jueves, 12 de junio de 2014

APUNTES SOBRE LA VISITA DE RAMÓN DE LA SAGRA A LA REGIÓN CENTRAL DE CUBA, 1859-1860.

Rámón de la Sagra


En la Historia  Física, Económico-Política, Intelectual y Moral de la Isla de Cuba de Ramón  de la Sagra, publicada en el año 1861,  por la Librería de Hachette de París, aparece el recorrido que el ilustre investigador realiza por la región central de Cuba en busca de datos e informaciones que le propiciaran dar luz sobre los temas que se había propuesto desarrollar a modo de información y actualización, y  de otros que con anterioridad ya había obtenido a partir del año 1824 en que había realizado su primera estancia en tierras de la isla caribeña; hasta  el año 1835.

Este trabajo no solo pretendía apaciguar el espíritu  investigativo de la Sagra,  sería a la vez un compendio de información  para ser utilizada por la   corona española en la conducción de  los destinos de la isla, de ahí, el apoyo que recibiera por las autoridades coloniales desde su arribo a La Habana en agosto del año 1859; el conocimiento que de él se tenía  en  los círculos políticos, económicos e intelectuales, tanto en La Habana como hacia el interior, facilitó  su labor; la obra, es la continuación de lo ya iniciado.

No abordaremos sobre los temas investigados en sus  viajes hacia Matanzas, Cárdenas, Colón; o sus indagaciones en La Habana, al no ser los estrictamente necesarios que guarden relación con el viaje que tiene lugar hacia la región central de la isla en diciembre del año 1859; este fue compartido con el recién nombrado Gobernador y Capitán General de la Isla, José Serrano, Conde de San Antonio, en sustitución de Concha; el cual era a la vez acompañado por la Condesa de San Antonio, su esposa, oriunda de Cienfuegos, siendo esta villa su primer destino.

La estadía en Cienfuegos fue corta,  inmediatamente partió para la sureña Trinidad, alejándose de las fiestas y conmemoraciones que entonces se celebraron en ocasión de la visita de la primera autoridad.

De este primer encuentro con la legendaria villa deja en sus memorias que “el cultivo de la caña de azúcar ha excluido casi todo lo demás, y las familias pobres no hallan terreno donde ejercer la industria agronoma de las pequeñas fincas. Así también se han encarecido los precios de las sustancias vegetales indígenas[1]”…; idea que refuerza con la visita que realiza al Valle de los Ingenios; no siendo solo exclusivo a esa jurisdicción pues en otras la situación era análoga;  que en el caso de la región central tenía sus expresiones en las jurisdicciones de Cienfuegos, Sagua La grande y Remedios.

De los encuentros que sostiene con la élite de hacendados en la zona se informa de la producción y de las principales producciones agrícolas; pero resulta paradójico que de la Sagra no halla hecho referencia  en su obra a la penetración del capital alemán en la producción azucarera de aquella villa, pues su presencia era apreciable, fusionándose incluso con el de los ricos hacendados en esa zona; siendo esta una peculiaridad distintiva no solo para la región central, sino para la isla; en tal sentido, que “En 1860, el capital alemán controlaba  44 ingenios en la región de Trinidad” [2]; por lo menos en este viaje no hace alusión a ello, siendo dominante el predominio alemán en el rico valle in tramontano.

De su estancia en Trinidad es preciso tomar uno de los pasajes de sus recorridos con un hacendado de la localidad:

“Hablaba yo de esto con mi amigo, durante una de nuestras excursiones matinales, cuand0 al señalarme una cuadrilla de vigorosos negros, cortando caña cual si segaran yerba, me dijo, con profunda convicción y aludiendo, , sin duda, á mis precedentes reflexiones: Solo esta raza de hierro, puede soportar semejante fatiga, desde el amanecer hasta las 11 y de la  una al anochecer. ¿No es V. de mi opinión?, la Sagra. Ciertamente, le contesté, mientras que permanezca, por la necesidad o por la costumbre, invariable del sistema actual que tales esfuerzos exige(…)Mas esta introducción,  de difícil costosa  que es ya en el día, llegará a ser imposible: luego es preciso ó variar completamente el régimen actual del trabajo, para que sea practicable por otra gente, ó renunciar al cultivo de la caña(…)Tal es amigo mío, el problema vital para la agricultura cubana, y que sin demora den el Gobierno y los habitantes ilustrados y previsores, esforzarse en resolver, so pena de una ruina inminente”[3]

