El
año 2015 se esfumaron las esperanzas de continuidad de las izquierdas en
América Latina, la hecatombe en Argentina, los descalabros de Dilma en Brasil ante el acoso de la
derecha por estar involucrada en corrupción, que ya parte del equipo había
hecho suya, dejando un mal precedente para la continuidad de su gobierno ante
el pueblo brasileño. Más tarde las elecciones parlamentarias en Venezuela han
dado un espaldarazo al chavismo, perdiendo una gran base social de apoyo,
transfigurada toda articulación regular de gobierno al tener un legislativo
casi absolutamente en contra. Se esfuman las posibilidades de continuidad de
Evo Morales en Bolivia; en Tanto Rafael Correa recibe una campaña de desinformación intencionada para corroer
las bases del proyecto ciudadano que acomete.
Tales acontecimientos nos llevan una y otra vez al
tema-obsoleto-en la actualidad, del papel de los individuos en la historia,
vieja disputa de pasillos académicos y de no pocos hombres que han entregado la
vida al movimiento real de la lucha de clases.
Hoy
nadie duda después de veinte años transcurrido-en algunos casos menos-de la
popularidad del Kihsnerismo en la Argentina, de Lula en Brasil, de Chávez en
Venezuela, de Evo Morales en Bolivia o Rafael Correa en Ecuador, que a través
de compulsar a los movimientos sociales, pudieron bajo la fórmula burguesa de
“democracia” llegar a la presidencia en cada uno de sus países en cruentas
elecciones, cuestionadas por la derecha
desde sus inicios; expresión de debilidad de las oligarquías de todo un período
histórico en la América Latina donde no quedaba otra salida que la búsqueda de
alternativas ante el pasado dictatorial, siendo sus representaciones máximas
las dictaduras militares, en un continente asfixiado por la penetración, la
entrega y las calamidades sociales de todo tipo que generaron los perores
indicadores de pobreza y sujeción a nivel mundial.
La
vida socio económica aún bajo cualquier sistema nos impone determinadas trampas
siempre y cuando pasamos por alto determinadas experiencias-ya probadas e
infructuosas-de querer llegar a algo “diferente” sin tener en consideración las
leyes generales que mueven los sistemas, quiero decir, el “olvido” ex profeso
del materialismo dialéctico e histórico.
Los
sistemas como los hombres que se destinan a dirigirlos tienen sus límites, no
basta llegar a la cima, en ella está el entorno, el medio, que por efecto de
cualquier cambio, puede hacerte caer y retornar al mismo punto que antes habías
iniciado; efecto que ahora se produce de retorno al mismo punto, tal es el caso
de los acontecimientos que hemos venido haciendo mención, pues las derechas
antes desorientadas y divididas, habían perdido todo sentido de credibilidad al
estar aliada a los elementos más reaccionarios e involucrada con los turbios
manejos imperiales. Aprendidas las lecciones el reajuste y acomodo a las nuevas
circunstancias llevó a crear nuevas formas de evitar los cambios. Donde las
promesas del “socialismo” se destinan a las mejoras-que son importantes-la
reacción ahora más unida ha aprendido a crear el ambiente sostenible del
capitalismo apoyándose en las mismas limitaciones que esos líderes tratan de
erradicar, que a la postre resulta imposible pues la base económica ha sido y
sigue siendo de índole capitalista, dominando su producción y hasta el mercado.
Refriéndose a las grandes diferencias
capitalismo-socialismo, el teólogo brasileño Frey Betto ha expresado que el
“capitalismo socializa la espiritualidad, mientras el socialismo lo hace en la
economía”, dos maneras diferentes, para él, la cuestión se presenta entonces en
la debida falta de conciencia política que a nivel de continente se expresa,
dado por la propia debilidad de las izquierdas para poder llevar a cabo la gran
obra. En tal caso, los hombres, los individuos, los líderes compulsan, hasta
ahí llega su papel de influencia que a veces resulta ser decisiva bajo
determinadas circunstancias; quedando la obra principal inconclusa, la del
cambio.
Cómo
explicar siendo Bolivia el país que más
ha avanzado en crecimiento económico durante estos últimos diez años a nivel de
continente, que la sociedad o la mayoría de ella apueste a la insostenibilidad
del MAS. En la reciente consulta popular para determinar un sí o un no en la
reelección de Evo Morales, líder indiscutible de estos cambios; la euforia
triunfalista de los cambios y de sus principales líderes han pasado y siguen
pasando por alto las potencialidades que las derechas realmente presentan,
quiero expresar que esas han sido subjetivas, carentes de realismo.
Sorprendidas en todas partes las izquierdas son manipuladas a su antojo por los
medios masivos dentro y fuera de cada uno de sus países, calando en el
entramado social, que a la vez cree tener “mejores” oportunidades de poder
llevar una vida mejor, y de lo que se trata es de que la vida sea mejor en tanto pueda
corresponderse con lo que a cada ciudadano le hace falta o necesita; pues lo
contrario a ello es el consumismo, ese del cual están infestado esos países
porque la principal prensa radial, escrita o de otros medios está en función de
la falacia de la sociedad de mercado, consumir más para tener más y vivir
mejor, no importando en ello el vecino del frente.
La
vieja discusión reaparece, sigue estando tan presente como antes, porque los
hombres, no son magos, aunque con la más basta capacidad, dependen del sistema
que los envuelve y los llega a convertir por la fuerza que contiene en
inútiles, aún con las mejores esperanzas.
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