Un cintillo en la portada
nos expresa que: “No está bien rendirse antes de tiempo, lo correcto es esperar
a después de morirse; eso te evita la vergüenza de no haber entendido la
lucha”; por qué la frase, qué relación guarda con la realidad social y sus
líderes; podría ubicarse en cualquier contexto, más no es precisamente la
intensión hacia espacios foráneos, su
mirada está dada hacia el interior del proceso revolucionario cubano; llamando
la atención sobre la figura del
Comandante Fidel Castro al dejar el cargo de Secretario General del
Partido Comunista de Cuba y de Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministro; es la alusión a un “fracaso” en la trayectoria de Fidel como líder;
una mirada hacia una economía siempre en
jaque ante contingencias; una propuesta de frustración en el orden político que
nunca será superado aún cuando la desaparición física del líder sea un hecho.
Ilusión fáctica para los que no entienden ni podrán entender lo cubano desde la
mirada de la salvación apelando a la cultura y la identidad del cubano; al rendirse de esa manera, han caído en los brazos del
Instituto Cubano por la
Libertad de Expresión y Prensa (ICLEP); que no es otra cosa
que un órgano para “promover la libertad de expresión y prensa dentro de Cuba”,
para la “creación de espacios
alternativos”; ajena por supuesto al proceso revolucionario cubano; “alternancia”
y “libertad de expresión” al estilo norteamericano, con paga de cada artículo contrarrevolucionario.
Un memorial martiano
(Plaza de la Revolución
de la Habana)
ensalzado de marcas (Romeo y Julieta,
Populares, Palmares, BRASCUBA, Castrol) nos propone una tergiversación desde “posiciones
revolucionarias” del pensamiento del apóstol; la creencia de regreso a la
sociedad de los trust, las compañías
made in USA, en resumen, un retroceso en la sociedad bajo la nueva
construcción, que no es otra que la del nuevo modelo económico; marcas que en
definitiva parecen derrumbar el pensamiento de José Martí; encerrado en un
callejón sin salida a través del círculo de la CASTROL. Así nos formula una
“singular justa de pluralidad”, en una llamada “sociedad civil”, donde no parece
estar reflejados los derechos ciudadanos, lo que es igual a una divergencia en
el lenguaje que llaman “oficial”.
En la sección de Actualidad
y Polémica se nos presenta “Epístola
para ser leída un siglo, un año y un día después de mi muerte” de Luís Pérez de Castro; quién figura como uno de los editores reconocidos
de Cuadernos de Pensamiento Plural; es ante todo una mirada a la cotidianeidad del cubano tras la
declaración actualizada del léxico en una Cuba azotada por condiciones
económicas y sociopolíticas complejas; que según el autor es un “encubrimiento de la realidad social”,
citando entre ellas las siguientes:
-No existe la
prostitución, las(os) que lo ejercen son jineteras(os) o luchadoras(es).
-No existe la pobreza,
existe el bajo poder adquisitivo.
-No existe el desempleo,
existen los disponibles.
-Una casa adecuada, un
auto, un teléfono y una buena alimentación no son necesarios, mucho menos
imprescindible, son un lujo.
-El transporte urbano para
nada aumentó su precio, sólo que ahora
son “Refuerzos”, por lo que el costo debe de ser superior.
Para un conocedor como
Pérez de Castro de la realidad cubana, es imperdonable la utilización ex
profeso de adjetivos que tienden a la
distorsión de esa misma realidad pues la sociedad misma condiciona bajo
determinadas circunstancias de vida malformaciones que vienen determinadas por la propia
realidad económica; un buen historiador como él
lo sabe; pero su esencia es abordarla a partir de sus causas;
proponiendo -si es que puede-las vías de superación, a lo cual no parece estar
dispuesto; llegando a negar la esencia objetivamente humana de la construcción
del socialismo en Cuba cuando señala que
“Una casa adecuada, un auto, un teléfono y una buena alimentación no son
necesarios, mucho menos imprescindible, son un lujo.”
El historiador
comprometido ha dejado de serlo de
facto; tergiversando la realidad al
querer explorar el terreno de la
cotidianeidad; tal vez el de la historia inmediata, que tiene por base la
comprensión de una realidad objetiva sometida a las encadenadas causas e
interconexiones de la cual no se puede desprender toda investigación en las
Ciencias Sociales.
La orientación acertada
debe de estar acompañada de una adecuada fundamentación tras los resultados,
así por ejemplo expresa que:
“Por pensar distinto y
expresarte dejas de ser un hombre honesto para convertirte en un disidente y, si
la interpretación de los jueces encargados de enjuiciarte no te acompaña, en un
connotado contrarrevolucionario (CR), negándose con ello el carácter dialéctico
del pensamiento, así como la aparición de una contradicción total respecto al
discurso oficialista”.
Refugiarse en la
dialéctica cuando las causas de los
fenómenos no están determinados, es negarla; pues la realidad misma expone
crudamente lo que es-con o sin-oficialismo; tergiversarla por tanto es caer en
los bellos brazos de la princesa, que aguarda con la manzana de la discordia
para darte el bocado y, puedas seguir “ingenuamente” siendo el disidente
con o sin causa que haga otro número en
la fila.
Todo intento de presentar
una situación socio económica por complejo que sea tiene que tener una sólida
explicación que conlleve al cambio, cuando no se alcanza recomenzaremos o por
pertinencia histórica adoptaremos otras variables; pero no podemos por
“incidentes” objetivos pragmatizar la realidad misma; ahí estriba el enredo de
perderse en el bosque; que viene a ser una de las razones por la que Luís Pérez
de Castro no llega a explicar, conduciéndolo a los brazos de la princesa cuando
categóricamente señala:
….”por más que hurgo en la
historia no encuentro la diferencia entre el pasado y el presente, no logro
encontrar un ápice de luz que me ayude a entender esta extraña coexistencia en
que nos encontramos, donde las fisuras y los comodines son el orden del día, el
dime que te diré en cada rincón que te encuentres”.
En resumen nos ofrece una dialéctica tergiversada;
callejones sin salida; donde la esperanza en una vida mejor no cuenta, ni
proponer cómo cambiarla; es la pérdida en los valores que han fundamentado el
quehacer de una sociedad que se ha mantenido gracias a la persistencia tenaz de
la resistencia para salvarse, donde alcanzar el “equilibrio”-el preconizado por
Martí-ha formado parte diaria de la cotidianidad del cubano desde el triunfo de
la revolución; para los que no hallan
entendido el mensaje, echen una mirada al sur para hurgar en los grandes
cambios; entonces será comprendida la gran obra, que es fruto también de los
lamentables errores humanos; cuando ello ocurra no habrá marcas sobre los
pedestales de los héroes, ni miradas “ingenuas” que claudiquen.
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