MSc. Carlos
Santiago Coll Ruiz.
E-mail:
carlosc@ahp.vcl.cu.
collruiz2323@gmail.com
La constante
impaciencia por romper el “corojo” independentista cubano; donde frustraciones,
disidencias, desorganización, delaciones y traiciones se habían puesto de
manifiesto después de concluido un
primer intento liberador entre 1868-1878; cedieron espacio tras el paso
de cruentos años y una impecable misión “evangélica” por la unidad de los
cubanos llevada a cabo por José Martí, a dar el clarín de reapertura de la nueva campaña; no
sin antes atar cabos sueltos, en los días
previos al alzamiento, para alcanzar la ansiada unidad sobre la base de un
programa único, trascendente, intransigente y alertador para los arrogantes
gobernantes norteños. Su firma en Montecristi-25 de marzo de 1895-admitía el
espíritu continuador de las viejas y nuevas generaciones cuya meta en lo
esencial, consistía en sacar del suelo cubano al oprobioso español; programa
que estaba cuajado de cristalinas ideas
continentales. Tras el volverían a la manigua el 24 de febrero de 1895 los
hijos más comprometidos de la patria, pintados de blanco, negro, mulato y otros
tantos americanos, europeos y asiáticos.
La repentina e
inesperada muerte en combate del líder de la contienda, ocurrida el 19 de mayo
de 1895; vendría a constituir uno de los acontecimientos más trascendentes para
el posterior desenvolvimiento de la guerra y la futura historia cubana en la
primera mitad del siglo XX.
Ningún historiador
pone en duda las novedades cualitativamente superiores de la contienda que se
abrió el 24 de febrero de 1895, siendo también muy acucioso el trabajo
investigativo sobre los males que se cernieron en su seno, algunos de ellos
reproducidos en las nuevas circunstancias históricas, con profundas raíces en la Guerra Grande.
A los centros de
poder heredados-Ejército Libertador y Gobierno de la República en Armas-se
adicionaba el Partido Revolucionario Cubano, cuyo campo de acción estaba
centrado básicamente en la emigración cubana en el exterior.
Las fuertes
tendencias regionalistas del 68 tendrían sus espacios vitales en la nueva
situación creada. Las contradicciones entre el Gobierno y el Ejército
Libertador, representado en la singular figura de Máximo Gómez como General en
Jefe, abrirían nuevos capítulos en la manigua. La liberalidad de la
representación cubana en los Estados Unidos, representada por Tomás Estrada
Palma conduciría a más de un fracaso
batallador de la insurrección, perdiendo este en no pocas ocasiones la visión
estratégica de la revolución.
Como colofón de
tantos desvaríos dentro de las propias filas del Ejército Libertador,
reaparecieron tendencias caudillistas,
de indisciplinas y de no reconocimiento de los mandos establecidos para la guerra.
Es imposible en el
caso que nos ocupa pasar por alto las agudas contradicciones que dentro del
campo insurrecto se originaban o reproducían. En el fracaso de la expedición
del “Dauntlees”, convergen.
La expedición,
organizada por la dirección del Partido
Revolucionario Cubano en el exterior (Estados Unidos), tenía la expresa
misión de llevarla a feliz término por las costas de Camaguey; ¡paradójica y
contradictoria ¡ pues el mando militar exigía con agonía que estas se
produjeran de acuerdo con los planes estratégicos de la campaña militar, que
cifraba la liquidación del régimen colonial español en el occidente, donde
definitivamente esta contienda sería decidida. De hecho la expedición al mando
del Coronel Miguel Betancourt, arribó a las costas cubanas en horas de la noche
del 13 de 0ctubre de 1896, en un punto conocido como desembocadura del Río San
Juan, entre las localidades de Cienfuegos y Trinidad, en la región central de
Cuba; después de un amplio recorrido alrededor de la Isla,
lo cual la expuso a ser descubierta por los guardacostas españoles en un
trayecto tan extenso. En el punto mencionado se logra trasladar el cargamento a
tierra, con el apoyo de los vecinos de la prefectura.
