Herminio
Portell Vilá trabajó como Profesor titular de Historia de América y Moderna
y instructor de Historia de Cuba en la Universidad de La Habana; profesor de
Historia de la
Diplomacia Norteamericana e Historia de la Civilización del
Nuevo Mundo en el Black Mountain College, North Carolina, Estados Unidos. Fue
Delegado Plenipotenciario de Cuba a la VII Conferencia
Internacional de Estados Americanos (Montevideo). Miembro de la Comisión ponente de
la “Convención de Derechos y Deberes de
los Estados” de 1933. Obtuvo cuatro becas de la fundación “Jhon Simon
Guggenheim Memorial”
La
obra publicada en el año 1939-Historia
de Cuba en sus Relaciones con los
Estados Unidos y España-; tiene como precedente de escribirse en una época
altamente convulsionada por acontecimientos revolucionarios en la década del 30
del siglo XX; que a la vez dada sus
propias características singulares, tiene antecedentes en la anterior; dos
períodos presidenciales de Gerardo Machado que culminan en 1933 tras un abrupto
movimiento popular que le pone fin a dos períodos de gobierno que están
matizados por un fuerte vínculo con los Estado Unidos; un fallido intento de
reformas burguesas de corte nacionalista y una crisis General del
Capitalismo(1929-33) de trágicas consecuencias
para la economía cubana, que a la altura
del año 1939 no ha podido superarse pues los intentos reformadores después de
la caída de Machado denotan una profunda crisis estructural del sistema en el
marco de las relaciones de dependencias sostenidas con los Estados Unidos.
Variedad
e intensidad de tendencias políticas de partidos y organizaciones surgidos, unos
desde finales de la década del 20 y otros que ven su apertura en la década del
30 al calor de los principales movimientos que tienen lugar, pero que son el reflejo de la lucha
revolucionaria y del debate ideológico que dentro de la sociedad cubana de esta
época transitan por la continuidad del proceso independentista frustrado en
1898, pero ahora de nuevas luces y de proyecciones profundamente
antiimperialistas; de consolidación de la nacionalidad y de reafirmación. Ideas
reformadoras burguesas; comunistas, socialistas, antiimperialistas, liberales,
conservadoras y hasta de corte terroristas tienen lugar durante la década en
cuestión; pero donde sin lugar a dudas el pueblo ha dado muestra de alta
resistencia y mostrado capacidad para seguir el bregar de lucha a pesar de los
fracasos.
Es
precisamente el año 1939 en que Alemania
da origen a su expansión y con ello a la II Guerra Mundial, la
que tendrá particulares repercusiones en
Cuba a través del movimiento antifascista y la creación de los Frentes Únicos
de Lucha. Está envuelta la sociedad
cubana ante una apertura “democrática” que llevará al reconocimiento “oficial”
del Partido Comunista, la C.T.C.
y otras organizaciones como resultado de
la lucha sostenida en más de una década.
Sigue
marcada Cuba por una profunda crisis económica que no da solución a los
principales problemas del país. República deformada y dependencia hacia los
Estados Unidos constituyen el denominador común, orden que se agrava y que
repercute en todo el mecanismo social.
La obra
aborda las relaciones diplomáticas “triangulares” entre los Estados Unidos,
España y Cuba una vez concluida la Paz del Zanjón en 1878 y hasta
el año 1899. trata estás relaciones en tres períodos, uno que abarcan desde el
Zanjón hasta el 24 de febrero de 1895, otra dedicada al fin da la contienda
contra España y el último dedicado a lo que el autor denomina “Guerra de los
Estados Unidos en Cuba”.
La obra
de Hermino Portell Vilá es muy prolífera sobre todo en la década del 30 del
siglo XX; período en el cual la influencia del positivismo tiene un fuerte
acento. El atrevimiento del tema de por sí espinoso lo llevan a discurrir en
las esencias del positivismo. En la introducción del libro, realizada por el
propio autor se expresan algunos elementos de dudas en él. Expresa que pudiera concretarse la “ley de
gravitación política” de John Quincy
Adam en la expresión: “Cuba será española
o norteamericana”[1],
la afirmación no es la adecuada pues en la política norteamericana siempre se
concibió la espera como condición para luego propiciar la adquisición o
dominación, pero nunca dejarse la
Isla de Cuba en posesión española.
