El grito de independencia lanzado el 10 de octubre de
1868 por Carlos Manuel de Céspedes en la Demajagua, ni por asomo es expresión de la situación deprimente de de aquella parte de la Isla de Cuba en aquellos años; en otras partes, mucho antes
de aquellos acontecimientos, eran ya mención constante de las autoridades
coloniales, tal es el caso de la
Vila de San Juan de los Remedios; en 1853; según la prensa de
la época, se expresaba que:
“ El Teniente
Gobernador exige que se siembre y cultiven viandas y frutos del país para
evitar los precios caro “(….) “una de las cosas que más llama la atención es el
estado lastimoso e indigente en que vive la mayor parte de los sitieros y
vegueros de esta jurisdicción, pues cargados de obligaciones que sustentar las
tienen abandonadas como si ninguna tuviera contraídas, contentándose con
mendingar el favor del vecino laborioso(….)los que así viven pueden
conceptuarse, sin temor de equivocación, como vagos del partido” [1] .
Las contradicciones que estaban a flotes en tiempo
muy distantes al levantamiento, no eran
exclusivas para esa jurisdicción enclavada en la zona norte de la región
central de la isla; esta misma realidad es también palpable en la Villa de Santa Clara, y la
colindante Sancti Spíritus; aunque también se hace alusión de que en esa misma
jurisdicción-San Juan de los Remedios-se fomentan nuevos ingenios, entre ellos
“ La Julia”,
que fue adquirido por Edmundo Depestre y su mujer Juana Forbes y Millar; la “Asunción” de Juan Smith y Juan
Wilson; “Flor del Cayo” de Vicente y Luis Lavallette; “La Peria” y “Chimborazo” de los
norteamericanos Enrique Tomás Fales” [2] ;
ello es tan solo la manifestación del empuje azucarero que desde occidente
venían entonces acometiéndose; chocando con la fuerte reticencia de formas
productivas arcaicas como las haciendas comuneras, expresión de la división y
anarquía del agro colonial opuesta a todo intento de concentración productiva a
través de la plantación, que por ser esclavista profundizaba las
contradicciones; este empuje azucarero
hizo posible la entrada de hacendados provenientes de la jurisdicción de
Matanzas, así como de vecinos de aquellas tierras, movidos por el boom
azucarero.
Las cifras que nos ofrece Fortún correspondientes al
año 1858 expresan que, “Existían en la jurisdicción 51 ingenios o trapiches, 3
cafetales, 356 potreros, 26 haciendas de crianza, 813 sitios de labor, 69 vegas
de tabacos, 13 fincas, 1582 casas y el valor de la riqueza era de más de un
millón de pesos” [3]
, demuestran que es la jurisdicción
dependiente de las labores agrícolas y ganaderas, aunque se manifiesta
un auge de la plantación esclavista. Como se ha demostrado por la historiografía cubana, los plantadores y
hacendados eran también dependientes del capital comercial español; lo que era proclive a la acentuación de las
contradicciones con el poder español en la isla.
Así los labradores y campesinos estaban sometidos a
una doble explotación, por una parte la que engendraba el poder de la metrópoli
en la colonia a través de sus autoridades y por otra a los hacendados que
naturales(criollos) o españoles lo empujaban a una situación desesperada.
Las contradicciones de las potencias europeas; los
movimientos expansivos de éstas, particularmente los que asumía la corona
española tenían repercusiones desfavorables para la colonia antillana; por una
parte exponían las claras tendencias integristas de los grupos aliados a la corona
en la isla, por otra empujaban a los sectores no conforme con el dominio colonial
a una situación aún más difícil, pues parte de los costos de las guerras tenían
que ser asumidos por sus propios habitantes; éstas realidades forman parte del
conjunto de contradicciones que se gestan en el proceso de formación
nacional que en definitiva acentúan la
contradicción fundamental colonia-metrópoli.
El integrismo
como expresión de voluntad se
manifiesta en el período pre-contienda,
en el año 1859 en la
Jurisdicción de San Juan de los Remedios:
“El señor Alcalde primero ordinario por depósito de
vara, presidente accidental de I. C. , hizo presente que para manifestar el entusiasmo con que ha
recibido esta villa y su jurisdicción la declaración de guerra al imperio de
Marruecos por la madre patria, proponía al I. C. , si procedía invitar al vecindario de la Villa y partidos, en mérito
del acendrado patriotismo que por todas partes se observa y á imitación de
otras municipalidades se recogiera por esta el donativo que cada vecino
quisiera hacer, “ [4]
….
La expresión de ofrecimiento de “vidas y haciendas” a
la corona no es un caso aislado como el señalado con anterioridad; fue un una
práctica sistemática ante cada acontecimiento que tenía lugar en España; es
asumido como defensa de la “dignidad nacional”; una manifestación de ello se ofrece en la sesión del 17 de diciembre de ese mismo año en el
cabildo de esa villa, “El señor Presidente y todos los presentes ofrecen su
auxilio al gobierno en su guerra con el imperio de Marruecos, ofrecieron vidas
y haciendas a la Reina” [5]; que
como ya se demostró arrastra a todo el componente social sin distinción de
bienes y propiedades.
