miércoles, 6 de marzo de 2013

CUANDO LA MUERTE NO ES CIERTA

Resistirse a la noticia es poco común en estos tiempos, pero me opongo a creer en la muerte cuando en la vida se ha construido una obra de alcance universal, que trasciende las fronteras de los siglos porque inevitablemente queda en la memoria histórica de una y múltiples sociedades, en tales casos cerrar los ojos es tan solo el tránsito hacia la eternidad  de las ideas. Chávez  es de los hombres que caben en el  selecto grupo de la inmortalidad humana.

La América del sur, la de los indios, la del salitre,  de las pampas, los llanos, las grandes selvas, los grandes ríos, de las empinadas alturas, cimbran para hacer más firmes las razones de la dignidad de los hombres cuando es honorablemente defendido el decoro de los sufridos, desplazados, maltratados y hambrientos, en resumen de los que son oprimidos de alguna u otra forma; de ese lado se encontrará con múltiples enemigos al acecho; pero reconforta la grandeza de la obra; es  el ejemplo que nos lega Chávez en su bregar por una América Latina  diferente.

Si de alguna manera la concepción martiana sobre el equilibrio del mundo tiene vigencia, está en el espíritu chavista por la unidad latinoamericana enfrentada al  común enemigo  de todos los tiempos: Los Estados Unidos. Haber llegado a una América Latina diferente tiene  un apóstol;  continuador de las ideas  de Simón Bolívar, pues fue su sabia en su accionar diario no ya en Venezuela, sino en el continente.

Las primeras horas convulsas, de desesperación, sosiego y nostalgia nos envuelven; al transcurrir el tiempo desaparecerán en la medida que seamos capaces-los que seguimos- de hacer cotidiana su obra por las mismas aspiraciones que lo llevaron a ocupar un pedestal en la historia de nuestra época, así son los grandes hombres, útiles, muy útiles, quizás más, después de muertos.

Llorarlo no implica deshonra ni demérito, todo lo contrario, refuerza y da firmeza de espíritu; es la hora de la marcha unida y así  ha de ser, desde el Bravo hasta la Patagonia  porque no caben deslices ni apartados para el hombre que lo dio todo por la emancipación  de todo  un continente.

La obra no está ni agotada ni inconclusa, seguirá adelante en manos firmes, la  doctrina que ya probó su validez en la práctica política de la América Latina y Caribeña, continuará, ese será el mejor legado que podrá ahora comprometer a los continuadores por la patria grande que Chávez soñó.

Como cubano, seguidor de las ideas de Chávez me sumo al dolor  de la América toda,  convencido de que los hombres no son inmunes, que pueden abortar  su vida en el esplendor de la vitalidad necesaria, los cubanos sabemos bien lo que eso significa en determinadas circunstancias históricas; por esa experiencia acumulada proclamamos que la hora es de UNIDAD LATINOAMERICANA.

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