Rámón de la Sagra |
En la Historia Física, Económico-Política,
Intelectual y Moral de la Isla
de Cuba de Ramón de la Sagra, publicada en el año
1861, por la Librería de Hachette de
París, aparece el recorrido que el ilustre investigador realiza por la región
central de Cuba en busca de datos e informaciones que le propiciaran dar luz
sobre los temas que se había propuesto desarrollar a modo de información y
actualización, y de otros que con
anterioridad ya había obtenido a partir del año 1824 en que había realizado su
primera estancia en tierras de la isla caribeña; hasta el año 1835.
Este trabajo no solo pretendía
apaciguar el espíritu investigativo de la Sagra, sería a la vez un compendio de información para ser utilizada por la corona española en la conducción de los destinos de la isla, de ahí, el apoyo que
recibiera por las autoridades coloniales desde su arribo a La Habana en agosto del año
1859; el conocimiento que de él se tenía en los
círculos políticos, económicos e intelectuales, tanto en La Habana como hacia el
interior, facilitó su labor; la obra, es
la continuación de lo ya iniciado.
No abordaremos sobre los temas
investigados en sus viajes hacia
Matanzas, Cárdenas, Colón; o sus indagaciones en La Habana, al no ser los
estrictamente necesarios que guarden relación con el viaje que tiene lugar
hacia la región central de la isla en diciembre del año 1859; este fue
compartido con el recién nombrado Gobernador y Capitán General de la Isla, José Serrano, Conde de
San Antonio, en sustitución de Concha; el cual era a la vez acompañado por la Condesa de San Antonio, su
esposa, oriunda de Cienfuegos, siendo esta villa su primer destino.
La estadía en Cienfuegos fue
corta, inmediatamente partió para la
sureña Trinidad, alejándose de las fiestas y conmemoraciones que entonces se
celebraron en ocasión de la visita de la primera autoridad.
De este primer encuentro con la
legendaria villa deja en sus memorias que “el cultivo de la caña de azúcar ha
excluido casi todo lo demás, y las familias pobres no hallan terreno donde
ejercer la industria agronoma de las pequeñas fincas. Así también se han
encarecido los precios de las sustancias vegetales indígenas[1]”…;
idea que refuerza con la visita que realiza al Valle de los Ingenios; no siendo
solo exclusivo a esa jurisdicción pues en otras la situación era análoga; que en el caso de la región central tenía sus
expresiones en las jurisdicciones de Cienfuegos, Sagua La grande y Remedios.
De los encuentros que sostiene con la
élite de hacendados en la zona se informa de la producción y de las principales
producciones agrícolas; pero resulta paradójico que de la Sagra no halla hecho
referencia en su obra a la penetración
del capital alemán en la producción azucarera de aquella villa, pues su
presencia era apreciable, fusionándose incluso con el de los ricos hacendados
en esa zona; siendo esta una peculiaridad distintiva no solo para la región
central, sino para la isla; en tal sentido, que “En 1860, el capital alemán
controlaba 44 ingenios en la región de
Trinidad” [2]; por
lo menos en este viaje no hace alusión a ello, siendo dominante el predominio
alemán en el rico valle in tramontano.
De su estancia en Trinidad es preciso
tomar uno de los pasajes de sus recorridos con un hacendado de la localidad:
“Hablaba yo de esto con mi amigo,
durante una de nuestras excursiones matinales, cuand0 al señalarme una
cuadrilla de vigorosos negros, cortando caña cual si segaran yerba, me dijo,
con profunda convicción y aludiendo, , sin duda, á mis precedentes reflexiones:
Solo esta raza de hierro, puede soportar semejante fatiga, desde el amanecer
hasta las 11 y de la una al anochecer.