Así la crisis
del integrismo viene a ser el propio
proceso de formación nacional; trascurridos tan solo 4 meses después del
alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes, en 1868 gran parte de la sociedad
ilustrada y enriquecida de esa villa paga con creces su
aliento revolucionario e independentista, cuando en febrero de 1869 fueron
llevadas a cabo por la autoridades coloniales detenciones masivas; en la lista
figuraban:
Andrés del Río y Rodríguez, de 40 años, casado,
agrimensor y periodista.
Joaquín Bianchy, 43 años, natural de Cádiz, casado,
dentista de Caibarién.
Miguel Lima, 30 años, maestro de obras.
Pedro Riverón, 61 años, profesor público.
José del Carmen García, 29 años, comerciante.
Julio Broderman, natural de Portugal, 49 años,
hacendado.
José Valls, 35 años, propietario.
Mariano de la
Peña, 29 años, comerciante.
Carlos de Morales, 29 años, comerciante.
Francisco Riera, 28 años, comerciante.
Rafael de Morales MENA, 40 años, flebotomiano.
Alejo Bonachea, 32
años, procurador.
Francisco Javier Balmaceda, 45 años, propietario.
Rafael de Morales Jullién, 37 años, propietario.
Francisco C. Bonachea, 27 años, propietario.
Andrés Pérez Torres, 28 años, agrimensor.
José Riverón,
44 años, propietario.
Agustín
Riverón, 56 años, propietario.
Joaquín del Río, 53 años, farmacéutico.
Antonio Ceballos, 25 años, estudiante.
José León Alberna, 40 años, agrimensor y periodista.
Abad Balmaceda, 57 años, hacendado y regidor.
Antonio de la
Peña, 43 años, escribano.
Manuel A. Mugica, 33 años, propietario.
Pedro Salavarría, 44 años, natural de Trinidad,
profesor.
José Momplet, 59 años, natural de Cartagena de
Indias, comerciante.
Simón Balmaceda, 32 años, herrero y músico.
Nicolás Donato
García, 70 años, propietario.
Del destino a los implicados, Martínez Fortín deja el siguiente pasaje:
“A las tres y cuarto de la tarde de este día salió de
la Habana con
rumbo a la isla de Fernando Poo, el
vapor español “San Francisco de Borja”, llevando 250 deportados, casi todos
cubanos. A la salida del buque ocurrió una alarma y los voluntario dieron
muerte a un joven e hirieron a varios a los gritos de “ Mueran los traidores”,
“Muera el general Dulce”-todos los remedianos citados anteriormente al tratarse
de las prisiones de esta población, iban en dicho vapor, de ellos murieron
varios en la travesía y en dicha isla, algunos escaparon (Balmaceda y
Broderman) y los otros quedaron rezagados por España o pasaron luego a otros
países-Los deportados se clasificaban de la siguiente manera, por profesiones,
naturalidades, razas, etc. : 4 procuradores, 2 dentistas, 5 empleados del foro,
34 hacendados, 2 corredores, 6 ledos, en medicina, 8 escribientes, 5 profesores
de instrucción pública, 2 anotadores de hipotecas, 7 administradores de fincas, 3 maestros de
azúcar, 25 empleados de comercios, 4
mecánicos, 6 ledos en leyes, 1 administrador de gas, 6 ledos en farmacia, 4
agrimensores, 2 arquitectos, 1 retratista, 25 propietarios, 7 empleados de
policía, 5 curas párrocos, 7 estudiantes, 1 vice cónsul inglés, 7 militares, 1
vicecónsul de Portugal, 2 jueces de paz, 2 músicos, 1 regidor, 1 piloto, 2
ciudadanos americanos” [6].
Lo manifestado como estudio de caso, deja expuestas
las principales causas que llevan al torrente de la independencia en la isla de
Cuba, siendo éstas políticas, económicas y sociales; expresión de la crisis del
integrismo que se venía gestando a la par que el proceso de formación nacional
adquiría mayores dimensiones e integralidad, proceso que se acentuará durante las dos contiendas independentistas.
[1] Martínez Fortún y Foyo, José A. Anales y Efemérides
de San Juan de Los Remedios y si Jurisdicción. Tomo II (1850-1867). Imprenta
Pérez Sierra y Compañía. La
Habana, 1930. Pág. 38.
[2] Martínez Fortún y Foyo, José A.
Anales y Efemérides de San Juan de Los Remedios y si Jurisdicción. Tomo II
(1850-1867). Imprenta Pérez Sierra y Compañía. La Habana.1930. Pág.
80.
[3] Idem. Pág., 93.
[4] Idem. Pág.90-91
[5] Idem. Pág. 91
[6] Idem. Tomo III. Pág. 25
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