lunes, 5 de agosto de 2013

HERMINIO PORTELL VILÁ EN LA HISTORIA DE CUBA

Herminio Portell Vilá trabajó como Profesor titular de Historia de América y Moderna y  instructor de Historia de Cuba en la Universidad de La Habana; profesor de Historia de la Diplomacia Norteamericana e Historia de la Civilización del Nuevo Mundo en el Black Mountain College, North Carolina, Estados Unidos. Fue Delegado Plenipotenciario de Cuba a la VII Conferencia Internacional de Estados Americanos (Montevideo). Miembro de la Comisión ponente de la  “Convención de Derechos y Deberes de los Estados” de 1933. Obtuvo cuatro becas de la fundación “Jhon Simon Guggenheim Memorial”
La obra  publicada en el año 1939-Historia de Cuba  en sus Relaciones con los Estados Unidos y España-; tiene como precedente de escribirse en una época altamente convulsionada por acontecimientos revolucionarios en la década del 30 del siglo XX; que a la vez dada  sus propias características singulares, tiene antecedentes en la anterior; dos períodos presidenciales de Gerardo Machado que culminan en 1933 tras un abrupto movimiento popular que le pone fin a dos períodos de gobierno que están matizados por un fuerte vínculo con los Estado Unidos; un fallido intento de reformas burguesas de corte nacionalista y una crisis General del Capitalismo(1929-33)  de trágicas consecuencias para la economía  cubana, que a la altura del año 1939 no ha podido superarse pues los intentos reformadores después de la caída de Machado denotan una profunda crisis estructural del sistema en el marco de las relaciones de dependencias sostenidas con los Estados Unidos.
Variedad e intensidad de tendencias políticas de partidos y organizaciones surgidos, unos desde finales de la década del 20 y otros que ven su apertura en la década del 30 al calor de los principales movimientos que tienen lugar,  pero que son el reflejo de la lucha revolucionaria y del debate ideológico que dentro de la sociedad cubana de esta época transitan por la continuidad del proceso independentista frustrado en 1898, pero ahora de nuevas luces y de proyecciones profundamente antiimperialistas; de consolidación de la nacionalidad y de reafirmación. Ideas reformadoras burguesas; comunistas, socialistas, antiimperialistas, liberales, conservadoras y hasta de corte  terroristas tienen lugar durante la década en cuestión; pero donde sin lugar a dudas el pueblo ha dado muestra de alta resistencia y mostrado capacidad para seguir el bregar de lucha a pesar de los fracasos.
Es precisamente el año 1939 en que Alemania  da origen a su expansión y con ello a la II Guerra Mundial, la que tendrá particulares repercusiones  en Cuba a través del movimiento antifascista y la creación de los Frentes Únicos de Lucha. Está envuelta  la sociedad cubana ante una apertura “democrática” que llevará al reconocimiento “oficial” del Partido Comunista, la C.T.C. y otras organizaciones como resultado  de la lucha sostenida en más de una década.

Sigue marcada Cuba por una profunda crisis económica que no da solución a los principales problemas del país. República deformada y dependencia hacia los Estados Unidos constituyen el denominador común, orden que se agrava y que repercute en todo el mecanismo social.
La obra aborda las relaciones diplomáticas “triangulares” entre los Estados Unidos, España y  Cuba una vez concluida la Paz del Zanjón en 1878 y hasta el año 1899. trata estás relaciones en tres períodos, uno que abarcan desde el Zanjón hasta el 24 de febrero de 1895, otra dedicada al fin da la contienda contra España y el último dedicado a lo que el autor denomina “Guerra de los Estados Unidos en Cuba”.

