lunes, 22 de octubre de 2012

EL FRACASO DEL "INTRÉPIDO".





MSc. Carlos Santiago Coll Ruiz.
E-mail: carlosc@ahp.vcl.cu.  
             collruiz2323@gmail.com      

La constante impaciencia por romper el “corojo” independentista cubano; donde frustraciones, disidencias, desorganización, delaciones y traiciones se habían puesto de manifiesto después de concluido un  primer intento liberador entre 1868-1878; cedieron espacio tras el paso de cruentos años y una impecable misión “evangélica” por la unidad de los cubanos llevada a cabo por José Martí,  a dar el clarín de reapertura de la nueva campaña; no sin antes atar cabos sueltos, en los días previos al alzamiento, para alcanzar la ansiada unidad sobre la base de un programa único, trascendente, intransigente y alertador para los arrogantes gobernantes norteños. Su firma en Montecristi-25 de marzo de 1895-admitía el espíritu continuador de las viejas y nuevas generaciones cuya meta en lo esencial, consistía en sacar del suelo cubano al oprobioso español; programa que estaba cuajado  de cristalinas ideas continentales. Tras el volverían a la manigua el 24 de febrero de 1895 los hijos más comprometidos de la patria, pintados de blanco, negro, mulato y otros tantos americanos, europeos y asiáticos.

La repentina e inesperada muerte en combate del líder de la contienda, ocurrida el 19 de mayo de 1895; vendría a constituir uno de los acontecimientos más trascendentes para el posterior desenvolvimiento de la guerra y la futura historia cubana en la primera mitad del siglo XX.

Ningún historiador pone en duda las novedades cualitativamente superiores de la contienda que se abrió el 24 de febrero de 1895, siendo también muy acucioso el trabajo investigativo sobre los males que se cernieron en su seno, algunos de ellos reproducidos en las nuevas circunstancias históricas, con profundas raíces en la Guerra Grande.

A los centros de poder heredados-Ejército Libertador y Gobierno de la República en Armas-se adicionaba el Partido Revolucionario Cubano, cuyo campo de acción estaba centrado básicamente en la emigración cubana en el exterior.

Las fuertes tendencias regionalistas del 68 tendrían sus espacios vitales en la nueva situación creada. Las contradicciones entre el Gobierno y el Ejército Libertador, representado en la singular figura de Máximo Gómez como General en Jefe, abrirían nuevos capítulos en la manigua. La liberalidad de la representación cubana en los Estados Unidos, representada por Tomás Estrada Palma conduciría  a más de un fracaso batallador de la insurrección, perdiendo este en no pocas ocasiones la visión estratégica de la revolución.

Como colofón de tantos desvaríos dentro de las propias filas del Ejército Libertador, reaparecieron  tendencias caudillistas, de indisciplinas y de no reconocimiento de los mandos establecidos para la guerra.

Es imposible en el caso que nos ocupa pasar por alto las agudas contradicciones que dentro del campo insurrecto se originaban o reproducían. En el fracaso de la expedición del “Dauntlees”, convergen.

La expedición, organizada por la dirección del Partido  Revolucionario Cubano en el exterior (Estados Unidos), tenía la expresa misión de llevarla a feliz término por las costas de Camaguey; ¡paradójica y contradictoria ¡ pues el mando militar exigía con agonía que estas se produjeran de acuerdo con los planes estratégicos de la campaña militar, que cifraba la liquidación del régimen colonial español en el occidente, donde definitivamente esta contienda sería decidida. De hecho la expedición al mando del Coronel Miguel Betancourt, arribó a las costas cubanas en horas de la noche del 13 de 0ctubre de 1896, en un punto conocido como desembocadura del Río San Juan, entre las localidades de Cienfuegos y Trinidad, en la región central de Cuba; después de un amplio recorrido alrededor de la  Isla, lo cual la expuso a ser descubierta por los guardacostas españoles en un trayecto tan extenso. En el punto mencionado se logra trasladar el cargamento a tierra, con el apoyo de los vecinos de la prefectura.

El mando central de la guerra no estaba informado del lugar y día preciso en que se produciría. El 21 de octubre, el General Quintín Banderas, que operaba con sus fuerzas en la zona de Trinidad, informaba al Coronel José Braulio Alemán, Sub Inspector General de Ejército, que “el día 15 recibió aviso de la expedición”. Dos días después de su arribo a las costas cubanas, e informaba que alrededor de 600 armas habían caído en manos del enemigo, al ser descubierta esta por dos guardacostas españoles (Ardilla y Contramaestre).