También
en la introducción quedan avizoradas
algunas de las limitaciones de la obra en cuando a la ausencia de un análisis o
investigación profunda sobre la economía cubana
de singular repercusión en lo que
el autor define como relaciones
triangulares entre Cuba, Estados Unidos y España. Es peculiar que el discurso transite por el cauce narrativo como
él mismo expresa, y que es característico del positivismo. Señala que:
“En nuestra
opinión, que explicamos en detalle en el texto de esta obra, la Revolución Cubana
cumplió sus objetivos económicos, preparatorios a la distribución de la tierra,
el surgir de la pequeña propiedad rural, la abolición del monocultivo, el aumento de la producción
de artículos de consumo y a la liberación de su patria”[2].
Las propias condiciones de ruina económica en
que quedó la isla de Cuba al concluir la guerra dejan fuera de toda duda que lo
expresado con anterioridad no se ajusta a la realidad económica social de fin
de guerra y que están esbozadas claramente en el Censo que se realiza en el año
1899. Temas de raíz económica como el monocultivo o liberación de la patria
denotan desde un inicio la fatalidad de carecer la obra de un análisis
económico social, por solo citar algunos ejemplos; aunque pudieran expresarse
otros criterios sobre el planteamiento, dado que no se ajustan a la realidad
histórica. Más adelante señala que:
“los Estados Unidos restablecieron la economía
cubana a beneficio de esa nación y con
la exclusión definitiva de España. Porque tal fue, en realidad, la obra del
gobierno interventor, que apuntaló el edificio arruinado que la revolución había en parte derribado para que sobre sus
ruinas Cuba hubiese tenido una economía normal y mejor integración”[3].
En tal
sentido el termino restablecieron pone en el tapete el mismo dilema sobre el
débil análisis económico realizado; hasta qué
punto se pone el autor en la defensa de la propia “reconstrucción
norteamericana” como si a ello se debiera el nacimiento a la vida republicana “civilizada”, corriente
de pensamiento muy difundida durante la república neocolonial, pero que en
definitivas lo aleja de un análisis histórico serio de los acontecimientos de
finales del siglo XIX y principios del XX. Existe en definitiva una alineación
política marcada que lo desvirtúa de enjuiciar críticamente la historia.
El
primer capítulo de la obra trata sobre las relaciones de Cuba, los Estados
Unidos y España, desde el Zanjón hasta Baire, más como una sucesión de hechos;
pero que deja- en mi opinión- fuera todo lo referido al tema social, que además
lo trasfigura, para no reconocerlo; señala que: “El pueblo cubano, sin embargo,
de buena fe había creído en las promesas de rectificación que
Martínez Campos había hecho en el Pacto del Zanjón”[4].
Por aludido en la obra la
Protesta de Baragúa
como expresión de continuidad y mucho menos la figura de Antonio Maceo
sin la cual no cabe el más mínimo análisis historiográfico para poder entender
la posterior historia de Cuba. El protagonismo del pueblo cubano pasa
inadvertido. En la sucesión de acontecimientos la obra tiende más a dirimir
entre las relaciones Estados Unidos-España y obviar la representación del
pueblo cubano, mientras ensalza dentro
de ellas al gobierno colonial de la
isla. Sobre este particular concluye expresando que “El pueblo cubano trató
lealmente de adaptarse a la nueva situación”[5]….
, refiriéndose a la etapa post Zanjón, nada más alejado de lo sucedido; Herminio no trata pues no alcanza a
ver que en el centro de la relación triangular expresada por él está la
situación del pueblo cubano, sobre todo la de los negros aún esclavos; ni el
atolladero económico después de 10 años de cruenta guerra.
