miércoles, 7 de diciembre de 2016
miércoles, 2 de noviembre de 2016
Elecciones en Estados Unidos: los cinco grupos que decidirán quién será el próximo presidente.
Tim
Swift
enas 537 votos en Florida.
En
una elección con más de 100 millones de votos emitidos, eso fue todo lo que
necesitó George W. Bush para convertirse en presidente de Estados Unidos en el
año 2000.
Por
eso, pese a que las elecciones presidenciales de EE.UU. a menudo se describen
como un ejercicio para atraer al mayor número de votantes posible, los
candidatos nunca pueden ignorar a determinados sectores del electorado.
- Las consecuencias para América Latina de un triunfo de Clinton o Trump
- Los multimillonarios que apoyan a Hillary Clinton y Donald Trump
BBC
Mundo te presenta cinco
grupos, grandes y pequeños, que pueden hacer inclinar la balanza a uno u otro
lado el próximo 8 de noviembre.
Hombres blancos sin título universitario
Los
sondeos reflejan que este es el grupo
central de votantes del candidato republicano Donald Trump. Las
posturas de Trump sobre los acuerdos comerciales y la inmigración encajan bien
con los votantes de la clase trabajadora.
Pero
la pregunta es: "¿Hay suficientes de ellos, especialmente en los llamados
estados péndulo, como para darle la victoria?".
Don
Levy, que realiza sondeos en el estado de Nueva York, señala que Trump tendría
que ganarse estos votantes por un "margen
tremendamente amplio".
Los
partidarios de Trump son optimistas respecto a que esto puede pasar y basan su
opinión en estos dos panoramas complementarios:
- Muchos de estos votantes se quedaron en casa en elecciones previas pero esta vez irán a votar por Trump.
- Algunos de los probables votantes de Trump no son sinceros con los encuestadores sobre sus intenciones porque su candidato no es "políticamente correcto".
Levy,
director del instituto de investigación del Siena College, dice que no comparte
ninguno de estos escenarios.
Levy
asegura que, en sus encuestas, los votantes no han sido reacios a expresar su
apoyo por Trump, a menudo teniendo a los encuestadores al teléfono durante
largo rato para explicarles por qué respaldan al millonario neoyorquino.
Y,
en una carrera con unos candidatos tan impopulares, Levy anticipa una baja
participación en lugar de una oleada de nuevos votantes.
Un
dato más importante según el encuestador es que para llegar a la Casa Blanca,
Trump no sólo necesitará el voto de esos hombres, también necesitará el de sus esposas.
"Se
habla mucho sobre el voto del 'hombre blanco enfadado'", indica Levy.
"Trump
apela a ese grupo sin duda. Pero muchos de esos hombres blancos enfadados están
casados. Trump necesita atraer también a la 'señora del hombre enfadado
blanco'".
Desafortunadamente
para Trump, sus índices
de apoyo entre las mujeres son pésimos, especialmente entre las
mujeres con un alto nivel educativo.
Dónde
cuentan: estados
del "cinturón industrial" como Ohio y Pensilvania.
Mujeres blancas con título universitario
Un
electorado que tradicionalmente se inclina por el Partido Republicano, el de
las mujeres blancas universitarias, se está moviendo con firmeza hacia la
formación demócrata.
Grupos
de muestreo, o focus groups, constatan que mujeres con un alto nivel
educativo han sido desalentadas por algunos de los provocadores comentarios de
Trump.
Un
estudio del instituto de investigación Pew halló que el momento en que Trump se burló de un periodista con
una discapacidad ahuyentó a un gran número de votantes.
Tampoco
gustó otro incidente en el que Trump
insinuó que la presentadora de la cadena Fox News Megyn Kelly tenía la regla
porque le hizo una pregunta dura en un debate de las primarias.
- Por qué la controversia por el video de Trump y su trato a las mujeres es más dañina que las generadas por sus insultos a mexicanos y musulmanes
- EE.UU.: Megyn Kelly, la incisiva periodista de Fox News que puso a Donald Trump contra las cuerdas
Esto
ha ayudado a que dos estados disputados como Virginia y Colorado giren hacia
una probable victoria de la candidata demócrata Hillary Clinton.
Ambos
estados tienen niveles educativos altos: el 43% de los residentes de Colorado tienen
un título universitario y el 44%
de los residentes de Virginia son universitarios.
