Gilberto
López y Rivas
El
periodista, comentarista político y comunicólogo de radio y televisión Glen
Ford, editor ejecutivo del Black American Report, una
expresión política de la izquierda del pueblo negro de Estados Unidos, denunció
recientemente otra de las múltiples actividades de las universidades de ese
país, en colaboración directa con el Departamento de Defensa, en la
investigación de los movimientos sociales en el ámbito mundial, incluyendo los
que se desarrollan en el propio territorio estadunidense (“US funds ‘terror
studies’ to dissect and neutralize social movements”, Black American Report, 22/6/14). Ford
informa que el Pentágono desea conocer las razones por las cuales la gente
común, que no se involucra en acciones violentas para cambiar el orden
prevaleciente, llega a transformarse en lo que los militares llaman partidarios
de la violencia política, que para ellos significa cualquiera persona que se
oponga a la política de Estados Unidos en el mundo, o a la política represiva
de sus aliados e intermediarios, o quien se enfrente al sistema criminal
racializado de justicia estadunidense.
Ford remite a la
conocida Iniciativa Minerva,
organismo que financia a las universidades para realizar investigaciones en
ciencias sociales que interesan a los militares, y en particular destaca
algunos de los proyectos que recibieron fondos del Departamento de Defensa para
el periodo 2014-2017. De un total de más de 300 propuestas, la Iniciativa Minerva
escogió 12, de las cuales llama la atención el megaproyecto de la Universidad de Washington, en colaboración con
Harvard, que busca estudiar el origen, las características y las implicaciones
de los movimientos políticos nada menos que de 23 países, y que contará además
con una base de datos de 58 países más, aportada por la propia Iniciativa
Minerva, pretendiendo hacer un mapeo de los movimientos en espacio y tiempo,
que cruzaría con 216 variables.
Otro proyecto,
esta vez de la Universidad
Cornell, monitoreado por la
Oficina de Estudios Científicos de la Fuerza Aérea de
Estados Unidos, se centra en el análisis y modelo empírico de la dinámica de
los movimientos sociales y de sus contagios (sic). Se trata de indagar en qué
momento los movimientos sociales alcanzan una masa crítica de seguidores, esto
es, el punto crucial en el cual se convierten en una amenaza para los poderes
establecidos. Se estudiarán en este caso las redes sociales a través del tuiteo, así como conversaciones que serán
examinadas para identificar individuos movilizados en un contagio social y el
momento en que se movilizan. Es significativo el uso del adjetivo contagioso
para calificar la expansión de un movimiento, como si se tratase de un virus o
enfermedad trasmisible que en consecuencia es necesario erradicar, así como la
presunta utilización de información digital y telefónica obtenida a través
–obviamente– de un trabajo de inteligencia.
Ni los niños
escapan a las preocupaciones castrenses contrainsurgentes. Así, otro proyecto
ganador de los fondos del Pentágono es el de la doctora Mia Bloom, una
políglota experta en seguridad de la Universidad de Massachusetts Lowell, que con la
colaboración del Hospital Pediátrico de Boston pretende identificar los
procesos específicos y los caminos de la movilización de infantes hacia
movimientos terroristas. Se integrarán expedientes específicos en detalle,
usando datos primarios y secundarios procedentes de Afganistán, Pakistán,
Israel/Palestina, Irak, Siria y Somalia, en colaboración con asociados en esos
países, quienes facilitarán la recolección de información de entrevistas de
trabajadores sociales y terapeutas locales. El propósito general del proyecto
es generar un modelo empírico válido, que pueda explicar el involucramiento de
los niños en organizaciones violentas extremistas, e informar (imaginamos que a
los militares que pagan el estudio) sobre prácticas, políticas, entrenamientos
y posteriores investigaciones encaminadas al desarrollo de intervenciones
(evidentemente contrainsurgentes), basadas en la experiencia a múltiples
niveles.
Tomado
de La Opinión.
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