La vida del cubano de estos días transcurre entre el dilema de conocer o no
saber hasta dónde las actuales conversaciones Cuba-Estados Unidos pueda
transformarlo para bien o para mal , resguardado tras las enseñanzas de los años de
finales del siglo XIX, determinaron su fisonomía de vida; escépticos unos,
esperanzadores otros, en la casi totalidad de ellos(generación anterior), no
entienden a cabalidad la dimensión del proceso que tiene lugar; así, con tales
incertidumbres se esfuerza por continuar cada día, animados en una vida mejor tras el proceso
negociador; pero con la impresión casi absoluta de que muchas aspiraciones y
sueños de antaño quedarán a lo largo de ese camino, tal es el caso de un señor
que ya colmado de canas expresó ante un auditorio, que pudiera considerarse
“informado”, que “con la despenalización del dólar se había perdido el 50 % de
la revolución, y que con la amplia utilización de internet, se perdería toda” ;
la disertación, podría catalogarse de irracional en la primera escucha; pero tras el
planteamiento surgen las reales dudas de un hombre que ha vivido de los cantos
patrióticos, del internacionalismo guevariano, de la colosal campaña cubana en
Angola, de la glorificada Unión Soviética, y de las enaltecedoras palabras y
discursos de Fidel Castro ante el pueblo; la vehemencia del discurso expulsa
con toda la claridad las emociones que pueden ser desgarradas por los
acontecimientos actuales, aferrado a una época de relativa “igualdad” que ve
desaparecer entre sus dedos en una avanzada edad.
El mismo hombre afirma no tener “dinero para comprar un celular”, pues no le alcanza, pero ve con pesar como muchos
desde Miami, que él llama “familiares” envían de todo, atenuando las
diferencias que antes no conoció; así
cuestionado su propio pensamiento por una realidad que se acentúa, ve el final
de un principio, la caída definitiva de la revolución cubana; aunque jura seguir en su defensa, ve su ocaso en un tiempo no muy lejano, que tiene que ver según su apreciación en lo
que se ha dado en llamar “apertura” al mundo, en su opinión doblar las piernas
para caer ante el imperio contra el cual tanto
luchó.
En el propio escenario-real-, un joven solicita la palabra para exponer sus
ideas en lo que considera “nueva época” o la Cuba del siglo XXI, aunque opuesto
en su exposición al “viejo”, no lo ataca, opta por una exposición esclarecedora
de lo expresado; a partir del punto de estar ante nuevos retos, un nuevo
escenario de confrontación donde es preciso estar preparados para ganar la
batalla, con una nueva dimensión, sin armas; confrontación de
conocimientos, de refuerzo de valores
culturales, de principios, de defensa de
la identidad atesorada.
En el gran salón la correlación favorece a los que están por encima de las
cuatro décadas; un sentimiento de solidaridad con el iniciador del debate se
respira en el ambiente; es entonces que formando parte de ese grupo me decido a
intervenir, pues quiero dejar claro mi punto de vista en el tema que se
discute; a colación a partir de conocerse
el plan cubano para el desarrollo de la internet hasta el 2030. No tomo partida
a favor del “viejo”, aunque dejo claro que entiendo sobradamente sus
malestares. Con o sin internet, la confrontación
Estados Unidos-Cuba se mantendrá, tiene una larga data en el tiempo; tan solo
han cambiado y cambiarán los escenarios de esa confrontación; pero lo cierto,
que además nos pone dudoso ante esa nueva confrontación radica en la
utilización eficaz de las tecnologías de las información, al no estar explotadas adecuadamente las existentes a
nivel institucional, teniendo como se conoce pocas capacidades en infraestructuras;
y tecnologías que ya se encuentran atrasadas. La banalidad en su utilización es
su principal vulnerabilidad para la sociedad, no solamente la cubana, ahí
estriba el reto, pues para la propia aceleración del nuevo modelo económico, su
utilización es esencial, no concebible si no está implícita la utilización de
la internet.
A la sociedad cubana como a otras tantas no les queda otro camino que
entrar en ese ruedo, de no hacerlo, pasarían indudablemente al traspaso de los
tiempos, quedar en meras sociedades primitivas, en super aldeas periféricas
ante la “virtualidad” desarrollada del mundo occidental. El problema no es que a partir de la
despenalización del dólar se haya perdido parte de las esencias del proceso
revolucionario cubano; ni matemáticamente se puedan contabilizar en procesos
tan complejos. Cuba quedó absolutamente aislada en la década del noventa del
pasado siglo, muchos celebraron su caída definitiva, aquel momento crítico, ya
es historia; salir del atolladero tuvo un alto costo social, económico, incluso
político; el gran triunfo fue no claudicar no perder la soberanía, ni la nación
cubana, eso fue lo que nos legó el
llamado “período especial” a las nuevas
generaciones, pues el siglo XXI partió prácticamente de cero si es que a economía
pudiéramos referirnos.
El que hace de moderador pide otras intervenciones; no existen otras, da
por terminada la sesión; un cincuentón se me acerca, me dice: en mi centro de
trabajo no hay internet, no entiendo de qué se habla; también entiendo por qué
no entiende.
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