Entender
que el neo colonialismo inyectado de neoliberalismo está injertado en América
Latina, es una de las principales-o tal vez fundamental-lección que debiera
aprenderse, pues las estructuras siguen siendo esencialmente dependientes, aún
cuando existan países que por sus economías nos parezcan “gigantes”. Las
contradicciones a que se someten no pueden ser resueltas con dualidades de
bloques económicos o políticos porque en definitiva el
sistema-capitalista-sigue siendo
subordinado del gran capital, asentado en los grandes centros de poder,
que a la vez lo son políticamente.
La
fragilidad de gobiernos que tras una representación popular han llegado al
poder en diferentes países, han estado atrapados bajo esa fórmula neocolonial
matizada por los impulsos del neoliberalismo, que encuentra una base social de
apoyo en las burguesías carentes de proyectos nacionales, prefijada de antemano
por múltiples vínculos a los principales centros financieros, que para el caso
de América Latina, se concentran fundamentalmente en los Estados Unidos.
Intentaremos
cronológicamente de ordenar los golpes de estado que han tenido lugar, así como
los cambios que se han operado en su diseño, que a su vez, tiene sus
derivaciones en los gobiernos que han transitado por la Casa Blanca: George W.
Bush y el actual Barack Obama.
Una espiral golpista
Venezuela
El
martes 12 de abril del 2002, golpe de Estado de la oposición venezolana contra
el entonces presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez.
En cadena nacional, el general Lucas
rincón, anunciaba que se le había asociado la renuncia al Presidente y que este
había aceptado.
No
fueron presentadas pruebas que avalaran las declaraciones del General rincón,
argumentaron que la renuncia nunca se produjo puesto que no se firmó ningún
documento.
Militares
y civiles trasladaron al Líder de la Revolución Bolivariana a distintos
lugares, inicialmente al fuerte de la Tiunia en Caracas intentado evitar
que el pueblo lo rescatara, fue llevado
hasta la isla venezolana de La Orchila, hasta su regreso el 13 de abril.
Se
realizaron allanamientos y agresiones por todo el país a diferentes
funcionarios del Gobierno. Detienen sin orden judicial al (para ese entonces)
diputado Tarek William Saab y al ministro del Interior y de Justicia, Ramón
Rodríguez Chacín.
Liderado
porel entonces alcalde del municipio de Baruta y actual gobernador de Miranda,
Henrique Capriles, se realiza un ataque contra la embajada de Cuba en
Venezuela, secuestrando a las personas que se encontraban en el lugar.
Consumado
el golpe de Estado, Pedro Carmona Estanga, acompañado de los políticos de la
ultraderecha venezolana y representantes de la Iglesia Católica, se auto
juramenta como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
Se
leyeron los decretos de Constitución del Gobierno con los cuales se disolveron
los poderes públicos y simultáneamente se produce un silencio informativo sobre
los primeros actos del nuevo Gobierno”.[1]
Honduras
“como
candidato del partido Liberal, Zelaya es elegido presidente de la República de
Hondura en 2005 y triunfa sobre adversario político Porfirio Lobo sosa, del
Partido Nacional. Asume su cargo el 27 de enero del 2006. El primer día de su
presidencia aprueba la Ley de Participación Ciudadana que permite consultas
populares sobre las principales cuestiones nacionales, con el fin de reforzar
la democracia participativa.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de
las Naciones Unidas saluda su buena gestión en 2006 y clasifica a Honduras en
el primer rango de las naciones con crecimiento económico fuerte de la región y
con la tasa de inflación más baja de los últimos quince años.
El Presidente Zelaya no privilegia la economía en
detrimento de la ecología. En efecto, en 2007 lanza un programa de protección
de los bosques en la zona del río Plátano.
