Resistirse
a la noticia es poco común en estos tiempos, pero me opongo a creer en la
muerte cuando en la vida se ha construido una obra de alcance universal, que
trasciende las fronteras de los siglos porque inevitablemente queda en la
memoria histórica de una y múltiples sociedades, en tales casos cerrar los ojos
es tan solo el tránsito hacia la eternidad
de las ideas. Chávez es de los
hombres que caben en el selecto grupo de
la inmortalidad humana.
La América del sur, la de los indios, la del salitre, de las pampas, los llanos, las grandes selvas,
los grandes ríos, de las empinadas alturas, cimbran para hacer más firmes las
razones de la dignidad de los hombres cuando es honorablemente defendido el
decoro de los sufridos, desplazados, maltratados y hambrientos, en resumen de
los que son oprimidos de alguna u otra forma; de ese lado se encontrará con
múltiples enemigos al acecho; pero reconforta la grandeza de la obra; es el ejemplo que nos lega Chávez en su bregar
por una América Latina diferente.
Si
de alguna manera la concepción martiana sobre el equilibrio del mundo tiene
vigencia, está en el espíritu chavista por la unidad latinoamericana enfrentada
al común enemigo de todos los tiempos: Los Estados Unidos.
Haber llegado a una América Latina diferente tiene un apóstol;
continuador de las ideas de Simón
Bolívar, pues fue su sabia en su accionar diario no ya en Venezuela, sino en el
continente.
Las
primeras horas convulsas, de desesperación, sosiego y nostalgia nos envuelven;
al transcurrir el tiempo desaparecerán en la medida que seamos capaces-los que
seguimos- de hacer cotidiana su obra por las mismas aspiraciones que lo
llevaron a ocupar un pedestal en la historia de nuestra época, así son los
grandes hombres, útiles, muy útiles, quizás más, después de muertos.
Llorarlo
no implica deshonra ni demérito, todo lo contrario, refuerza y da firmeza de
espíritu; es la hora de la marcha unida y así
ha de ser, desde el Bravo hasta la Patagonia
porque no caben deslices ni apartados para el hombre que lo dio todo por
la emancipación de todo un continente.
La
obra no está ni agotada ni inconclusa, seguirá adelante en manos firmes,
la doctrina que ya probó su validez en
la práctica política de la América Latina
y Caribeña, continuará, ese será el mejor legado que podrá ahora comprometer a
los continuadores por la patria grande que Chávez soñó.
Como
cubano, seguidor de las ideas de Chávez me sumo al dolor de la América toda,
convencido de que los hombres no son inmunes, que pueden abortar su vida en el esplendor de la vitalidad
necesaria, los cubanos sabemos bien lo que eso significa en determinadas
circunstancias históricas; por esa experiencia acumulada proclamamos que la
hora es de UNIDAD LATINOAMERICANA.
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