El mando central
de la guerra no estaba informado del lugar y día preciso en que se produciría.
El 21 de octubre, el General Quintín Banderas, que operaba con sus fuerzas en
la zona de Trinidad, informaba al Coronel José Braulio Alemán, Sub Inspector
General de Ejército, que “el día 15 recibió aviso de la expedición”. Dos días
después de su arribo a las costas cubanas, e informaba que alrededor de 600
armas habían caído en manos del enemigo, al ser descubierta esta por dos
guardacostas españoles (Ardilla y Contramaestre).
El General
Carrillo que operaba en la zona centro-norte, tenía información sobre la
proyectada operación de desembarco, pero al igual que el resto de los mandos,
no conocía su itinerario, ni el día de llegada; lo cual evidencia la falta de
coordinación entre la
Delegación del Partido Revolucionario Cubano, el Gobierno de la República en Armas y el
mando del Ejército Libertador; lo que en definitivas provoca la total falta de
seguridad para tan preciada carga en el
momento de pisar tierra.
Un mal mayor viene
entonces a dispersar el valioso
cargamento tan necesario para los fines de la revolución. Fuerzas mambisas bajo
los mandos de los Coroneles Rodríguez y Camacho, además de las integradas por
las del Brigadier Rego, cercanas al lugar del desembarco, no apoyaron al
reducido grupo del Brigadier Miguel Betancourt en la crítica situación de
defensa y dar seguridad a las armas. Desconociendo las órdenes del mando
superior, se apropiaron de parte de las armas y se retiraron. Ante la
imposibilidad efectiva de dar apoyo y custodia al cargamento, el General Quintín
Banderas ordena que el mismo sea ocultado, siendo este objeto de dos traslados (con
enterramientos de las armas).
Una parte de la
población civil se apropia inescrupulosamente de todo tipo de armamentos y
vituallas, lo cual agrava la situación ya de por sí desastrosa para la causa
revolucionaria.
Cuatro aspectos
importantes, deben ser considerados en los hechos ocurridos:
-La debilidad
manifiesta del Brigadier Miguel
Betancourt al permitir la apropiación de las armas por jefes mambises y
vecinos en condiciones de guerra y bajo
órdenes expresas de entregar el cargamento al Estado Mayor de la guerra.
-Indisciplinas,
desobediencia y apropiación ilegal de parte de los pertrechos por los
jefes militares; abandonando la línea
estratégica establecida para la guerra por la dirección de la revolución.
-La falta de
operatividad y visión del General Quintín Banderas, el cual restó
importancia a las órdenes dadas sobre el
cuidado y defensa de la expedición.
-El gobierno civil
mambí (prefectura), si bien colabora con los residentes de la zona en el
recaudo de los elementos de la expedición, son incapaces de contener la
apropiación de parte de las armas por los vecinos.
Al ordenarse por
el General en Jefe del Ejército Libertador, Máximo Gómez, una investigación
sobre los hechos ocurridos, se designa
al Coronel José Braulio Alemán para realizarla. Al concluir el proceso
este exponía al General en Jefe en un documentado expediente en el que se
exponía cuáles habían sido las causas esenciales del fracaso de la expedición;
las que se pueden resumir en:
-Negligencia de
los jefes.
-Incumplimiento
del deber.
-Falta de
patriotismo.
-Negación del
deber militar por parte de los jefes de las fuerzas.
En el citado
informe de fecha 16 de diciembre de 1896, se le imputan graves faltas al
Brigadier Miguel Betancourt, por abandono de la expedición en los momentos
precisos de peligro y la falta gravísima cometida por el General Quintín
Banderas, al retirar la custodia de los elementos desembarcados. Alemán proponía al concluir su informe que “hay
fundados motivos, sobradas razones, pruebas suficientes para formar el Consejo
de Guerra”
Cuánto costó a la
causa de la independencia el fracaso del “Intrépido”
Declaración de los
efectos contenidos en la expedición del “Dauntlees”, bajo el mando de Brigadier
Miguel Betancourt.