En 2008 Honduras se integra en la Alianza Bolivariana
para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que fundaron Cuba y Venezuela. El
país puede así beneficiarse del programa Petrocaribe, que le permite conseguir
con crédito el 40% de petróleo adquirido con una tasa de interés del 1% en un
periodo de 25 años. Las economías realizadas en el sector energético permiten a
Zelaya emprender una política social destinada a mejorar el nivel de vida de
los sectores más desfavorecidos, con inversiones masivas en los campos de la
salud y educación. Del mismo modo el salario mínimo aumenta un 11% en 2007 y un
60% en 2008.
En 2009 el presidente Zelaya propone una consulta popular
para el mes de junio sobre la posible elección de una Asamblea Constituyente
con el fin de modificar la Constitución de 1981. En caso de respuesta positiva
se agregaría una cuarta urna en las elecciones de noviembre de 2009 para
ratificar la voluntad popular.
No obstante, Zelaya se enfrenta a la hostilidad del
Tribunal Supremo Electoral, de la Fiscalía General, de la Corte Suprema de
Justicia y del Congreso Nacional, bajo control de los conservadores que se
oponen a toda reforma constitucional. Todos consideran ilegal la consulta. El
ejército se niega a distribuir las urnas durante la consulta prevista el 28 de
junio, obligando al presidente a importar el material desde Venezuela y
ocasionando una crisis política con la renuncia del ministro de Defensa y de
los jefes de los tres ejércitos.
El 28 de junio de 200 el presidente Zelaya es víctima de
un golpe de Estado orquestado por Washington y la oligarquía hondureña, opuestos
al acercamiento con la izquierda latinoamericana. Expulsado a Costa Rica, es
sustituido por Roberto Micheletti a la cabeza del país hasta el fin de su
mandato en enero de 2010. Ningún gobierno del mundo reconoce a la junta
golpista”.[2]
Ecuador
“El 30
de septiembre de 2010, miembros de la Policía Nacional ecuatoriana se
sublevaron contra el gobierno legítimo y constitucional del presidente Rafael
Correa por una prebendas económicas que les eran eliminadas por una nueva
normativa (Ley de Servicio Público) recién sancionada en el Parlamento de ese
país suramericano.
Los
golpistas tomaron le regimiento quito y, en un acto de valentía y de
responsabilidad, Correa llega a las instalaciones para explicarles que “ahora
el policía que menos gana es 700 dólares, pero qué pasa, antes había una serie
de parches, le pagaban 160 dólares-al mes-pero le daban un juguetico en navidad
para el hijo y con eso lo ponían contento y engañaban a los policías, ahora
decimos: Tengan un salario digno y ustedes cómprenle el juguete a su hijo”.
Correa
fue rescatado por fuerza de élite del
Grupo de Operaciones Especiales (GOE), no sin antes haber sido víctima de un
intento de magnicidio, dado que los policías golpistas apostados frente al
hospital lograron impactar cuatro veces el vehículo del presidente. El saldo
final de la intentona fue cinco muertos y 193 heridos.
El
gobierno de Estados Unidos dijo antes de la vuelta de correa al Palacio de
Carondelet que “estaban siguiendo la situación de cerca”, declaraciones ambiguas
que solo se emiten cuando las piezas del tablero todavía no terminan de cuajar
la conspiración.
Si
hacemos un juicio de memoria nos damos cuenta que esta no fue la primera vez
que un Gobierno ecuatoriano es agredido por Estados Unidos y sus operaciones
locales. El ex agente de la CIA , Philip Agee, relató en los años setenta e n
su libro “Diario de la CIA”, como él mismo lideró la operación para socavar al
gobierno progresista de José María Velázco Ibarra hasta lograr sacarlo del
poder bajo fuerza apenas al año de haber obtenido su cuarta presidencia en
1960. [3]
El primero
tiene lugar bajo la presidencia de George W. Bush quien después del 11 de septiembre
del 2011, sometió al mundo bajo una nueva concepción de enfrentamiento al
terrorismo, de ahí que la continuidad de los golpes en la América latina
siguieran por los antiguos derroteros dictatoriales de golpes militares, con la
utilización de todas las fuerzas aliadas a las élites oligárquicas
latinoamericanas.
