miércoles, 20 de abril de 2016

Golpes de estado, “de mano blanca, blandos y suaves”.

Entender que el neo colonialismo inyectado de neoliberalismo está injertado en América Latina, es una de las principales-o tal vez fundamental-lección que debiera aprenderse, pues las estructuras siguen siendo esencialmente dependientes, aún cuando existan países que por sus economías nos parezcan “gigantes”. Las contradicciones a que se someten no pueden ser resueltas con dualidades de bloques económicos o políticos porque en definitiva el sistema-capitalista-sigue siendo  subordinado del gran capital, asentado en los grandes centros de poder, que a la vez lo son políticamente. 

La fragilidad de gobiernos que tras una representación popular han llegado al poder en diferentes países, han estado atrapados bajo esa fórmula neocolonial matizada por los impulsos del neoliberalismo, que encuentra una base social de apoyo en las burguesías carentes de proyectos nacionales, prefijada de antemano por múltiples vínculos a los principales centros financieros, que para el caso de América Latina, se concentran fundamentalmente en los Estados Unidos.

Intentaremos cronológicamente de ordenar los golpes de estado que han tenido lugar, así como los cambios que se han operado en su diseño, que a su vez, tiene sus derivaciones en los gobiernos que han transitado por la Casa Blanca: George W. Bush y el actual Barack Obama.

Una espiral golpista

Venezuela

El martes 12 de abril del 2002, golpe de Estado de la oposición venezolana contra el entonces presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez. En cadena  nacional, el general Lucas rincón, anunciaba que se le había asociado la renuncia al Presidente y que este había aceptado.

No fueron presentadas pruebas que avalaran las declaraciones del General rincón, argumentaron que la renuncia nunca se produjo puesto que no se firmó ningún documento.
Militares y civiles trasladaron al Líder de la Revolución Bolivariana a distintos lugares, inicialmente al fuerte de la Tiunia en Caracas intentado evitar que  el pueblo lo rescatara, fue llevado hasta la isla venezolana de La Orchila, hasta su regreso el 13 de abril.

Se realizaron allanamientos y agresiones por todo el país a diferentes funcionarios del Gobierno. Detienen sin orden judicial al (para ese entonces) diputado Tarek William Saab y al ministro del Interior y de Justicia, Ramón Rodríguez Chacín.

Liderado porel entonces alcalde del municipio de Baruta y actual gobernador de Miranda, Henrique Capriles, se realiza un ataque contra la embajada de Cuba en Venezuela, secuestrando a las personas que se encontraban en el lugar.

Consumado el golpe de Estado, Pedro Carmona Estanga, acompañado de los políticos de la ultraderecha venezolana y representantes de la Iglesia Católica, se auto juramenta como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

Se leyeron los decretos de Constitución del Gobierno con los cuales se disolveron los poderes públicos y simultáneamente se produce un silencio informativo sobre los primeros actos del nuevo Gobierno”.[1]

Honduras

“como candidato del partido Liberal, Zelaya es elegido presidente de la República de Hondura en 2005 y triunfa sobre adversario político Porfirio Lobo sosa, del Partido Nacional. Asume su cargo el 27 de enero del 2006. El primer día de su presidencia aprueba la Ley de Participación Ciudadana que permite consultas populares sobre las principales cuestiones nacionales, con el fin de reforzar la democracia participativa.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas saluda su buena gestión en 2006 y clasifica a Honduras en el primer rango de las naciones con crecimiento económico fuerte de la región y con la tasa de inflación más baja de los últimos quince años.
El Presidente Zelaya no privilegia la economía en detrimento de la ecología. En efecto, en 2007 lanza un programa de protección de los bosques en la zona del río Plátano.

