sábado, 15 de diciembre de 2012

CONVENIO DEL ZANJÓN. RELATO DE LOS ULTIMOS SUCESOS. M. GÓMEZ

Kinstong, 23 de abril de 1878.

Dirigido a J. Bellido de Luna.

“No era de extrañar que el convenio celebrado el 10 de febrero entre cubanos y españoles para poner término a la guerra que hacía nueve años ensangrentaba a la isla de Cuba; causara tristísima impresión en el ánimo  de los que siempre pensamos que sería un hecho la independencia del país”.
  
Advertencia

"Parece que la opinión de muchos, es, que he representado el principal papel en aquel asunto.....”.

Así da comienzo el extenso expediente  que a modo de relato fue enviado a imprenta   (propiedad de Pedro A. Pomier), del cual se posee una copia manuscrita en el Archivo Histórico Provincial de Santa Clara, Villa Clara,  escrito a pocos días de haber llegado a Jamaica  a principios del año 1878 el ilustre general mambí.

Sólo a este ilustre general cabe el pensamiento:

 “ …aceptaré sumiso cualquiera que sea el fallo que sobre mí recaiga, pero mientras tanto rechazo y protesto contra toda inculpación que se me quiera hacer, aunque no sea más que la sencilla razón de que no le concedo á ningún cubano más interés que el que he tenido por  conseguir la independencia de Cuba, no obstante de ser un extranjero”.

El relato desde la perspectiva del soldado, se inicia  a partir  del año 1871, exponiendo los principales acontecimientos que en orden acumulativo fueron degradando la campaña y los nobles intereses por la independencia, para concluir con las más profundas aseveraciones desde su pensamiento militar:

“Largo tiempo hacía que estaba en la mente de todos la necesidad de un Jefe Superior Militar que imprimiera unidad de acción al ejército é hiciera que la disciplina no fuese una ilusión; más, ambiciones por una parte y temores á la dictadura por otra no permitieron que la revolución tuviese un hombre que la dirigiese siendo esta en mi concepto una de las principales causas de su pérdida “.

Para luego concluir:

“ Dirigidos por un gobierno puramente civil obra de una  cámara de representantes que coartaba los medios de acción al Ejército privándole de libertad, su existencia corría efímera y triste y solamente a los esfuerzos tiránicos de los jefes militares debió su existencia; no se oía allí la voz del militar que manda al soldado al combate, solo la palabra del Diputado que defendía los derechos del pueblo; se habían puesto en práctica bellísimas teorías; establecido instituciones democráticas y  constituido en fin una República; todo bellísimo, más en mi opinión no se debía estar por lo bello sino por lo útil, porque se exponía la Revolución á morir de consunción con sus lujosas galas de leyes y democracia: se necesitaba ejército y era lo que no se trataba de hacer, se pusieron en practica y con tal entusiasmo las doctrinas  democráticas republicanas que en poco tiempo era ficticia la disciplina y la obediencia convencional “.

Se anexan además copias manuscritas de varios documentos:

Documento 1.

19 de agosto de 1875.  Dirigido por Tomás Estrada Palma a Máximo Gómez.

Documento 2.

31 de marzo de 1876. Dirigido por Máximo Gómez al Secretario de la Guerra del Gobierno de la República en Armas.

Documento 3.

28 de marzo de 1876. Dirigido por  Máximo Gómez al Secretario de la Guerra.

Documento 4.

17 de marzo de 1876. Dirigido por el Coronel Francisco Jiménez al Presidente de la República en Armas.

Documento 5.

22 de junio de 1876. Dirigido por Máximo Gómez al Presidente de la República en Armas.

Documento 6.

4 de agosto de 1876. Dirigido al Teniente  Coronel José Gómez, por el Comandante Ángel Tasmanio, Capitán Miguel Alayón y el Teniente Felipe Rodríguez.

Documento 7.

10 de septiembre de 1876. Indultos en ocasión del Octavo Aniversario de la inicio de la gesta independentista.

Documento 8.

18 de marzo de 1877. Dirigido al Mayor General Vicente García por Máximo Gómez.

Documento 9.

18 de marzo de 1877. Dirigido al Mayor General Vicente García por Máximo Gómez.

Documento 10.

19 de marzo de 1877. Dirigido por el Mayor General Vicente García a Máximo Gómez.

Documento 11.

