martes, 28 de julio de 2015

Ciudades en Pugnas de Luis Machado Ordex

La dialéctica del  tiempo largo, requiere de la inmersión regresiva en la larga duración, permitiendo el redescubrimiento de la lenta evolución;  para Pierre Vilar “la investigación causal (…) consiste en dibujar los grandes rasgos del relieve histórico”; que son sometidos al análisis más severo una y otra vez para poder encontrar los verdaderos móviles de los acontecimientos.

“Ciudades  en Pugnas” de Luis Machado Ordex, nos da la posibilidad de penetrar en hechos sustentables en un largo período de tiempo a través de una expansión en un espacio greográfico interior e insular que al estar sujeto a las condicionantes del desarrollo económico internacional, busca con afano una salida donde poder insertarse al intercambio; un motivo  existencial, una utopía, que en definitiva determinará los contornos y la fisonomía de un grupo social, que afincados en el poder local buscará vehementemente una y otra vez de alcanzar-un puerto-donde  la mediterraneidad los sujeta y acosa, lo que “derivó hacia el marasmo geofísico y el espíritu tributario en la búsqueda de una escapatoria marítima”, según el autor.

La “inmersión” de Machado Ordex hacia la formulación de un espíritu logocentrico en la jurisdicción de Santa Clara en el imperceptible caminar del tiempo desde su fundación, constituye el “atrevimiento” que la obra nos propone a través de una larga historia, a lo cual dedicó todo el empeño por justificar; acercándose, por coincidencia  o no, a Hernán Venegas Delgado cuando la definió como pluricentrista; alejándose de las disquisiones, muchas veces enturbiadas, de exaltación de un localismo y regionalismo que no deja ver las verdaderas causas de los avatares en la historia. Nos plantea un debate desde un estudio de caso sujeto a herramientas prosopográficas, pocas veces utilizado por los investigadores, pero muy necesarias cuando de comparaciones se trata.

El rastro fundacional de Santa Clara(15 de julio de 1689), que no es otro que el de la aspiración por la tierra y su propiedad, pone el sesgo esencial  a lo largo del libro, pues el pensamiento fisiócrata explicitado o no en la historiografía constituye eje central de la miopía de la élite de hacendados, de ahí sus disputas territoriales constantes; enjuiciadas por el autor, no a modo de justificación, sino por incapacidad del grupo social que no pudo encontrar otras alternativas productivas en una época en la cual tener un puerto constituía un salvoconducto  exclusivo de persistencia en el tiempo bajo el sistema colonial español.
No se deja atrapar por “los factores geográficos de la cubanidad” expuestos por Salvador Massip, que aunque siendo esenciales para el análisis en el caso particular de la jurisdicción de Santa Clara, recurre al  diálogo con las cifras, pues cuando ya maduro, el sistema colonial, ante las puertas de un movimiento insurreccional que ya no le quedaba otra que la  guerra, señala que   …..” en 1860 la jurisdicción central se situó en el último lugar en la producción azucarera. Constituyó el segundo en tabaco y ganadería, y tercero y cuarto, respectivamente, en café y apicultura”; expresión de la  continuidad que dio origen al hecho fundacional.

Cuando en  el “imaginario”, el  puerto de “San Lázaro del Granadillo” no se hizo posible, deja claro que el “espíritu” logocentrico no se reduce a esa aspiración, es mucho más, está  interrelacionado con los factores económico, político y sociales que tiene lugar, lo que da nombre a la obra: “Ciudades en Pugnas”. Las “coléricas” contradicciones pasan por más de dos siglos, dejando claras aquellas económicas y políticas; solapadas las sociales, pero que sin dudas corren tras las dos primeras, pues los enfoques que siempre el lector encontrará están del lado dialéctico, no el de la consecutividad armoniosa. Dejando claro que “Lo trascendente estribó en el ímpetu por acorralar poderes administrativos, judiciales, eclesiásticos, institucionales, sociales  y culturales.”; episodios que no solo  son dados a la llamada región central; Santa Clara como provincia (1878), o Las Villas (1940); sus ribetes van hasta las más altas aspiraciones de capitalidad de la nación; dejándonos sedientos por conocer hasta qué punto habían penetrado ciertas tendencias anexionistas en la convulsa y naciente “republica” de los primeros veinte años del siglo XX, al calor de macro proyectos sobre el “imaginario” puerto.