En 2008 Honduras se integra en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que fundaron Cuba y Venezuela. El país puede así beneficiarse del programa Petrocaribe, que le permite conseguir con crédito el 40% de petróleo adquirido con una tasa de interés del 1% en un periodo de 25 años. Las economías realizadas en el sector energético permiten a Zelaya emprender una política social destinada a mejorar el nivel de vida de los sectores más desfavorecidos, con inversiones masivas en los campos de la salud y educación. Del mismo modo el salario mínimo aumenta un 11% en 2007 y un 60% en 2008.

En 2009 el presidente Zelaya propone una consulta popular para el mes de junio sobre la posible elección de una Asamblea Constituyente con el fin de modificar la Constitución de 1981. En caso de respuesta positiva se agregaría una cuarta urna en las elecciones de noviembre de 2009 para ratificar la voluntad popular.

No obstante, Zelaya se enfrenta a la hostilidad del Tribunal Supremo Electoral, de la Fiscalía General, de la Corte Suprema de Justicia y del Congreso Nacional, bajo control de los conservadores que se oponen a toda reforma constitucional. Todos consideran ilegal la consulta. El ejército se niega a distribuir las urnas durante la consulta prevista el 28 de junio, obligando al presidente a importar el material desde Venezuela y ocasionando una crisis política con la renuncia del ministro de Defensa y de los jefes de los tres ejércitos.

El 28 de junio de 200 el presidente Zelaya es víctima de un golpe de Estado orquestado por Washington y la oligarquía hondureña, opuestos al acercamiento con la izquierda latinoamericana. Expulsado a Costa Rica, es sustituido por Roberto Micheletti a la cabeza del país hasta el fin de su mandato en enero de 2010. Ningún gobierno del mundo reconoce a la junta golpista”.[2]

Ecuador

“El 30 de septiembre de 2010, miembros de la Policía Nacional ecuatoriana se sublevaron contra el gobierno legítimo y constitucional del presidente Rafael Correa por una prebendas económicas que les eran eliminadas por una nueva normativa (Ley de Servicio Público) recién sancionada en el Parlamento de ese país suramericano.

Los golpistas tomaron le regimiento quito y, en un acto de valentía y de responsabilidad, Correa llega a las instalaciones para explicarles que “ahora el policía que menos gana es 700 dólares, pero qué pasa, antes había una serie de parches, le pagaban 160 dólares-al mes-pero le daban un juguetico en navidad para el hijo y con eso lo ponían contento y engañaban a los policías, ahora decimos: Tengan un salario digno y ustedes cómprenle el juguete a su hijo”.

Correa fue rescatado por fuerza de  élite del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), no sin antes haber sido víctima de un intento de magnicidio, dado que los policías golpistas apostados frente al hospital lograron impactar cuatro veces el vehículo del presidente. El saldo final de la intentona fue cinco muertos y 193 heridos.

El gobierno de Estados Unidos dijo antes de la vuelta de correa al Palacio de Carondelet que “estaban siguiendo la situación de cerca”, declaraciones ambiguas que solo se emiten cuando las piezas del tablero todavía no terminan de cuajar la conspiración.

Si hacemos un juicio de memoria nos damos cuenta que esta no fue la primera vez que un Gobierno ecuatoriano es agredido por Estados Unidos y sus operaciones locales. El ex agente de la CIA , Philip Agee, relató en los años setenta e n su libro “Diario de la CIA”, como él mismo lideró la operación para socavar al gobierno progresista de José María Velázco Ibarra hasta lograr sacarlo del poder bajo fuerza apenas al año de haber obtenido su cuarta presidencia en 1960. [3]

El primero tiene lugar bajo la presidencia de George W. Bush quien después del 11 de septiembre del 2011, sometió al mundo bajo una nueva concepción de enfrentamiento al terrorismo, de ahí que la continuidad de los golpes en la América latina siguieran por los antiguos derroteros dictatoriales de golpes militares, con la utilización de todas las fuerzas aliadas a las élites oligárquicas latinoamericanas. 

Una nueva línea, golpes blandos, blancos o parlamentarios: Paraguay, Venezuela, Argentina y Brasil.
 
