martes, 23 de febrero de 2016

¿Se han desgastado las izquierdas en América Latina?



El año 2015 se esfumaron las esperanzas de continuidad de las izquierdas en América Latina, la hecatombe en Argentina, los descalabros  de Dilma en Brasil ante el acoso de la derecha por estar involucrada en corrupción, que ya parte del equipo había hecho suya, dejando un mal precedente para la continuidad de su gobierno ante el pueblo brasileño. Más tarde las elecciones parlamentarias en Venezuela han dado un espaldarazo al chavismo, perdiendo una gran base social de apoyo, transfigurada toda articulación regular de gobierno al tener un legislativo casi absolutamente en contra. Se esfuman las posibilidades de continuidad de Evo Morales en Bolivia; en Tanto Rafael Correa recibe una campaña  de desinformación intencionada para corroer las bases del proyecto ciudadano que acomete.

Tales  acontecimientos nos llevan una y otra vez al tema-obsoleto-en la actualidad, del papel de los individuos en la historia, vieja disputa de pasillos académicos y de no pocos hombres que han entregado la vida al movimiento real de la lucha de clases. 

Hoy nadie duda después de veinte años transcurrido-en algunos casos menos-de la popularidad del Kihsnerismo en la Argentina, de Lula en Brasil, de Chávez en Venezuela, de Evo Morales en Bolivia o Rafael Correa en Ecuador, que a través de compulsar a los movimientos sociales, pudieron bajo la fórmula burguesa de “democracia” llegar a la presidencia en cada uno de sus países en cruentas elecciones,  cuestionadas por la derecha desde sus inicios; expresión de debilidad de las oligarquías de todo un período histórico en la América Latina donde no quedaba otra salida que la búsqueda de alternativas ante el pasado dictatorial, siendo sus representaciones máximas las dictaduras militares, en un continente asfixiado por la penetración, la entrega y las calamidades sociales de todo tipo que generaron los perores indicadores de pobreza y sujeción a nivel mundial.

La vida socio económica aún bajo cualquier sistema nos impone determinadas trampas siempre y cuando pasamos por alto determinadas experiencias-ya probadas e infructuosas-de querer llegar a algo “diferente” sin tener en consideración las leyes generales que mueven los sistemas, quiero decir, el “olvido” ex profeso del materialismo dialéctico e histórico.

Los sistemas como los hombres que se destinan a dirigirlos tienen sus límites, no basta llegar a la cima, en ella está el entorno, el medio, que por efecto de cualquier cambio, puede hacerte caer y retornar al mismo punto que antes habías iniciado; efecto que ahora se produce de retorno al mismo punto, tal es el caso de los acontecimientos que hemos venido haciendo mención, pues las derechas antes desorientadas y divididas, habían perdido todo sentido de credibilidad al estar aliada a los elementos más reaccionarios e involucrada con los turbios manejos imperiales. Aprendidas las lecciones el reajuste y acomodo a las nuevas circunstancias llevó a crear nuevas formas de evitar los cambios. Donde las promesas del “socialismo” se destinan a las mejoras-que son importantes-la reacción ahora más unida ha aprendido a crear el ambiente sostenible del capitalismo apoyándose en las mismas limitaciones que esos líderes tratan de erradicar, que a la postre resulta imposible pues la base económica ha sido y sigue siendo de índole capitalista, dominando su producción y hasta el mercado.

 Refriéndose a las grandes diferencias capitalismo-socialismo, el teólogo brasileño Frey Betto ha expresado que el “capitalismo socializa la espiritualidad, mientras el socialismo lo hace en la economía”, dos maneras diferentes, para él, la cuestión se presenta entonces en la debida falta de conciencia política que a nivel de continente se expresa, dado por la propia debilidad de las izquierdas para poder llevar a cabo la gran obra. En tal caso, los hombres, los individuos, los líderes compulsan, hasta ahí llega su papel de influencia que a veces resulta ser decisiva bajo determinadas circunstancias; quedando la obra principal inconclusa, la del cambio. 

Cómo explicar  siendo Bolivia el país que más ha avanzado en crecimiento económico durante estos últimos diez años a nivel de continente, que la sociedad o la mayoría de ella apueste a la insostenibilidad del MAS. En la reciente consulta popular para determinar un sí o un no en la reelección de Evo Morales, líder indiscutible de estos cambios; la euforia triunfalista de los cambios y de sus principales líderes han pasado y siguen pasando por alto las potencialidades que las derechas realmente presentan, quiero expresar que esas han sido subjetivas, carentes de realismo. Sorprendidas en todas partes las izquierdas son manipuladas a su antojo por los medios masivos dentro y fuera de cada uno de sus países, calando en el entramado social, que a la vez cree tener “mejores” oportunidades de poder llevar una vida mejor, y de lo que se trata es de que  la vida sea mejor en tanto pueda corresponderse con lo que a cada ciudadano le hace falta o necesita; pues lo contrario a ello es el consumismo, ese del cual están infestado esos países porque la principal prensa radial, escrita o de otros medios está en función de la falacia de la sociedad de mercado, consumir más para tener más y vivir mejor, no importando en ello el vecino del frente.

La vieja discusión reaparece, sigue estando tan presente como antes, porque los hombres, no son magos, aunque con la más basta capacidad, dependen del sistema que los envuelve y los llega a convertir por la fuerza que contiene en inútiles, aún con las mejores esperanzas.

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