La obra de Hermino Portell Vilá es muy prolífera sobre todo en la década del 30 del siglo XX; período en el cual la influencia del positivismo tiene un fuerte acento. El atrevimiento del tema de por sí espinoso lo llevan a discurrir en las esencias del positivismo. En la introducción del libro, realizada por el propio autor se expresan algunos elementos de dudas en él.  Expresa que pudiera concretarse la “ley de gravitación política”  de John Quincy Adam en la expresión: “Cuba será española  o norteamericana”[1], la afirmación no es la adecuada pues en la política norteamericana siempre se concibió la espera como condición para luego propiciar la adquisición o dominación, pero nunca dejarse la Isla de Cuba en posesión española.
También en  la introducción quedan avizoradas algunas de las limitaciones de la obra en cuando a la ausencia de un análisis o investigación profunda sobre la economía cubana  de  singular repercusión en lo que el autor define  como relaciones triangulares entre Cuba, Estados Unidos y España. Es peculiar que el  discurso transite por el cauce narrativo como él mismo expresa, y que es característico del positivismo. Señala que: 

“En nuestra opinión, que explicamos en detalle en el texto de esta obra, la Revolución Cubana cumplió sus objetivos económicos, preparatorios a la distribución de la tierra, el surgir de la pequeña propiedad rural, la abolición  del monocultivo, el aumento de la producción de artículos de consumo y a la liberación de su patria”[2].
 Las propias condiciones de ruina económica en que quedó la isla de Cuba al concluir la guerra dejan fuera de toda duda que lo expresado con anterioridad no se ajusta a la realidad económica social de fin de guerra y que están esbozadas claramente en el Censo que se realiza en el año 1899. Temas de raíz económica como el monocultivo o liberación de la patria denotan desde un inicio la fatalidad de carecer la obra de un análisis económico social, por solo citar algunos ejemplos; aunque pudieran expresarse otros criterios sobre el planteamiento, dado que no se ajustan a la realidad histórica. Más adelante señala que:

 “los Estados Unidos restablecieron la economía cubana a beneficio de esa  nación y con la exclusión definitiva de España. Porque tal fue, en realidad, la obra del gobierno interventor, que apuntaló el edificio arruinado que la revolución  había en parte derribado para que sobre sus ruinas Cuba hubiese tenido una economía normal y mejor integración”[3].
En tal sentido el termino restablecieron pone en el tapete el mismo dilema sobre el débil análisis económico realizado; hasta qué  punto se pone el autor en la defensa de la propia “reconstrucción norteamericana” como si  a ello se  debiera el nacimiento  a la vida republicana “civilizada”, corriente de pensamiento muy difundida durante la república neocolonial, pero que en definitivas lo aleja de un análisis histórico serio de los acontecimientos de finales del siglo XIX y principios del XX. Existe en definitiva una alineación política marcada que lo desvirtúa de enjuiciar críticamente la historia.
El primer capítulo de la obra trata sobre las relaciones de Cuba, los Estados Unidos y España, desde el Zanjón hasta Baire, más como una sucesión de hechos; pero que deja- en mi opinión- fuera todo lo referido al tema social, que además lo trasfigura, para no reconocerlo; señala que: “El pueblo cubano, sin embargo, de buena fe había creído en las promesas de rectificación  que  Martínez Campos había hecho en el Pacto del Zanjón”[4]. Por aludido en la obra la Protesta de Baragúa  como expresión de continuidad y mucho menos la figura de Antonio Maceo sin la cual no cabe el más mínimo análisis historiográfico para poder entender la posterior historia de Cuba. El protagonismo del pueblo cubano pasa inadvertido. En la sucesión de acontecimientos la obra tiende más a dirimir entre las relaciones Estados Unidos-España y obviar la representación del pueblo cubano, mientras ensalza  dentro de  ellas al gobierno colonial de la isla. Sobre este particular concluye expresando que “El pueblo cubano trató lealmente de adaptarse a la nueva situación”[5]…. , refiriéndose a la etapa post Zanjón, nada más alejado de lo  sucedido; Herminio no trata pues no alcanza a ver que en el centro de la relación triangular expresada por él está la situación del pueblo cubano, sobre todo la de los negros aún esclavos; ni el atolladero económico después de 10 años de cruenta guerra.