Trump
ha alienado a las mujeres de forma bastante eficaz, opina el encuestador de
Virginia Harry Wilson, del Roanoke College. "Y una vez la gente se vuelve
contra ti, es difícil volver a ganártela".
Dónde
cuentan:
Virginia y Colorado.
Republicanos anti-Trump
A
mediados del pasado julio, Trump tenía cierta ventaja en las encuestas, algo
que era indicio de que el magnate neoyorquino podía lograr una estrecha
victoria en noviembre con una coalición republicana unida apoyándole.
Pero
para agosto, tras una serie de comentarios incendiarios, la popularidad de
Trump ya había caído.
Frank
Luntz, analista de medios para las cadenas estadounidenses Fox News y CBS que
se especializa en sondeos y grupos de muestreo, estudia qué pasó con los
votantes que Trump perdió.
Luntz
explica que se trata de un grupo amplio, pero predominan los jóvenes y las
mujeres.
El
experto cree que los ahora expartidarios de Trump se sentían atraídos por su
mensaje de que "el
sistema está roto" y por la necesidad de colocar a alguien
de fuera en la Casa Blanca "para arreglar Washington".
"Pero
ahora ven a Trump como una persona
mezquina, desagradable y llena de odio", opina Luntz.
Trump
tiene tiempo para recuperar a estos votantes pero el veterano analista político
duda que el candidato republicano vaya a utilizar el tiempo de forma sabia.
Una
vez la gente se vuelve contra ti, es difícil volver a ganártela".
Harry Wilson, Roanoke
College
Luntz
considera que el candidato republicano no tiene la concentración necesaria para
mantener el mensaje de cambio que atrajo a aquellos partidarios ahora
alienados.
"Cuanto más harto estés con el sistema
es más probable que votes por Donald Trump, sin importar en
dónde te sitúes en el espectro político". añade Luntz.
Dónde
cuentan:
Florida, Ohio y Nevada.
Puertorriqueños
En
años recientes, Puerto Rico se ha visto golpeado por una crisis económica que
ha hecho que muchos residentes del territorio estadounidense se trasladen al
continente para tener mejores oportunidades.
Muchos
de ellos se han asentado en la parte central de Florida y podrían inclinar la
balanza de este estado profundamente dividido.
Mike
Binder, profesor de Ciencia Política en la Universidad del Norte de Florida,
dice que más de la mitad
de los nuevos votantes registrados en el estado desde 2012 son latinos,
muchos de ellos puertorriqueños.
A
menudo dominado por la comunidad cubana, los latinos de Florida han apoyado
tradicionalmente al candidato republicano.
Aunque
ya en 2012, el demócrata Barack Obama ganó el estado por sólo 74.000 votos.
En
2016, la creciente población puertorriqueña en combinación con las propuestas
migratorias de Trump,, que algunos ven como antilatinas, pueden reforzar la
tendencia hacia el bando demócrata.
Estos
nuevos votantes quizá no formen el bloque más grande pero en Florida una
pequeña ventaja se puede traducir en una victoria. Los sondeos insinúan una
carrera extremadamente estrecha entre Clinton y Trump.
Dónde
cuentan: Florida.
Mormones
Mientras
algunos grupos cristianos han tolerado o incluso acogido la impulsiva persona
que representa Trump, los mormones, tradicionalmente diligentes votantes
republicanos, han rechazado completamente al magnate.
Antaño
una minoría religiosa perseguida, muchos
mormones quedaron profundamente descolocados por el plan de Trump de imponer un
veto temporal a los musulmanes que quisieran entrar en Estados
Unidos.
Los
sondeos muestran que Utah, estado que no ha elegido un demócrata desde la
década de 1960, ya no es una apuesta tan segura para los republicanos en 2016.
Dos
candidatos de otros partidos, el independiente
Evan McMullin y el libertario
Gary Johnson, también tienen su base en Salt Lake City, la
capital de Utah.
- Quién es Evan McMullin, el republicano candidato a la presidencia de EE.UU. para frenar a Trump
- Los Libertarios, el desconocido tercer partido de EE.UU. que puede beneficiarse del rechazo contra Trump y Clinton
El
atractivo para los mormones de estos candidatos alternativos dificulta aún más
el esfuerzo de Trump por conseguir aunque sea una victoria mínima en el estado.
La
suma de mormones y una creciente población latina también pueden modificar el
voto en el vecino Arizona. Las encuestas de ese estado reflejan una carrera
estrecha, con Clinton a la cabeza en algunos sondeos.
