La
historia del “Zorro”, llevada una y otra vez a la gran pantalla sigue siendo la
atracción de niños, jóvenes y adultos, sus éxitos taquilleros siempre
justifican después de pasado un tiempo una nueva inversión en una producción
más sofisticada y atractiva, donde siempre un final feliz tiene lugar, quedando
todos los espectadores felices y contentos. El zorro, que es malicioso,
intrépido, atractivo, comunicador, sensual, es inteligente, a todos seduce;
cuando no, utiliza el látigo o el arte
de la espada, la cuestión es vencer, “siempre el bien sobre el mal”.
Los
tiempos del zorro vengador y fugitivo han pasado y nuevos escenarios se le
plantean al zorro, ahora en lujosa mansión blanca. Un séquito intenta aconsejarlo en las viejas usanzas,
prosélitos inseguros ante las reacciones inesperadas y exabruptos, son por ello
partidarios hasta un día, ese en el cual sus consejos no se avengan con los
caprichos del que todo lo puede al tener
el poder dinero.
En el
gran aposento legislativo dos bandos-que es solo uno-se retuerce y en vano
trata de disuadir al zorro, le cuentan los días, otros lo estigmatiza,
revuelcan los lados oscuros del traje negro aunque tengan que llegar al
descrédito de la vida privada o las lascivas desviaciones sexuales, en el juego
todo cabe, el fin justifica la utilización de cualquier método.
El
zorro juega, hace malabares, conoce las
intenciones de sus “partidarios” y los visibles de sus enemigos; tiene entre
sus facultades el don de saber cómo hacer dinero, de ahí que la capa que lo
protege sea tan fuerte y segura; en otras palabras, la economía es próspera.
Tocado por los ángeles cree poder pisar los llanos, montañas, desiertos,
páramos, ríos y lagos, no importa la
bandera, sea “amigo” o enemigo, así cree poder disfrutar el éxtasis del poder.
El
zorro sabes cómo concertar con los amigos siendo enemigos, los atrae porque el
poder, que no es solo visible, los hace renunciar de su superflua identidad
mediática para ponerlos a sus pies, aún conociendo los delirios del hombre de
la máscara y la capa negra. Así, mientras florece el dinero tocado por los
intocables todo marchará, aunque Bin
Laden resucite y sea Presidente.
Los del
poder mediático, desafinados en el concierto, les abruman los descréditos y
falsas manipulaciones, obra de su propia obra durante decenios; las facturas le pasan la cuenta, no
ven la ansiada hora del decapitado zorro. El duro juego-lo comprenden
bien-también deja sus dividendos, el mediano y bajo mundo les encanta los
desafueros de los políticos, una migaja para sentirse felices porque la “crítica”
está del lado de los que pisan las calles todos los días.
Así,
mientras producción, distribución, mercado y consumo anden en armonía, bajando
con ello la riqueza (ganancia), el Zorro será “amado”.
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