Historiar
sobre la fundación de Santa Clara ha sido un propósito en muchos estudiosos de
la historia regional y local. Por una u otras conceptualizaciones que han
tenido como fuente el culturalismo, o en otros los afanados tradicionalismo,
que mal tratados crean una extraordinaria confusión, ha provocado el distanciamiento de los principios de la tradición histórica de
enfocar los hechos de acuerdo a las realidades que tuvieron lugar en una época
determinada; llevando a algunos incluso a expresar en determinados
espacios que estos orígenes
fundacionales han sido “muy llevados y traídos”; sin tener en consideración que
el hecho real viene determinado por los reiterados enfoques errados que han
precisado de nuevas interpretaciones.
La
concertación fundacional del 15 de julio
de 1689 que da lugar al surgimiento en el espacio insular de Cuba de una nueva
villa, no adquirirá forma legal hasta el
1 de enero de1690, cuando tiene lugar la primera reunión para la elección de
los cargos concejiles que dará cuerpo al Cabildo o Ayuntamiento. Este
acontecimiento poco tratado, además de relegado, constituye el hecho más
importante de la última década de finales del siglo XVII en la región central
de la isla. La élite que se apodera de las riendas administrativas optará por
afirmarse inmediatamente a esa fecha en un espacio que no dejará de acrecentar
aún utilizando la fuerza como medio de reconocimiento. La institución creada,
definirá los contornos de la jurisdicción durante la primera mitad del siglo XVIII; la que con algunas pérdidas
territoriales, se mantendrá hasta el siglo XIX. Se estableció un grupo de poder
que se precipitó más hacia la autonomía que a la dependencia absoluta de la corona
española y del poder central de La Habana, tendencia que
comenzará a delinear los antecedentes del proceso de formación nacional; lo que
es también válido para otros espacios bajo el régimen colonial español.
La
fundación merece el digno respeto
histórico que con apropiado
júbilo se celebra anualmente; pero es precisamente el cabildo (grupo de poder)
el que dará fuerza al proceso colonizador que tiene lugar hacia el interior en
enconada rivalidad con otros grupos en la zona central de la isla, donde no
escapa la élite occidental asentada en La Habana.
Es precisamente este cuerpo corporativo el que
organizará la defensa de sus predios ante la posible amenaza inglesa después de
tomada La Habana
en 1762, hecho al que la historiografía cubana no ha dedicado la merecida atención
que requiere. Este mismo núcleo directivo asentado en el cabildo organizará y
enviará hacia la ciudad sitiada batallones de pardos que contribuyeron a la
defensa ante el ataque inglés. Con el mismo sosegado empeño de defensa organizaron milicias destinadas a la defensa de Trinidad,
villa ubicada al sur de la zona central de la isla. En la sesión del
cabildo del 29 de agosto de 1762 se expresó:
“cerrar todos los
caminos ó conductos así marítimos como terrestres por donde pueda entrar el enemigo á invadirnos destinando sugeto con
la competente orden a fin de que con todos los vecinos del camino que cerrase y
la demás gente que fuere necesario, elija los parages donde se ha de hacer las
tumbas de los arboles que puedan ser útiles á conseguir el fin intentado.”
Las Milicias Cívicas, que como
institución tienen su origen en el año 1719; harían historia en la defensa de la Habana en 1762, sobre todo
las milicias de pardos y negros que se distinguieron en el combate contra el
invasor inglés, en aquellos acontecimientos
la jurisdicción de Santa Clara había brindado un extraordinario aporte
tanto económico como en hombres; ello le valió el reconocimiento de la corona
española al concluir aquella contienda.
Las Milicias Cívicas como respuesta organizada
del régimen colonial hacia el interior de la isla ante el empuje del movimiento independentista
latinoamericano en su segunda etapa-1816-1826- también-conocidas como Milicias
Nacionales Locales o Milicias Urbanas- tienen su aparición en la Villa
de Santa Clara el 27 de mayo de 1821, cuando en la reunión ordinaria del Ayuntamiento celebrada ese día, fue
presentada la primera lista de los
oficiales y soldados de la primera compañía por Juan José Pérez de Prado. Su
creación se amparaba en el Artículo 21,
Capítulo tercero del Reglamento Provisional para las Milicias Cívicas de la Isla de Cuba.
Las Milicias
que fueron organizadas tenían por objetivo
defender el sistema establecido en el marco de la relación de estos
sectores con la metrópoli española y darle continuidad al sistema de
plantación esclavista como orden
económico predominante, en tanto fuente de ganancia y
sostén para España; dividendos que cubren en gran medida los gastos de
los ejércitos realistas en América en su
enfrentamiento al movimiento emancipador que se extendió por Latinoamérica.
Nuevamente el Cabildo asumió el protagonismo ante una posible invasión desde
Colombia al cubrir la extensión de su jurisdicción con los voluntarios
alistados.
Al menos en las Actas Capitulares no se encuentra una
reacción ante las políticas diseñadas desde el norte a excepción del año 1858,
cuando en sesión extraordinaria el Ayuntamiento de Santa Clara se reúne el día 22 de diciembre; exasperados los
ánimos por haber aparecido en la
Gaceta, periódico oficial de la Habana las palabras del
Presidente de los Estados Unidos Jaime Buchanan
ante el Congreso, exponiendo sus ideas sobre la compra de Cuba a España,
donde según el diario, el presidente había utilizado en su intervención, un lenguaje
altamente ofensivo. La decisión del cuerpo administrativo no se hizo esperar en
la reunión, ...” demostrar la decisión del cuerpo à repeler toda idea que tenga
por objeto romper los sagrados lazos que los unen á su augusta soberana y à su
madre Patria...”; en esta sesiòn se toman dos importantes acuerdos : elevar la
indisposición y total desacuerdo a ser vendida la isla a los Estados Unidos
hasta la propia Reina, por conducto del Gobernador y Capitán General, y
convocar una sesiòn abierta donde
participaran los vecinos de la Villa, pues ya los rumores
estaban expandidos y era notorio el total rechazo.
Los acontecimientos descritos a grandes trazos abarcaron más
de 150 años; previos al levantamiento independentista de 1868; merecen una
adecuada atención historiográfica sin el
enfermizo escamoteo tradicionalistas, costumbrista o del exagerado
culturalismo. Es indudable que como maquinaria de poder contribuyó al
sostenimiento del gobierno colonial de España en Cuba; pero fue el núcleo
sensor de contradicciones con el gobierno central de la isla y hasta el de la
propia metrópoli; de tendencias autonómicas y amplia liberalidad en la medida
que sus intereses se fueron afectados por las disposiciones allende al océano.
Determinar hasta dónde esa forma de actuar sedimentó un
sentimiento de rechazo en el componente social ante el dominio colonial
español, es en cierta medida transitar el camino antecedente del
independentismo cubano de la segunda mitad del siglo XIX; nos queda pues un
áspero terreno de investigación del tema.
Fondo de consulta: Ayuntamiento de Santa Clara. Archivo Histórico Provincial. Santa Clara.
Villa Clara. Original manuscrito.
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