No estamos en presencia del  culturalismo, ni las cacafoneadas tradiciones que brindan una idea difusa de un organismo social en movimiento en un largo período de tiempo; la obra es una demostración de los epítetos que acompañaron a Santa Clara en el tiempo: “La Muerta”, “La Ciudad Dormida”, o “La Ciudad de Gringos”, “La Ciudad del Polvo”, “La Ciudad Cenicienta”, “La Ciudad Tullida”, y “ La Ciudad Callada”, pues como se deja claro,  Santa Clara no pudo ofrecer una alternativa de desarrollo  que  dejara atrás los lastres de su herencia colonial, quedando atenazada ante dos ciudades que emergieron  con un inusitado impulso azucarero y comercial: Sagua La Grande y Cienfuegos.

No se deja aprisionar por los dos grandes acontecimientos bélicos que sumergieron a la colonia cubana en la segunda mitad del siglo XIX, con sus consecuencias económicas desbastadotas-la primera  (1868-1878) hacia la región centro oriental y la segunda (1895-1898) a toda la Isla de Cuba- pues como ilustra constantemente, las causas están en las profundidades del sistema productivo que la jurisdicción asumió como patrón durante siglos, cuyas explicaciones hay que buscarlas en la hacienda; siendo la renta sobre la tierra el predominio ante lo cual sucumbió cualquier alternativa de diversificación; al no ser la agrícola, empadronada en la gran, mediana y pequeña propiedad.

El caudillismo de la  colonia, injertado  en la “república” continuó, dándole cabida  con amplias alas la región central de Cuba, particularmente  Santa Clara; al logocentrismo que se había gestando desde el hecho fundacional mismo,  entonces expresado con todo su rigor por  el Capitán Luis Pérez de Morales, sostenido con la espada y el arcabuz, cuando ocupo la villa de San Juan de los Remedios en el año 1691; le seguiría una nueva era llamada “republicana”; en la que Luis Machado se adentra hasta la década del cincuenta del siglo XX., cuyos contextos son económicos, políticos y sociales; no existen otras diatribas; las deja claras a lo largo de su obra.

El gran muro que ha tenido que saltar  “Ciudades en Pugnas”, es el hilo de continuidad para captar el hecho en momentos cronológicamente diferentes y  sistemas diferentes, de ahí su complejidad; “San Lázaro del Granadillo” es tan solo el “ardid” que descubre el hegemónico papel de un grupo social o élite a través del tiempo para alcanzar sus fines, sean consumados o no; que expresan la adecuación de las aspiraciones políticas a las nuevas circunstancias, visto  durante un gran período de tiempo; tarea nada fácil de lograr si no se mantiene la persistencia del enfoque científico del problema que se investiga.

Por último, toda obra de investigación  en la historia de larga duración encuentra un obstáculo que no se puede sortear; la documentación que es preciso manejar. Un gran estudioso de la colonia cubana como Jacobo de la Pezuela, refiriéndose a los censos de 1774, 1792 y 1817, los califico como “esqueletos de censos”, por ser poco ilustrativos; de ahí, la complejidad en la utilización de las fuentes, pues invariablemente hay que buscar todas aquellas fiables que nos permitan transitar con cierto “reposo” por el camino de la investigación. Para “Ciudades en Pugnas” de Luis Machado Ordex , sujeto a esas mismas inclemencias, cumple brillantemente con la expectativa, una amplia documentación la respalda;  documentos atesorados en los Archivo Históricos, como las Actas Capitulares de los Cabildos o Ayuntamientos, u otros  de inapreciable valor que en otros fondos de esas instituciones existen; una amplia bibliografía de consulta en obras de autores de obligada referencia; la utilización de la prensa como un sostén de inapreciable valor  para calar en la sociedad y su cultura; censos; estadísticas, informes, y otros tantos documentos originales sueltos que la propia búsqueda  va poniendo de la mano que bajo un método riguroso de selección y una adecuada concatenación nos da la posibilidad de probar la hipótesis planteada. “Ciudades en Pugnas”, es ante todo una exposición científica con la sujeción al método histórico de investigación, que como novedad nos expone el acontecimiento en su larga duración.

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