cuba, el de Joaquín de Infante, de 1811, ya crea la sociedad laica, la separación de la Iglesia y el Estado, la enseñanza pública, gratuita y laica, la libertad de conciencia. Esos son principios que no están ni siquiera en la Constitución española. Esas constituciones establecen una serie de libertades y derechos, pero es la Constitución de Guáimaro, nuestra primera Constitución, la que une lo legal, lo ético, lo político y lo social, y esto se refleja también en los símbolos nacionales.

¿Cuál es la simbología que contiene la bandera cubana?, ¿por qué muchos países han tenido más de una bandera y nosotros no? Para Fidel fue esencial esa bandera. Recuerdo el momento en que se sugirieron ciertos cambios a la bandera, y él dijo que no, y cambios que podían ser bien vistos.

La bandera nacional ha sido una desde el siglo XIX hasta nuestros días, ¿por qué?, porque ella es un símbolo de unidad. Es una bandera que no surge como resultado de una tradición religiosa, sino como expresión del estado libre, laico, y de libertad de conciencia. De la bandera no basta decir que la amamos porque es nuestra; porque es la mía, como dijo Byrne. Hay que comprender qué simboliza; qué simboliza el triángulo equilátero, que tiene sus tres lados y sus tres ángulos iguales. Ese triángulo equilátero significa libertad, igualdad y fraternidad, simbología laica. ¿De dónde sale?, de la Revolución Francesa; significa también los poderes del Estado: poder judicial, poder legislativo y poder ejecutivo. ¿Por qué la estrella solitaria?, porque la estrella es el único astro que brilla con luz propia, no es satélite ni planeta de nadie, ella tiene la energía y la capacidad de sostenerse por sí misma; y después los colores republicanos, el azul, blanco y rojo, tomados primeros de la Revolución Holandesa, después de la Revolución Francesa, y por último, ya en el siglo XIX, expresión del tricolor del republicanismo. Estas cosas hay que explicarlas.
Como hay que explicar que el Himno Nacional es una marcha de guerra como la Marsellesa, no es un canto a Dios como el himno inglés, «Dios salve al Rey», este es un himno que ni menciona a Dios ni menciona al rey. La libertad implica que usted escoge su dios o no lo escoge, y al mismo tiempo es republicano. El Himno Nacional es como la Marsellesa, un himno de combate.

YO QUIERO A UNA CUBA CUBANA

¿Por qué la Revolución Cubana ha sido una Revolución con sus propias características y capaz de hacerse por los cubanos, sostenerse por los cubanos, y aun cuando desapareció el campo socialista, mantenerse como Revolución propia?

La tradición de pensamiento en todos los niveles tiene hoy una razón para ello; a diferencia de otros países, Cuba ha estado colocada en todos los límites posibles en lo que se refiere a su propia existencia, y repito las palabras de José Antonio Saco: «desearía que Cuba no solo fuese rica, ilustrada, moral y poderosa, sino que fuese Cuba cubana y no anglosajona». Es decir, cuando estamos hablando de Cuba no estamos hablando de un pedazo de tierra, de un territorio, estamos hablando de una cultura, de personas que tienen un modo de ser y hacer, y que tienen una unidad en esa cultura, por eso esta relación que establece Saco cuando dice: «Yo quiero una Cuba cubana», y lo está diciendo en 1838, en la discusión con los anexionistas. ¿Y hay alguna diferencia entre los anexionistas de tiempos de Saco y los de ahora? Quitemos las tecnologías, quitemos todo lo que significa la diferencia de época.

La polémica de Saco es con El Lugareño. ¿Qué le dice El Lugareño a Saco? ¿Con quién estaba discutiendo?, hay que poner las dos partes, si no, no se entiende realmente una posición. Y El Lugareño le decía a Saco, voy a citar algo arbitrario, El Lugareño le decía: «Cuba anexada son quinientos mil yanquis, diablos y demonios, pero diablos y demonios blancos, con capital, que va agregando, no los quinientos mil malayos, africanos, etcétera, que es lo que podemos esperar que España introduzca en Cuba». Cuando El Lugareño le plantea esto, Saco con una humildad tremenda le dice una cosa muy sencilla: «Lo lamento, pero a mí me queda un pequeño reparo, la pérdida de nuestra nacionalidad». El pequeño reparo era bastante grande, ¿no?, la pérdida de nuestra nacionalidad. Y dice en el 1838: «No inclinaré jamás mi frente ante las rutilantes estrellas del pabellón americano, porque si he podido vivir extranjero en el extranjero no podría vivir extranjero en mi propia patria».