Paraguay
 
“El 22 de junio del 2012 se produce el golpe de Estado parlamentario contra Fernando Lugo en el Paraguay. Al echar un vistazo hacia atrás, y ver qué fue lo que cambió desde aquél gobierno que se presentaba como la esperanza de los humildes, encontramos muchas diferencias. En primer lugar cambió América Latina. La elección de Lugo en 2008 fue la enésima victoria de un frente progresista en todo el continente que hoy está en franco deterioro. Era el momento dorado de los proyectos continentales que se oponían al poder histórico de conservadores y potencias extranjeras, y el gobierno del Frente Guazú, partido que llevó al ex obispo al gobierno, fue uno de los primeros eslabones, quizás el más débil, en caer. Cambió la economía, cada vez más basada en la exportación de soja transgénica en un país en vertiginoso crecimiento. Cambió la política, con un Paraguay en la actualidad muy lejos de confiar el poder en otra propuesta que provenga de la izquierda. Lo que no parece haber cambiado son la desigualdad y la pobreza en el país guaraní, donde el campesinado y los trabajadores urbanos siguen siendo los sectores más vulnerables y expuestos a la ya histórica represión del Estado.

La destitución de Lugo en 2012 fue el ensayo mejor realizado de lo que se conoce como golpe blando, o golpe de guante blanco. Se trata de un método para desbaratar un gobierno sin la intervención directa de las Fuerzas Armadas o el empleo clásico de la violencia. Simplemente alcanza con generar un clima político inestable, presentar al gobierno de turno como culpable de la crisis y encontrar las formas de doblegar la ley para tumbarlo. Eso es lo que sucedió hace tres años en Paraguay.

Para comprenderlo, sin embargo, es necesario reconstruir la historia que llevó a ese golpe. Paraguay es la nación más desigual del mundo en cuanto a la concentración de la tierra. Según datos oficiales, el 2,6% de los propietarios detienen el 85% de la tierra cultivable, la base del poder político y económico en el país. Muchos de estos campos constituyen lo que se llaman tierras malhabidas, es decir que debían destinarse a la reforma agraria, prevista en la Constitución , y terminaron en manos de simpatizantes de la dictadura Alfredo Stroessner (1954-1989) o amigos de altas autoridades del Estado. Entre 1954 y 2003 fueron adjudicadas de manera fraudulenta 7.800.000 hectáreas de tierra, que equivale al 32% del territorio cultivable del país. De esta manera, millones de paraguayos quedaron históricamente alejados de la posibilidad de obtener tierras propias, lo cual generó un conflicto social profundo que aún sigue vigente.

Desde 1885, cuando se aprobó la primera ley de venta de tierras fiscales, luego de que la guerra de la Triple Alianza acabara con el proyecto del Paraguay Independiente del doctor Gaspar Rodríguez de Francia y sus sucesores, la propiedad de la tierra ha sido la principal causa de persecución y muerte contra el campesinado. En 2014, la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (CODEHUPY), publicó un informe acerca de los asesinatos de campesinos cometidos en ese país desde la restauración de la democracia en 1991 hasta agosto de 2013. Allí se revela que 115 campesinos fueron ultimados por fuerzas de seguridad o sicarios al mando de grandes terratenientes con el fin de amedrentar las ocupaciones y la lucha por la tierra. A estos hay que agregar dos casos más en el último año. Gobierno, terratenientes e industriales fueron quienes mantuvieron el poder durante 61 años seguidos, representados por el Partido Colorado.