Una nueva línea, golpes blandos, blancos o parlamentarios: Paraguay, Venezuela, Argentina y Brasil.
Paraguay
“El 22 de junio del 2012 se produce el golpe de Estado
parlamentario contra Fernando Lugo en el Paraguay. Al echar un vistazo hacia
atrás, y ver qué fue lo que cambió desde aquél gobierno que se presentaba como
la esperanza de los humildes, encontramos muchas diferencias. En primer lugar
cambió América Latina. La elección de Lugo en 2008 fue la enésima victoria de
un frente progresista en todo el continente que hoy está en franco deterioro.
Era el momento dorado de los proyectos continentales que se oponían al poder
histórico de conservadores y potencias extranjeras, y el gobierno del Frente
Guazú, partido que llevó al ex obispo al gobierno, fue uno de los primeros
eslabones, quizás el más débil, en caer. Cambió la economía, cada vez más
basada en la exportación de soja transgénica en un país en vertiginoso
crecimiento. Cambió la política, con un Paraguay en la actualidad muy lejos de
confiar el poder en otra propuesta que provenga de la izquierda. Lo que no
parece haber cambiado son la desigualdad y la pobreza en el país guaraní, donde
el campesinado y los trabajadores urbanos siguen siendo los sectores más
vulnerables y expuestos a la ya histórica represión del Estado.
La destitución de Lugo en 2012 fue el ensayo mejor
realizado de lo que se conoce como golpe blando, o golpe de guante blanco. Se
trata de un método para desbaratar un gobierno sin la intervención directa de
las Fuerzas Armadas o el empleo clásico de la violencia. Simplemente alcanza
con generar un clima político inestable, presentar al gobierno de turno como
culpable de la crisis y encontrar las formas de doblegar la ley para tumbarlo.
Eso es lo que sucedió hace tres años en Paraguay.
Para comprenderlo, sin embargo, es necesario reconstruir
la historia que llevó a ese golpe. Paraguay es la nación más desigual del mundo
en cuanto a la concentración de la tierra. Según datos oficiales, el 2,6% de
los propietarios detienen el 85% de la tierra cultivable, la base del poder
político y económico en el país. Muchos de estos campos constituyen lo que se
llaman tierras malhabidas, es decir que debían destinarse a la reforma agraria,
prevista en la Constitución , y terminaron en manos de simpatizantes de la
dictadura Alfredo Stroessner (1954-1989) o amigos de altas autoridades del
Estado. Entre 1954 y 2003 fueron adjudicadas de manera fraudulenta 7.800.000
hectáreas de tierra, que equivale al 32% del territorio cultivable del país. De
esta manera, millones de paraguayos quedaron históricamente alejados de la
posibilidad de obtener tierras propias, lo cual generó un conflicto social
profundo que aún sigue vigente.
Desde 1885, cuando se aprobó la primera ley de venta de
tierras fiscales, luego de que la guerra de la Triple Alianza acabara con el
proyecto del Paraguay Independiente del doctor Gaspar Rodríguez de Francia y
sus sucesores, la propiedad de la tierra ha sido la principal causa de persecución
y muerte contra el campesinado. En 2014, la Coordinadora de Derechos Humanos
del Paraguay (CODEHUPY), publicó un informe acerca de los asesinatos de
campesinos cometidos en ese país desde la restauración de la democracia en 1991
hasta agosto de 2013. Allí se revela que 115 campesinos fueron ultimados por
fuerzas de seguridad o sicarios al mando de grandes terratenientes con el fin
de amedrentar las ocupaciones y la lucha por la tierra. A estos hay que agregar
dos casos más en el último año. Gobierno, terratenientes e industriales fueron
quienes mantuvieron el poder durante 61 años seguidos, representados por el
Partido Colorado.
