viernes, 1 de febrero de 2013

EQUILIBRIO MARTIANO Y GEOPOLÍTICA.III PARTE(FINAL)


INTRODUCCIÓN

Cierran las sesiones del III Encuentro Internacional por el Equilibrio del Mundo existiendo una comunidad de ideas coincidentes sobre la vigencia del pensamiento de José Martí, pues transcurrido más de un siglo, las causas que dieron origen a lo expuesto por él sobre el necesario equilibrio político, lejos de atenuarse, se ha profundizado. Para finales del siglo XIX, el paradigma del equilibrio de poderes por el cual se había apostado en el Congreso de  Viena de 1815, comienza a desmoronarse ante el empuje del naciente imperio norteamericano; Doctrina Monroe y Destino Manifiesto hacen añicos cualquier posibilidad de supervivencia de lo hasta entonces establecido para las relaciones internacionales, de ahí la sostenibilidad de Martí en mantener el equilibrio como un principio no solo aplicable a la geografía americana, sino al mundo. 

No es nuestro objetivo abordar las causas por las cuales la tesis martiana se ensombrece, sino las circunstancias que posibilitaron su inexistencia hasta nuestros días, lo cual tiene un fundamento esencial en la política de los Estados Unidos durante el siglo XX y los primeros doce años del siglo XXI.

El fin de la “espera paciente” o el nuevo siglo XX norteamericano; de Wilson a Obama.

En el discurso ante el Congreso de los Estados Unidos de 8 de enero de 1918, el presidente Thomas Woodrow Wilson expondría 14 puntos que vendrían a ser el nuevo comodín para las relaciones internacionales, de estos atenderemos a 3 de ellos que definirán las posiciones geoestratégicas de los Estados Unidos una vez concluida la I Guerra Mundial:

El número 3, que suprimía, hasta donde fuera posible, todas las barrera comerciales.

El número 4, establecía suficientes garantías recíprocas de que los armamentos nacionales serían reducidos al límite compatible con la seguridad interior del país.

El número 14, creación de la Sociedad de Naciones.

La combinación de ellos define la geopolítica norteamericana para el período posterior a la primera gran contienda bélica del siglo XX, da la posibilidad de expansión económica a escala global, que tiene como escenario principal, la eliminación de las barreras económicas-sobre todo europeas-que quedará dependiente de la industria norteamericana, no solo por el volumen de exportación desde los Estados Unidos, sino por los montos de la ayuda financiera para la reanimación de la economía europea.

Por el  punto 4 pone a Europa “desvalida” del poder militar; lo que no implicaba un compromiso para los Estados Unidos, pues como país vencedor es sobre todo un garante de los acuerdos y no un responsable de su cumplimiento; dándole la supremacía en el terreno militar.
En el orden político internacional-punto 14- proponía la creación de la Sociedad de Naciones bajo la inspiración de los  Estados Unidos; de la cual prematuramente se separa dejando su liderazgo a Inglaterra y Francia, pero que finalmente se desintegra.

Política-economía-poderío militar, aparecen combinados y marcan las tendencias geopolíticas de los Estados Unidos que no dan alternativa posible para el equilibrio en las relaciones internacionales una vez concluida la I Guerra Mundial, la prueba más clarividente de la ruptura del equilibrio será el rearma alemán, unido a ello una nueva fuerza hasta entonces desconocida aparece en el escenario mundial que alimentará la tendencia creciente de las ideas geopolíticas-como regularidad- en los Estados Unidos: La Unión Soviética.

Concluida la II Guerra Mundial aparece en el contexto de las relaciones internacionales el resurgimiento de una nueva sociedad, la ONU, reviviendo el fracasado ensayo de “seguridad colectiva”  de la Sociedad de Naciones; el 12 de marzo de 1947, Harry Truman expone, “Si vacilamos en nuestra misión de conducción podemos hacer peligrar la paz del mundo y, sin lugar a dudas arriesgaremos el bienestar de nuestra propia nación“;  a partir de ese entonces la llamada Doctrina Truman será el nuevo exponente ante nuevas circunstancias históricas de las tendencias geopolíticas de los Estados Unidos de Norteamérica. Surgirá en 1949 como consecuencias de ella la Organización del Tratado del Atlántico Norte, como medio de contención y para la agresión al naciente campo socialista, disfrazado de bloque militar para la seguridad colectiva.

Tal como ocurrió una vez concluida la I Primera Guerra Mundial, el poder económico dominante hizo su parte combinado con las fuerzas políticas y la hegemonía militar; Plan Marshall, Banco Mundial, FMI, GATT, no son más que los derroteros del dominio económico a escala mundial por los Estados Unidos, que dieron la definición al total dominio de ese país hasta nuestro días. La existencia del campo socialista dio pie a la desenfrenada y lucrativa carrera armamentista, justificada ante el mundo como “amenaza a la seguridad nacional” y de los intereses democráticos de occidente, dando absoluto predominio a la presencia norteamericana en las principales zonas geo estratégicas del mundo a través de una fuerte U.S. Navy y su respectivo sistema de bases, tal y como a finales del siglo XIX había  diseñado Mahan. En términos geopolíticos de “América para los americanos”, se vislumbró a partir de la II Guerra Mundial “el mundo para los norteamericanos”. En qué medidas el bipolarismo contribuyó a alcanzar la hegemonía o a justificarla, o como resultado de las contradicciones este-oeste al predominio unipolar, no es nuestra intención tratar pues entrarían en juego disímiles causas que harían interminable el propósito de esta exposición; quedando para siempre sepultado en el modo político de actuación de los Estados Unidos que, “En la presente etapa de la historia mundial casi todas las naciones deben elegir entre modos alternativos de vida.”[1]