El General Carrillo que operaba en la zona centro-norte, tenía información sobre la proyectada operación de desembarco, pero al igual que el resto de los mandos, no conocía su itinerario, ni el día de llegada; lo cual evidencia la falta de coordinación entre la Delegación del Partido Revolucionario Cubano, el Gobierno de la República en Armas y el mando del Ejército Libertador; lo que en definitivas provoca la total falta de seguridad para tan preciada  carga en el momento de pisar tierra.

Un mal mayor viene entonces  a dispersar el valioso cargamento tan necesario para los fines de la revolución. Fuerzas mambisas bajo los mandos de los Coroneles Rodríguez y Camacho, además de las integradas por las del Brigadier Rego, cercanas al lugar del desembarco, no apoyaron al reducido grupo del Brigadier Miguel Betancourt en la crítica situación de defensa y dar seguridad a las armas. Desconociendo las órdenes del mando superior, se apropiaron de parte de las armas y se retiraron. Ante la imposibilidad efectiva de dar apoyo y custodia al cargamento, el General Quintín Banderas ordena que el mismo sea ocultado, siendo este objeto de dos traslados (con enterramientos de las armas).

Una parte de la población civil se apropia inescrupulosamente de todo tipo de armamentos y vituallas, lo cual agrava la situación ya de por sí desastrosa para la causa revolucionaria.

Cuatro aspectos importantes, deben ser considerados en los hechos ocurridos:

-La debilidad manifiesta del Brigadier Miguel  Betancourt al permitir la apropiación de las armas por jefes mambises y vecinos en condiciones de guerra  y bajo órdenes expresas de entregar el cargamento al Estado Mayor de la guerra.
-Indisciplinas, desobediencia y apropiación ilegal de parte de los pertrechos por los jefes  militares; abandonando la línea estratégica establecida para la guerra por la dirección de la revolución.

-La falta de operatividad y visión del General Quintín Banderas, el cual restó importancia  a las órdenes dadas sobre el cuidado y defensa  de la expedición.
-El gobierno civil mambí (prefectura), si bien colabora con los residentes de la zona en el recaudo de los elementos de la expedición, son incapaces de contener la apropiación de parte de las armas por los vecinos.

Al ordenarse por el General en Jefe del Ejército Libertador, Máximo Gómez, una investigación sobre los hechos ocurridos, se designa  al Coronel José Braulio Alemán para realizarla. Al concluir el proceso este exponía al General en Jefe en un documentado expediente en el que se exponía cuáles habían sido las causas esenciales del fracaso de la expedición; las que se pueden resumir en:

-Negligencia de los jefes.
-Incumplimiento del deber.
-Falta de patriotismo.
-Negación del deber militar por parte de los jefes de las fuerzas.

En el citado informe de fecha 16 de diciembre de 1896, se le imputan graves faltas al Brigadier Miguel Betancourt, por abandono de la expedición en los momentos precisos de peligro y la falta gravísima cometida por el General Quintín Banderas, al retirar la custodia de los elementos desembarcados. Alemán  proponía al concluir su informe que “hay fundados motivos, sobradas razones, pruebas suficientes para formar el Consejo de Guerra”

Cuánto costó a la causa de la independencia el fracaso del “Intrépido”

Declaración de los efectos contenidos en la expedición del “Dauntlees”, bajo el mando de Brigadier Miguel Betancourt.

             40     Carabinas Winchester, calibre 44
                   70     Remington, calibre 43.
                 200     Remington largos, calibre 43.
                 123     Mausser calibre 7 mm.
           270,000     capsulas calibre 43.
             40,000     capsulas calibre 44.
             27,000     capsulas calibre 7mm.
                   98     machetes de cruz.
                   73     hamacas.
                     3     cajas de instrumentos de cirugía.
                     8     cajas de drogas.
                 400     uñas para Remington, calibres 43 y 44.
                     6     palas.
                     3     picos.
                   20     cajas  de dinamita (50 libras cada una).
                     2     baterías eléctricas.
                 500     fulminantes.
                     4     rollos de alambre de mil pies.
Además:

460           rifles Remington, calibre 43.
130     rifles Remington, calibre  7 mm.
              15,000     capsulas Mausser, calibre 7mm.
                      4     paquetes machetes collins Número 3.
                      7     mochilas sanitarias.
                    25     sierras articuladas.
                      5     cajas de vaselina.
                      1     cañón de aire comprimido.
                      2     cajas de explosivos del cañón.
                   132     capsulas de cañón
                     1     caja de algodón y pólvora.

Elementos de guerra hallados, según el informe del Coronel José Braulio Alemán al General en Jefe del Ejército Libertador Máximo Gómez Báez.

              1           cañón y 23 cajas de parques.
              2           cajas de fulminantes.
              2           cajas de pólvora.
              2           botiquines de infantería.
              2           baterías eléctricas.
              5           rollos de alambres.
            18          cajas de dinamita 1 caja de mechas
            14          fusiles Maussers.
            32          Remington ligeros.
              6          tercerolas.
    164,025          capsulas, calibre 43.
      24,620          capsulas, calibre 7mm.
      18,000          capsulas, calibre 44.
      20,345          capsulas de Maussers.

