El investigador y ex diplomático Peter
Dale Scott ha dedicado una buena parte de su trabajo a demostrar la permanente
existencia de un Estado profundo, más allá de las apariencias en los Estados
Unidos de Norteamérica.; ha expuesto cómo acontecimientos trascendentales en
varios países han estado unidos por una lógica secuencial en el tiempo,
originaria desde los principales centros de poder , públicos o encubiertos,
contribuyendo a prorrogar en unos casos
o a expandir en otros el poder del estado sobre la nación o a ampliar su presencia expansionista en diferentes
áreas geográficas de prioridad. Sobre este particular asunto señala Scott:
“ los vínculos de la red Gladio con
prolongadas campañas de violencia bajo bandera falsa –en las que nuevamente
aparecen implicadas la OTAN
y la CIA– se
conocieron posteriormente en otros países, como Bélgica y Turquía [10]. Quisiera señalar que Estados Unidos,
al igual que Europa, ha sufrido también una sucesión comparable de
acontecimientos profundos estructurales bajo bandera falsa. Esto incluye
atentados con bomba que, siguiendo una misma estrategia de la tensión, han
llevado sistemáticamente Estados Unidos a su actual situación: un estado de
urgencia”. [1]
No es nuestra intención abordar una
temática bien fundamentada, sino tratar desde el ángulo de las tensiones, las
interconexiones que existen entre esos acontecimientos-además de existir otros-
y lo que denomino como “equilibrio de tensiones” una vez finalizada la
II Guerra
Mundial, y el advenimiento de la guerra fría en el escenario
internacional; pues desde la perspectiva que Scott lo trata está encaminado a exponer los
impactos que provocan esos eventos en la
sociedad.
Desde mi concepción esos acontecimientos
han tenido además de un diseño-ya demostrado- que denomina “Estrategia de la Tensión”, una repercusión
hacia el exterior; que en última instancia será la razón misma de la
“estrategia de la tensión”. La campaña
anti comunista que una vez concluida la II
Guerra Mundial tuvo lugar contra el recién constituido
Sistema Socialista, estuvo precedida por una cruzada de propaganda destinada a tensionar la
sociedad en Estados Unidos bajo el
pretexto de la amenaza al mundo “civilizado” occidental, pintando de
rojo-sinónimo de destrucción y muerte-cuya finalidad fundamental inmediata fue
la creación de la OTAN,
justificación para desatar la carrera armamentista ante los ojos incautos de
una sociedad psicológicamente influida por el temor, aterrada ante el impacto
atómico de un agresor sin escrúpulos.
El Sistema de Seguridad Colectiva del Tratado de Versalles se
Institucionalizó con la creación en Washington en 1949 del Tratado del
Atlántico Norte. En su artículo 5 estipula que en caso de una agresión contra
un Estado miembro compromete a sus miembros a tomar las medidas necesarias
"incluyendo el empleo de la fuerza armada para restablecer y asegurar la
seguridad en la región del Atlántico Norte".
Las consecuencias de lo que hacia el
interior de la sociedad norteamericana venía sucediendo bajo el influjo de una
diseñada campaña de difusión anti soviética,
llevó a que en el sistema de relaciones internacionales aparecieran los
grandes bloques militares de ese entonces: La OTAN y el
Pacto de Varsovia. Las tensiones creadas hacia el interior, derivaron en
tensiones extendidas en las relaciones internacionales entre los dos sistemas
hegemónicos.
La victoria sobre la maquinaria hitleriana
mancomunadamente lograda a costa de millones de pérdidas humanas dejó a Europa occidental desvalida, sin opciones
económicas y políticas ante los Estados Unidos; a partir de entonces las
rediseñadas democracias no serías ni
auténticamente nacionales, ni económicamente independientes; se hizo sentir la
penetración norteamericana en todos los órdenes de la vida europea; de ahí que
lo que fuera bueno para Norteamérica, debía ser seguido también en Europa; por ello el primer punto de
encuentro con el comunismo debía estar bajo los mismos efectos: tensiones.
Los costos económicos de tal empeño
formaron parte de la ganancia de una parte, que la hacía más “robusta” cada
día; y de un desvelado empeño por no quedar a la zaga por la otra, a costa de
inversiones descomunales que socavaron las propias bases económicas del
sistema, que lo puso en absoluta desventaja en aquella “emulación” entre
sistemas, pero que logró en lo posible sostener un equilibrio a pesar de las
tensiones, hasta que en 1989 se derrumba sin haberse utilizado siquiera un
cohete convencional.
La historia posterior a ha venido a corroborar que la Guerra Fría estuvo bajo el
influjo de un “equilibrio de tensiones”, entre las partes; siendo durante ese
largo período su momento más escabroso la llamada “Crisis de Octubre”; “Crisis de los Misiles” o “Crisis del Caribe” en el año 1962.