¿No es V. de mi opinión?, la Sagra. Ciertamente, le contesté, mientras que
permanezca, por la necesidad o por la costumbre, invariable del sistema actual
que tales esfuerzos exige(…)Mas esta introducción, de difícil costosa que es ya en el día, llegará a ser imposible:
luego es preciso ó variar completamente el régimen actual del trabajo, para que
sea practicable por otra gente, ó renunciar al cultivo de la caña(…)Tal es
amigo mío, el problema vital para la agricultura cubana, y que sin demora den
el Gobierno y los habitantes ilustrados y previsores, esforzarse en resolver,
so pena de una ruina inminente”[3]
De este pasaje queda claro que conocía
del destino incierto de la producción azucarera cubana al seguir utilizando la
mano de obra esclava; pues el sistema era ya obsoleto; mantenido a la altura
del año 1860 por medio de un tráfico
costoso e inhumano repudiado y perseguido; un freno al libre desarrollo de las
relaciones capitalistas de producción. No rectificar sería costoso para los
hacendados; las arrolladoras relaciones de producción capitalistas que sería
introducidas en la segunda mitad del siglo llevarían a la ruina a una buena
parte de los sostenedores del sistema de plantación.
Si por un lado deja constancia de la
rica arquitectura, los palacios y las costumbres de la rica élite social, por
otra manifiesta que…”la instrucción pública pide muy activos auxiliares en
Trinidad y grande cooperación de las familias ricas (...) hay mucho que desear
en su ramo, pues no se le da la importancia que merece”.[4] Para
el agudo observador estaba claro que:
“Si el movimiento progresivo, en las nuevas
poblaciones de la isla, no es más rápido y sobre todo mejor ordenado hacia
fines trascendentales, (…) no debe atribuirse
esta falta á los habitantes, promovedores de las nuevas empresas, los
cuales tienen que luchar constantemente contra la impericia de algunas
autoridades, demasiado fugaces, y contra vicios de la administración judicial” [5]
La referencia, aunque solapada deja
claro que la administración colonial es
la responsable de la situación; más al
referirse a sus habitantes como “promovedores de las nuevas empresas”; ponen al
descubierto la otra cara del sistema colonial en cuanto a la sociedad criolla
que desborda ansias por los adelantos, mientras el poder colonial impone sus
reglas; base de las contradicciones que llevaría al camino independista ocho
años después.
Lo que en términos de educación
obtiene, lo ve repetirse en las demás villas que visita; en Sancti Spíritus
califica la enseñanza primaria de “deplorable”. Aunque critica las debilidades del sistema ve la
solución en los que…”por su posición social y crecida fortuna, pueden y deben
contribuir á mejorarlo” [6]
; apesadumbrado por el sistema
educacional en Cuba mantuvo a lo largo del tiempo esta posición de la cual fue
un ferviente defensor y sostenedor con su acción práctica, que lo llevaron
constantemente a la búsqueda de fondos para las instituciones educativas;
tocando incluso a la puerta de la propia Condesa de San Antonio.
Como en recorrido anteriores por La Habana, Matanzas y
Cárdenas; al dejar atrás a la villa de Trinidad, se ocupó en Sancti Spíritus
por recoger todo tipo de datos sobre agricultura, comercio, educación, estado
intelectual y moral de la población; particular énfasis ponía en sus pesquisas
en la producción azucarera, especialmente en los adelantos que hasta entonces
tenían los ingenios; pero sus indagaciones no llegaron a penetrar el que sería
uno de los principales problemas del retraso de la región centro-oriental; el
referido a las Haciendas Comuneras[7]; se
había iniciado el deslinde de estas en esa jurisdicción desde el año 1856[8]; tal
situación tampoco fue apreciada en su visita a la jurisdicción de Santa Clara.
Tal estado de cosas relativas en sus bases a
la propiedad, si bien no constituía un freno para la parte occidental de
la isla, al no existir este tipo de institución, eran para la región central
uno de los más graves que arrastraban las autoridades coloniales, pero que la Sagra no divisó.
Como agudo observador puedo la
Sagra detectar la contradicciones entre la villa espirituana
y la trinitaria; “conveniente sería que el espíritu de revalidad que las
divide, profiriese el ramo importante de la instrucción, para sobrepujarse
mutuamente” [9]; otras tenían lugar entre
Santa Clara y Cienfuegos; Santa Clara y Sagua La Grande; pero no penetra en
sus causas.
