Hassan Nasrallah |
No existe ningún medio que en alguna medida se
halla referido a los acontecimientos que tienen lugar en el Medio Oriente, los
de mayor poder e influencia dedican extensos espacios a dar continuidad a todos
los hechos en “pleno desarrollo” que tienen lugar; visiones políticas,
editoriales, opiniones, entrevistas etc, surcan a cada minuto los medios
digitales e impresos; criterios
encontrados, similitudes de opiniones,
opositores, tendencias y una
cromática gama de adeptos y desafectos, cristianos, no cristianos, musulmanes,
antisemitas, sionistas etc, etc, etc, emiten desde sus perspectivas
filosóficas las posibles soluciones para
la región, o preconizan desde posiciones arrivistas las nefastas consecuencias
que el mundo árabe puede determinar para el mundo.
Para
un conocedor de esta región como Hassan Nasrallah, “la naturaleza de los
conflictos que hoy existen sobrepasa la cuestión de las religiones y de sus
diferentes denominaciones” [1] , en
esencia responsabiliza en lo fundamental al estado sionista de Israel por el
actual sistemas de cosas que predominan y que hacen imposible cualquier intento
unitario de solventar los conflictos.
No es menos cierto que los conflictos en la
región no son exclusivos de la segunda mitad del siglo XX son fundacionales, pero en ninguna medida
puede exagerarse el papel de Israel en la región, pues aunque le corresponde
una cuota importante, existen otros factores
que no son políticos, nos estamos refiriendo a lo que
en su subsuelo existe: oro negro.
Las
potencias imperiales son la causa del surgimiento de Israel, y el petróleo la energía que ha movido a los más mezquinos
intereses políticos para engrosar el capital del mundo occidental; la actual
vitalidad del Estado de Israel es tan solo posible gracias a la sustentación de
occidente, de otra forma, no hubiera sido posible su surgimiento y sostén.
No
obstante Nasrallah admite que:
“Hay este y
oeste. Hay norte y sur. Hay tribus y clanes, etc. Hay estatutos sociales y
tendencias diversas y variadas. Por consiguiente, no es justo caracterizar el
caos, los desórdenes y los desafíos que existen actualmente en la región con
una dimensión religiosa y sectaria. No es justo limitar a eso lo que está
sucediendo porque la realidad es mucho más compleja”.[2]
Las
diferencias encontradas de la región son vulnerables para las tendencias de
unidad que ocasionalmente asoman, de ahí
la alta complejidad del caso sirio, por solo citar lo que tiene lugar hoy, pues viene a seguir
confirmando que son los recursos los que están en disputa, donde la excusa
dimensionada es la salida de Assad del
gobierno, tras esa cortina se
trata de engatusar a la opinión pública,
pero en los salones donde se tejen los conflictos y se mueven los hilos de la
alta política está claro de que lo indispensable para el caso son las materias primas.
Para
él, “Lo que ha sucedido y lo que está
sucediendo en esta región es en gran parte por culpa de esa entidad y en
beneficio de esa entidad, de su estabilidad y de su preservación” [3] se
está refiriendo a Israel; no
precisamente al FMI, Banco Mundial o Los
Estados Unidos.
Por otra parte los Estados Unidos tratan de desmarcarse de la convulsa región
para lo que queda de siglo XII:
“Para elevar
las exportaciones estadounidenses, respaldar los empleos norteamericanos, y
lograr igualdad de oportunidades en los mercados en crecimiento de Asia,
tenemos la intención de completar las negociaciones para una Alianza
Transpacífica. Y, esta noche, estoy anunciando que iniciaremos conversaciones
para una Alianza Transatlántica de Comercio e Inversión amplia con la Unión Europea,
porque el comercio que sea libre y justo a través del Atlántico sustenta
millones de empleos americanos bien remunerados” [4]
Se reforzará el papel de Israel en la región,
aún cuando la geoestrategia de occidente se mueva en términos globales hacia el
Pacífico; pero la región no dejará de ser el jugoso manjar que es por sus incalculables yacimientos de petróleo
y gas; pues no solo es de interés para occidente, lo es también para países
como China y Japón.
Para
nada se menciona en la referida alianza
al mundo árabe, más bien se omite con
toda intención, pues es la
añeja Europa el móvil para el encuentro
con las economías mal llamadas emergentes; en términos políticos se pretende
más la desactivación de esas economías
que el “próspero” comercio.
Habrá
que seguir lidiando con Israel, pero para Nasrallah debe quedar claro que la
génesis de las contradicciones que mueven hoy al mundo árabe tiene un
fundamento económico, donde las actuales contradicciones entre grupos, sectas,
religiones, clanes, etnias, estados etc,
son un componente adicional. No se
puede estigmatizar a la región con la
expresión de que “siempre ha tenido
guerras”, pues viene a ser una excelente
justificación para seguir argumentando la necesidad de sostenerlas.
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