En esta
primera parte la obra demuestra que
dentro de las relaciones triangulares establecidas, Estados Unidos y España
hicieron todo lo posible por conservar una armonía de intereses en detrimento
de la colonizada isla de Cuba, lo que conllevaría a arraigar en ella el
pensamiento independentista; este es a mi modo de ver el principal mensaje que
trasmite; que de hecho lo demuestra en la sucesión de acontecimientos que cronológicamente va exponiendo el autor, lo cual tiene un alto valor historiográfico.
Las
exposiciones dadas en la obra sobre el
Partido Revolucionario Cubano y el
Partido Autonomista –de profundo contenido en ambos casos-en cuanto a la
solución del problema cubano, no dejan lugar a disquisiciones historiográficas
en cuento a los intereses de ambas
agrupaciones políticas para futuros debates en torno al independentismo o el
anexionismo de finales del siglo XIX, pues demuestra lo ineludible del
camino cubano contra España y fuera del
alcance de los Estados Unidos de Norteamérica.
El
segundo y tercer capítulos dan
continuidad al discurso historiográfico de la primera parte, pero con una mayor
utilización de fuentes documentales-que tienen la fatalidad de estar casi todas
en inglés-lo que imposibilita sobre todo para los que no dominan el idioma poder
acercarse a esas fuentes utilizadas por el autor; lo cual me inclina a pensar que el texto está dirigido a núcleos de
intelectuales y no a otros públicos.
Es
indudable que Hermino Portell Vilá está influenciado por un pensamiento liberal
antiimperialista. En un momento tan trascendental de la historia de Cuba como
la intervención norteamericana y sus futuros destinos; adopta
una posición romántica en el análisis cuando hace alusión a Estrada
Palma:
…”, sin embargo no
se limitó a expresar la conformidad de los cubanos con una suspensión de
hostilidades los ignoraba y subrepticiamente les consultaba sobre su actitud, sino que aprovechó la oportunidad
para dejar constancia, a nombre de Cuba,
de cuáles eran los propósitos de la revolución, los derechos que le asistían
para determinar el futuro del país, la mejor manera de lograr un rápido retorno
a la normalidad bajo un gobierno cubano y la absoluta determinación favorable a
la independencia que animaba al país, todo ello expresado con altivez, pero sin
provocativa arrogancia y con una
apreciación de la realidad tan precisa y digna, que ese documento era
por sí sólo prueba elocuentísima de la preparación de los cubanos para
gobernarse”[6]
Dentro
de la obra aparecen momentos contradictorios- en sus finales- que a mi modo de
ver atrapan a Portell Vilá a pesar de su discurso antiimperialista, para
ponerse de acuerdo con la posterior vida republicana; afirma que con el Tratado
de París quedaba claro que “….una
personalidad independiente quedaban reconocidos”[7].
Más el compromiso; que un sentido
crítico de la historia lo lleva a
afirmar que, “Solamente ese pueblo que afirma Guerra, pudo rehabilitar a Cuba y
prosperar a pesar de la explotación imperialista y de la economía impuesta por
este último hasta alcanzar el grado de adelanto actual y que culminará en su
redención nacional sobre firmes bases económicas, sociales y políticas que ya
van consolidándose”[8].
Para señalar que han existido progresos.
En la
introducción del autor a la obra aparece:
“…pero no es menos
cierto que la fulminante invasión de la
Isla, de Oriente a Occidente, por las tropas mambisas, y la
obra de construcción de las grandes fincas, cuyos propietarios eran o
indiferentes o partidarios de España, llevada a cabo por los soldados de
Gómez y Maceo, efectivamente preparó el
campo para que la economía cubana de la postguerra no hubiese sido la de tipo
colonial, hasta entonces existente, basada sobre la producción de grandes
cantidades de azúcar a bajo precio. En nuestra opinión, que explicamos en detalle
en el texto de esta obra, la Revolución
Cubana cumplió sus objetivos económicos, preparatorios a la
distribución de las tierras, el surgir de la pequeña propiedad rural, la
abolición del monocultivo, el aumento de la producción de artículos de consumo
y la liberación, en suma, del pueblo cubano como dueño del suelo y los recursos
de la patria”[9].
