martes, 29 de mayo de 2012

Santa Clara se opone a la venta de la Isla de Cuba.




Afloró el siglo XIX para la isla de Cuba con un pujante impulso de la plantación esclavista; se consolidaría durante la primera mitad de ese siglo, alcanzando su mayor esplendor,  a expensas del sudor de los negros traídos de África, brutalmente  esclavizados;  fueron  como una mercancía más,  vendidos y dedicados a las perores labores agrícolas. Sería también  de impulso en las relaciones comerciales con los  Estados Unidos, covietièndose para la colonia  en el principal mercado de sus  exportaciones. Razones que tienen por base los instintos de la ganancia; hicieron que durante años la oligarquía criolla siempre mirara al norte. Otros agudos observadores mirarían la isla desde  concepciones diametralmente distintas, que están presente desde los padres fundadores de “ esa gran Unión “, no por casualidad le cabe a un papel esencial  a Tomás Jefferson, Presidente de 1801 a 1809, iniciador de la política de “ espera paciente “, que sería sabiamente conducida por sucesivas administraciones norteamericanas; la Doctrina Monroe y Gravitación Política -de Jhon Quincy Adams- en la década del veinte, son la continuidad de las ideas del principal autor de la Declaración  de Independencia de los Estados Unidos, quien siempre juzgó que Cuba constituía un problema de seguridad nacional. Las variables de ejecución de esa política son bien conocidas: anexión, compra y hasta la propia adquisición violenta si fuera necesario.

A este fin solo nos referiremos a tres intentos de presidentes norteamericanos para adquirir la Isla mediante la compra, antes del  estallido revolucionario del 10 de Octubre en La Demajagua en 1868; el primero bajo la presidencia de Jaime Polk, en el año 1848, el segundo intento estaría a cargo de Franklin Pierce en 1854  y el tercero por Jaime Buchanan en 1858.

Al menos en las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Santa Clara no se encuentra una reacción ante las políticas diseñadas desde el norte a excepción del año 1858, cuando en sesión extraordinaria el Ayuntamiento se reúne  el día 22 de diciembre; exasperados los ánimos por haber aparecido en la Gaceta, periódico oficial de la Habana las palabras del Presidente de los Estados Unidos Jaime Buchanan  ante el Congreso, exponiendo sus ideas sobre la compra de Cuba a España, donde según el diario, el presidente había utilizado en su intervención, un lenguaje altamente ofensivo. La decisión del cuerpo administrativo no se hizo esperar en la reunión, ...” demostrar la decisión del cuerpo à repeler toda idea que tenga por objeto romper los sagrados lazos que los unen á su augusta soberana y à su madre Patria...”; en esta sesiòn se toman dos importantes acuerdos : elevar la indisposición y total desacuerdo a ser vendida la isla a los Estados Unidos, hasta la propia Reina, por conducto del Gobernador y Capitán General, y convocar una sesiòn  abierta donde participaran los vecinos de la  Villa, pues ya los rumores estaban expandidos y era notorio el total rechazo.

 Para redactar el documento se designó a Juan Bautista Fernández- Sindico Procurador General-,  quien acudiendo al patriotismo español dijo: “le era altamente satisfactorio ver secundados sus vehementes deseos de patentizar su patriotismo y adhesión al gobierno de Su Majestad...”

El 24 de diciembre de nuevo  reunido el consistorio, en sesiòn ordinaria,  se da a conocer el documento elaborado por Juan Bautista Fernández, el cual es aprobado, el  que debía ser examinado por los vecinos  en el trascurso del día y con posterioridad  enviado al Superior Gobierno Civil y Militar de la Isla.

Habían  fracasado los intentos anexionista del venezolano Narciso López en el año 1850 y 1851; las expediciones promovidas con respaldo de sectores vinculados al mantenimiento de la esclavitud, dentro y fuera de la isla – esclavistas del sur de los Estados Unidos- no fueron apoyados por el gobierno  norteamericano, que entonces no podía lanzarse a una aventura militar para conquistar la  Perla de Las Antillas; las rivalidades con Inglaterra; ocupados en   sus asuntos internos – expansión-, aconsejaban a los líderes, la espera. La variable de compra estaba plenamente justificada y se avenía perfectamente a la coyuntura histórica por la cual atravesaba la nación.

La posición entonces adoptada por los regidores del Ayuntamiento de Santa Clara, nada tienen de revolucionarias, es conservadora y de continuidad del status colonial para la isla, las voces que se levantaron, eran peninsulares; estaban convencidos que España jamás renunciaría a la posesión de Cuba, en momentos más difíciles, tampoco cedería; podrían los Alcaldes, Regidores y Concejales, vivir cuarenta años más de sus prerrogativas políticas, cuando al fin,  “ la espera  “ y la “ paciencia “del norte tocara a la puerta española.





Fondo consultado: Ayuntamiento de Santa Clara: Acta Capitular Tomo XXI. Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Folios: 675, 676, 677,678 y 679.







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