En esta primera parte la obra demuestra  que dentro de las relaciones triangulares establecidas, Estados Unidos y España hicieron todo lo posible por conservar una armonía de intereses en detrimento de la colonizada isla de Cuba, lo que conllevaría a arraigar en ella el pensamiento independentista; este es a mi modo de ver el principal mensaje que trasmite; que de hecho lo demuestra en la sucesión de acontecimientos que  cronológicamente va exponiendo el autor,  lo cual tiene un alto valor historiográfico.
Las exposiciones dadas en la obra sobre  el Partido Revolucionario  Cubano y el Partido Autonomista –de profundo contenido en ambos casos-en cuanto a la solución del problema cubano, no dejan lugar a disquisiciones historiográficas en cuento a  los intereses de ambas agrupaciones políticas para futuros debates en torno al independentismo o el anexionismo de finales del siglo XIX, pues demuestra lo ineludible del camino  cubano contra España y fuera del alcance de los Estados Unidos de Norteamérica. 

El segundo y tercer  capítulos dan continuidad al discurso historiográfico de la primera parte, pero con una mayor utilización de fuentes documentales-que tienen la fatalidad de estar casi todas en inglés-lo que imposibilita sobre todo para los que no dominan el idioma poder acercarse a esas fuentes utilizadas por el autor;  lo cual me inclina a pensar que el  texto está dirigido a núcleos de intelectuales y no a otros públicos.

Es indudable que Hermino Portell Vilá está influenciado por un pensamiento liberal antiimperialista. En un momento tan trascendental de la historia de Cuba como la intervención norteamericana y sus futuros destinos;  adopta  una posición romántica en el análisis cuando hace alusión a Estrada Palma:
…”, sin embargo no se limitó a expresar la conformidad de los cubanos con una suspensión de hostilidades los ignoraba y subrepticiamente les consultaba sobre su  actitud, sino que aprovechó la oportunidad para dejar constancia, a nombre  de Cuba, de cuáles eran los propósitos de la revolución, los derechos que le asistían para determinar el futuro del país, la mejor manera de lograr un rápido retorno a la normalidad bajo un gobierno cubano y la absoluta determinación favorable a la independencia que animaba al país, todo ello expresado con altivez, pero sin provocativa arrogancia y con una  apreciación de la realidad tan precisa y digna, que ese documento era por sí sólo prueba elocuentísima de la preparación de los cubanos para gobernarse”[6]
Dentro de la obra aparecen momentos contradictorios- en sus finales- que a mi modo de ver atrapan a Portell Vilá a pesar de su discurso antiimperialista, para ponerse de acuerdo con la posterior vida republicana; afirma que con el Tratado de París  quedaba claro que “….una personalidad independiente quedaban reconocidos”[7].  Más el compromiso; que un sentido crítico de la historia lo  lleva a afirmar que, “Solamente ese pueblo que afirma Guerra, pudo rehabilitar a Cuba y prosperar a pesar de la explotación imperialista y de la economía impuesta por este último hasta alcanzar el grado de adelanto actual y que culminará en su redención nacional sobre firmes bases económicas, sociales y políticas que ya van consolidándose”[8]. Para señalar que han existido progresos.
En la introducción del autor a la obra aparece:

“…pero no es menos cierto que la fulminante invasión de la Isla, de Oriente a Occidente, por las tropas mambisas, y la obra de construcción de las grandes fincas, cuyos propietarios eran o indiferentes o partidarios de España, llevada a cabo por los soldados de Gómez  y Maceo, efectivamente preparó el campo para que la economía cubana de la postguerra no hubiese sido la de tipo colonial, hasta entonces existente, basada sobre la producción de grandes cantidades de azúcar a bajo precio. En nuestra opinión, que explicamos en detalle en el texto de esta obra, la Revolución Cubana cumplió sus objetivos económicos, preparatorios a la distribución de las tierras, el surgir de la pequeña propiedad rural, la abolición del monocultivo, el aumento de la producción de artículos de consumo y la liberación, en suma, del pueblo cubano como dueño del suelo y los recursos de la patria”[9].
Para el momento en que se escribe la obra, está absolutamente claro cuál ha sido el papel de los Estados Unidos en los derroteros políticos y económicos de dominio de Cuba a los Estados Unidos. Portell Vilá no está al alcance de poder comprender  en el ámbito económico lo que ocurre a finales del siglo XIX, ni lo que tiene lugar con la instauración del primer gobierno cubano el 20 de mayo de 1902.  No alcanza a ver los rejuegos políticos en el campo del mambisado que determinarían el enclaustramiento de la causa independentista; al no concebir lo que en el orden económico existe; no puede explicar los sutiles movimientos superestructurales que la conforman, de ahí que quede atrapado sólo en la fórmula anti ingerenciastas, característico de otros tantos historiadores de la época; aún cuando ya era un hecho el proceso revolucionario fenecido  de los años 30, en el que no se aprecia algún tipo de vínculo por parte del autor; no puede en ningún caso explicárselo porque no se ha a cercado al marxismo. 

Está probado con creces que los límites de la propiedad con la guerra y su conclusión no fueron alterados, ni la causa independentista se planteó cambiarlos,  en esencia la propiedad privada estaría formando parte de la nueva república, incluso en la que el propio Martí había diseñado. Si lejos estuvieron los objetivos políticos que Martí preconizó de cumplirse, más lejos estuvieron  los económicos, Vilá  no podía explicar estos fenómenos.

Existe un embrollo mayor en el pensamiento de Portell Vilá cuando trata de explicar la propuesta de arreglo económico para Cuba que habían diseñado los Estados Unidos:

“Pero  si la Revolución cumplió con tales propósitos, también es verdad que la intervención norteamericana en la lucha contra España y la ocupación militar de Cuba por las tropas de los Estados U nidos, restablecieron la economía colonial a beneficio de esa nación con exclusión definitiva de España”[10].
Un nuevo tipo de dominación implantado por los Estados Unidos en Cuba, que difiere al de España, pero que expresa bajo otras formas un nuevo tipo de continuidad  del colonialismo, no puede ser explicado, de ahí que absolutice  sobre el papel de los Estados Unidos en el “restablecimiento” de la economía en la nueva república. Con relación a los Estados Unidos y sus órganos de poder señala:

“…, tras los órganos de gobierno y sobre ellos mismos, surgió una clase dominante por la influencia de su riqueza, la misma que hasta hoy se hace sentir en la vida nacional norteamericana sin asumir el poder por sí misma, sino contentándose con influir desde la sombra, con mayor o menor fortuna según los tiempos y los hombres, en el establecimiento y dirección de la política interior y exterior de los Estados Unidos en todos sus aspectos. Sería inexacto  decir que esta plutocracia, tan característica de los Estados Unidos, ha significado la completa desaparición del régimen democrático en ese país”[11]
La visión aprehendida de los Estados Unidos le da un juicio  certero sobre ese país, pero no alcanza a ver que en la década del 30 del siglo XX, esa plutocracia no actuaba ya desde las sombras, sino se engarzaba al poder mismo. 

Da pruebas hasta donde había calado su pensamiento con relación a los Estados Unidos y su papel ingerencista, no solo en Cuba, sino en América Latina cuando señala que:

“ El proteccionismo arancelario, las nuevas interpretaciones de la Doctrina Monroe, la lucha entre los silverites y los partidarios del golf Standard, la agresiva campaña de inversiones en el extranjero, las tentativas para dominar el mercado latinoamericano con un insincero movimiento de cooperación internacional que se denominó panamericanismo, y otras novísimas características de la vida nacional norteamericana a partir de 1878, no son sino consecuencias de la economía regional y de la preponderante influencia de la plutocracia que surgiera después  de la Guerra de Secesión”[12].
Portel Vilá no  puede desentrañar la telaraña de intereses entre los propósitos norteamericanos y  la propuesta de un gobierno llamado  republicano, que virtualmente se pondría al servicio de los nuevos intereses de aquel país de ahí que expresara que: 