Esta norma se rompió con la llegada de Lugo a la presidencia. En 2008, el Frente Guazú decidió armar una alianza con una de las agrupaciones tradicionales del poder en Paraguay, el Partido Radical Liberal Auténtico (PRLA), al no contar con la estructura necesaria para enfrentar los comicios. Resistido por los sectores del poder más concentrado y por los movimientos sociales más radicales, Lugo actuó con una política de doble vía. Si por un lado mantenía invariada la estructura económica del país, con una fuerte impronta regresiva y extractivista, por el otro, gracias a los precios favorables en el ámbito internacional, benefició a millones de paraguayos. Universalizó el sistema de salud que por primera vez en la historia se volvió público y gratuito. Entregó netbooks a todos los estudiantes de primaria y sus maestros. Logró que el entonces presidente de Brasil, Lula Ignacio Da Silva, aceptara triplicar el monto que pagaba al Paraguay por la venta de energía eléctrica de la central de Itaipú, y engordar así aún más las arcas del Estado. En 2010, Paraguay llegó a su record histórico de crecimiento económico, que alcanzó el 15% de su PBI. En total, entre 2008 y 2012 hubo 24 pedidos de juicio político contra el presidente por su simpatía hacia los movimientos de izquierda y sus reivindicaciones.

Para el año 2011, el gobierno de Lugo empezó a enfrentar el problema de las tierras malhabidas. Comenzó una extensa investigación, que se traduciría luego en un nuevo impulso a la reforma agraria, ampliamente prometida pero nunca concretada. Las grandes corporaciones nacionales y extranjeras, nucleadas en la Unión de Gremios de la Producción (UGP), comenzaron entonces la campaña de desprestigio que terminó con el juicio político que destituyó al presidente. En octubre de 2011 se inició un importante conflicto mediático en torno a la negativa del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (SENAVE) a autorizar el cultivo de la semilla de algodón transgénico Bollgard BT, de la compañía norteamericana de biotecnología Monsanto. El titular del SENAVE, Miguel Lovera, fue acusado de incompetencia y hasta de corrupción, y varios medios nacionales pidieron explícitamente su renuncia. Por otro lado, las organizaciones campesinas ya habían expresado su inconformidad con la lentitud con la cual el gobierno estaba llevando adelante la prometida reforma agraria. En junio de 2012 ambos frentes entraron en acción. La UGP llamó a un tractorazo en Asunción para el 25 de ese mes, una acción que tenía más un tinte destituyente que de protesta. En Marina Kue, en el departamento de Curuguaty, unos 1000 campesinos tomaron una finca que reivindicaban como terreno fiscal, y por lo tanto parte de la redistribución de tierras prometida. Pero la propiedad era reclamada por el empresario Blas Riquelme, ex presidente del Partido Colorado, que la había obtenido en los años de repartición de tierras malhabidas. El 15 de junio de 2012 unos 300 efectivos de la policía comenzaron el desalojo de los campesinos, en lo que se conoció como la Masacre de Curuguaty. Si bien aún no hay una definición judicial sobre lo que sucedió allí, varias investigaciones de organizaciones de derechos humanos, nacionales y extranjeras, apuntan a que se trató de una emboscada organizada por los grandes propietarios de la tierra para culpar luego al gobierno de la masacre. Y así sucedió. En ese desalojo murieron 11 campesinos y 6 policías. De inmediato, Lugo fue acusado de “traer el caos y la lucha de clases entre compatriotas”, como figura en las acusaciones del juicio político que lo destituyó el 22 de junio. Su vicepresidente, el liberal Federico Franco, tomó el poder hasta el 15 de agosto de 2013, cuando asumió nuevamente un presidente colorado, Horacio Cartes.”[4]

Argentina

“Cristina Fernández, en Argentina, enfrentó sucesivamente la especulación contra el peso para forzar una devaluación, el ataque judicial en Estados Unidos de los “fondos buitres” para provocar una oleada de cobros que llevase a la quiebra a la Argentina y, desde enero, la preparación de un golpe judicial aprovechando el dudoso suicidio del fiscal Alberto Nisman. Éste había denunciado a la presidente y su ministro de Relaciones Exteriores, en una inconexa denuncia carente de pruebas y desmentida por la Interpol, de encubrir a los iraníes supuestos organizadores del atentado del 18 de julio de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que causó 85 muertos y 300 heridos.

