En el más reciente evento de la Asociación de
Historiadores de la provincia de Villa Clara, fueron presentados varios trabajos
sobre la enseñanza de la historia y sus actuales limitaciones. Tienen como común denominador los trabajos, señalar
algunas carencias actuales, que pueden resumirse en:
·
Falta
de preparación de los maestros y profesores para impartir un contenido que
esencialmente tiene importancia trascendente en la formación de valores.
·
Carencias
de recursos metodológicos para enfrentar el proceso docente.
· No
vinculación de una gran parte de los profesionales a la investigación,
limitando sus capacidades de aprendizaje, lo que se traduce en límites para los
estudiantes al no precisarse tareas complejas que requieran del método
científico.
Estos límites tienen sus especificaciones en los
diferentes niveles de enseñanza, donde de acuerdo a los objetivos de cada una de
ellas deben alcanzarse como resultado niveles de aprendizaje que al cerrar el
ciclo en la enseñanza superior deben dar
como resultado la independencia cognoscitiva y la creación.
Sería absurdo medir tales problemáticas exclusivamente
desde las interioridades de la educación
como sistema de enseñanza, pues las políticas educacionales son trascendentes
en las perspectivas de desarrollo del sistema educacional. La realidad socio
económica de los años noventa en Cuba a
finales del siglo XX, dieron un cambio brusco que tuvieron sus
repercusiones para la educación, entre ellas:
·
El
abandono de programas de estudios en los distintos niveles de enseñanza que
provocaron la interrupción de los ciclos en los diferentes niveles de
enseñanza.
·
La paralización
en la formación de de maestros y profesores en una disciplina que por sus
características y complejidades requiere de incentivos y motivaciones
adicionales no solo de actitudes, sino aptitudes bien consolidadas que hagan
del profesional un apasionado y trasmisor consciente del conocimiento.
·
La
emergencia-transcurridos veinte años-llevaron inevitablemente a crear un vacío
en la formación en todos los niveles asociados al conocimiento de la Historia
Universal y la de Cuba en particular, al no estar adecuadamente calificados los
nuevos maestros y profesores que tímidamente se prepararon, en otros casos la
emergencia lo imposibilitó dando lugar a la improvisación.
Lo anteriormente expresado es reconocido, ni requiere del
debate, lo que se trata es de enmendar y restaurar una práctica consolidada que
tiene profundas raíces en la Historia de Cuba, afincada en el propio proceso de
formación nacional.
Nuestro objetivo es abordar algunas ideas de cómo desde
una institución como el Archivo Histórico, se puede contribuir al proceso educativo en los diferentes niveles de
enseñanza, sobre todo, en el nivel medio superior y superior.
La primera gran limitación con la que chocamos
actualmente en Cuba, es considerar a los Archivos Históricos como un reservorio
de documentos para ser conservados en el tiempo, abierto a la “élite” de
investigadores, o/a los azares de algún que otro tema recomendado desde los centros de la enseñanza
superior. No existe por ello un reconocimiento social de su importancia y valor
para la formación general integral.
Lo anterior solo es salvable si existe un adecuado
vínculo entre los centros y la propia institución-archivo-que se puede
manifestar de diferentes formas:
·
Las
carreras afines a las Ciencias Sociales precisan del conocimiento de los fondos
y colecciones con que cuentan los Archivos de la nación.
·
Los
cursos, diplomados, maestrías y doctorados requieren de articulación con los
Archivos Históricos, pues son los archivos históricos los que conocen en
definitiva cuáles son los principales vacíos historiográficos que existen sobre
la base de la documentación atesorada.
·
No se
tiene en consideración como derivación de lo anterior las propuestas que puedan
ser aportadas desde los Archivos Históricos sobre temas de investigación.
·
La
formación no es alcanzable en las diferentes carreras si no se tiene el
conocimiento cultural necesario de una disciplina en particular. Ej. No se
puede concebir que un estudiante de
arquitectura transcurra cinco años en el recinto universitario y sea
absolutamente huérfano en conocimientos de la agrimensura o las construcciones del pasado colonial o neo
colonial que solo hoy se atesoran en los Archivos Históricos. Otro tanto
pudiera decirse de la economía, donde la obligada referencia a los temas sobre
la propiedad sobre la tierra, es solo posible conocerla a través de fondos
documentales, como las Anotadurías de Hipotecas,
Registro de la Propiedad, etc., por solo citar dos ejemplos, porque de no
hacerse se pierde hasta la esencia misma de la investigación, pues en los
ejemplos citados, resulta imposible abordarlos si no se recurre a las fuentes
originales.
·
El
enfoque de determinados intereses académicos o a veces particulares de temas de
investigación no tienen una adecuada integración entre lo local, lo regional y nacional,
que provocan el despliegue de enfoques hacia lo general, sin atribuirle la
adecuada correspondencia que se manifiestan en lo local y lo regional.
·
No se
trata de cambiar el objeto social para el cual fueron destinados los Archivos
Históricos, de lo que se trata es de que los fondos documentales de la nación
atesorados, no se conviertan en “archivos pasivos”, que las construcciones
sociales de la nación sean puestas en manos de las nuevas generaciones, lo que
en definitiva redunda a reforzarla. Lo que proponemos es integrar de forma
armónica a los especialistas del Archivo Histórico a los equipos docentes de la
enseñanza superior con la impartición de determinados temas relacionados con
las problemáticas expresadas, lo cual no está reñido con la función social que
tiene, pues la promoción de los fondos documentales y su conocimiento, está
entre sus objetivos.
Cuántos estudiantes de los diferentes niveles se
enfrentan hoy a una carta manuscrita de Máximo Gómez, José B. Alemán o un
croquis de la Guerra de Independencia elaborado a mano alzada en el fragor de
una batalla; esta pregunta se queda sin respuesta. Ese contacto con el pasado
que nos deja una vivencia, una emoción, un recuerdo, que nos enseña el pasado
heroico, que con el devenir del tiempo se injerta como un granito de arena en
ese complejo que es la identidad, es solo posible tenerlo en un Museo o en el
Archivo Histórico; de no articular entonces en un sistema de visitas, jamás
educaremos, ni crearemos las necesarias convicciones a las que aspiramos a que
tengas nuestros niños y jóvenes; ello en las condiciones actuales, ni precisa
de políticas, orientaciones o resoluciones, es tan sencillo como ponernos de
acuerdo y hacerlo.