Estamos hablando de una polémica de 1838, casi más de siglo y medio. El Lugareño ya estaba hablando de capital. Hoy son otras cosas, pero esa es la esencia del problema, podemos moverlo hacia acá, hacia allá, podemos verlo en sus circunstancias, pero la esencia está ahí, y esa historia contra el anexionismo no comenzó en Cuba hace medio siglo.

*Versión de la intervención del Dr. Eduardo Torres-Cuevas, director de la Biblioteca Nacional José Martí en el VII Pleno ampliado de la Unión de Periodistas de Cuba, bajo el título «Cuba y la ética de todos los tiempos».

Las voces silenciosas



27 febrero 2017

De nada sirve una voz de alerta cuando no hay quién la escuche.

No sé cuál síndrome podría calzar, pero a mi mente vienen algunos cuyas características incluyen gran tolerancia al dolor, una constante tendencia al ensimismamiento, disminución de la atención, de la memoria y otras funciones indispensables para el desempeño normal de una persona o de un grupo social. He buscado todas las posibles razones para tanto silencio colectivo y me propuse interrogar a personas cercanas para recibir alguna luz capaz de explicarme el porqué de su apatía. Durante este ejercicio, una y otra vez he recibido similares respuestas: “no leo periódicos”, “cancelé mi suscripción”, “ya no te sigo en Facebook porque a diario publicas asesinatos y esas cosas”, “no veo televisión local, me deprime”, “no creo en la política”, “esto nunca va a cambiar”, “no necesito enterarme” y así por el estilo.

Hasta que ¡por fin! veo abrirse una fisura por la cual se desliza el concepto preciso: “la alienación de tipo social se encuentra estrechamente vinculada a la manipulación social, la manipulación política, la opresión y la anulación cultural. En este caso, el individuo o la comunidad, transforman a punto tal su conciencia de manera de convertirla en contradictoria con lo que se espera normalmente de ellos.” Así descrito, me parece reconocer de inmediato el síndrome que explica el silencio y el encierro voluntario, la resignación ante lo aparentemente inevitable y, sobre todo, la respuesta ante el miedo y la amenaza, protagonistas de nuestro entorno.

¿Por qué perdemos la memoria? ¿Qué motiva nuestro afán de olvidar un pasado cuyos elementos permanecen vivos y golpean con fuerza demoledora a las causas sociales, a la justicia y a las oportunidades de desarrollo de una nación? Me parece posible identificar allí el punto neurálgico, ese centro del dolor al que deseamos aislar para no sufrir, ese pequeño aleph protegido con uñas y dientes para no volver a experimentar la dura sensación de fracaso. Entonces, cual mecanismo psicológico natural, dadas las circunstancias, nos volcamos hacia las neblinas mediáticas del entretenimiento, del chisme y la fanfarria política para por lo menos creer en nuestra voluntad de participar. Sin embargo la mentira no dura indefinidamente y, poco a poco, volvemos a la concha sólida de la cotidianidad mientras las amenazas del pasado toman cuerpo. 

Este síndrome devastador para la integridad de una sociedad se presenta en relación directa con su capacidad de negación; las actividades rutinarias pueden durante un tiempo enterrar sus miedos más profundos, pero solo hasta que las amenazas comiencen a hacerse realidad con una fuerza potenciada por el silencio. De fenómenos colectivos caracterizados por el “no querer saber” hemos visto a lo largo de la Historia el surgimiento de sistemas oscurantistas capaces de anular la voluntad de las grandes comunidades humanas, convirtiéndolas en cómplices de su propia desgracia, de la destrucción de sus logros más queridos y de todas sus libertades.

Para semejante mal, la cura es el examen de conciencia. Uno capaz de sacar de los armarios los cadáveres ocultos, iluminar los rincones y sacudirle el polvo a leyes y normas cuyo imperio se debe restablecer. La discusión, el debate y el reconocimiento de problemas comunes es un ejercicio valioso por ser la única vía para encontrar soluciones de beneficio colectivo. Desde ese punto de convergencia resulta posible combatir el ostracismo individual y transformar la dinámica social en un factor efectivo de cambio. De lo contrario se comete una especie de pecado de abstención, cada día más caro y destructivo.

Tomado de Telesurtv.