Elementos de la  expedición no recuperados.

40                    carabinas Winchester, calibre 43.
 817                     Remington de diferentes calibres.
 109                    Maussers.
      105,975        capsulas, calibre 43
          2,380        capsulas, calibre 7mm.
       22, 000        capsulas, calibre 44.
              98        machetes de cruz.
              73        hamacas.
                4        paquetes de machetes collins, número 3.
            400        uñas para Remington, calibres 43 y 44.
                7        mochilas sanitarias.
              25        sierras articuladas.
                6        palas.
                3        picos.

Un balance general del mayúsculo desastre ocurrido para la causa independentista arroja que 966 fusiles de diferentes marcas, no fueron recuperados. Quedaron estos en manos españolas, inescrupulosos jefes mambises y de la  población civil. Del total del parque, 130,355 cápsulas de fusiles de diferentes marcas y calibres que no fueron nunca  encontradas; siendo estas las principales necesidades del Ejército Libertador en la guerra.

Cuanto sudor derramado por la laboriosa emigración en el exterior, que día tras día aportaba dinero de sus míseros salarios para la causa de la independencia de Cuba. El desastre del “Dauntlees”, no constituyó el único. Una larga historia tejida desde la Guerra de 1868-1878; tuvo su continuidad en la de 1895-1898. La carencia de un mando único coherente en las circunstancias históricas que determinaron ambas contiendas determinaba los fracasos, el “Dauntlees” es sólo un lamentable ejemplo de los tantos ocurridos.

Fondo consultado del Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba.
Colección de documentos del Ejército Libertador Cubano.
Expedientes: 48-49.
Legajo: 1.

Documentos anexos:

Información al Inspector General del Ejército Libertador, General de Ejército Serafín Sánchez Valdivia, realizada por el Teniente Coronel Enrique Loinaz  del Castillo, sobre la expedición del “Dauntlees”.

El juicio que me parece los primeros actos desde el desembarco hasta que el enemigo se apoderó de parte de la expedición, se lo manifestaré cuando nos entrevistemos ó al terminar el desempeño de la comisión que usted me ha encargado.

Tengo ocupado militarmente todo el territorio desde “San Juan de Baullua” hasta el  “Narciso” o sea este campamento, al que retorno de reconocimientos, acabo de llegar.
Entendiendo que ha sido desordenada y censurable la conducta de cuántos Jefes y Oficiales ha acudido al lugar de la expedición. Lo que más han hecho, por lo visto, es recoger lo que necesitaban, dejando lo otro abandonado.

He recogido materialmente botado cajas de municiones. Desde la Yaba al mismo lugar del desembarco se ven unas sesenta cajas abiertas y vacías, ¡juzgue por eso el orden de los jefes!

Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba.
Fondo: Colección de Documentos del Ejército Libertador Cubano.
Expediente: 136
Legajo: 1
Folio: 93.
Original manuscrito. Copia  fiel.

Documento enviado por el General en Jefe del Ejército Libertador Cubano, Máximo Gómez Báez al Coronel Enrique Loinaz del Castillo.

En mi poder sus comunicaciones de 24 de Noviembre pasado tomo nota de cuanto me dice sobre expedición del Brigadier Miguel Betancourt y cuanto hizo el valiente y digno General Serafín Sánchez por salvar los elementos de guerra que se encontraban diseminados en distintas fuerzas.

Cuartel General del ejército Libertador.
Núm. 412. L. 2.

Archivo Histórico Provincial. Santa clara Villa Clara. Cuba.
Fondo: Colección de documentos del Ejército Libertador Cubano.
Expediente: 17.
Folio: 1.
Legajo: 1.
Original manuscrito. Copia fiel.

Información al General  Máximo Gómez, General en Jefe del Ejército Libertador, donde entre otros asuntos se refiere a la expedición del “Danuntlees”, por parte del Coronel Enrique Loinaz del Castillo.

El 25, por orden del general Sánchez, marchó el general Carrillo con toda la infantería al lugar del desembarco á recibir ó recoger los restos de la expedición que pudiese salvar de la desordenada apropiación que de la mayor parte de ella hicieron, jefes, según informes recibidos, poco escrupulosos, y aún autoridades civiles y “pacíficos”. El voto por parte de estos se comprendía, por la costumbre tan inmoral como arraigada, del lucro con la venta de armas y municiones a nuestro Ejército.

Ha habido casos, allí mismo y en esos días de que un pacífico ó majá viniera al campamento á robar de una sola vez dos armas y tres carteras de cápsulas, lo que denuncia otro móvil y no el de armarse para defender la Patria.

