martes, 2 de octubre de 2012

Mi amigo Roldán



Una nueva denuncia de Cuba contra el bloque  de los Estados Unidos ha tenido lugar nuevamente en la Organización de Naciones Unidas; el hecho, ya retórico, manifiesta cada vez con mayor fuerza la burla que ante los ojos del mundo comete ese país. Es la comidilla cubana de la calle en estos días; también de conversaciones entre compañeros  y amigos, donde casi siempre se termina  abordando la difícil situación en la que viven los cubanos por la inaguantable situación de una práctica que todos consideran obsoleta, pero que no lo es para el gobierno de los Estados Unidos, pues entienden que con tal sistema ahogarán al país más tarde o más temprano. 

En la tarde, camino de casa,  un conocido amigo me hace la “media”; un poco molesto me dice que está cansado de ver tantos carretones en la calle; ensucian las calles  y le parece estar viviendo en la Edad Media; al no recibir ningún comentario de mi parte;  me  pregunta directamente, tú estás de acuerdo con esta situación que no parece nunca acabar; sigo en silencio;  se molesta y me incrimina con un tema filosófico,  ¿ dónde  está la  teoría para la construcción de una nueva  vida?; lo  interrumpo cuando ya de nuevo preparaba su pistola para descargarme; Roldán, le digo, has visto  o leído la intervención de Bruno en la ONU; me responde que no; le objeto que no tenemos por qué apernarnos por los carretones de caballos, es una situación transitoria que tiene  origen en los graves problemas del transporte; no  satisfecho con mi respuesta, queda callado para luego exaltarse; no me dirás que también  es por el bloqueo; a lo cual le respondí  en tono populachero, “donde si no”.  Me incrimina nuevamente con una nueva;  por qué se “ha tirado” tanta gente a la calle que ahora están en negocios particulares; en tono jocoso le dejo claro que aún sobran más; pues uno de los problemas que ha tenido la  benevolencia cubana, arrastrada durante años y años es precisamente haber inflado las plantillas, repercutiendo negativamente sobre la productividad del trabajo, caldo de cultivo para la indisciplina social.

Por unos minutos trato de abordarle el tema sobre las circunstancias actuales del proceso  económico en Cuba; las excepcionalidades  nuestras con relación a otros países que  iniciaron   la  “construcción” del socialismo; pero que por determinadas circunstancias, acontecimientos, desviaciones y dejaciones, terminaron en la  olla, sazonados bajo las leyes del mercado capitalista.  A esas alturas mi amigo Roldán  solo escucha; no responde, ni se inmuta. Como un caballo desbocado vuelve a la carga sobre los precios de los productos a los cuales le es imposible llegar aún con el doble de lo que actualmente gana. Ciertamente es así, le respondo; pero las causas están dentro del sistema económico y mientras no se resuelvan, sobre todo aquellas en las cuales los hombres tienen la principal respuesta: trabajo, trabajo, y más trabajo; que es la base de la riqueza material, sin eso, mi amigo nunca llegaremos a ninguna parte.

Más tranquilo, le pregunto a qué se debían sus exaltaciones; si era conocedor de los problemas como cualquier cubano de calle; calla por unos instantes y declara;  he sido defensor de todo durante años y sufro por todo lo que está pasando; entonces, le tiro el brazo por el hombro y lo invito a un trago de ron.

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