20 de marzo de 1877. Dirigido por Máximo Gómez al Mayor General Vicente García.

Documento 12.

30 de marzo de 1877. Dirigido por el Mayor General Vicente García a la Cámara de Representantes del Gobierno de la República en Armas.

Documento 13.

6 de abril de 1877. Dirigido por la Cámara de Repr5esentantes del Gobierno de la República en Armas al Mayor  General Vicente García.

Documento 14.

3 de octubre de 1877. Dirigido por Máximo Gómez a la Cámara de Representantes del Gobierno de la República en Armas.

Documento 17.

3 de octubre de 1877. Acuerdo de la Cámara de Representantes aprobando la renuncia del Mayor General Máximo Gómez.



Imprenta de Pedro A. Pomier.
No. 12, S .E. Corner of Orange Street and Water Lane.
Kinstong, Jamaica.


Fondo: Colección Manuel García Garófalo. Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba. Expediente: 330. Legajo: 6.







martes, 11 de diciembre de 2012

PRESENCIA CHINA EN SANTA CLARA, SIGLO XVIII

En un trabajo anterior abordamos algunas de las peculiaridades de la entrada de los chinos a Cuba; de los maltratos a que fueron sometidos al llegar a la isla  en momentos en que la búsqueda de nuevas alternativas  de mano de obra se hacía indispensable para  salvar un régimen productivo asentado sobre la base de la mano de obra esclava.  Es a partir de la década del 40 del siglo XIX que tiene lugar una entrada masiva de chinos, teniendo lugar una inserción  de un nuevo grupo social en el panorama  del proceso de formación nacional cubano.

¿Es posible encontrar presencia china en la Isla de Cuba con anterioridad a esa fecha?. Nuestros estudios más recientes del Fondo Anotadurías de Hipotecas del Archivo Histórico Provincial de Santa Clara, Villa Clara, confirman que ya desde el siglo XVIII se aprecia  la existencia de chinos en la isla, pues en la Jurisdicción de Santa Clara se detectan:

…” D. Juan López hipoteco a favor del Beneficiado D. Juan de Guzmán y Quintana vicario auxiliar un chino nombrado Jose Félix por la cantidad de doscientos cincuenta pesos que le presto”.[1]

Blas Díaz hipotecó un chino de nombre Manuel Félix Jiménez, por valor de $375,00, resultando acreedor Rafael Luján. Con anterioridad el chino había sido propiedad de José Ramón Veloz  Meyer y Manuel Salazar Acosta. [2]

Lo anterior confirma que desde el año 1785, se revela  la presencia china en la jurisdicción de Santa Clara  en condiciones de servidumbre o esclavitud; vinculada a las labores de haciendas. No conserva  su identidad  de origen, lo que hace suponer que están  sujetos  a un contrato,  peculiar  durante el siglo XIX.

Como mano de obra y mercancía, su valor se puede considerar alto y en ascenso pues a finales del siglo (1798) la hipoteca expresada correspondiente  al chino Manuel Félix Jiménez había aumentado en  $ 125.00 en relación a la realizada en el año 1785.

Las muestras detectadas, aunque aisladas, vienen a probar que desde muy temprano-siglo XVIII-se optó por la búsqueda de alternativas de mano de obra en otras áreas geográficas; no existiendo una dependencia exclusiva de la negra esclava  traída de África; aún antes del auge azucarero que tuvo lugar en la isla en la región occidental en la década del noventa de ese siglo.

Se tiene conocimiento de la existencia de mano de obra desde Centro América (México) a mediados del siglo XVIII, pero es la primera ocasión en que  se detecta de origen chino, para una  época tan temprana.

Si lo expuesto  es  revelador , de extraordinaria trascendencia es que “Manuela González hipotecó 2 casas, un tejar en las márgenes del río La Princesa con todos sus utensilios; y dos chinas nombradas, María Rosalía y María Celestina” .[3] Lo anterior (1806), nos brinda una visión totalmente nueva sobre la emigración china hacia la mayor de Las Antillas, pues esta incluye a  mujeres de esa nación,  lo que presupone al igual que los casos anteriores un régimen de servidumbre y de contrata.