De regreso a Cienfuegos, pasa por la
villa de Trinidad; en marzo de 1860 se encuentra ya de visita en la Jurisdicción de Santa
Clara, iniciando su recorrido por el poblado de La Esperanza; visita el
ingenio “La Candelaria”,
propiedad de Juan Bautista Fernández; en el le llama la atención que el ingenio
es operado en todas sus labores por una dotación de 47 chinos, estos bajo el
régimen de contrata; no utilizándose la mano de obra de los negros esclavos;
indaga sobre el aprendizaje de los chinos en la producción azucarera y de los
resultados económicos; así como de las inversiones que en el referido ingenio
se acometían.
Estudioso de la agronomía, botánico;
indaga en la villa de Santa Clara por el cultivo del trigo; pues era una zona
productora de esa gramínea desde el siglo XVIII; para su pesar no encuentra las producciones de antaño. Entre paseos
campestres y la lectura de un ejemplar de la Historia de Santa Clara y
su Jurisdicción de Manuel Dionisio González termina su estancia; no sin
antes obtener datos sobre educación,
ediciones periódicas, y adelantos en la producción azucarera. No caló, como
hacíamos mención en el principal
retraso: la Hacienda Comunera.
Atraído por la experiencia del ingenio
“La Candelaria”,
visita en Sagua La Grande
un ingenio donde se utiliza contratados chinos, dejará en sus memorias, “puede
calcularse la utilidad que un empresario vizcaíno muy activo, que he visto
allí, sacara del trabajo de 17 chinos que emplea, y á los cuales paga solo el
salario de la contrata, ó sea 4 ps fs al mes y la comida(…) es una de las
empresas más lucrativas y cómodas que ha producido fortunas inmensas”…[10] ; su
interés no penetró en los costos sociales de un contratado chino; pues eran
condiciones similares a la de un esclavo de plantación.
Como en Trinidad, no pudo apreciar la
penetración del capital extranjero en esta zona; al ser el norteamericano
preponderante; ni en el accionar de sus Sociedades Comerciales, en pugnas con
los de la rica zona azucarera de Cienfuegos.
Más las limitaciones no son las
intenciones; en su recorrido, la
Sagra obtiene un caudal de información de incalculable valor
que se acrecienta cada día ante el deterioro documental y la carencia de
información de una parte importante de la vida colonial de la Isla de Cuba; la recurrencia
es obligada para los estudios históricos, particularmente para la región
central.
[1] Sagra, Ramón de la. Historia Física,
Gnómico-Política, intelectual y Moral de la Isla de Cuba. Librería de Hachette. París, 1861.
Pág. 62
[2]
Álvarez Estévez, Rolando; Guzmán
Pascual, Marta. Alemanes en Cuba (siglos XVII al XIX). Editorial de Ciencias
Sociales. La Habana,
2004. Pág.33
[3] Sagra, Ramón de la. Historia Física,
Gnómico-Política, intelectual y Moral de la Isla de Cuba. Librería de Hachette. París, 1861.
Pág. 85.
[4] Sagra, Ramón de la. Historia Física,
Gnómico-Política, intelectual y Moral de la Isla de Cuba. Librería de Hachette. París, 1861.
Pág. 68
[5] Idem.
Pág. 191
[6] Idem.
Pág. 72.
[7] La
propiedad comunera surge de una forma especial de transmisión de la propiedad
particular, consistente en la trasmisión del valor representativo de esa misma
propiedad; indicado por la unidad monetaria que sirve para las
trasmisiones(Alfonso, Velorio B. Las Haciendas Comuneras. Imprenta y Papelería
de Rambla, Bouza y Cia. La
Habana, 1914. Pág. 19).
[8] …”en
la década de 1856-1866, se había iniciado la gran mayoría de los deslindes de
las haciendas del término municipal y del partido judicial de Sancti Spíritus,
a punto tal que casi todas las haciendas habían sido entonces iniciado y muchos
terminados, habiéndose entregado enormes cantidades de tierra”…( Alfonso,
Velorio B. Las Haciendas Comuneras. Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza y
Cia. La Habana,
1914. Pág. 215.
[9] Sagra, Ramón de la. Historia Física,
Gnómico-Política, intelectual y Moral de la Isla de Cuba. Librería de Hachette. París, 1861.
Pág. 115
[10] Idem. Pág. 216