Barbara Lee y Sam Farr, ambos legisladores por
California, así como por Enmanuel Cleaver (Missouri) y Gregory W. Meeks (Nueva
York), recién han concluido un viaje a La Habana; al terminar declaran que las
condiciones para un diálogo Cuba-Estados Unidos se encuentran listas, un
diálogo que como ha sistemáticamente aclarado el gobierno cubano no puede ser
de otra manera que sobre la base del respeto a la soberanía, poniendo sobre la
mesa las disímiles contradicciones, sus causas y consecuencias, como única vía
posible de reconocimiento de un antagonismo, que no tiene sus raíces en el año
1959, es lejano en el tiempo, donde el académico norteamericano Noan Chomsky lo ha ratificado recientemente
haciendo alusión al “robo a punta de pistola de Guantánamo”, por solo citar un
ejemplo, donde por supuesto no se analiza la penetración norteamericana en Cuba
durante el siglo XIX, ni los daños causados por la política norteamericana
durante dos gestas independentista en ese siglo.
Omisiones faltarán, vacíos quedarán, la historia no
puede de ninguna manera ser analizada en dos cuartillas de lo que se trata es
de llegar por lo menos a no confundir
los cambios que han tenido lugar a principios del siglo XXI en el contexto
de las relaciones internacionales con las relaciones particulares entre Estados
Unidos y Cuba. No es menos cierto que a la política norteamericana se le
plantean disyuntivas nunca antes manifestadas con tanta fuerza sobre la
necesidad de un cambio de política con relación a Cuba; el consenso
latinoamericano así lo demuestra.
¿Bajo qué circunstancias se produce la visita de los
senadores norteamericanos a Cuba?
·
Una
reacción casi unánime a los programa subversivos de los Estados
Unidos contra Cuba a través de programas encubiertos como ZunZuneo, Pirameidal,
y Commotion.
·
Una cacería
implacable a escala global contra empresas y bancos que mantienen relaciones
con Cuba.
·
Detención de 4
terroristas cubano-americanos en La Habana vinculados a las mafias miamenses.
·
Negación
sistemática del gobierno de los Estados Unidos a liberar a los antiterroristas
cubanos presos en esa nación violando todo el sistema jurídico norteamericano.
·
Negativa
sistemática a eliminar el bloqueo contra la isla.
·
Campaña
internacional para desacreditar las
relaciones entre Cuba y la RPDC
a raíz del barco coreano detenido en el Canal de Panamá bajo el supuesto de
violar disposiciones y tratados sobre armamentos.
·
Etc, etc.
Tras los cambios que han tenido lugar en parte de la
sociedad norteamericana sobre el tema cubano, del cual la prensa norteamericana
se ha hecho eco últimamente, no puede de
ninguna manera confundirse con “intenciones” de un acercamiento serio y
objetivo entre Cuba y los Estados Unidos; la política de ese país sigue siendo
férrea y fuera de toda posibilidad de cambios.
Mas la oscuridad no puede de ninguna manera dejar
traspasar la luz en el tema que nos ocupa; Estados Unidos está ante una
disyuntiva que considero histórica ante
la próxima cumbre de Las Américas; como
ya señalé en otro escrito “América toda con cumbre o sin cumbre”; la
paradoja conlleva a la diplomacia norteamericana de cara a ese evento a sondear
el actual estado de sus relaciones con la América Latina en momentos
donde se pronostica una presencia cada vez más creciente de China y Rusia en el
continente; un creciente movimiento de unidad política que se materializa con
la integración económica. De este modo el gobierno de Obama se encuentra en una encrucijada; o revisa a
fondo sus relaciones con Cuba o se deterioran sus relaciones a nivel
continental.
La revisión de una política, no implica su cambio; la
flexibilidad parece ser la opción más atractiva; a Obama le falta lo que le
sobró a Kennedy: asumir la responsabilidad con valentía.
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