Según consta en las Actas Capitulares del Cabildo de Santa Clara, hacia mediados de la década del setenta del siglo XVIII, los hacendados de la jurisdicción habían buscado incesantemente alternativas de mano de obra, e iniciado proyectos para su adquisición  a través de comerciantes establecidos en la Villa de Trinidad, lo que puede explicar-aún sin confirmar-las entradas  de chinos hacia Santa Clara, Villa ubicada hacia el interior y el centro de Cuba. Como se ha podido probar estas acciones que fueron ejecutadas por los regidores de esa institución, y llevadas a cabo de forma independiente con el aporte de capitales aportados por los hacendados de la jurisdicción, no existiendo disposiciones  del gobierno central en ese sentido.

Según consta en este mismo fondo, el 16 de octubre de  1844:

 “Por providencia del Sor. Teniente Governador de esta Isla Don Jose María Isla (…) manda entredicho a los bienes raíces y esclavos de los individuos que se expresan (…) que están comprometidos en la causa de sublevación ó conspiración contra la raza blanca. “ [4]

Como se consigna, en la relación, aparecen  52 negros, 2 chinos (Filomeno y Aróstegui) y dos blancos.  Mostrando  la prematura  incersión de los chinos en las revueltas y sublevaciones de esclavos  contra la esclavitud y el régimen colonial en la isla.

Lo  expuesto  viene a comprobar que el proceso de formación nacional cubano transita por complejidades inexploradas que requieren de tratamiento  e indagaciones que puedan aportar  objetivamente toda su dimensión y trascendencia.







[1] Fondo Anotadurías de Hipotecas. Archivo Histórico Provincial. Santa Clara Villa Clara. Cuba. Tomo I. 22 de noviembre de 1875. Asiento 26. Original manuscrito.

[2] Fondo Anotadurías de Hipotecas. Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba. Tomo II. 22 de octubre de 1798. Asiento 94. Original manuscrito.


3 Fondo Anotadurías de Hipotecas. Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba. Tomo II. 15 de abril de 1806. Asiento 224. Original Manuscrito.


[4] Fondo Anotadurías de Hipotecas. Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba. Tomo V. Folios 169(vuelta)-170. Original manuscrito.






lunes, 3 de diciembre de 2012

De la llegada de los chinos a Cuba




Hacia la segunda mitad del siglo XIX, el dilema sobre la abolición de la esclavitud planteó para los ricos plantadores y productores de azúcares de la mayor de las Antillas la “pertinaz” iniciativa de introducir mano de obra blanca, recomendación que el ilustre José Antonio Saco había constantemente formulado pero con pocos efectos prácticos.  El exceso de la población de color y los aires siempre presente de revuelta de la “negrada”, condujeron  a que la Junta de Comercio de la Habana, órgano en el que figuraban comerciantes, hacendados y representantes del gobierno en la isla, crearan la Junta de Población Blanca, cuyo fin estaría encaminado a la formulación de proyectos para la introducción de ciudadanos europeos y asiáticos, destinados a trabajar  en los ingenios u otras ocupaciones. Por Real  Orden de 2 de mayo de 1854, la corona española autorizó que se llevasen adelante los proyectos, no sin antes dejar establecido  un reglamento para los colonos que debían ingresar a Cuba; todo ello condujo a la creación de la “Compañía patriótica mercantil”, encargada de llevar a feliz término el trasiego humano.

Tales son las condiciones que hacen que el año 1856, lleven al chino Fulgencio a la firma de un contrato de trabajo por 8 años en la isla de Cuba; entonces tenía 22 años; natural de Amoy (Xiamen); carecía de elemental educación, al no ser la trasmitida por su familia y las tradicionales  de aquella antiquísima cultura; por ello no pudo estampar su firma ni representarse con su nombre de pila en el contrato; desde aquel mismo instante; fueron los agentes contratistas los autores de su  nueva identidad.  A partir de aquel día-10 de marzo- le comenzaría a correr un salario de cuatro pesos al mes y declaraba “que me conformo en el salario estipulado, aunque sé y me consta es mucho mayor el que ganan los jornaleros libres y los esclavos en la isla de Cuba”. [1]

Fulgencio J. Orh, que fue como quedó inscrito en el contrato asumía que “trabajaré en todas las faenas que allí se acostumbran ya sea en el campo. ó en las poblaciones”(…)”las horas de trabajo que serán fijadas por el patrono á cuyas órdenes se me ponga”(…) “Quedo desde luego sometido al orden y disciplina que se observe en cualquier  parte donde se me emplee, así como el sistema de corrección que esté en planta”(…) “Bajo ningún concepto podré durante los ocho años de mi compromiso, negar mis servicios á la persona á quien se traspase este Contrato, ni evadirme de su poder, ni siquiera intentarlo por causa alguna”[2] Tales eran  entre otras, las condiciones que para los culies chinos los hacendados  y comerciantes de la “Compañía  Patriótica” les imponían después de una larga travesía no exenta  de calamidades.