En vista de todo este desorden, y sonando los nombres del General Banderas, Coronel Alejandro Rodríguez, Brigadier Alfredo Rego, llamó al General Sánchez a estos jefes a su  Cuartel General en averiguación, resultando que se hacían recíprocos cargos.
Ordenó el General una investigación, pues además se acusaba generalmente de negligencia al jefe de la expedición y por algunos, hasta de cobardía, al efecto comisionó al Coronel Sub inspector José B. Alemán para que practicase diligencias sumarias en eximen completo de los hechos, en lo que sería auxiliado por el Coronel Cabrera y general Carrillo.

Este último logró recoger hasta el 1 de noviembre la cantidad de armas y pertrechos que expresa en su comunicación de que le incluyo copia. También el Brigadier Lino Pérez recuperó y entregó en el cuartel General lo que se expresa en la nota adjunta á la comunicación del General Carrillo, y luego el Coronel José Lugones recuperó y entregó los que en la misma nota se expresan.

El resto de la expedición aparece extraviada, probablemente en manos inmorales una parte, y otra aprovechada clandestinamente por el Ejército, salvo lo que quitó el enemigo.


Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba.
Fondo: Colección de Documentos del Ejército Libertador Cubano.
Expediente: 36.
Legajo: 1.
Folio: 93.
Original manuscrito. Copia fiel.

martes, 2 de octubre de 2012

Mi amigo Roldán



Una nueva denuncia de Cuba contra el bloque  de los Estados Unidos ha tenido lugar nuevamente en la Organización de Naciones Unidas; el hecho, ya retórico, manifiesta cada vez con mayor fuerza la burla que ante los ojos del mundo comete ese país. Es la comidilla cubana de la calle en estos días; también de conversaciones entre compañeros  y amigos, donde casi siempre se termina  abordando la difícil situación en la que viven los cubanos por la inaguantable situación de una práctica que todos consideran obsoleta, pero que no lo es para el gobierno de los Estados Unidos, pues entienden que con tal sistema ahogarán al país más tarde o más temprano. 

En la tarde, camino de casa,  un conocido amigo me hace la “media”; un poco molesto me dice que está cansado de ver tantos carretones en la calle; ensucian las calles  y le parece estar viviendo en la Edad Media; al no recibir ningún comentario de mi parte;  me  pregunta directamente, tú estás de acuerdo con esta situación que no parece nunca acabar; sigo en silencio;  se molesta y me incrimina con un tema filosófico,  ¿ dónde  está la  teoría para la construcción de una nueva  vida?; lo  interrumpo cuando ya de nuevo preparaba su pistola para descargarme; Roldán, le digo, has visto  o leído la intervención de Bruno en la ONU; me responde que no; le objeto que no tenemos por qué apernarnos por los carretones de caballos, es una situación transitoria que tiene  origen en los graves problemas del transporte; no  satisfecho con mi respuesta, queda callado para luego exaltarse; no me dirás que también  es por el bloqueo; a lo cual le respondí  en tono populachero, “donde si no”.  Me incrimina nuevamente con una nueva;  por qué se “ha tirado” tanta gente a la calle que ahora están en negocios particulares; en tono jocoso le dejo claro que aún sobran más; pues uno de los problemas que ha tenido la  benevolencia cubana, arrastrada durante años y años es precisamente haber inflado las plantillas, repercutiendo negativamente sobre la productividad del trabajo, caldo de cultivo para la indisciplina social.

Por unos minutos trato de abordarle el tema sobre las circunstancias actuales del proceso  económico en Cuba; las excepcionalidades  nuestras con relación a otros países que  iniciaron   la  “construcción” del socialismo; pero que por determinadas circunstancias, acontecimientos, desviaciones y dejaciones, terminaron en la  olla, sazonados bajo las leyes del mercado capitalista.  A esas alturas mi amigo Roldán  solo escucha; no responde, ni se inmuta. Como un caballo desbocado vuelve a la carga sobre los precios de los productos a los cuales le es imposible llegar aún con el doble de lo que actualmente gana. Ciertamente es así, le respondo; pero las causas están dentro del sistema económico y mientras no se resuelvan, sobre todo aquellas en las cuales los hombres tienen la principal respuesta: trabajo, trabajo, y más trabajo; que es la base de la riqueza material, sin eso, mi amigo nunca llegaremos a ninguna parte.

Más tranquilo, le pregunto a qué se debían sus exaltaciones; si era conocedor de los problemas como cualquier cubano de calle; calla por unos instantes y declara;  he sido defensor de todo durante años y sufro por todo lo que está pasando; entonces, le tiro el brazo por el hombro y lo invito a un trago de ron.