40 Carabinas Winchester, calibre 44
70 Remington, calibre 43.
200 Remington largos, calibre 43.
123 Mausser calibre 7 mm.
270,000 capsulas calibre 43.
40,000 capsulas calibre 44.
27,000 capsulas calibre 7mm.
98 machetes de cruz.
73 hamacas.
3 cajas de instrumentos de cirugía.
8 cajas de drogas.
400 uñas para Remington, calibres 43 y 44.
6 palas.
3 picos.
20 cajas
de dinamita (50
libras cada una).
2 baterías eléctricas.
500 fulminantes.
4 rollos de alambre de mil pies.
Además:
460
rifles Remington, calibre 43.
130 rifles Remington, calibre 7
mm.
15,000 capsulas Mausser,
calibre 7mm.
4 paquetes machetes collins Número 3.
7 mochilas sanitarias.
25 sierras articuladas.
5 cajas de vaselina.
1 cañón de aire comprimido.
2 cajas de explosivos del cañón.
132 capsulas de cañón
1 caja de algodón y pólvora.
Elementos de
guerra hallados, según el informe del Coronel José Braulio Alemán al General en
Jefe del Ejército Libertador Máximo Gómez Báez.
1 cañón y 23 cajas de parques.
2 cajas de fulminantes.
2 cajas de pólvora.
2 botiquines de infantería.
2 baterías eléctricas.
5 rollos de alambres.
18 cajas de dinamita 1 caja de mechas
14 fusiles Maussers.
32 Remington ligeros.
6 tercerolas.
164,025 capsulas, calibre 43.
24,620 capsulas, calibre 7mm.
18,000 capsulas, calibre 44.
20,345 capsulas de Maussers.
Elementos de
la expedición no recuperados.
40
carabinas Winchester, calibre 43.
817
Remington de diferentes calibres.
109
Maussers.
105,975 capsulas, calibre 43
2,380 capsulas, calibre 7mm.
22, 000 capsulas, calibre 44.
98 machetes de cruz.
73 hamacas.
4 paquetes de machetes collins, número 3.
400 uñas para Remington, calibres 43 y 44.
7 mochilas sanitarias.
25 sierras articuladas.
6 palas.
3
picos.
Un balance general
del mayúsculo desastre ocurrido para la causa independentista arroja que 966
fusiles de diferentes marcas, no fueron recuperados. Quedaron estos en manos
españolas, inescrupulosos jefes mambises y de la población civil. Del total del parque, 130,355
cápsulas de fusiles de diferentes marcas y calibres que no fueron nunca encontradas; siendo estas las principales
necesidades del Ejército Libertador en la guerra.
Cuanto sudor
derramado por la laboriosa emigración en el exterior, que día tras día aportaba
dinero de sus míseros salarios para la causa de la independencia de Cuba. El
desastre del “Dauntlees”, no constituyó el único. Una larga historia tejida
desde la Guerra
de 1868-1878; tuvo su continuidad en la de 1895-1898. La carencia de un mando
único coherente en las circunstancias históricas que determinaron ambas
contiendas determinaba los fracasos, el “Dauntlees” es sólo un lamentable
ejemplo de los tantos ocurridos.
Fondo consultado
del Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba.
Colección de
documentos del Ejército Libertador Cubano.
Expedientes:
48-49.
Legajo: 1.
Documentos anexos:
Información al Inspector General del Ejército
Libertador, General de Ejército Serafín Sánchez Valdivia, realizada por el
Teniente Coronel Enrique Loinaz del
Castillo, sobre la expedición del “Dauntlees”.
El juicio que me
parece los primeros actos desde el desembarco hasta que el enemigo se apoderó
de parte de la expedición, se lo manifestaré cuando nos entrevistemos ó al
terminar el desempeño de la comisión que usted me ha encargado.