A finales del año 1856, hizo su entrada por el puerto de La Habana  donde fue internado de acuerdo a como era fijado por las Ordenanzas Coloniales a las cuales la compañía se veía sujeta a cumplir según había establecido la Reina Isabel II para el restablecimiento después de un largo trayecto marítimo.

Definitivamente pasó  a cumplir su contrato en Alacranes, pero antes fue sometido a un  acto de juramento en la Villa de San Juan de los Guines el 28 de enero de 1857, que lo despojaba de lo poco que aún le quedaba, entonces se comprometía a “guardar fidelidad á la expresada religión cristiana, romana, á S. M. la Reina Nuestra Señora”(…) no mantener relación de dependencia, ni sujeción civil alguna, al país de su naturalidad, renunciando a todo fuero, de derecho y protección de extranjería que pudiera favorecerle”[3];  en estas circunstancias, la posibilidad de  todo retorno a la patria quedaba invalidada; en el mejor de los casos era otro esclavo cuyo color de  la piel no era negro.

Estas y no otras fueron las causas de la masiva incorporación de los chinos a la independencia de Cuba al iniciarse la contienda el 10 de octubre de 1868, única solución posible a la trágica situación  en que se encontraban miles de chinos, sus destinos  estaban en el campo insurrecto;  podrían convertirse por lo menos en hombres libres a pesar de no regresar nunca a su patria de origen.

Gonzalo de Quezada y Aróstegui (1868-1915), colaborador de José Martí, refiriéndose  a la participación de los chinos en las gestas independentista del siglo XIX  en Cuba  definiría el alto desempeño que estos tuvieron en aquellos acontecimientos:
….”no hubo un chino en Cuba que no abrazara la causa de la libertad y cuando en nuestra patria redimida se rinda pleito homenaje al patriotismo y se erija  un monumento a los que compartieron juntamente con los esclavos negros y esclavos blancos, las victorias y sinsabores de la Guerra de los Diez Años, a aquellos que ayudaron a consolidar con su sangre la fraternidad y equidad en nuestra patria, cuando podamos levantar  al chino un monumento digno, bastará  grabar con caracteres indelebles en su pedestal estas palabras:
¡No hubo ningún chino desertor; no hubo ningún chino traidor ¡ [4]
El chino Fulgencio es tan solo un ejemplo, otros miles  estuvieron sujetos a iguales o peores situaciones que el medio-esclavitud- después les imponía.





[1] Fondo Ayuntamiento de Santa Clara. Legajo 1. Expediente 4. Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara.
[2] Ob. Cit.
[3] Ob. Cit.
[4] Quezada y Aróstegui, Gonzalo. Los Chinos y la Independencia de Cuba.

Un domingo en el mecado de Buen Viaje de Santa Clara








sábado, 1 de diciembre de 2012

REHENES ENMASCARADOS




Tras la reciente votación en la Organización de Naciones Unidas  para poner fin  el bloqueo norteamericano a Cuba se puede objetivamente  resumir  que sólo dos escollos existen,  los votos negativos de Estados Unidos e Israel; es eufemístico-aunque cuenta- el de Islas Palaus. El entramado legislativo norteamericano es rehén de una vieja tendencia  anti comunistas de los tiempos de la guerra fría, que fue ensalzada con una rabia anti Castro  que perdura  cuando ya  el sistema socialista mundial sólo aparece como recuerdo, muy poco mencionado por los “monstruos” de la prensa.

Las medidas revolucionarias adoptadas por el gobierno  cubano de aquellos primeros años que siguieron al 1959 cancelaron todo tipo de continuidad de la gran propiedad  privada nacional o extranjera en  pocas manos; principal causa que diera  lugar a la política de confrontación y bloqueo del gobierno norteamericano contra Cuba, siempre alentada por aquellos  que abandonaron el campo cubano, haciéndose rehén esa política de un grupo de exiliados cubanos que desde entonces no admitieron otro tipo de relación bilateral entre ambos países; prefiriendo incluso la guerra y destrucción antes que cualquier intento negociador por poner fin a las hostilidades. Tales  tendencias se manifestaron según varias hipótesis en el asesinato de J. F. Kennedy, existiendo probadas razones de la participación de los grupos más reaccionarios de cubanos radicados en Miami en el magnicidio de Dallas.

