El pensamiento que sustenta una generación de
criollos-ricos habaneros- de fines del siglo XVIII, tuvo en el terreno económico logros en las
exportaciones de productos agrícolas y la producción azucarera con un alto contenido
industrial. El avance de un tipo de agricultura comercial topa a finales de
esta centuria con los límites juridisccionales de Santa Clara, que aún no ha dejado de ser de agricultura minifundaria
atrasada, con pobre representación en el mercado local y regional a principios del siglo XIX. Estas peculiares condiciones perviven durante
los primeros veinte años.
Las condiciones que se dan a finales del siglo
XVIII constituyen un estímulo para el
desarrollo azucarero, facilitado por la Real Cédula de 4 de mayo de 1792
y Real Orden de 14 de diciembre de 1794, son en definitiva de amplio beneficio
para los hacendados de la zona
occidental vinculados a la plantación esclavista; estas no podían encontrar en esta jurisdicción una aplicación
efectiva pues sus realidades económicas eran bien diferentes. El arcaísmo
ganadero había plantado raíces; Álvarez, en el occidente de la jurisdicción de
Santa Clara seguía siendo a la entrada de un nuevo siglo el punto de trasiego de ganado hacia la Habana; la
oligarquía territorial, los arrendatarios, campesinos, bandoleros y negociantes
ilegales se daban cita en el lugar; un
cordón los unía a todos: el negocio ganadero.
La
acumulación de capitales que ya tienen lugar en la isla(occidente) y que propician la expansión de la plantación
esclavista, unidas a otras condiciones
permiten que:
“….la balanza comercial, posiblemente a merced del alza de los precios, fue favorable en 1790-95 por un margen de más de 23
millones de pesos. Es la gran época de creación de la agricultura comercial,
que terminaría hacia 1804-05 y no se renovaría hasta 1815”[1](Sic).
Santa Clara
no puede disfrutar de la oportunidades que se presentan a finales del
siglo XVIII, ni principios del XIX; quedando atenazada ante el empuje azucarero de la región de
Sagua la Grande
hacia el norte y de Cienfuegos por el sur, con posterioridad a la década del
veinte de este último siglo.
Son estos
años de extrema agonía de la economía; una terrible sequía azota durante los
años 1801 y 1802 que condujo a la
desaparición de los productos de la agricultura y una baja considerable de la
masa ganadera, principal renglón de la economía de la Villa; creando difíciles
condiciones de vida para sus habitantes; para esta fecha según Manuel
Dionisio González, sólo 100 casa eran de teja de las 750 existentes; las demás,
de guano y embarrado. Unido a ello se desató una epidemia de viruela en la Isla que hizo más precaria la situación para los sectores más empobrecidos.
Al iniciarse
este nuevo siglo las diferencias regionales
están claramente marcadas entre
occidente y el resto de la
Isla, que tienen una
particular significación en la jurisdicción de Santa Clara. No ha logrado ésta vincularse al
mercado mundial con productos tropicales como el café y el tabaco, ni ha
desarrollado la producción azucarera en los términos de la plantación
esclavista. Por otra parte siendo esencialmente ganadera no tiene las ventajas
de poder exportar cueros y carnes como Puerto Príncipe. Su aislamiento del mercado al no tener las favorables
condiciones de un puerto vulneró su desarrollo desde su fundación en el año
1689. Su ubicación es estratégicamente favorable en el orden político por estar ubicada hacia el
interior y al centro de la Isla,
pero en ningún caso lo es en el orden económico, esta realidad por la que transitó durante todo el siglo
XVIII ha sido muy poco estudiada y por lo general no se ha tenido en consideración en los estudios regionales y locales.
Desde una
época tan temprana como el año 1691 aparecen en las sesiones del Cabildo los
debates sobre las ventas de ganado a la Habana; seguirá siendo un tema permanente durante
todo el siglo XVIII y los primeros sesenta años del XIX; el asiento y
“desarrollo” de Santa Clara-en
particular de sus hacendados- están dados por este negocio; el cual no disfruta
de las posibilidades de exportación; cuando transitoriamente lo alcanzan viene
determinado por disposiciones superiores.
La economía
de hacienda de la jurisdicción no encontró la salida al mar, nunca pudieron
competir con otras regiones en el orden de los sistemas productivos ya
establecidos, de ahí su estancamiento y debilidad con relación a otros grupos
regionales de la Isla. Se
presenta este fenómeno al cual hemos hecho referencia como una regularidad que
va más allá de las propias posibilidades de gobierno de la jurisdicción. Ello determina que las
relaciones capitalistas de producción sean más tardías en su introducción en
Santa Clara en comparación con otras
regiones; incluso las de tipo ganadero como
Puerto Príncipe, la que generalmente gozó de tener un comercio fluido de
exportación de cueros y carnes hacia los Estados Unidos. Esta oportunidad y
posibilidades de los oligarcas de la región camagüeyana no fueron alcanzadas
por la oligarquía santaclareña aún cuando tenía un fuerte asiento ganadero.
Al responder
Ignacio Caro a una solicitud del Marqués de Someruelos-Gobernador y Capitán
General General- sobre el progreso o disminución de la agricultura de la
jurisdicción desde el año 1790, de fecha
31 de agosto de 1807, le expresaba:
“Que
en esta Villa de Santa Clara desde el
año de 1790 ha tenido algún fomento el ramo de azucar, pero tan mesquino,
que apenas puede ni merece calcularse, pues sus producciones no alcanzan para
el consumo de la mayor parte de la jurisdicción, que ocurre a Trinidad a
proveerse. Por lo que toca al café a penas hay quien se aplique a su cultura,
ni quien la conozca: el trigo es la siembra más común, y que se há fomentado
más en estos campos, y aunque la jurisdicción, ni á poder concurrir en su precio con la harina que durante la
guerra se exporta…”[2](Sic)
Para el año
1820 se había extinguido la producción de trigo en la jurisdicción. Se
caracterizó entonces el mercado por la estrechez y carencias de productos
agrícolas esenciales para la
subsistencia; terreno fértil para el bandolerismo, el pillaje y los turbios
negocios.
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