Para el
momento en que se escribe la obra, está absolutamente claro cuál ha sido el
papel de los Estados Unidos en los derroteros políticos y económicos de dominio
de Cuba a los Estados Unidos. Portell Vilá no está al alcance de poder
comprender en el ámbito económico lo que
ocurre a finales del siglo XIX, ni lo que tiene lugar con la instauración del
primer gobierno cubano el 20 de mayo de 1902.
No alcanza a ver los rejuegos políticos en el campo del mambisado que
determinarían el enclaustramiento de la causa independentista; al no concebir
lo que en el orden económico existe; no puede explicar los sutiles movimientos
superestructurales que la conforman, de ahí que quede atrapado sólo en la
fórmula anti ingerenciastas, característico de otros tantos historiadores de la
época; aún cuando ya era un hecho el proceso revolucionario fenecido de los años 30, en el que no se aprecia algún
tipo de vínculo por parte del autor; no puede en ningún caso explicárselo
porque no se ha a cercado al marxismo.
Está
probado con creces que los límites de la propiedad con la guerra y su
conclusión no fueron alterados, ni la causa independentista se planteó
cambiarlos, en esencia la propiedad
privada estaría formando parte de la nueva república, incluso en la que el
propio Martí había diseñado. Si lejos estuvieron los objetivos políticos que
Martí preconizó de cumplirse, más lejos estuvieron los económicos, Vilá no podía explicar estos fenómenos.
Existe
un embrollo mayor en el pensamiento de Portell Vilá cuando trata de explicar la
propuesta de arreglo económico para Cuba que habían diseñado los Estados
Unidos:
“Pero si la Revolución cumplió con tales propósitos, también
es verdad que la intervención norteamericana en la lucha contra España y la
ocupación militar de Cuba por las tropas de los Estados U nidos, restablecieron
la economía colonial a beneficio de esa nación con exclusión definitiva de
España”[10].
Un
nuevo tipo de dominación implantado por los Estados Unidos en Cuba, que difiere
al de España, pero que expresa bajo otras formas un nuevo tipo de
continuidad del colonialismo, no puede
ser explicado, de ahí que absolutice
sobre el papel de los Estados Unidos en el “restablecimiento” de la
economía en la nueva república. Con
relación a los Estados Unidos y sus órganos de poder señala:
“…, tras los
órganos de gobierno y sobre ellos mismos, surgió una clase dominante por la
influencia de su riqueza, la misma que hasta hoy se hace sentir en la vida
nacional norteamericana sin asumir el poder por sí misma, sino contentándose
con influir desde la sombra, con mayor o menor fortuna según los tiempos y los
hombres, en el establecimiento y dirección de la política interior y exterior
de los Estados Unidos en todos sus aspectos. Sería inexacto decir que esta plutocracia, tan
característica de los Estados Unidos, ha significado la completa desaparición
del régimen democrático en ese país”[11]…
La
visión aprehendida de los Estados Unidos le da un juicio certero sobre ese país, pero no alcanza a ver
que en la década del 30 del siglo XX, esa plutocracia no actuaba ya desde las
sombras, sino se engarzaba al poder mismo.
Da
pruebas hasta donde había calado su pensamiento con relación a los Estados
Unidos y su papel ingerencista, no solo en Cuba, sino en América Latina cuando
señala que:
“ El proteccionismo
arancelario, las nuevas interpretaciones de la Doctrina Monroe, la lucha entre
los silverites y los partidarios del golf Standard, la agresiva campaña de
inversiones en el extranjero, las tentativas para dominar el mercado
latinoamericano con un insincero movimiento de cooperación internacional que se
denominó panamericanismo, y otras novísimas características de la vida nacional
norteamericana a partir de 1878, no son sino consecuencias de la economía
regional y de la preponderante influencia de la plutocracia que surgiera
después de la Guerra de Secesión”[12].