Parte de este golpe en preparación fue la marcha del 18 de febrero encabezada por los fiscales heredados del menemismo, que reunió cerca de 90 mil personas (los organizadores hablan de 400 mil). Si se les agregan otras 100 mil personas que desfilaron en las principales ciudades de las grandes provincias, aproximadamente 200 mil personas se movilizaron contra el gobierno. Fue una protesta importante pero de ninguna manera impresionante ya que el electorado argentino llega a 33 millones de personas en condiciones de votar, la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires reúnen unos 14 millones de habitantes y las grandes ciudades, como Mar del Plata o Córdoba, donde hubieron manifestaciones importantes, están todavía llenas de turistas porteños de las mismas clases medias acomodadas que constituyeron el principal contingente de la marcha a Plaza de Mayo.

Por eso, aunque todos los candidatos a presidente de los distintos partidos de la oposición participaron en la marcha, la oposición no canta victoria. Porque la marcha reunió sólo un cuarto de la gente que ella esperaba pero, sobre todo, porque la edad media de los manifestantes era superior a los 50 años y no desfilaron pobres ni trabajadores manuales. También porque la marcha se limitó a reflejar una vez más que en Buenos Aires predomina el conservadurismo –que se expresa en el voto a Mauricio Macri- y el miedo a la inseguridad (como se viera en el pasado en la marcha multitudinaria y reaccionaria organizada por el falso ingeniero Blumberg) pero que esos conservadores no son proimperialistas como Clarín, La Nación, Macri y Cía.

En resumen, la historia del atentado a la AMIA es la siguiente: el ex presidente neoliberal Carlos Menem subió al gobierno financiado por el gobierno dictatorial sirio de Hafez al Assad pero su primer medida consistió en viajar a Israel. Como en esa época Estados Unidos estaba aliado a Assad y combatía a Irán, la justicia argentina y la poca imaginación de la embajada estadounidense inventaron una pista iraní eliminando la posibilidad de una venganza de los servicios sirios de inteligencia sirios por la traición de Menem.

El fiscal Nisman enterró durante más de una década la causa de la AMIA. Era un fiscal telecomandado que discutía su estrategia en la embajada gringa y con el Mossad, los servicios de inteligencia de Israel, de los cuales dependió hasta su muerte. Respondía a las órdenes de los servicios de inteligencia argentinos heredados de las dictaduras que ni Menem ni los Kirchner osaron tocar durante décadas hasta que Cristina Fernández, en diciembre pasado, destituyó al todopoderoso Javier Stiusso, boss de los Servicios de Inteligencia del Estado, que la espiaba.
En octubre se elegirá un nuevo presidente y hasta ahora ni el gobierno ni la oposición tienen un candidato firme y serio. En los servicios de inteligencia –que el gobierno trata de mantener pero reformados- hay una guerra de clanes que da origen a toda clase de aberraciones (suicidios dudosos y falsificación de documentos incluidos). El imperialismo mantiene su ofensiva económica y mediática contra un gobierno que depende cada vez más de los capitales chinos. El kirchnerismo está a la defensiva, desconcertado, y mezcla intentos por controlar a los espías con medidas y actitudes derechistas. En pleno centro de la ciudad de Buenos Aires están acampados indígenas de la provincia de la que fue gobernador el primer ministro que exigen que se ponga fin a la muerte de sus hijos por desnutrición o por asesinato policial pero los conservadores reaccionarios que protestan por la muerte de Nisman a esos pobres les dan la espalda y el gobierno ni los atiende. Mientras todos hablan de justicia y de democracia hay una dura lucha en el seno de la clase gobernante y de sus instituciones, una acción subversiva en los servicios de inteligencia, entre los fiscales y los jueces, en la Unión Industrial entre los beneficiarios posibles del acuerdo con China y las transnacionales contrarias al mismo. Las elecciones son secundarias porque tratan de decidir cómo gobernar ilegalmente a costa las mayorías trabajadoras.