Dónde cuentan: Utah y Arizona.
Hillary 50 %
Trump 44%
jueves, 20 de octubre de 2016
La Bayamesa: un canto al decoro cubano
Por: Eusebio Leal
Recuerdo vivamente los sentimientos personales en
relación con Carlos Manuel de Céspedes y el Mayor General Pedro Figueredo
expresados por el compañero Fidel. Del
primero, en su memorable discurso del 10 de octubre de 1968, en ocasión del
centenario del inicio de la gesta independentista, quedó una definición
abarcadora y absoluta: «…lo
que engrandece a Céspedes es no solo la decisión adoptada, firme y resuelta de
levantarse en armas, sino el acto con que acompañó aquella decisión —que fue el
primer acto después de la proclamación de la independencia—, que fue
concederles la libertad a sus esclavos, a la vez que proclamar su criterio
sobre la esclavitud, su disposición a la abolición de la esclavitud en nuestro
país».
Gran verdad que encierra la comprensión dialéctica de un
proceso político de sólida continuidad: «Nosotros
entonces —aseguró ese día— hubiéramos sido como ellos; ellos hoy hubieran sido
como nosotros». Fidel halló razones suficientes en el acto
audaz y simbólico de aquel 20 de octubre de 1868 para suscribir un decreto ley
fundamentado en la interpretación pública del Himno Nacional en la ciudad de
San Salvador de Bayamo, devenida capital de la insurgencia patriótica.
La participación popular mostró una unánime sintonía con
aquella estructura musical y poética que al decir de la Doctora María Teresa
Linares «sigue el patrón rítmico de una marcha, está dividido en dos partes que
se complementan en la música desde el punto de vista melódico y formal». El
texto «en estrofas de cuatro versos decasílabos corresponde a las estructuras
que se usaban en el siglo XIX para las canciones» ya criollas. De manera
excepcional, en una obra lograda se reunieron los valores fundamentales de la
cultura cubana.
Es cierto que el Doctor Figueredo, nacido en Bayamo en
1818, abogado y notable animador de la vida intelectual entre sus
contemporáneos tenía como afición cultivada el amor a la música, de lo cual
hallamos antecedentes en su condición de miembro y partícipe de la sociedad La
Filarmónica, en Bayamo, ciudad que junto a Manzanillo mostraba una asombrosa
actualidad de los hechos relevantes en la cultura mundial. Allí confluía con
hombres del mundo del arte y la literatura como Juan Clemente Zenea, José
Joaquín Palma, José Fornaris y José María Izaguirre.
No era precisamente un músico pero había afinado pianos
para pagarse sus estudios y poseía los rudimentos necesarios como compositor.
Mucho debe haber influido su conocimiento del patrimonio sonoro universal que
creció en sus estancias europeas. Me decía el anciano maestro Manuel Duchesne
Morillas, quien fuera director de la Banda Municipal de La Habana, que en
nuestro Himno hay algo de El
Barbero de Sevilla, la ópera de Gioachino Rossini y desde luego,
de los vigorosos acordes de La
Marsellesa, el glorioso cántico de la Revolución Francesa de 1789.
Evocábamos además, que al crear su magistral Obertura romántica en
1812, Pyotr Ilyich Tchaikovsky incorporó en la épica composición del tema de la
batalla de Borodino los aires del himno nacional del imperio ruso y de La Marsellesa, al abordar
el drama sonoro de la batalla del río Moscova que enfrentó a la Grande Armée
francesa bajo el mando de Napoleón I de Francia y al ejército de Alejandro I de
Rusia.
En su versión original, nuestro himno —identificado
también como La Bayamesa—
se escuchó por vez primera en la festividad religiosa del Corpus Christi, en la
Iglesia Parroquial de Bayamo, el 11 de junio de 1868, durante la Misa solemne y
procesión popular. Figueredo le había entregado con anterioridad la partitura a
Manuel Muñoz, director de la orquesta de la Iglesia Mayor, para su arreglo
instrumental.
No olvidemos que la monarquía española se consideraba y
de derecho pontificio lo era, católica. El capitán general, por ende, era el
vicerreal patrono de la Iglesia y las autoridades locales militares y civiles
comparecían en las fiestas y ceremonias solemnes. No es de extrañar que al
escucharse aquella melodía le surgiese la interrogante al coronel español
Julián Udaeta, Gobernador Militar de esa Plaza, de que más parecía marcha
militar que himno piadoso.
