sábado, 1 de diciembre de 2012

REHENES ENMASCARADOS




Tras la reciente votación en la Organización de Naciones Unidas  para poner fin  el bloqueo norteamericano a Cuba se puede objetivamente  resumir  que sólo dos escollos existen,  los votos negativos de Estados Unidos e Israel; es eufemístico-aunque cuenta- el de Islas Palaus. El entramado legislativo norteamericano es rehén de una vieja tendencia  anti comunistas de los tiempos de la guerra fría, que fue ensalzada con una rabia anti Castro  que perdura  cuando ya  el sistema socialista mundial sólo aparece como recuerdo, muy poco mencionado por los “monstruos” de la prensa.

Las medidas revolucionarias adoptadas por el gobierno  cubano de aquellos primeros años que siguieron al 1959 cancelaron todo tipo de continuidad de la gran propiedad  privada nacional o extranjera en  pocas manos; principal causa que diera  lugar a la política de confrontación y bloqueo del gobierno norteamericano contra Cuba, siempre alentada por aquellos  que abandonaron el campo cubano, haciéndose rehén esa política de un grupo de exiliados cubanos que desde entonces no admitieron otro tipo de relación bilateral entre ambos países; prefiriendo incluso la guerra y destrucción antes que cualquier intento negociador por poner fin a las hostilidades. Tales  tendencias se manifestaron según varias hipótesis en el asesinato de J. F. Kennedy, existiendo probadas razones de la participación de los grupos más reaccionarios de cubanos radicados en Miami en el magnicidio de Dallas.

Después del año 1989, no pudieron sostenerse por más tiempo los epítetos dados a Cuba como “satélite” de la Unión Soviética; la política de ahogo continúo, apostándose a partir de entonces por la insostenibilidad del proceso revolucionario en la mayor de Las Antillas, pues era generalmente admitido por las deferentes administraciones norteamericanas que la economía cubana era subvencionada por  aquel gran país. Enmascarados tras la  “amenaza” del socialismo de una parte y el lobby cubano americano por otra, tal como   en los sesenta el nudo norteamericano  continúo apretándose en los 90, para llegar a un nuevo siglo con dimensiones excepcionales.

Los “encariñados” pronósticos de Obama-primer mandato- sacaron a muchos equivocados sobre una posible solución de entendimiento entre Estados Unidos y Cuba de los sueños, vieron más de cerca la vieja  y maltratada expresión de que “un presidente en los Estados Unidos es rehén del sistema”, todo lo cual puede ser bien explicitado no solo por el caso cubano.

¿Es posible el “ansiado” cambio político en un segundo mandato de Obama?

La  “rotunda” victoria electoral ha dado una mayor capacidad de maniobra a los demócratas y parece que los republicanos se sientes más presionados para sostener un diálogo con sus opositores, lo que equivaldría a hacerle la vida al presidente un poco más sosegada en un nuevo período;  pero en ese “romántico” equilibrio no cuenta el bloqueo contra Cuba, pues las posiciones del republicanismo han sido bien claras en cuanto a su rotunda oposición.

Aún  cuando el estado de la Florida fue ganado para el campo demócrata, este fue  por un reducido margen; pero en extremo difícil de definir cómo se comportó el voto de los cubanos dado el amplio abstencionismo que caracterizaron  las elecciones en ese estado y en otros de la unión.  Puede parecer que  Obama está entonces en un escenario  favorable para dar algunos pasos en ese camino de acuerdo a los resultados, pero la realidad puede ser  otra y que esa comunidad continué siendo un bastión  republicano, pues una parte de los votantes sencillamente han castigado a Romney por exponer medidas restrictivas a los  viajes y remesas a la isla; política-que aunque con algunas restricciones-Obama ha favorecido.

Lo que considero más apremiante para la administración Obama es su rediseño político para la América Latina, pues virtualmente se ha situado ante una encrucijada dadas las exigencias del continente de un cambio de posición con relación a Cuba, dónde la comunidad de países ha expresado claramente que una nueva cumbre de las Américas no tendría sentido sin Cuba, situando a Estados Unidos entre la espada y la pared.

Cuba ha declarado reiteradamente su posición y su capacidad para sostener negociaciones sin límites ni restricciones, sobre la base de la igualdad de derechos y sin intromisiones en los asuntos internos de la otra parte. Las posiciones soberanas de la mayor de Las Antillas nunca han sido del beneplácito de esa nación, pues siempre ha intentado encauzarla bajo la orientación de un cambio político, totalmente inaceptable para   los cubanos.

Ante nuevas realidades un presidente demócrata puede encauzar un camino de negociaciones con Cuba, el costo puede ser alto, pero factiblemente posible, pues otras consideraciones no han sido abordadas  aquí y cuentan  en el balance general de las fuerzas políticas que están a favor de que este proceso tenga lugar.

En tanto de no conducirse por ese camino, la política norteamericana seguirá siendo rehén de  una minoría discapacitada de  Miami, y enmascarados, tendrá que transitar por el mismo camino de anteriores administraciones; parece esta la opción más ajustada a las actuales condiciones.

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