Esta norma se rompió con la llegada de Lugo a la
presidencia. En 2008, el Frente Guazú decidió armar una alianza con una de las
agrupaciones tradicionales del poder en Paraguay, el Partido Radical Liberal
Auténtico (PRLA), al no contar con la estructura necesaria para enfrentar los
comicios. Resistido por los sectores del poder más concentrado y por los
movimientos sociales más radicales, Lugo actuó con una política de doble vía.
Si por un lado mantenía invariada la estructura económica del país, con una
fuerte impronta regresiva y extractivista, por el otro, gracias a los precios
favorables en el ámbito internacional, benefició a millones de paraguayos.
Universalizó el sistema de salud que por primera vez en la historia se volvió
público y gratuito. Entregó netbooks a todos los estudiantes de primaria y sus
maestros. Logró que el entonces presidente de Brasil, Lula Ignacio Da Silva,
aceptara triplicar el monto que pagaba al Paraguay por la venta de energía
eléctrica de la central de Itaipú, y engordar así aún más las arcas del Estado.
En 2010, Paraguay llegó a su record histórico de crecimiento económico, que
alcanzó el 15% de su PBI. En total, entre 2008 y 2012 hubo 24 pedidos de juicio
político contra el presidente por su simpatía hacia los movimientos de
izquierda y sus reivindicaciones.
Para el año 2011, el gobierno de Lugo empezó a enfrentar
el problema de las tierras malhabidas. Comenzó una extensa investigación, que
se traduciría luego en un nuevo impulso a la reforma agraria, ampliamente
prometida pero nunca concretada. Las grandes corporaciones nacionales y
extranjeras, nucleadas en la Unión de Gremios de la Producción (UGP),
comenzaron entonces la campaña de desprestigio que terminó con el juicio
político que destituyó al presidente. En octubre de 2011 se inició un
importante conflicto mediático en torno a la negativa del Servicio Nacional de
Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (SENAVE) a autorizar el cultivo de la
semilla de algodón transgénico Bollgard BT, de la compañía norteamericana de
biotecnología Monsanto. El titular del SENAVE, Miguel Lovera, fue acusado de
incompetencia y hasta de corrupción, y varios medios nacionales pidieron
explícitamente su renuncia. Por otro lado, las organizaciones campesinas ya
habían expresado su inconformidad con la lentitud con la cual el gobierno
estaba llevando adelante la prometida reforma agraria. En junio de 2012 ambos
frentes entraron en acción. La UGP llamó a un tractorazo en Asunción para el 25
de ese mes, una acción que tenía más un tinte destituyente que de protesta. En
Marina Kue, en el departamento de Curuguaty, unos 1000 campesinos tomaron una
finca que reivindicaban como terreno fiscal, y por lo tanto parte de la
redistribución de tierras prometida. Pero la propiedad era reclamada por el
empresario Blas Riquelme, ex presidente del Partido Colorado, que la había
obtenido en los años de repartición de tierras malhabidas. El 15 de junio de
2012 unos 300 efectivos de la policía comenzaron el desalojo de los campesinos,
en lo que se conoció como la Masacre de Curuguaty. Si bien aún no hay una
definición judicial sobre lo que sucedió allí, varias investigaciones de
organizaciones de derechos humanos, nacionales y extranjeras, apuntan a que se
trató de una emboscada organizada por los grandes propietarios de la tierra
para culpar luego al gobierno de la masacre. Y así sucedió. En ese desalojo
murieron 11 campesinos y 6 policías. De inmediato, Lugo fue acusado de “traer
el caos y la lucha de clases entre compatriotas”, como figura en las
acusaciones del juicio político que lo destituyó el 22 de junio. Su
vicepresidente, el liberal Federico Franco, tomó el poder hasta el 15 de agosto
de 2013, cuando asumió nuevamente un presidente colorado, Horacio Cartes.”[4]
Argentina
“Cristina Fernández, en Argentina, enfrentó sucesivamente
la especulación contra el peso para forzar una devaluación, el ataque judicial
en Estados Unidos de los “fondos buitres” para provocar una oleada de cobros
que llevase a la quiebra a la Argentina y, desde enero, la preparación de un
golpe judicial aprovechando el dudoso suicidio del fiscal Alberto Nisman. Éste
había denunciado a la presidente y su ministro de Relaciones Exteriores, en una
inconexa denuncia carente de pruebas y desmentida por la Interpol, de encubrir
a los iraníes supuestos organizadores del atentado del 18 de julio de 1994
contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que causó 85 muertos y
300 heridos.