Se conspiraba en Bayamo y en otras localidades del
centro, Oriente y Occidente de Cuba. Y entre el grupo de los liberales más
conspicuos, masón de grado, se encontraba el Dr. Figueredo. El 20 de octubre,
rendida la plaza después de un apasionante asedio, Céspedes, en su condición de
líder del movimiento, ofreció una capitulación con honor al coronel Udaeta y
atrajo al seno de la insurgencia a Modesto Díaz, el exoficial dominicano
devenido servidor de la milicia realista. Este llegaría a ser en su ejecutoria
posterior el incapturable guerrillero que tendría por orgullo el apelativo de
Jabalí de Oriente.
Al adentrarse en Bayamo el recién estrenado Ejército
Libertador, no lejos del atrevido caudillo que había dado la libertad a sus
esclavos y proclamado el derecho a la emancipación y al ejercicio pleno de la
libertad para todos los cubanos, marchaba el Dr. Figueredo. Se dice que el día
20, mientras festejaban la toma patriótica de la villa, sobre la montura de su
caballo Pajarito iba Perucho componiendo el poema de su memorable e inmortal Bayamesa,
cuya melodía ya tarareaba la multitud: Al
combate corred bayameses que la patria os contempla orgullosa… Y no lejos de
él, atraía poderosamente la atención su hija Candelaria, abanderada de la
tropa, jinete de bata blanca, llevando el gorro frigio y los atributos de la
bandera de Cuba.
Céspedes entraría en la Iglesia Mayor bajo Palio, el
dosel bordado sostenido por seis varas de plata a cuya sombra ingresaba siempre
la máxima autoridad y asumió el título provisorio de Capitán General del
Ejército Libertador de Cuba. Allí se escucharía el Te Deum, canto de gratitud al altísimo y de
victoria, solo entonado en contadas oportunidades, y más tarde, sobre las
gradas que preceden a la puerta principal de lo que es hoy la catedral de
aquella ciudad, el coro reforzado por miles de voces populares interpretó por
vez primera nuestro Himno.
Al Dr. Figueredo el destino le depararía duras pruebas.
Su vida como hombre de gabinete no era la de su mentor y amigo Céspedes, jinete
y esgrimista, hombre temible en el uso del arma de fuego probada en la caza o
el duelo. Era Perucho un ser reflexivo, cuyos ojos en el retrato que
conservamos, obra del maestro santiaguero Federico Martínez, aparecen brillantes
pero marchitos por la lectura y el estudio. No soportaría los rigores de la
guerra. Enfermo le capturaron y sus sentimientos fueron los mismos de aquella
proclama que dirigió al pueblo bayamés en octubre de 1868: «Yo me uniré a
Céspedes y con él marcharé a la gloria o al cadalso».
Lo acompañó en lo primero y le precedió en la muerte. Fue
fusilado descalzo, en un matadero de animales al que llegó por sus propios pies
ulcerados, exhausto pero inamovible en sus ideas independentistas, el 17 de
agosto de 1870, en Santiago de Cuba. Yace en una fosa común jamás identificada
pero su nombre permanecerá perennemente unido al de su obra mayor, nuestro
Himno. Ante su efigie y su memoria han de inclinarse con la cabeza descubierta
los cubanos de todos los tiempos.
La versión del bello cántico que entonamos hoy la debemos
también al Apóstol José Martí, quien publicó la letra y una variante
musicalizada por Emilio Agramonte, en la edición del periódico Patria, el 25 de
junio de 1892, con la sentida esperanza de que lo entonaran enardecidos «todos
los labios y lo guardaran todos los hogares (…), el himno en cuyos acordes, en
la hora más bella y solemne de nuestra patria, se alzó el decoro dormido en el
pecho de los hombres».
Tomado de Cubadebate
O Cuba o Washington
Palabras en la inauguración en la
Fiesta de la Cubana, en Bayamo.
Campo militar o sitio de labranzas y ganado, centro del
comercio o jurisdicción administrativa, en la bonanza o en la ruina, el destino
de cada comunidad en la Cuba colonial era ajeno a su voluntad. El colonialismo,
ese crimen mayor a escala planetaria cometido por la expansión del sistema
capitalista, mandaba en todo, desde la invocación eclesiástica oficial que
precedía al nombre de la ciudad de Bayamo hasta las limitaciones o
prohibiciones que se aplicaban a los individuos de castas consideradas
inferiores.