Después del año 1989, no pudieron sostenerse por más tiempo los epítetos dados a Cuba como “satélite” de la Unión Soviética; la política de ahogo continúo, apostándose a partir de entonces por la insostenibilidad del proceso revolucionario en la mayor de Las Antillas, pues era generalmente admitido por las deferentes administraciones norteamericanas que la economía cubana era subvencionada por  aquel gran país. Enmascarados tras la  “amenaza” del socialismo de una parte y el lobby cubano americano por otra, tal como   en los sesenta el nudo norteamericano  continúo apretándose en los 90, para llegar a un nuevo siglo con dimensiones excepcionales.

Los “encariñados” pronósticos de Obama-primer mandato- sacaron a muchos equivocados sobre una posible solución de entendimiento entre Estados Unidos y Cuba de los sueños, vieron más de cerca la vieja  y maltratada expresión de que “un presidente en los Estados Unidos es rehén del sistema”, todo lo cual puede ser bien explicitado no solo por el caso cubano.

¿Es posible el “ansiado” cambio político en un segundo mandato de Obama?

La  “rotunda” victoria electoral ha dado una mayor capacidad de maniobra a los demócratas y parece que los republicanos se sientes más presionados para sostener un diálogo con sus opositores, lo que equivaldría a hacerle la vida al presidente un poco más sosegada en un nuevo período;  pero en ese “romántico” equilibrio no cuenta el bloqueo contra Cuba, pues las posiciones del republicanismo han sido bien claras en cuanto a su rotunda oposición.

Aún  cuando el estado de la Florida fue ganado para el campo demócrata, este fue  por un reducido margen; pero en extremo difícil de definir cómo se comportó el voto de los cubanos dado el amplio abstencionismo que caracterizaron  las elecciones en ese estado y en otros de la unión.  Puede parecer que  Obama está entonces en un escenario  favorable para dar algunos pasos en ese camino de acuerdo a los resultados, pero la realidad puede ser  otra y que esa comunidad continué siendo un bastión  republicano, pues una parte de los votantes sencillamente han castigado a Romney por exponer medidas restrictivas a los  viajes y remesas a la isla; política-que aunque con algunas restricciones-Obama ha favorecido.

Lo que considero más apremiante para la administración Obama es su rediseño político para la América Latina, pues virtualmente se ha situado ante una encrucijada dadas las exigencias del continente de un cambio de posición con relación a Cuba, dónde la comunidad de países ha expresado claramente que una nueva cumbre de las Américas no tendría sentido sin Cuba, situando a Estados Unidos entre la espada y la pared.

Cuba ha declarado reiteradamente su posición y su capacidad para sostener negociaciones sin límites ni restricciones, sobre la base de la igualdad de derechos y sin intromisiones en los asuntos internos de la otra parte. Las posiciones soberanas de la mayor de Las Antillas nunca han sido del beneplácito de esa nación, pues siempre ha intentado encauzarla bajo la orientación de un cambio político, totalmente inaceptable para   los cubanos.

Ante nuevas realidades un presidente demócrata puede encauzar un camino de negociaciones con Cuba, el costo puede ser alto, pero factiblemente posible, pues otras consideraciones no han sido abordadas  aquí y cuentan  en el balance general de las fuerzas políticas que están a favor de que este proceso tenga lugar.

En tanto de no conducirse por ese camino, la política norteamericana seguirá siendo rehén de  una minoría discapacitada de  Miami, y enmascarados, tendrá que transitar por el mismo camino de anteriores administraciones; parece esta la opción más ajustada a las actuales condiciones.

domingo, 18 de noviembre de 2012

LA JURISDICCIÓN DE SANTA CLARA ANTE EL SIGLO XIX.



El pensamiento  que sustenta una generación de criollos-ricos habaneros- de fines del siglo XVIII, tuvo en el terreno económico logros en las exportaciones de productos agrícolas y la producción azucarera con un alto contenido industrial. El avance de un tipo de agricultura comercial topa a finales de esta centuria con los límites juridisccionales de Santa  Clara, que aún no  ha dejado de ser de agricultura minifundaria atrasada, con pobre representación en el mercado local y regional  a principios del siglo XIX.  Estas peculiares condiciones perviven durante los primeros veinte  años.

