Un emigrante cubano me aborda el
tema del anexionismo en Cuba después del 1 de enero de 1959, le
sugiere que ha estado presente siempre en una parte de la sociedad cubana, que
según él, es más fuerte ahora, después de los pronunciamientos del 17 de
diciembre del 2014 realizadas por el gobierno de los Estados Unidos y de Cuba,
que aunque no vive en la isla, ve una fuerte
tendencia en internet de pronunciamientos desde algunos “periodistas”,
llamados independientes, que no hacen otra cosa que reforzar esa tendencia; le
parece normal que esa tendencia-anexionista-exista en una parte de la comunidad
cubana en la Florida, pero observa como anormal en Cuba, tal es su forma de
pensamiento en cuanto al asunto.
Sin
entrar en el debate, prefiero el análisis desde la historia misma, o sea desde los orígenes
del anexionismo en Cuba, quizás desde los pronunciamientos de José Antonio Saco
sobre la anexión de Cuba a los
Estados Unidos y su manera entonces de
enfocarlo desde la pérdida de la identidad misma, en una etapa en que los pronunciamientos
sobre la nación parecían una herejía para la sociedad criolla, ni podían caber
en el centralizado poder colonial español. No obstante su aparición como
corriente de pensamiento se hizo inevitable en la década del cuarenta del siglo
XIX, con bandera propia y una explosividad inusitada, más como una forma de
separación de España que como tendencia anexionista consciente; peliagudo tema
para el análisis, pues incluso hoy los historiadores aún no se consagran por
una sola línea, lo que a mi juicio es
acertado dada la complejidad de la época en que tiene lugar, en una sociedad
criolla que solo ve afectar sus intereses si se elimina la esclavitud, viniendo
la repulsa, si se trata de la propia España; las cajas de azúcar son el sostén
y desarrollo de la ideología de aquella élite o oligarquía, llamada por los
historiadores como sacarocracia.
La bandera que hoy preserva el
patrimonio de la nación, es aquella, la de Narciso López, el haz protagónico
del camino anexionista hacia los Estados Unidos, seguido por una parte de los
hacendados criollos que veían en la esclavitud sureña norteamericana la
continuación de su sistema de poder, con todos aquellos que lograron arrastrar,
blancos, negros, libres o esclavos,
chinos o de cualquier otro estrato o capa social en aquel pretendido
levantamiento en 1848. Por tanto la primera interpretación clara que hay que
dejar es que tuvo un origen justificado
para un sector de hacendados, donde las causales económicas están presentes en
la década del cuarenta del siglo XIX bajo el sistema colonial español; segundo,
que no es un movimiento homogéneo de la élite criolla, es solo una pequeña
parte de ella, aunque diseminada la intención en varios lugares del occidente y
centro oriente cubano.
Extirpada la intención después de varios intentos, hacia el año
1852, la tentativa no se repetirá, pero tendrá sus derivadas que se entroncarán
con el propio movimiento generado, de enfrentamiento a la metrópoli española en
los años que siguieron hasta culminar con el levantamiento independentista del 10 de octubre de 1868. Antes
había tenido en el seno de aquella nación norteña un acontecimiento
trascendental que definiría los derroteros de su futuro, la eliminación de la
esclavitud en la guerra que entonces tuvo lugar(1861-1865), conocida como
Guerra de Secesión; La Unión(estados norteños), aplastaron definitivamente el
sustento esclavista del sur, dando vía libre a las relaciones capitalistas de
producción. Para ese entonces las viejas aspiraciones de los hacendados
esclavistas de la isla ya no tendrían
lugar en una nueva época donde el sistema esclavista no podía tener cabida;
aferrados-como antes-a las cajas de azúcar con sujeción esclavista; no les
quedó otra que seguir optando por las reformas de muy mala gana con España; lo que no excluía
que las miradas hacia el norte se hubieran extirpado del panorama insular,
sobre todo en una parte de los hacendados de la región centro oriental,
tendencia particularmente fuerte en Puerto Príncipe, en el Camaguey.
