Loma del Capiro. Santa Clara. |
Los grupos
de poder en la América
Latina (oligarquías ultra conservadoras), están a la ofensiva
en varios países, entre ellos, Bolivia, Chile, Venezuela, Honduras y Perú, con
la más reciente incorporación de Paraguay. Los innovadores mecanismos de
integración, UNASUR y la CELAC,
a pesar de los esfuerzos que han venido realizando no han podido frenar la tendencia agresiva de la
derecha latinoamericana que amenaza con pasar factura a los procesos
democráticos que han tenido lugar.
Se les
plantea a los actuales procesos democráticos una revisión a fondo de lo que
últimamente se ha dado en llamar gobernabilidad, pues la contra-democracia ha
operado al amparo de las instituciones creadas en cada uno de esos países;
apoyándose financieramente en las
oligarquías nacionales y en los capitales que desde los Estados Unidos fluyen a
través de diferentes organizaciones, una veces al amparo de las leyes
establecidas y en otras transgrediéndolas, como puede ser el caso de la USAID.
La contra
revolución latinoamericana, en su búsqueda de variables, ha recurrido a las
instituciones creadas para enfrentarlas al propio estado, un ejemplo de ello es
el de la Policía en Ecuador y
Bolivia, constituyen los casos más
recientes en los que se ha utilizado a este cuerpo para desestabilizar y de ser
posible derrocar los gobiernos legalmente constituidos; en ello ha
correspondido un papel clave a los medios de información(pro oligárquicos) para
crear las bases sociales de apoyo en las
intentonas de golpes de estados, que ahora parecen adoptar nuevas formas.
Los
acontecimientos más recientes muestran
que en los países donde se han
producido tendencias integracionistas y
anti-imperialistas, no han podido encauzar un amplio movimiento de masas (Venezuela
como excepción) que contrarreste tales intentos, ni han ejecutado una revisión
a fondo de las instituciones que tradicionalmente han venido a ser el soporte
de la las oligarquías en la
América Latina; lo que constituye una constante amenaza a los
procesos democráticos.
La desarticulación de los movimientos
sociales, organizaciones democráticas y partidos de izquierda, han hecho
posible que la derecha pueda tener un campo de acción en los actuales procesos
que tienen lugar, facilitando su accionar, comprando líderes sociales, desuniendo
movimientos, y denigrando las instituciones gubernamentales desde dentro, todo
ello dentro de los marcos legales establecidos.
La no
democratización de gobiernos y hasta del propio estado ha actuado como agente
facilitador de la oligarquía latinoamericana; resulta absolutamente
imposible mantener las estructuras tradicionales con las tendencias
integracionistas; por su esencia, la oligarquía es anti popular,
anti-integracionista y pro imperialista.
Los acontecimientos
ocurridos en Paraguay; donde el Parlamento dispuso la deposición del Presidente
Fernando Lugo, no hace otra cosa que afirmar la vieja tesis marxista-leninista
acerca de la importancia de una toma efectiva del poder, en procesos
democráticos que han constituido un
gobierno de representación popular a través de elecciones.
No se puede
obviar que muchas de las instituciones que hoy existen en varios países fueron creadas en tiempos de
dictadura y terror, que no han renunciado a sus fueros; donde los interés
locales, regionales y nacionales adoptaron una comunión de aspiraciones contra todo intento de reforma
o renovación que pusiera en peligro sus interés; de ahí que el actual proceso
integrador que se impulsa, constituya su principal preocupación, pues implica
la convocatoria a la participación efectiva de las grandes masas en una
construcción diferente desde la constitucionalidad establecida.
Dos
tendencias parecen visibles hoy en el contexto latinoamericano, una
representada por los países del ALBA (integradora), que gana en credibilidad y
prestigio en el continente y otra que agrupa a países que (estando en mecanismos
como UNASUR-CELAC) se aferra a los viejos tiempos, países que asumen de palabra
la integración, pero no la hacen efectiva, pues tienen un fuerte vínculo a las
oligarquías nacionales y a los Estados Unidos, provocando una fisura en el
bloque latinoamericano de países.
No se puede
en ningún caso dejar de señalar que dentro de los marcos institucionales,
existe un mecanismo continental de relación interamericana, expresado en la
figura jurídica de la Organización de
Estados Americanos, que desde 1948
ha servido de soporte a la política norteamericana hacia
la América Latina,
donde agresiones, dictaduras, masacres, golpes de estados, entre otros, no han
sido sancionados; que en el mejor de los casos puede considerarse como una fiel
copia de la doctrina Monroe; pero donde las oligarquías latinoamericanas,
siempre han encontrado una fiel colaboradora, pues en esencia han contribuido a
la expansión de sus propósitos, que no son otros que los del gran capital
norteamericano, de ahí su gran relación de dependencia y de resistencia a los
nuevos cambios que tienen lugar en el continente. No es de extrañar entonces
que no exista un pronunciamiento crítico y exigente de esta organización hacia
el Parlamento Paraguayo; como no lo hubo contra el golpe de estado contra
Manuel Zelaya en Honduras; porque en esencia, representa los intereses de los
Estados Unidos, y no los de los pueblos latinoamericanos; porque es por naturaleza anti-integracionista, anti popular, anti
democrática, y ¡ni mencionar el socialismo ¡
Más habría
que preguntarse si la actual situación de desenfreno anti democrático es
coyuntural o aislada; ni lo uno, ni lo otro; son evidente los planes de
concertación a nivel de continente, porque es la alternativa ante un movimiento
de progreso que también es a nivel de continente, donde se encuentran encubiertas las disposiciones desde la Casa Blanca y el
conglomerado de agencias que la rodean; en resumen que obedecen a una política
de desestabilización; como pruebas de último minuto podrías señalarse la
instauración de una red de bases militares en América Latina y la solicitud de
adhesión de los Estados Unidos a la llamada comunidad del Transpacífico. En tanto el viejo slogan sigue
presente: dividir para vencer.
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