 Las condiciones que se dan a finales del siglo XVIII  constituyen un estímulo para el desarrollo azucarero, facilitado por la Real  Cédula de 4 de mayo de 1792 y Real Orden de 14 de diciembre de 1794, son en definitiva de amplio beneficio para  los hacendados de la zona occidental vinculados a la plantación esclavista; estas no podían  encontrar en esta jurisdicción una aplicación efectiva pues sus realidades económicas eran bien diferentes. El arcaísmo ganadero había plantado raíces; Álvarez, en el occidente de la jurisdicción de Santa Clara seguía siendo a la entrada de un nuevo siglo el punto de  trasiego de ganado  hacia la Habana;  la oligarquía territorial, los arrendatarios, campesinos, bandoleros y negociantes ilegales se daban  cita en el lugar; un cordón los unía a todos: el negocio ganadero.

La acumulación de capitales que ya tienen lugar en la isla(occidente) y que  propician la expansión de la plantación esclavista, unidas a otras condiciones  permiten que:

    “….la balanza comercial, posiblemente  a merced del alza de los precios, fue favorable  en 1790-95 por un margen de más de 23 millones de pesos. Es la gran época de creación de la agricultura comercial, que terminaría hacia 1804-05 y no se renovaría hasta 1815”[1](Sic).

Santa  Clara  no puede disfrutar de la oportunidades que se presentan a finales del siglo XVIII, ni principios del XIX; quedando atenazada  ante el empuje azucarero de la región de Sagua la Grande hacia el norte y de Cienfuegos por el sur, con posterioridad a la década del veinte de este último siglo.

Son estos años de extrema agonía de la economía; una terrible sequía azota durante los años 1801 y 1802 que condujo a  la desaparición de los productos de la agricultura y una baja considerable de la masa ganadera, principal renglón de la economía de la Villa; creando difíciles condiciones de vida  para sus   habitantes; para esta fecha según Manuel Dionisio González, sólo 100 casa eran de teja de las 750 existentes; las demás, de guano y embarrado. Unido a ello se desató una epidemia de viruela en la Isla  que hizo más precaria la situación  para los sectores más empobrecidos.

Al iniciarse este nuevo siglo las diferencias regionales  están claramente marcadas entre  occidente y el resto de la Isla,  que tienen una particular significación en la jurisdicción de Santa  Clara. No ha logrado ésta vincularse al mercado mundial con productos tropicales como el café y el tabaco, ni ha desarrollado la producción azucarera en los términos de la plantación esclavista. Por otra parte siendo esencialmente ganadera no tiene las ventajas de poder exportar cueros y carnes como Puerto Príncipe. Su aislamiento  del mercado al no tener las favorables condiciones de un puerto vulneró su desarrollo desde su fundación en el año 1689. Su ubicación es estratégicamente favorable en el  orden político por estar ubicada hacia el interior y al centro de la Isla, pero en ningún caso lo es en el orden económico, esta realidad  por la que transitó durante todo el siglo XVIII ha sido muy poco estudiada y por lo general no se ha  tenido en consideración  en los estudios  regionales y locales.

Desde una época tan temprana como el año 1691 aparecen en las sesiones del Cabildo los debates sobre las ventas de ganado a la Habana; seguirá siendo un tema permanente durante todo el siglo XVIII y los primeros sesenta años del XIX; el asiento y “desarrollo” de  Santa Clara-en particular de sus hacendados- están dados por este negocio; el cual no disfruta de las posibilidades de exportación; cuando transitoriamente lo alcanzan viene determinado por disposiciones superiores.

La economía de hacienda de la jurisdicción no encontró la salida al mar, nunca pudieron competir con otras regiones en el orden de los sistemas productivos ya establecidos, de ahí su estancamiento y debilidad con relación a otros grupos regionales de la Isla. Se presenta este fenómeno al cual hemos hecho referencia como una regularidad que va más allá de las propias posibilidades de gobierno  de la jurisdicción. Ello determina que las relaciones capitalistas de producción sean más tardías en su introducción en Santa  Clara en comparación con otras regiones; incluso las de tipo ganadero como   Puerto Príncipe, la que generalmente gozó de tener un comercio fluido de exportación de cueros y carnes hacia los Estados Unidos. Esta oportunidad y posibilidades de los oligarcas de la región camagüeyana no fueron alcanzadas por la oligarquía santaclareña aún cuando tenía un fuerte asiento ganadero.