De este pasaje queda claro que conocía del destino incierto de la producción azucarera cubana al seguir utilizando la mano de obra esclava; pues el sistema era ya obsoleto; mantenido a la altura del año 1860 por medio de  un tráfico costoso e inhumano repudiado y perseguido; un freno al libre desarrollo de las relaciones capitalistas de producción. No rectificar sería costoso para los hacendados; las arrolladoras relaciones de producción capitalistas que sería introducidas en la segunda mitad del siglo llevarían a la ruina a una buena parte de los sostenedores del sistema de plantación.

Si por un lado deja constancia de la rica arquitectura, los palacios y las costumbres de la rica élite social, por otra manifiesta que…”la instrucción pública pide muy activos auxiliares en Trinidad y grande cooperación de las familias ricas (...) hay mucho que desear en su ramo, pues no se le da la importancia que merece”.[4] Para el agudo observador estaba claro que:

 “Si el movimiento progresivo, en las nuevas poblaciones de la isla, no es más rápido y sobre todo mejor ordenado hacia fines trascendentales, (…) no debe atribuirse  esta falta á los habitantes, promovedores de las nuevas empresas, los cuales tienen que luchar constantemente contra la impericia de algunas autoridades, demasiado fugaces, y contra vicios de la administración judicial” [5]

La referencia, aunque solapada deja claro que la administración colonial  es la responsable  de la situación; más al referirse a sus habitantes como “promovedores de las nuevas empresas”; ponen al descubierto la otra cara del sistema colonial en cuanto a la sociedad criolla que desborda ansias por los adelantos, mientras el poder colonial impone sus reglas; base de las contradicciones que llevaría al camino independista ocho años después.

Lo que en términos de educación obtiene, lo ve repetirse en las demás villas que visita; en Sancti Spíritus califica la enseñanza primaria de “deplorable”. Aunque  critica las debilidades del sistema ve la solución en los que…”por su posición social y crecida fortuna, pueden y deben contribuir á mejorarlo” [6] ;  apesadumbrado por el sistema educacional en Cuba mantuvo a lo largo del tiempo esta posición de la cual fue un ferviente defensor y sostenedor con su acción práctica, que lo llevaron constantemente a la búsqueda de fondos para las instituciones educativas; tocando incluso a la puerta de la propia Condesa de San Antonio.

Como en recorrido anteriores por La Habana, Matanzas y Cárdenas; al dejar atrás a la villa de Trinidad, se ocupó en Sancti Spíritus por recoger todo tipo de datos sobre agricultura, comercio, educación, estado intelectual y moral de la población; particular énfasis ponía en sus pesquisas en la producción azucarera, especialmente en los adelantos que hasta entonces tenían los ingenios; pero sus indagaciones no llegaron a penetrar el que sería uno de los principales problemas del retraso de la región centro-oriental; el referido a las Haciendas Comuneras[7]; se había iniciado el deslinde de estas en esa jurisdicción desde el año 1856[8]; tal situación tampoco fue apreciada en su visita a la jurisdicción de Santa Clara. Tal estado de cosas relativas en sus bases a  la propiedad, si bien no constituía un freno para la parte occidental de la isla, al no existir este tipo de institución, eran para la región central uno de los más graves que arrastraban las autoridades coloniales, pero que la Sagra no divisó.

Como agudo observador puedo  la Sagra detectar la contradicciones entre la villa espirituana y la trinitaria; “conveniente sería que el espíritu de revalidad que las divide, profiriese el ramo importante de la instrucción, para sobrepujarse mutuamente” [9]; otras tenían lugar entre Santa Clara y Cienfuegos; Santa Clara y Sagua La Grande; pero no penetra en sus causas.