El golpe blando en Argentina es sólo un eslabón de la cadena que va desde el control total de México y los golpes en Venezuela y otros países latinoamericanos hasta la preparación en Ucrania y Medio Oriente de una guerra futura contra Rusia y China. Este plan estratégico da el telón de fondo para los diversos procesos locales.”[5]

Venezuela-Brasil

Ambos países discurren hoy por el enfrentamiento más brutal y agresivo que se ha percibido después que la Casa Blanca-y a raíz de la salida de Hillary Clinton-entre los poderes parlamentarios y los ejecutivos en cada uno de estos países. El cambio de política de Barack Obama hacia el continente, después de la Cumbre de Las Américas celebrada en Panamá( 9 al 11 de abril 2015) son la expresión de una visión diferente en cuanto a métodos, no a objetivos; lo que de igual forma ha venido ocurriendo con Cuba, aunque es un caso diferente a los antes expuestos. 

Reagrupadas las derechas, “cansadas” las izquierdas, la ofensiva conservadora y neoliberal ha tomado las riendas en diferentes países, reimplantando en algunos casos las fórmulas del neo liberalismo, como es el caso de la Argentina; la propia falta de experiencia de lucha bajo las condiciones de países dependientes, capitalistas y en condiciones de neo colonias, subordinadas a los poderes hegemónicos desde la economía, han facilitado el desgastes de los gobiernos populares; aprovechando-las élites-el  poder de los grandes medios privados. Dilma en Brasil está ante el hecho cierto de ser destituida por el Senado de esa nación; existiendo en el caso de Venezuela una enconada lucha entre poderes sin un desenlace favorable para el movimiento bolivariano.

Hemos utilizado hasta aquí información de diferentes medios digitales, en diferentes momentos sobre la trayectoria de los golpes que han tenido lugar en la América Latina en un corto período histórico, si se quiere, unos minutos de la historia. Lo que no se acaba de percibir es la necesita, falta y hasta descuido del movimiento revolucionario de una adecuada apreciación política, de estudio y por qué no, de aprendizaje práctico de la experiencia histórica. En el  “Estado y la Revolución”, Lenin expresaba que,“ Bajo un régimen de democracia burguesa formal, cada uno puede  decir (más o menos) lo que quiere, pero los bancos y los grandes monopolios deciden lo que va a pasar. Dicho de otra manera, la democracia burguesa es solamente otra manera de expresar la dictadura del  gran capital.[6] De ahí que todo intento que no tenga en cuenta esas premisas, es como no delimitar que, “…. una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el Parlamento: he aquí la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, no solo en las monarquías constitucionales parlamentarias, sino en las repúblicas más democráticas”.[7] Por último,“La república democrática es la mejor envoltura política de que puede revertirse el capitalismo; y por lo tanto, el capital al dominar (…) esta envoltura, que es la mejor de todas, que no lo conmueve ningún cambio de persona, ni de instituciones, ni de partido dentro de la república democrática burguesa” [8]

Por ello, “Saber percibir, encontrar, determinar con exactitud el rumbo concreto o el cambio especial de los acontecimientos susceptibles de conducir a las masas a la gran lucha revolucionaria, verdadera, final y decisiva es la misión principal”[9]

Referencias

[1]Tomado de Telesurtv
[2] Por  SalimLamrani. Global Research, April 29, 2015. almayadeen.net.
[3]Tomado de Telesurtv

[4] De Lugo a Cartes,: el Paraguay sin Tierras. Resumen. http://www.resumenlatinoamericano.org

[5] Los golpes de estado “blandos”: un caso de manual. Contrainfo.com
[6] El Estado y la Revolución. V. I. Lenin. Fundación F. Engels. Segunda impresión, mayo 2009. ISBN 978-84-921832-2-7. Versión digital. www.engels.org. Versión digital. Pág. 8
[7]Idem. Pág. 68
[8]Idem. Pág. 36
[9]La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo. Vladimir Ilich LeninCentro de Estudios Sociales Carlos Marx. www.centromarx.org. México, 2011.versión     digital. Pág. 133

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