Como todo orden de dominación, el colonialismo tiene sus
leyes. Una colonia no tiene historia propia, sus nativos son eternos niños, sus
recursos pertenecen a la metrópoli, que puede esquilmarla, imponerle los
tributos que desee e implantar las formas más salvajes de explotación en ella.
Esto último sucedió en Cuba con la esclavitud masiva del siglo XIX, un millón
de personas traídas en ochenta años. Sobre la explotación más despiadada de su
trabajo y la opresión y humillación permanentes se levantó la colosal riqueza
de la colonia de Cuba.
Así era gobernada Bayamo, como todo el país. Pero una
lenta y dilatada acumulación de rasgos específicos estaba formando en la isla
una comunidad que podía llegar a ser nacional. Sin embargo, ella no era
suficiente por si sola. Diferentes acciones y formas de resistencia de los
hijos del país le fueron añadiendo a la identidad naciente un costado de
negación del dominio y del derecho del otro, que se volvía extranjero en la
medida en el que el criollo se volvía cubano. El abuso, la represión y la
soberbia condujeron al rechazo y el rencor, pero eso tampoco era suficiente.
Tuvo que aparecer la necesidad de rebeldía, y con ella la de darle organización
y sentido. Esos dos rasgos convirtieron al prófugo, al campesino pobre, al bandolero
y al apalencado, unidos al señor criollo local ofendido, díscolo y conspirador,
es decir, a sectores y gentes nunca antes reunidos, en los sujetos que se
unieron para una empresa común, nunca antes vista. Hace ciento cincuenta años,
el oriente de Cuba hervía en desobediencias, y cientos de personas estaban al
margen de la ley. Pero faltaba la conversión de la subversión o el motín en una
rebeldía detonada con un fin preciso, que convirtiera la actuación en falange
combativa y la pasión en ideales expresos. Faltaba la revolución.
Aunque fuera doctor en leyes y propietario de fábrica con
esclavos, hombre culto, buen jinete y amigo del arte, Carlos Manuel de Céspedes
era un colono más. Su carácter firme y sus ideas avanzadas lo hicieron líder
local de conspiradores, uno entre los posibles directores. Pero su
determinación personal era superior, y en la hora singular supo comenzar a
labrar su grandeza. Él pronunció la primera frase de la leyenda mambisa: “España nos parece grande porque la
miramos de rodillas. Levantémonos”.
El 10 de octubre de 1868, Céspedes inauguró la política
revolucionaria cubana y llamó al pueblo a pelear, con la misma campana, por la
libertad y por la justicia. Aquella acción destrozó los imposibles y creó una
nueva realidad. En esos diez días que van de La Demajagua a la toma de Bayamo,
Céspedes abrió la brecha para que insurgiera el pueblo, y para que todo el que
ansiaba ser rebelde pudiera convertirse en soldado y en ciudadano, en
revolucionario.
Después que acontecen, los grandes eventos históricos se
pueden enunciar fácilmente, y hasta pueden parecer fáciles al pensamiento
pequeño, el que cree que siempre sucede solamente lo que debe suceder. O al que
cree que esos acontecimientos deben sujetarse a un esquema, a camisas de fuerza
de la Historia manejadas por doctores incapaces de cometer ninguna locura. Al
pie mismo de unos hechos en lugar remoto, el adolescente habanero José Martí,
que ya conoce bastante de imposibles, sabe que lo que sucede en Bayamo parece
un sueño. Por eso escribe: “No es un sueño, es verdad. Grito de guerra / lanza
el cubano pueblo enfurecido / el pueblo que tres siglos ha sufrido / cuanto de
negro la opresión encierra.” A Martí, tan lejos y tan pobre, lo iluminaba la
luz de Yara, porque en tiempos de revolución la luz no se propaga de manera
uniforme. Y una semana después de la quema gloriosa de esta ciudad por los
revolucionarios, el joven escribe la frase que será definitoria para toda la
época que apenas se inicia: “O Yara o Madrid”.