“Cuando se tiene en cuenta que Cuba se levantó de semejante postración con sus recursos y con su trabajo tan pronto como hubo una dirección política organizada que pusiese en marcha la maquinaria administrativa y aunque esto último estuviese confiado a lo que Chapman llama con justicia …the provincialism and lack of experience of the  American people in anything like colonial affaire. se llega a la conclusión de que el pueblo cubano le está reservado un espléndido porvenir, a tono con las extraordinarias pruebas de vitalidad y de espíritu progresista que ha venido dando”[13].
El sólo hecho de reconocer que los  gobiernos posteriores al 20 de mayo del 1902, habían dado pruebas de “vitalidad y de espíritu progresista”, lo lleva a conciliar  con las acciones que estos promovieron en sus relaciones con los Estados Unidos y lo acerca a la justificación de los actos norteamericanos en Cuba en los primeros 38 años de vida “republicana”. Su obra es contradictoria en  sumo grado a pesar de las críticas que ofrece sobre los Estados Unidos y que en sus términos generales  pueden considerarse, a pesar de sus limitaciones, como acertadas, muy a pesar de su papel conciliador. 

A mi modo de ver expone una visión de la nación cubana de finales del XIX y principios del  XX que lo coloca  fuera del escenario de la lucha de clases y de las principales batallas  que hasta ese momento se escenificaron por el pueblo cubano; ¿es representativo de una corriente de reafirmación de la cultura nacional?; por su prolifera obra relacionada con estudios e investigaciones históricas, no cabe la menor duda que sí; es representativo de un grupo de intelectuales que no asume el cambio revolucionario, en tanto  lo toma como evolución; estando a su amparo una fuerte influencia de la escuela norteamericana, en tal sentido: 

“El positivismo fue  asumido y cultivado en  Latinoamérica como      una filosofía optimista llena de confianza en el hombre,  la capacidad creativa de su  pensamiento , en      la cultura,  en la ciencia,  en el progreso, el desarrollo      industrial,  aliada al liberalismo y a la defensa de la  democracia   burguesa. Esas ideas   resultaban   muy avanzadas para  los  países   latinoamericanos,   recién      liberados en su mayoría del colonialismo español y enfrascados entonces en profundas      luchas  entre  las  oligarquías retrogradas  y  la  naciente      burguesía nacional[14]
En los momentos en que la obra es publicada, la economía de Cuba está topada totalmente por la penetración del capital extranjero, fundamentalmente el norteamericano y la situación cubana transita por una crisis permanente. Aún cuando Vilá avizora esta situación no presenta un enfrentamiento decisivo  en el orden de la ideas de la situación presentada  para Cuba, no es radical en su pensamiento en este particular, asume el principio de la penetración y de lo que representa para la nación cubana, pero no es radical en el enfrentamiento a las oligarquías que tiran hacia el norte en esa entrega constante de la riqueza nacional.

Conclusiones

Existe una densa producción historiográfica en Herminio Portell Vilá; parte de la cual es publicada  en el exterior del país, sobre todo los Estados Unidos.
Presenta en la obra citada un esquema de análisis positivista; de corte antiimperialista; de acercamiento a la corriente romántico nacionalista.
La obra tiene como virtudes exponer detalladamente en un orden cronológico las relaciones que se establecen  entre Cuba, los Estados Unidos y España desde 1878 y hasta el año 1899. Tiene  como base para el análisis una amplia fuente documental que sostiene  los criterios del autor.
El objetivo propuesto por Vilá sobre las relaciones triangulares siempre en detrimento de la Isla de Cuba están satisfechas en la obra a pesar de las limitaciones apuntadas, lo cual es característico del historiar  de la década del 30 del siglo XX.
Herminio Portell Vilá está alejado -a pesar de tener una posición crítica hacia los Estados Unidos- de los verdaderos intereses del pueblo cubano en el enfrentamiento a las oligarquías nacionales y hasta el propio imperialismo norteamericano; no puede por tanto comprender el camino de esa lucha que se ha agudizado en la misma medida que la dependencia ha sido mayor.  No se puede esperar de él en esta época otra alternativa de pensamiento.