Al responder Ignacio Caro a una solicitud del Marqués de Someruelos-Gobernador y Capitán General General- sobre el progreso o disminución de la agricultura de la jurisdicción desde el año 1790,  de fecha 31 de agosto de 1807, le expresaba:

“Que en esta Villa de Santa  Clara desde el año de 1790  ha tenido algún  fomento el ramo de azucar, pero tan mesquino, que apenas puede ni merece calcularse, pues sus producciones no alcanzan para el consumo de la mayor parte de la jurisdicción, que ocurre a Trinidad a proveerse. Por lo que toca al café a penas hay quien se aplique a su cultura, ni quien la conozca: el trigo es la siembra más común, y que se há fomentado más en estos campos, y aunque la jurisdicción, ni á poder concurrir  en su precio con la harina que durante la guerra se exporta…”[2](Sic)

Para el año 1820 se había extinguido la producción de trigo en la jurisdicción. Se caracterizó entonces el mercado por la estrechez y carencias de productos agrícolas esenciales  para la subsistencia; terreno fértil para el bandolerismo, el pillaje y los turbios negocios.



[1] Leriverend Julio. Historia Económica de Cuba. Ediciones Revolucionarias. I.C.L. Año 1974.  Pág. 225.
[2] Boletín del Archivo Histórico Nacional. Publicación Bimestral. Tomo  LV. Enero-diciembre 1957. Pág. 10.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Acotaciones históricas sobre el Cabildo de Santa Clara.

Historiar sobre la fundación de Santa Clara ha sido un propósito en muchos estudiosos de la historia regional y local. Por una u otras conceptualizaciones que han tenido como fuente el culturalismo, o en otros los afanados tradicionalismo, que mal tratados crean una extraordinaria confusión,  ha provocado el distanciamiento de  los principios de la tradición histórica de enfocar los hechos de acuerdo a las realidades que tuvieron lugar en una época determinada; llevando a algunos incluso a expresar en determinados espacios  que estos orígenes fundacionales han sido “muy llevados y traídos”; sin tener en consideración que el hecho real viene determinado por los reiterados enfoques errados que han precisado de nuevas interpretaciones.

La concertación  fundacional del 15 de julio de 1689 que da lugar al surgimiento en el espacio insular de Cuba de una nueva villa, no  adquirirá forma legal hasta el 1 de enero de1690, cuando tiene lugar la primera reunión para la elección de los cargos concejiles que dará cuerpo al Cabildo o Ayuntamiento. Este acontecimiento poco tratado, además de relegado, constituye el hecho más importante de la última década de finales del siglo XVII en la región central de la isla. La élite que se apodera de las riendas administrativas optará por afirmarse inmediatamente a esa fecha en un espacio que no dejará de acrecentar aún utilizando la fuerza como medio de reconocimiento. La institución creada, definirá los contornos de la jurisdicción durante la primera mitad  del siglo XVIII; la que con algunas pérdidas territoriales, se mantendrá hasta el siglo XIX. Se estableció un grupo de poder que se precipitó más hacia la autonomía  que a la dependencia absoluta de la corona española y del poder central  de La Habana, tendencia que comenzará a delinear los antecedentes del proceso de formación nacional; lo que es también válido para otros espacios bajo el régimen colonial  español.

La fundación merece el digno respeto  histórico   que con apropiado júbilo se celebra anualmente; pero es precisamente el cabildo (grupo de poder) el que dará fuerza al proceso colonizador que tiene lugar hacia el interior en enconada rivalidad con otros grupos en la zona central de la isla, donde no escapa la élite occidental  asentada en La Habana.
 Es precisamente este cuerpo corporativo el que organizará la defensa de sus predios ante la posible amenaza inglesa después de tomada La Habana en 1762, hecho al que la historiografía cubana no ha dedicado la merecida atención que requiere. Este mismo núcleo directivo asentado en el cabildo organizará y enviará hacia la ciudad sitiada batallones de pardos que contribuyeron a la defensa ante el ataque inglés. Con el mismo sosegado  empeño de defensa  organizaron milicias  destinadas a la defensa de  Trinidad,  villa ubicada al sur de la zona central de la isla. En la sesión del cabildo del 29 de agosto de 1762 se expresó:
“cerrar todos los caminos ó conductos así marítimos como terrestres por donde pueda entrar  el enemigo á invadirnos destinando sugeto con la competente orden a fin de que con todos los vecinos del camino que cerrase y la demás gente que fuere necesario, elija los parages donde se ha de hacer las tumbas de los arboles que puedan ser útiles á conseguir el fin intentado.”