Céspedes liberó a sus esclavos la primera mañana, pero la
justicia tuvo que abrirse paso frente a los obstáculos provenientes de su
propio campo. La independencia y la abolición tuvieron que fundirse en un solo
propósito, y la libertad personal y la ciudadana, reunidas, asumir la forma de
gobierno republicana. Los revolucionarios tuvieron que volverse superiores a
ellos mismos, y no solo a sus circunstancias. La guerra fue la fragua tremenda
en la que se lograron los prodigios necesarios, y ella se alimentó con los
sacrificios, el heroísmo y la constancia de muchos miles de hombres y mujeres.
Dar la vida, pasar hambre y escasez de todo, combatir,
todas las formas de la entrega y el altruismo se hicieron cotidianas. La
bandera de la estrella solitaria se volvió sagrada, y la marcha, el campamento,
el héroe, el amado y la amada, la jornada de sangre y de muerte, se expresaron
en canciones. Cuando todo se condensó para sobrevivir, escoger lo vital y ganar
fuerzas, el himno de Bayamo se quedó en ocho versos guerreros que invitan a pelear,
retan a la muerte necesaria y prometen vida eterna. Próceres y pobres de todos
los colores aprendieron que era la revolución la que le daba probabilidades de
éxito a sus luchas y sus anhelos más sentidos. Y lograron sentirse hermanos
mientras compartían todas las vicisitudes. En la guerra revolucionaria nació la
identidad nacional cubana, con su contenido y objetivos populares.
La historia ha sido nuestra maestra, y en esta región nos
dio sus primeras lecciones. Más de ochenta años después, buscando en aquella
gesta fuerzas para asaltar el futuro, los niños cantaban, poco antes de
arrancarse los juegos de un tirón: “que Bayamo fue un sol refulgente / donde
puso el cubano valiente / muy en alto el pendón tricolor”. Y en La historia me absolverá,
el joven rebelde Fidel reivindicaba el abolengo patriótico de Oriente, donde,
decía: “se respira todavía el aire de la epopeya gloriosa” y “cada día parece
que va a ser otra vez el de Yara o el de Baire”.
El discurso de Fidel en el centenario del 10 de Octubre,
en La Demajagua, es una pieza maestra para la comprensión de nuestra historia.
Escojo una de sus tesis y lo cito:
“Si una revolución en 1868 para llamarse revolución tenía
que comenzar por dar libertad a los esclavos, una revolución en 1959, si quería
tener el derecho a llamarse revolución, tenía como cuestión elemental la
obligación (…) de liberar a la sociedad del monopolio de una riqueza en virtud
de la cual una minoría explotaba al hombre (…) Suprimir y erradicar la
explotación del hombre por el hombre era suprimir el derecho de la propiedad
sobre aquellos bienes, (…) sobre aquellos medios de vida que pertenecen y deben
pertenecer a toda la sociedad”.
La historia sigue siendo maestra, pero ahora trae consigo
una gigantesca cultura de liberación acumulada. De Céspedes a Fidel hemos
crecido y aprendido tanto, que ya nunca más podrá engañarnos el capitalismo, y
frente a cualquier ropaje con que se presente sabemos desnudarlo y barrerlo. Y
nuestra patria ha crecido tanto, que lo que fue Yara hoy es Cuba, y Cuba es
mucho más que una isla liberada.
El antagonista en el mundo actual también es mucho más
grande y poderoso, cuenta con inmensos recursos materiales y una cultura
ubicua, muy capaz e incluso atractiva, que es su arma principal en esta fase de
su guerra contra Cuba. Pero es el mismo enemigo de que este país pudiera ser
independiente desde hace doscientos años, el mismo que truncó la gran
revolución libertadora hace 118 años e impuso su dominio neocolonial, el que ha
hecho todo lo que ha podido contra este pueblo desde 1959, el águila rapaz,
grande en el crimen y en la inmoralidad. Aspira
a debilitarnos y dividirnos, a reclutar cómplices y acabar con la sociedad que
hemos creado entre todos y con la soberanía nacional.
El desafío, entonces, es del mismo carácter que cuando
era o Yara o Madrid, y la disyuntiva vuelve a ser tajante. Ahora es: o Cuba o
Washington.
Y en el recuento de los que ya estamos acostumbrados a
pelear juntos forma en las filas la luz de Yara, y se reúnen en Bayamo, sitio
sagrado de la patria, las artes y las ideas, los homenajes y los sentimientos,
el clarín que llama y la decisión revolucionaria. La canción mayor en la voz de
todos, el himno en la voz del pueblo. Y como faro y guía, la bandera del
triángulo rojo y la estrella solitaria.
Tomado de Cubadebate.
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