La
comunidad internacional, occidente en particular, ha destripado hasta la
saciedad sobre el programa nuclear de Corea del Norte, sus continuos ensayos,
el perfeccionamiento continuo de sus cohetes portadores, sistemas de guiado,
autonomía, y sus alcances. La confrontación entre las dos Coreas, devino en
confrontación con los Estados Unidos. Inadmisible para la principal potencia
del planeta el perfeccionamiento acelerado de los norcoreanos, que con viento
en popa y a toda vela no escucha las llamadas de sus principales “socios” de la
región sobre la suspensión de los ensayos y del programa nuclear.
La diplomacia rusa como la china, están en un
serio aprieto, aunque a medidas, coinciden con los Estados Unidos en ese
particular asunto, sin poder remediar o detener el empuje de la llamada Corea
Democrática. Suenan por ello las campanas de la guerra en una península abarrotada
de portaviones, destructores, cohetes, y
otros tantos medios de combate; el reto pone a la humanidad ante una
catástrofe.
Una
bomba de tiempo se mueve en el nuevo escenario de las relaciones
internacionales amenazando la existencia humana. La reciente decisión de los
Estados Unidos de abandonar el Tratado de París sobre Cambio Climático, es tan
dañino como cualquier programa nuclear-armamentista- en desarrollo. No se trata
de estar o no con el tratado, sino del actor, Estados Unidos es el principal agente
contaminante del planeta, a la vez que el mayor inverso en el proceso de
reducción de la contaminación global; su responsabilidad en tal caso es histórica,
esgrimir las causas de tal acto a
afectaciones a la economía y el desarrollo para abandonarlo, es ante todo irresponsable en el orden político, máxime
cuando el tratado había sido firmado por 147 naciones, la mayoría del
conglomerado que hoy tiene asiento en la ONU, con solo dos excepciones
importante de mención: Siria y
Nicaragua.
París
divide a occidente, Europa y su “unión” tan flexible se desconcierta, no solo por la
decisión, sino por los constantes desvaríos de la administración Trump, que
hace de la política un juego comercial
de ganancia y pérdidas, costos y beneficios. Sin esperanzas de poder hacer
realidad un tratado Trasatlántico de libre comercio; empujados a consumir el 2% del PIB en gastos militares,
tendrá que repensar no solo en la debilitada Unión Europea, sino en las relaciones
con los Estados Unidos; encarar nuevos retos ante nuevas circunstancias no
previstas por los teóricos y políticos europeos.
La decisión
norteamericana viene producirse en el preciso momento en que Inglaterra pone
marcha a la separación, implicando un profundo costo para la Unión, un alto
sacrificio para el desmontaje de todo el sistema económico-político, con
fuertes implicaciones sociales para el continente y la propia Inglaterra, sedimentando el “gusto”
separatista para tiempos venideros.
Por
otra parte a Europa no le quedará más remedio que anular las sanciones contra
Rusia, de no hacerlo, podría quedar atrapada por el aislamiento, aún cuando ha
apostado por establecer amplias relaciones con China, segundo agente
contaminante del planeta, comprometido con su reducción.
La brecha producida en occidente dará orientación
a una mayor relación Rusia-China, a la vez que un mayor acercamiento a la Unión
Europea. Europa no podrá sostener el ritmo acelerado de desarrollo que se
plantea para la zona centro-asiática y el Pacífico, de ahí su disyuntiva y
nuevas tendencias que en el orden político tendrá que revisar, pues el
proteccionismo trumpista no le da otra opción.
Así París,
“sus luces”, oscurecen el escenario europeo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario