jueves, 19 de septiembre de 2013

La insistencia siria de no utilización de armas químicas en el conflicto, a pesar de ser rebatidas una y otra vez, no cuentan con la debida resonancia en Europa, ni en los Estados Unidos, incluyendo al flamante Ban Ki moon, quien ha hecho todo lo posible por estar en la cuerda norteamericana mientras le ha sido posible; no obstante Assad parece tener bajo la manga las pruebas definitivas que la ONU no ha querido realmente exponer después de que una comisión de ese organismo estuviera sobre el terreno en las afueras de Damasco, para determinar si existió o no utilización de gas sarín no era necesario molestarse tanto con en el envio de una "delegación" del máximo organismo, por su parte la aberración por la guerra que ha inspirado a la Casa Blanca ha hecho caso omiso a un asunto que debió de manejarse con la debida cautela.

Por su parte Rusia ha considerado oportuno desde un inicio atender adecuadamente los llamados del gobierno, no se ha dejado  arrastrar por la fiebre de guerra; "dime con quién andas y te diré quién eres"; se le ajusta un tanto a lo que viene ocurriendo en el caso sirio; la alianza con la llamada "oposición", no ha sido otra cosa que la vinculación con los grupos terroristas, enclaustrando al gobierno norteamericano también bajo ese concepto; para la diplomacia rusa ese asunto resulta claro, parafrasear a Lenin no vendría mal en la ocasión; "la práctica como criterio de la verdad"; a buen entendedor con pocas palabras bastan, diria cualquier cubano.

Lo que vemos hoy no es otra cosa que el enfrentamiento continuado entre dos viejos enemigos que se conocen hasta la saciedad; políticas encontradas o casualidades no existen para el caso, intereses geo estratégicos diferentes mueven las posiciones encontradas entre Rusia y Estados Unidos; nada cambió para los Estados Unidos con relación a ese país después de 1989; salvo la mejoría de relaciones diplomáticas más distendidas; las viejas grietas dejadas por el imperialismo en esa gran nación, ni fueron exstirpadas, ni tuvieron remedios aún en la euforia por el hundimiento del campo socialista; es tanta la historia acumulada, que ni por un segundo un ciudadano promedio ruso creería de las "buenas" intenciones de occidente con relación a Siria; tan filosóficos hoy como en los ochenta, saben que tras las fraseologóa terrorista se esconden los intereses económicos.

El compromiso ruso ante Siria no viene dado tan solo por los ligamentos económicos o relaciones que desde antaño se practican, existe un fundamento más poderoso sobre la mesa, la extensión del conflicto a escala regional, cuyas consecuencias podrían tener alcances globales; que una vez iniciado, no habrá como controlar, ahí estriva la real objetividad  de lo que tiene lugar en Siria; los ingentes esfuerzos de la diplomacia rusa por evitarla posibilitarán en cierto modo un  rediseño político para esa región.

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