martes, 12 de junio de 2012

El Medio Oriente ante un conflicto.

Tiangong. China


El Medio Oriente ha venido a ser el punto convergente de dos estrategias que se contraponen, una representada por  los Estados Unidos y por otra Rusia y China, que además arrastran tras si a la Organización para la Cooperación de Shangai,  países con los cuales occidente tiene fuertes vínculos; pero donde se sin lugar a dudas ha perdido influencias, sobre todo a raíz de la profunda crisis en que se han visto envueltas las principales economías capitalistas de Europa y los Estados Unidos. Una nueva visión en el sistema de relaciones que impulsan Rusia y China  ha determinado que esos países poco a poco abandonen el tradicional sistema desigual que impulsa Estados Unidos y Europa, lo que provocaría a corto y largo plazo un fuerte enfrentamiento del bloque euro asiático  con  Europa y los Estados Unidos.

La fragilidad  del mundo árabe, incapaz de poder adoptar un plan común  de enfrentamiento a occidente  después de concluida la II Guerra Mundial ha multiplicado las posibilidades ingerencistas en la región, rica en recursos, que ahora se multiplican con nuevos hallazgos en el Mediterráneo Oriental, Siria e Irán. Tal política de división  practicada por las potencias imperialistas, ha contado con aliados permanentes, como Israel, Arabia Saudita, Qatar y Turquía entre otros.

Una verdadera batalla por las fuentes de energía está planteada en la zona, donde el problema sirio, no es solo un problema local o regional, sino global, pues de hecho se enfrentan dos estrategias ante la solución del conflicto; que no es otra cosa que el  enfrentamiento entre Estados Unidos-Rusia y China. No se puede pasar por alto que además esta confrontación tiene su extensión a  Irán donde se plantea un mismo nivel de confrontación, pero con otras dimensiones.

Hasta donde se está claro en lo que este conflicto representa, lo expresó el portavoz del Ministerio iraní de Relaciones Exteriores, Ramin Mehmanparast, subrayó la inutilidad de cualquier maniobra militar contra el gobierno de Damasco, la cual -vaticinó- "sumiría a Medio Oriente en el caos". De hecho deja implícito la participación del conjunto de países de la región en el conflicto; lo que irremediablemente provoca la intervención de otras potencias, porque en esencia dos estrategias se juegan el destino del siglo XXI.

Recientemente el  presidente Vladimir Putín aseguró que Siria es la línea roja que Occidente no debe traspasar; en parecidos términos se expresó Al Assad con relación a la seguridad y soberanía de Siria ante el Parlamento; como claras advertencias que de continuarse las agresiones desde el exterior que desencadenaran la guerra, tendrían las respuestas adecuadas, lo que implica una internacionalización del conflicto a otra escala.

Desde la zona países como Israel, Arabía Saudita y Qatar optan por el enfrentamiento, tratando de empujar a los Estados Unidos y los países de Europa occidental hacia el conflicto, pretenden por todos los medios de implicar al Ejército norteamericano y a la OTAN. Los riegos de estas políticas son altos para Estados Unidos, en un período de campaña electoral; donde aún quedan problemas por resolver, en el propio escenario, como pueden ser los casos de Irak, Afganistán y Pakistán; ello conduce a que en términos de política, los Estados Unidos se avengan al tradicional eslogan de dar continuidad al conflicto,  no comprometiendo a sus propias fuerzas en el mismo;  lo cual le reportaría enormes dividendos, viendo los toros desangrarse desde las gradas, para en el momento más oportuno,  o dado el desgaste de fuerzas, poder intervenir.

De acuerdo a la situación actual y al equilibrio de las fuerzas actuantes en el Medio Oriente, se está ante el peligro de una guerra a escala regional con posibles desenlaces de un conflicto internacional, en cuya primera fase se verían envueltos los países de la zona;  la segunda  vendría determinada por las posiciones geo estratégicas (Siria e Irán), choque de las dos estrategias en conflicto: entre los Estados Unidos y Rusia-China.

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