viernes, 21 de agosto de 2015

Alexis Tsipras: encrucijada y renuncia.

Sorprendente e inesperada ha sido la decisión de renuncia que Tsipras ha expuesto ante el pueblo griego el 20 de agosto, acosado ante la división del partido por su gestión en las negociaciones sobre la deuda por una parte y el propio pueblo griego de seguir sujeto a la zona euro, no le han quedado alternativas posibles de poder conducir las negociaciones a un final “decoroso”; algo realmente imposible si se tiene en cuenta que desde el inicio de su gestión ya la crisis estaba en marcha, con una economía colapsada por las manipulaciones del eurogrupo (troika); ello determinó que la mano extendida por Rusia no fuera aceptada, lo cual implicaba-de hacerlo-obtener el rechazo del pueblo griego, que en esencia terminaría con la permanencia en la Unión Europea; no quedaron otras alternativas que no fuera la de ceder ante la presión, sobre todo de Alemania, que ha obtenido un botín a costa de la desgracia griega, donde la fragmentación de la nación parece una de las posibles consecuencias más funestas para el futuro.
Pierde el partido Zirisa, que ahora tras la contienda se encuentra dividido, sin posibilidades de poder formar algún gobierno, donde una parte de su bancada, aunque no mayoritaria decidió la suerte por Tsipras; un gabinete provisional que toma en la mano un polvorín a punto de explotar, con la misión de buscar las alternativas a través de nuevas elecciones, donde seguramente la derecha se verá beneficiada por la  impronta divisionista y la falta de liderazgo, así las cosas no ha quedado otra que seguir tras el camino de la deuda continuada, la del círculo vicioso de no poder pagar, pues la base económica no puede cumplir con las expectativas de poder darle solución; “romántica” idea de una liebre en una selva donde el rey  es el león; por ello cuando Tsipra expresa en su renuncia que “vamos a dar la batalla dura para construir nuestro país”, trasmite un mensaje al pueblo un tanto consolador, una forma de dejar bien parada su gestión, una idea superflua imposible de alcanzar dadas las primera noticias después del cierre del acuerdo: las privatizaciones y la puesta en venta de una gran cantidad de islas ya están en camino.
Por otra parte señaló, “queremos cambios reales”; al no ser la mayor dependencia hacia la zona euro, no veo la lógica del discurso; “hemos salvado al país”, dice; si 17 aeropuertos son privatizados inmediatamente, ¿de cuál salvación habla?; ha sido Alemania la beneficiada con tales privatizaciones; menos comprensible resulta entonces que exprese que “hemos demostrado que podemos dar la lucha para conseguir muchas cosas positivas para el pueblo griego”; no veo otra intención que la de un discurso consolador que ni el mismo Tsipras se cree, tal vez una forma de quedar.
Reconoce que “no logramos todo lo que prometimos al pueblo griego pero hemos salvado al país”; es lo más absurdo que se podía esperar; y una “esperanza” llena de ingenuidad para el pueblo de esa nación “…ya ha llegado el dinero, ahora la situación en Grecia va a mejorar”.
No me cabe la menor duda que Tsipras torció el rumbo de su mandato, lo proclamado en campaña no tuvo nada que ver con lo hecho, incumplió con lo condicionado con su propio partido, de ahí en primer lugar su dimisión; ante todo dio continuidad a la crisis que era lo fundamental a evitar tras los acoso de la deuda, pactó con la Troika.
Cualquier líder político de hoy está consciente que los crecientes intereses por deudas originan más deudas, es un  abc de la economía, entonces en presencia de qué tipo líder estamos en el caso que nos ocupa cuando ha soltado la “papa caliente” a otro para que le dé continuidad. El problema que se plantea al pueblo griego no es el de la “trasmisión” de mensajes a la Unión Europea, sino el de las soluciones reales, esa, que no se ha podido alcanzar.
Tsipras con su administración, llevó más lejos los problemas de la deuda griega, ahora insolubles, ha conducido a la nación helena al descalabro, un discurso lleno de “ingenuidad” para borrar una mala  imagen ante el pueblo.





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