Iniciado el proceso independentista
cubano el 10 de octubre de 1868, las tres regiones
involucradas(Oriente-Camaguey-las Villas), con posiciones deferentes, reflejo
de las tendencias regionales que entonces existían; tenían ante sí la
incuestionable necesidad de alcanzar un marco mínimo de unidad para poder
llevar adelante el movimiento. Aunque con posiciones ideológicas diferentes,
asumieron el reto de alcanzar el
propósito, sin el cual resultaría imposible la continuidad de la guerra ya
iniciada; fue la Asamblea de Guáimaro(10 de abril de 1869), el hecho histórico
trascendental de dar inicio al proceso de unidad, cuyo resultado fue la creación de una
carta magna y un gobierno, primer gran jalón en el proceso de formación
nacional; momento trascendental para determinar algunas particularidades sobre
el tema que nos ocupa, pues aunque se apreciaron algunas ideas acerca de la
anexión a los Estados Unidos, los grupos representativos de las tres regiones
se deslindaron de las tendencias reformistas y anexionistas. Tal deslinde
marcaría un momento inicial y definitorio en el trascurso del proceso
revolucionario cubano a través del siglo XIX, XX e incluso el recién iniciado
XXI. Así durante un largo período de tiempo, momento largo en la historia, la
corriente anexionista ha tenido sus destellos en Cuba, tanto en la república neo colonial, como después
del triunfo revolucionario de 1959, más la abrumadora mayoría de los cubanos
nunca se han propuesto ni la mención de la anexión, aún en los momentos más
críticos y importantes de ese proceso, pues no se aviene a los intereses, ni a
la propia identidad de una nación que se ha forjado al calor de un proceso
histórico donde quedó forjada una cultura y unidad nacional. No es de propósito
analizar el diferendo Cuba-Estados Unidos, pues este forma parte de la clara
convicción anti anexionista de los cubanos, pues el diferendo, solo ha
acentuado esa posición a lo largo del tiempo.
La exigua minoría que ahora se
alborota en torno a la idea de estar bajo las alas de los
Estados Unidos, son la expresión de la alineación de un sector minoritario, muy minoritario de transgredir el propio proceso histórico de formación nacional; el anexionismo, quedó muerto en la Asamblea de Guáimaro, para no renacer jamás en la Historia de Cuba como un propósito de la generalidad de los cubanos, ocultar esa verdad histórica es como querer apagar el sol con una gota de agua. De sus voceros, ni hablar, no gasto el tiempo en hacerle la mención, “no vale la pena”.
Estados Unidos, son la expresión de la alineación de un sector minoritario, muy minoritario de transgredir el propio proceso histórico de formación nacional; el anexionismo, quedó muerto en la Asamblea de Guáimaro, para no renacer jamás en la Historia de Cuba como un propósito de la generalidad de los cubanos, ocultar esa verdad histórica es como querer apagar el sol con una gota de agua. De sus voceros, ni hablar, no gasto el tiempo en hacerle la mención, “no vale la pena”.
Notas (Tomadas de EcuRed)
La Asamblea congregó a los representantes de las tres regiones en armas.
Por el Departamento Oriental asistieron Carlos Manuel de Céspedes, José María Izaguirre, Jesús Rodríguez y Antonio Alcalá. La representación camagüeyana la
integraban Salvador Cisneros Betancourt, Ignacio Agramonte, Miguel Betancourt Guerra, Francisco Sánchez y Antonio Zambrana, habanero este último pero
condiscípulo y amigo de Agramonte en las aulas universitarias. Los delegados
villareños fueron, Miguel Jerónimo Gutiérrez, Eduardo Machado, Tranquilino Valdés, Arcadio García, Antonio Lorda y Honorato del Castillo. Los delegados eran en su mayoría
terratenientes de las zonas centro – orientales y profesionales vinculados a
ellos, entre estos últimos se destacaba un grupo de jóvenes, Agramonte,
Machado, Zambrana, relacionados con los círculos patrióticos ilustrados
gestados en La Habana y fuera del país. A ellos se añadían
dos figuras procedentes de las capas medias de la población, los villareños
Arcadio García y Tranquilino Valdés. Era todavía incipiente el avance social
del proceso revolucionario, y en consecuencia, ni los negros ni mulatos, libres
o esclavos, ni el campesinado y otras fuerzas laboriosas del país, tuvieron una
presencia directa en la asamblea.
Los representantes reunidos en Guáimaro debían cumplir tres tareas
fundamentales. La primera de ellas entrañaba superar el estadio inicial de la
revolución, caracterizado por una dirección pluricéntrica, mediante la
constitución de un estado nacional reconocidos por todos, capaces de dirigir y
regular la acción independentista y, a la vez, hacer viable la ayuda exterior
en tanto representación legal de la nación en armas.
La segunda consistía en dotar a ese estado de instituciones de genuina
proyección nacional, algo especialmente perentorio en lo referido al Ejército Libertador que requería de un mando único para
la formulación de la estrategia y el desarrollo de las acciones militares. Por
último, aunque no en orden de importancia, se requería de una definición
programática que esclareciese el contenido social, antiesclavista, de la
revolución e imprimiese a esta una coherencia ideológica, puesto que si bien la
decisión independentista y abolicionista había estado presente desde el inicio
mismo del movimiento, aún quedaban por definir aspectos vitales del proceso y
realizar el imprescindible deslinde con respecto a formulaciones de otras
corrientes políticas, en particular del Anexionismo y del Reformismo.
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