Publicaciones:

Historia de Cárdenas. La Habana 1928.
El pasado glorioso como lección de energía. La Habana, 1928.
La decadencia de Cárdenas. La Habana, 1929.
Narciso López y su época. La Habana, 1930. Volumen primero.
Céspedes el  Padre de la Patria cubana. Madrid, 1931.
Sobre la vida y obra de Pedro J. Guiteras. La Habana, 1932.
Cuba: Past and present. Washington, DC, 1933, en Studies in Hispanic American Affair. The Caribbean Area,  publicación de The George Washington University.
Cuban Students and Machado´s Bloody Tyranny. Washington, DC, 1933.
What the Platt Amendment has Meant to Cuba. Washington, DC, 1933.
Cuba y la Conferencia de Montevideo. La Habana, 1934.
La Biblioteca y el  libro cubanos como factor sociológico. La Habana, 1934.
Martí, Diplomático. La Habana, 1934.
The Non-Intervention Pact of Montevideo and American Intervention in Cuba. La Habana, 1935.
Cuba y la independencia de los Estados Unidos. La Habana, 1935.
Sobre el ideario político del padre Varela. La Habana, 1935.
On the Civilization of the Two Americas. Asheville. NC, 1937.
La economía regional de los Estados Unidos: su influencia en la grandeza y la posible decadencia del país. La Habana, 1937.
La población negra norteamericana como factor de la vida nacional. La Habana, 1937.
El esfuerzo panamericano por la independencia de Cuba. México, DF, 1938.
El gobierno de Polk y las conspiraciones cubanas de 1848. La Habana, 1938.
Problemas de población de razas en los Estados Unidos: resultantes sociales y problemas del futuro. La Habana, 1938.
Lo español en los Estados Unidos. La Habana, 1938.
Evolución histórica de la política y la democracia en los Estados Unidos. La Habana, 1939.
Bolivar y el panamericanismo. La Habana, 1939.
Los prejuicios raciales y la integración nacional norteamericana. La Habana, 1939.
El New Deal norteamericano. La Habana, 1939.
Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España. La Habana:
Volumen I, 1512-1853. 1938.
Volumen II, 1853-1878. 1939.
Volumen III. 1878-1898. 1939.
Historia de la revolución universitaria cubana, 1922-1935
Narciso López y su época. Volumen II
Narciso López y su época. Volumen III.



Referencias
[1] Portell Vilá, Herminio. Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España. Tomo III(1878-1898). Primera Edición. Jesús Montero Editor. La Habana, 1939. Pág. 7
[2] Idem. Pág. 8
[3] Idem. Pág. 9.
[4] Idem. Pág. 16
[5] Idem. Pág. 17

[6] Idem. Pág. 513.
[7] Idem. Pág. 537.
[8] Idem. Pág. 541.
[9] Historia de Cuba en sus Relaciones  con los Estados Unidos y España. Herminio Portell Vilá. Jesús Monteros Editor. La Habana 1939. Pág. 8.
[10] Historia de Cuba en sus Relaciones  con los Estados Unidos y España. Herminio Portell Vilá. Jesús Monteros Editor. La Habana 1939. Pág. 9
[11] Historia de Cuba en sus Relaciones  con los Estados Unidos y España. Herminio Portell Vilá. Jesús Monteros Editor. La Habana 1939. Pág. 13.
[12] Idem. Pág. 14
[13] Idem. Págs. 543-544
[14] Pablo Guadarrama

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