De regreso a Cienfuegos, pasa por la villa de Trinidad; en marzo de 1860 se encuentra ya de visita en la Jurisdicción de Santa Clara, iniciando su recorrido por el poblado de La Esperanza; visita el ingenio “La Candelaria”, propiedad de Juan Bautista Fernández; en el le llama la atención que el ingenio es operado en todas sus labores por una dotación de 47 chinos, estos bajo el régimen de contrata; no utilizándose la mano de obra de los negros esclavos; indaga sobre el aprendizaje de los chinos en la producción azucarera y de los resultados económicos; así como de las inversiones que en el referido ingenio se acometían.

Estudioso de la agronomía, botánico; indaga en la villa de Santa Clara por el cultivo del trigo; pues era una zona productora de esa gramínea desde el siglo XVIII; para su pesar no encuentra  las producciones de antaño. Entre paseos campestres y la lectura de un ejemplar de la Historia de Santa Clara y su Jurisdicción de Manuel Dionisio González termina su estancia; no sin antes  obtener datos sobre educación, ediciones periódicas, y adelantos en la producción azucarera. No caló, como hacíamos mención en el principal  retraso: la Hacienda Comunera.

Atraído por la experiencia del ingenio “La Candelaria”, visita en Sagua La Grande un ingenio donde se utiliza contratados chinos, dejará en sus memorias, “puede calcularse la utilidad que un empresario vizcaíno muy activo, que he visto allí, sacara del trabajo de 17 chinos que emplea, y á los cuales paga solo el salario de la contrata, ó sea 4 ps fs al mes y la comida(…) es una de las empresas más lucrativas y cómodas que ha producido fortunas inmensas”…[10] ; su interés no penetró en los costos sociales de un contratado chino; pues eran condiciones similares a la de un esclavo de plantación.

Como en Trinidad, no pudo apreciar la penetración del capital extranjero en esta zona; al ser el norteamericano preponderante; ni en el accionar de sus Sociedades Comerciales, en pugnas con los de la rica zona azucarera de Cienfuegos.

Más las limitaciones no son las intenciones; en su recorrido, la Sagra obtiene un caudal de información de incalculable valor que se acrecienta cada día ante el deterioro documental y la carencia de información de una parte importante de la vida colonial de la Isla de Cuba; la recurrencia es obligada para los estudios históricos, particularmente para la región central.



[1] Sagra, Ramón de la. Historia Física, Gnómico-Política, intelectual y Moral de la Isla de Cuba. Librería de Hachette. París, 1861. Pág. 62
[2] Álvarez Estévez,  Rolando; Guzmán Pascual, Marta. Alemanes en Cuba (siglos XVII al XIX). Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 2004. Pág.33
[3] Sagra, Ramón de la. Historia Física, Gnómico-Política, intelectual y Moral de la Isla de Cuba. Librería de Hachette. París, 1861. Pág. 85.
[4] Sagra, Ramón de la. Historia Física, Gnómico-Política, intelectual y Moral de la Isla de Cuba. Librería de Hachette. París, 1861. Pág. 68
[5] Idem. Pág. 191
[6] Idem. Pág. 72.
[7] La propiedad comunera surge de una forma especial de transmisión de la propiedad particular, consistente en la trasmisión del valor representativo de esa misma propiedad; indicado por la unidad monetaria que sirve para las trasmisiones(Alfonso, Velorio B. Las Haciendas Comuneras. Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza y Cia. La Habana, 1914. Pág. 19).
[8] …”en la década de 1856-1866, se había iniciado la gran mayoría de los deslindes de las haciendas del término municipal y del partido judicial de Sancti Spíritus, a punto tal que casi todas las haciendas habían sido entonces iniciado y muchos terminados, habiéndose entregado enormes cantidades de tierra”…( Alfonso, Velorio B. Las Haciendas Comuneras. Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza y Cia. La Habana, 1914. Pág. 215.
[9] Sagra, Ramón de la. Historia Física, Gnómico-Política, intelectual y Moral de la Isla de Cuba. Librería de Hachette. París, 1861. Pág. 115
[10] Idem. Pág. 216

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