Las Milicias Cívicas, que como institución tienen su origen en el año 1719; harían historia en la defensa de la Habana en 1762, sobre todo las milicias de pardos y negros que se distinguieron en el combate contra el invasor inglés, en aquellos acontecimientos  la jurisdicción de Santa Clara había brindado un extraordinario aporte tanto económico como en hombres; ello le valió el reconocimiento de la corona española al concluir aquella contienda.
 Las Milicias Cívicas como respuesta organizada del régimen colonial hacia el interior de la isla  ante el empuje del movimiento independentista latinoamericano en su segunda etapa-1816-1826- también-conocidas como Milicias Nacionales Locales o Milicias Urbanas- tienen su aparición en la  Villa de Santa Clara el 27 de mayo de 1821, cuando en la reunión ordinaria  del Ayuntamiento celebrada ese día, fue presentada la primera lista  de los oficiales y soldados de la primera compañía por Juan José Pérez de Prado. Su creación  se amparaba en el Artículo 21, Capítulo tercero del Reglamento Provisional para las Milicias Cívicas de la Isla de Cuba.

Las Milicias que fueron organizadas tenían por objetivo  defender el sistema establecido en el marco de la relación de estos sectores con la metrópoli española y darle continuidad al sistema de plantación  esclavista como orden económico predominante, en tanto fuente de ganancia  y  sostén para España; dividendos que cubren en gran medida los gastos de los ejércitos realistas en América  en su enfrentamiento al movimiento emancipador que se extendió por Latinoamérica. Nuevamente el Cabildo asumió el protagonismo ante una posible invasión desde Colombia al cubrir la extensión de su jurisdicción con los voluntarios alistados.
Al menos en las Actas Capitulares no se encuentra una reacción ante las políticas diseñadas desde el norte a excepción del año 1858, cuando en sesión extraordinaria el Ayuntamiento de Santa Clara se reúne  el día 22 de diciembre; exasperados los ánimos por haber aparecido en la Gaceta, periódico oficial de la Habana las palabras del Presidente de los Estados Unidos Jaime Buchanan  ante el Congreso, exponiendo sus ideas sobre la compra de Cuba a España, donde según el diario, el presidente había utilizado en su intervención, un lenguaje altamente ofensivo. La decisión del cuerpo administrativo no se hizo esperar en la reunión, ...” demostrar la decisión del cuerpo à repeler toda idea que tenga por objeto romper los sagrados lazos que los unen á su augusta soberana y à su madre Patria...”; en esta sesiòn se toman dos importantes acuerdos : elevar la indisposición y total desacuerdo a ser vendida la isla a los Estados Unidos hasta la propia Reina, por conducto del Gobernador y Capitán General, y convocar una sesiòn  abierta donde participaran los vecinos de la  Villa, pues ya los rumores estaban expandidos y era notorio el total rechazo.

Los acontecimientos descritos a grandes trazos abarcaron más de 150 años; previos al levantamiento independentista de 1868; merecen una adecuada atención  historiográfica sin el enfermizo escamoteo tradicionalistas, costumbrista o del exagerado culturalismo. Es indudable que como maquinaria de poder contribuyó al sostenimiento del gobierno colonial de España en Cuba; pero fue el núcleo sensor de contradicciones con el gobierno central de la isla y hasta el de la propia metrópoli; de tendencias autonómicas y amplia liberalidad en la medida que sus intereses se fueron afectados por las disposiciones allende al océano. 

Determinar hasta dónde esa forma de actuar sedimentó un sentimiento de rechazo en el componente social ante el dominio colonial español, es en cierta medida transitar el camino antecedente del independentismo cubano de la segunda mitad del siglo XIX; nos queda pues un áspero terreno de investigación del tema.

Fondo de consulta: Ayuntamiento de Santa Clara.  Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Original manuscrito.