Tengo ocupado
militarmente todo el territorio desde “San Juan de Baullua” hasta el “Narciso” o sea este campamento, al que
retorno de reconocimientos, acabo de llegar.
Entendiendo que ha
sido desordenada y censurable la conducta de cuántos Jefes y Oficiales ha
acudido al lugar de la expedición. Lo que más han hecho, por lo visto, es
recoger lo que necesitaban, dejando lo otro abandonado.
He recogido
materialmente botado cajas de municiones. Desde la Yaba al mismo lugar del
desembarco se ven unas sesenta cajas abiertas y vacías, ¡juzgue por eso el
orden de los jefes!
Archivo Histórico Provincial.
Santa Clara. Villa Clara. Cuba.
Fondo: Colección
de Documentos del Ejército Libertador Cubano.
Expediente: 136
Legajo: 1
Folio: 93.
Original manuscrito.
Copia fiel.
Documento enviado por el General en Jefe del
Ejército Libertador Cubano, Máximo Gómez Báez al Coronel Enrique Loinaz del
Castillo.
En mi poder sus
comunicaciones de 24 de Noviembre pasado tomo nota de cuanto me dice sobre
expedición del Brigadier Miguel Betancourt y cuanto hizo el valiente y digno
General Serafín Sánchez por salvar los elementos de guerra que se encontraban
diseminados en distintas fuerzas.
Cuartel General del
ejército Libertador.
Núm. 412. L. 2.
Archivo Histórico
Provincial. Santa clara Villa Clara. Cuba.
Fondo: Colección
de documentos del Ejército Libertador Cubano.
Expediente: 17.
Folio: 1.
Legajo: 1.
Original
manuscrito. Copia fiel.
Información al General Máximo Gómez, General en Jefe del Ejército
Libertador, donde entre otros asuntos se refiere a la expedición del
“Danuntlees”, por parte del Coronel Enrique Loinaz del Castillo.
El 25, por orden
del general Sánchez, marchó el general Carrillo con toda la infantería al lugar
del desembarco á recibir ó recoger los restos de la expedición que pudiese
salvar de la desordenada apropiación que de la mayor parte de ella hicieron,
jefes, según informes recibidos, poco escrupulosos, y aún autoridades civiles y
“pacíficos”. El voto por parte de estos se comprendía, por la costumbre tan
inmoral como arraigada, del lucro con la venta de armas y municiones a nuestro
Ejército.
Ha habido casos,
allí mismo y en esos días de que un pacífico ó majá viniera al campamento á
robar de una sola vez dos armas y tres carteras de cápsulas, lo que denuncia
otro móvil y no el de armarse para defender la Patria.
En vista de todo
este desorden, y sonando los nombres del General Banderas, Coronel Alejandro
Rodríguez, Brigadier Alfredo Rego, llamó al General Sánchez a estos jefes a
su Cuartel General en averiguación,
resultando que se hacían recíprocos cargos.
Ordenó el General
una investigación, pues además se acusaba generalmente de negligencia al jefe
de la expedición y por algunos, hasta de cobardía, al efecto comisionó al
Coronel Sub inspector José B. Alemán para que practicase diligencias sumarias
en eximen completo de los hechos, en lo que sería auxiliado por el Coronel
Cabrera y general Carrillo.
Este último logró
recoger hasta el 1 de noviembre la cantidad de armas y pertrechos que expresa
en su comunicación de que le incluyo copia. También el Brigadier Lino Pérez
recuperó y entregó en el cuartel General lo que se expresa en la nota adjunta á
la comunicación del General Carrillo, y luego el Coronel José Lugones recuperó
y entregó los que en la misma nota se expresan.
El resto de la
expedición aparece extraviada, probablemente en manos inmorales una parte, y
otra aprovechada clandestinamente por el Ejército, salvo lo que quitó el
enemigo.
Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba.
Fondo: Colección
de Documentos del Ejército Libertador Cubano.
Expediente: 36.
Legajo: 1.
Folio: 93.
Original
manuscrito. Copia fiel.
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