La  vida posterior a la II Guerra Mundial determinó que la geopolítica norteamericana encontrara serios obstáculos en su materialización, la existencia del sistema socialista mundial y su influencia a escala global rozó en más de una ocasión con la esencia misma del hombre ante el nuevo panorama de guerra fría, siendo la Crisis de Octubre de 1962 el momento más alucinante y comprometedor para la existencia humana.

Hasta dónde los intereses geoestratégicos y geopolíticos conforman una maquinaria perfecta que penetra  al sistema institucional-incluido el estado-fueron expresadas por JF. Kennedy el 27 de abril de 1961:
“Porque nos enfrenta en todo el mundo una conspiración monolítica y despiadada que se basa principalmente en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia basada en infiltración en lugar de invasión, en subversión, en lugar de elecciones, en intimidación en lugar de libre elección. Es un sistema que ha usado vastos recursos humanos y materiales para construir una maquina eficaz estrechamente tejida que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. “
Esa  misma maquinaria, fue la que condujo a los sucesos de Dallas, pues cualquier cambio  o reorientación política del poderoso estado hacia el mundo no estaban en la agenda de los grupos de poder.

 “Equilibrio” y “paridad” devienen como conceptos en un mundo dividido en dos grandes sistemas,  que dada la confrontación puede dañar de una vez y para siempre la existencia de la vida humana, pero aparente por la cantidad de medios que son capaces de portarla; de ahí que ambos términos fueran a lo largo de cuatro décadas la caja de resonancia para que los halcones de la guerra impulsaran hasta el infinito los presupuestos militares,  existiendo en términos matemáticos (cuantitativos) profundas diferencias entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, los datos expuestos  en diferentes obras  sobre la Crisis de Octubre así lo demuestran;  tendencia que se mantuvo a  lo largo de la década del setenta del siglo XX y hasta la desaparición de la Unión Soviética; como regularidad se conservó la superioridad nuclear de los Estados Unidos en armamentos ofensivos de mediano y largo alcance. Fue este a pesar de las diferencias, el momento de mayor equilibrio alcanzado después de la I Guerra Mundial, pues los medios existentes ya daban suficiente prueba en los medios académicos y  científicos que ante una guerra no habría vencedores ni vencidos, sino destrucción del patrimonio humano a escala global.
Tras la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética el mundo se enfrentó  a una nueva realidad;  pasó a uní polaridad, acentuando el proceso de globalización de la hegemonía político-económica de los Estados Unidos. Disueltas las estructuras del sistema socialista a nivel mundial, fueron hegemónicamente endiosadas las hasta ese momento creadas para enfrentar al “monstruo comunista” ya desaparecido, OTAN, Banco Mundial y FMI.

Un nuevo “enemigo” salió a la palestra pública para dar continuidad  y justificación a las ideas geopolíticas globales; un cambio radical se operó en el mundo tras el 11 de septiembre del 2001, ese mismo día en horas de la noche el presidente George W. Bush comunicaba a la nación en un mensaje, "Estos ataques pueden destrozar el acero de nuestros edificios, pero no pueden destruir el acero de nuestra determinación"; dando comienzo a escala global a la lucha contra el terrorismo que no es otra cosa que la defensa de los intereses  norteamericanos, o intervenir allí donde crean “amenazada” la democracia. Por ese camino han sido muchos los países incluidos en la lista norteamericana.

 La llamada geopolítica del petróleo, en época donde los recursos energéticos vienen a determinar el accionar  político a escala global, llevó invariablemente a los trágicos acontecimientos en el Medio Oriente, provocados por la política intervencionista de los Estados Unidos en alianza con un mundo occidental subordinado.

Constantemente la gran prensa se ha empeñado en presentar a Obama como un reformista, incluso lo comparan  con Kennedy, cuando en realidad ha dado viso de continuidad a la estrategia geopolítica  de quien lo precedió; las nuevas tendencias globales tras el salto de China, catapultada al liderazgo económico a nivel mundial, han reorientado esas tendencias hacia el área del Pacífico. Rusia y su reanimación económica  han venido a revivir viejas confrontaciones aparentemente desactivadas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, sumado a ello una reconquista en la nueva era “inteligente” del continente Africano.

Estas son a grandes trazos  las respuestas al  equilibrio martiano  que durante el siglo XX y primera década del XXI  nunca existió, pues las tendencias  geopolíticas imposibilitaron su materialización aún en los momentos de “aparente equilibrio”; de ahí el consenso unánime  de las ideas de José Martí sobre el Equilibrio del Mundo y su necesidad de ser alcanzado.


[1] Truman, Harry. Discurso 12 de marzo de 1947.

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