Negociaciones, rupturas, reaperturas y
amenazas han formado un gran catálogo en las relaciones de la post guerra, que
no ha roto el equilibrio-por lo menos hasta hoy-como para desencadenar una
guerra que como se proyecta hoy, no tendrá vencedor, sino destrucción
generalizada de las partes, con consecuencias devastadoras para el sistema ecológico
mundial.
El 11 de septiembre del 2001, marca un
nuevo evento profundo de la estructura de la sociedad Norteamérica según Scott,
de tensiones, recrudecimiento y alteración del orden jurídico e institucional
para esa nación donde el poder se afinca
ante un enemigo llamado terrorismo, “que sabe de dónde parte”, suficiente para
poder remover hasta los cimientos a la sociedad norteamericana: persecución,
acoso de la vida privada, interferencias en los derechos elementales de la
convivencia, serán algunas de sus manifestaciones que el poder dejará asentado para un nuevo siglo; se fabrica un
período de tensión; todo un acontecimiento profundo; que no solo quedará
a merced de la política interna; su dimensión cruzará otras fronteras al más
alto nivel; revolucionará las concepciones estratégicas: “novedosa” concepción
militar de cara a la primera década del
siglo XXI; abrirá nuevos expedientes en la política exterior del Departamento de Estado fijando concepciones geo estratégicas y de rediseños
económicos expansionistas.
Lo que está absolutamente corroborado hoy es que el 11 de septiembre llevó a la invasión de Irak bajo
falsas pruebas, tejidas desde los
centros ocultos de inteligencia; ha conducido
a mostrar “pruebas” del programa
nuclear iraní que dicen existe pero no
expuestas clara y convincentemente; tales derroteros son los que hoy asumen con
los infundíos sobre la utilización de armas químicas por el Ejército Sirio. Todas y cada una de
las acciones dirigidas hacia esta región pasan por el tamiz de los grandes
intereses sobre el petróleo, el gas y
geografía estratégica de la región.
Lo
expuesto con anterioridad es la
demostración de la intimidad de vida de la política interior de los Estados
Unidos con su quehacer fuera de sus fronteras; pues inevitablemente pasa por el
prisma de la crisis de la economía norteamericana; estamos entonces ante un nuevo escenario de
tensiones, equilibradas desde la Casa Blanca
y de las que no son blancas; convirtiendo la zona en un
posible escenario de guerra, donde no escapa la utilización de
armas nucleares.
En el Asia se reviven las viejas añoranzas
del genocidio atómico de la II Guerra
Mundial; el conflicto coreano, es una carta de juego bien utilizada por los
estrategas políticos de occidente para alcanzar una alta presencia en el
Pacífico; el programa nuclear coreano y
su utilización con fines militares es solo el slogan ante el mundo, la realidad
es bien diferente; no es Corea el propósito de alcance; sino un dragón que
desde los últimos veinte años del pasado siglo sigilosamente se desplaza,
avanza y rivaliza con el principal centro hegemónico mundial; los pronósticos sobre China, suenan aterradores en las calles de Nueva York;
ello justifica tensionar la zona y jugar al equilibrio de ellas convenientemente,
sobre la base de cálculos concebidos de antemano.
Por último la confrontación
ruso-norteamericana merece una atención que difiere de las demás, primero por
ser añeja; y no ser enterrada en 1989; como románticamente creyó Gorbachov que
ocurriría. Al período de conmoción-de corta duración-siguió un rápido y
acelerado desarrollo sobre la base de los resultados logrados en la ciencia por la Unión
Soviética; trabas institucionales, dogmáticas,
burocráticas; y de centralismo entre otras, dejaron atrás el inmovilismo
soviético; mostrando una nueva Rusia federada que aunque no soviética, transitó
rápidamente a los primeros planos de la economía mundial, apostando por la
renovación del poderío militar anterior alcanzado; lo que solo es posible cuando
existe una vigorosa economía que lo sustente.
La
tensión entre viejos enemigos ha adoptado una nueva fisonomía en tanto Rusia
sigue considerando en política a los Estados Unidos como su principal
contrincante, apostando por su derrocamiento definitivo para el presente siglo;
la posición cada vez más enfática de
Rusia en el BRICS así lo demuestra. El juego te tensiones se encuentran en la cuerda floja; si hasta el
momento no han adquirido otras dimensiones es
debido a la capacidad de respuesta que históricamente ha demostrado
el país de la Siberia, lo que es bien
conocido por los tanques pensantes del Potomac.
La Guerra Fría fue a escala mundial un juego de
equilibrio de tensiones, no tuvo un
deceso con el entierro del Sistema Socialista Mundial, sigue, porque en
definitiva, el poder imperial para poder sustentarse debe ser hegemónico, no le
caben alternativas.
[1] Peter Dale Scott.
La Estrategia
de la tensión a través del 11 de septiembre, el asesinato de JFK y el atentado
de Oklahoma City. Red Voltaire.
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