Portel
Vilá no puede desentrañar la telaraña de
intereses entre los propósitos norteamericanos y la propuesta de un gobierno llamado republicano, que virtualmente se pondría al
servicio de los nuevos intereses de aquel país de ahí que expresara que:
“Cuando se tiene en
cuenta que Cuba se levantó de semejante postración con sus recursos y con su
trabajo tan pronto como hubo una dirección política organizada que pusiese en
marcha la maquinaria administrativa y aunque esto último estuviese confiado a
lo que Chapman llama con justicia …the provincialism and lack of experience of
the American people in anything like
colonial affaire. se llega a la conclusión de que el pueblo cubano le está
reservado un espléndido porvenir, a tono con las extraordinarias pruebas de
vitalidad y de espíritu progresista que ha venido dando”[13].
El sólo
hecho de reconocer que los gobiernos
posteriores al 20 de mayo del 1902, habían dado pruebas de “vitalidad y de
espíritu progresista”, lo lleva a conciliar
con las acciones que estos promovieron en sus relaciones con los Estados
Unidos y lo acerca a la justificación de los actos norteamericanos en Cuba en
los primeros 38 años de vida “republicana”. Su obra es contradictoria en sumo grado a pesar de las críticas que ofrece
sobre los Estados Unidos y que en sus términos generales pueden considerarse, a pesar de sus
limitaciones, como acertadas, muy a pesar de su papel conciliador.
A mi
modo de ver expone una visión de la nación cubana de finales del XIX y
principios del XX que lo coloca fuera del escenario de la lucha de clases y
de las principales batallas que hasta
ese momento se escenificaron por el pueblo cubano; ¿es representativo de una
corriente de reafirmación de la cultura nacional?; por su prolifera obra
relacionada con estudios e investigaciones históricas, no cabe la menor duda
que sí; es representativo de un grupo de intelectuales que no asume el cambio
revolucionario, en tanto lo toma como
evolución; estando a su amparo una fuerte influencia de la escuela
norteamericana, en tal sentido:
“El positivismo fue asumido y
cultivado en Latinoamérica como una filosofía optimista llena de
confianza en el hombre, la capacidad
creativa de su pensamiento , en la cultura, en la ciencia, en el progreso, el desarrollo industrial, aliada al liberalismo y a la defensa de
la democracia burguesa. Esas ideas resultaban
muy avanzadas para los países
latinoamericanos, recién liberados en su mayoría del colonialismo
español y enfrascados entonces en profundas
luchas entre las
oligarquías retrogradas y la
naciente burguesía nacional”[14]
En los
momentos en que la obra es publicada, la economía de Cuba está topada
totalmente por la penetración del capital extranjero, fundamentalmente el
norteamericano y la situación cubana transita por una crisis permanente. Aún
cuando Vilá avizora esta situación no presenta un enfrentamiento decisivo en el orden de la ideas de la situación
presentada para Cuba, no es radical en
su pensamiento en este particular, asume el principio de la penetración y de lo
que representa para la nación cubana, pero no es radical en el enfrentamiento a
las oligarquías que tiran hacia el norte en esa entrega constante de la riqueza
nacional.
Conclusiones
Existe
una densa producción historiográfica en Herminio Portell Vilá; parte de la cual
es publicada en el exterior del país,
sobre todo los Estados Unidos.
Presenta
en la obra citada un esquema de análisis positivista; de corte
antiimperialista; de acercamiento a la corriente romántico nacionalista.
La obra
tiene como virtudes exponer detalladamente en un orden cronológico las
relaciones que se establecen entre Cuba,
los Estados Unidos y España desde 1878 y hasta el año 1899. Tiene como base para el análisis una amplia fuente
documental que sostiene los criterios
del autor.
El
objetivo propuesto por Vilá sobre las relaciones triangulares siempre en
detrimento de la Isla
de Cuba están satisfechas en la obra a pesar de las limitaciones apuntadas, lo
cual es característico del historiar de
la década del 30 del siglo XX.
Herminio
Portell Vilá está alejado -a pesar de tener una posición crítica hacia los
Estados Unidos- de los verdaderos intereses del pueblo cubano en el
enfrentamiento a las oligarquías nacionales y hasta el propio imperialismo
norteamericano; no puede por tanto comprender el camino de esa lucha que se ha
agudizado en la misma medida que la dependencia ha sido mayor. No se puede esperar de él en esta época otra
alternativa de pensamiento.
Publicaciones:
Historia
de Cárdenas. La Habana
1928.
El
pasado glorioso como lección de energía. La Habana, 1928.
La
decadencia de Cárdenas. La
Habana, 1929.
Narciso
López y su época. La Habana,
1930. Volumen primero.
Céspedes
el Padre de la Patria cubana. Madrid,
1931.
Sobre
la vida y obra de Pedro J. Guiteras. La Habana, 1932.
Cuba: Past and present. Washington,
DC, 1933, en Studies in Hispanic
American Affair. The Caribbean Area,
publicación de The George Washington University.
Cuban Students and Machado´s Bloody Tyranny. Washington, DC,
1933.
What the Platt Amendment has Meant to Cuba. Washington, DC, 1933.
Cuba y la Conferencia de
Montevideo. La Habana,
1934.
La Biblioteca y el libro cubanos como factor sociológico. La Habana, 1934.
Martí,
Diplomático. La Habana,
1934.
The Non-Intervention Pact of Montevideo
and American Intervention in Cuba.
La Habana, 1935.
Cuba y
la independencia de los Estados Unidos. La Habana, 1935.
Sobre
el ideario político del padre Varela. La Habana, 1935.
On the Civilization of the Two Americas. Asheville. NC,
1937.
La
economía regional de los Estados Unidos: su influencia en la grandeza y la
posible decadencia del país. La
Habana, 1937.
La
población negra norteamericana como factor de la vida nacional. La Habana, 1937.
El
esfuerzo panamericano por la independencia de Cuba. México, DF, 1938.
El
gobierno de Polk y las conspiraciones cubanas de 1848. La Habana, 1938.
Problemas
de población de razas en los Estados Unidos: resultantes sociales y problemas
del futuro. La Habana,
1938.
Lo
español en los Estados Unidos. La
Habana, 1938.
Evolución
histórica de la política y la democracia en los Estados Unidos. La Habana, 1939.
Bolivar
y el panamericanismo. La Habana,
1939.
Los
prejuicios raciales y la integración nacional norteamericana. La Habana, 1939.
El New
Deal norteamericano. La Habana,
1939.
Historia
de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España. La Habana:
Volumen
I, 1512-1853. 1938.
Volumen
II, 1853-1878. 1939.
Volumen
III. 1878-1898. 1939.
Historia
de la revolución universitaria cubana, 1922-1935
Narciso
López y su época. Volumen II
Narciso
López y su época. Volumen III.
Referencias
[1] Portell Vilá, Herminio. Historia de Cuba en sus
relaciones con los Estados Unidos y España. Tomo III(1878-1898). Primera
Edición. Jesús Montero Editor. La
Habana, 1939. Pág. 7
[2] Idem. Pág. 8
[3] Idem. Pág. 9.
[4] Idem. Pág. 16
[5] Idem. Pág. 17
[6] Idem. Pág. 513.
[7] Idem. Pág. 537.
[8] Idem. Pág. 541.
[9] Historia de Cuba en sus Relaciones con los Estados Unidos y España. Herminio
Portell Vilá. Jesús Monteros Editor. La Habana 1939. Pág. 8.
[10] Historia de Cuba en sus Relaciones con los Estados Unidos y España. Herminio
Portell Vilá. Jesús Monteros Editor. La Habana 1939. Pág. 9
[11] Historia de Cuba en sus Relaciones con los Estados Unidos y España. Herminio
Portell Vilá. Jesús Monteros Editor. La Habana 1939. Pág. 13.
[12] Idem. Pág. 14
[13] Idem. Págs. 543-544
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