Parte de este golpe en preparación fue la marcha del 18
de febrero encabezada por los fiscales heredados del menemismo, que reunió
cerca de 90 mil personas (los organizadores hablan de 400 mil). Si se les
agregan otras 100 mil personas que desfilaron en las principales ciudades de
las grandes provincias, aproximadamente 200 mil personas se movilizaron contra
el gobierno. Fue una protesta importante pero de ninguna manera impresionante
ya que el electorado argentino llega a 33 millones de personas en condiciones
de votar, la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires reúnen unos 14
millones de habitantes y las grandes ciudades, como Mar del Plata o Córdoba,
donde hubieron manifestaciones importantes, están todavía llenas de turistas
porteños de las mismas clases medias acomodadas que constituyeron el principal
contingente de la marcha a Plaza de Mayo.
Por eso, aunque todos los candidatos a presidente de los
distintos partidos de la oposición participaron en la marcha, la oposición no
canta victoria. Porque la marcha reunió sólo un cuarto de la gente que ella
esperaba pero, sobre todo, porque la edad media de los manifestantes era
superior a los 50 años y no desfilaron pobres ni trabajadores manuales. También
porque la marcha se limitó a reflejar una vez más que en Buenos Aires predomina
el conservadurismo –que se expresa en el voto a Mauricio Macri- y el miedo a la
inseguridad (como se viera en el pasado en la marcha multitudinaria y
reaccionaria organizada por el falso ingeniero Blumberg) pero que esos
conservadores no son proimperialistas como Clarín, La Nación, Macri y Cía.
En resumen, la historia del atentado a la AMIA es la
siguiente: el ex presidente neoliberal Carlos Menem subió al gobierno
financiado por el gobierno dictatorial sirio de Hafez al Assad pero su primer
medida consistió en viajar a Israel. Como en esa época Estados Unidos estaba
aliado a Assad y combatía a Irán, la justicia argentina y la poca imaginación
de la embajada estadounidense inventaron una pista iraní eliminando la
posibilidad de una venganza de los servicios sirios de inteligencia sirios por
la traición de Menem.
El fiscal Nisman enterró durante más de una década la
causa de la AMIA. Era un fiscal telecomandado que discutía su estrategia en la
embajada gringa y con el Mossad, los servicios de inteligencia de Israel, de
los cuales dependió hasta su muerte. Respondía a las órdenes de los servicios
de inteligencia argentinos heredados de las dictaduras que ni Menem ni los
Kirchner osaron tocar durante décadas hasta que Cristina Fernández, en
diciembre pasado, destituyó al todopoderoso Javier Stiusso, boss de los
Servicios de Inteligencia del Estado, que la espiaba.
En octubre se elegirá un nuevo presidente y hasta ahora
ni el gobierno ni la oposición tienen un candidato firme y serio. En los
servicios de inteligencia –que el gobierno trata de mantener pero reformados-
hay una guerra de clanes que da origen a toda clase de aberraciones (suicidios
dudosos y falsificación de documentos incluidos). El imperialismo mantiene su
ofensiva económica y mediática contra un gobierno que depende cada vez más de
los capitales chinos. El kirchnerismo está a la defensiva, desconcertado, y
mezcla intentos por controlar a los espías con medidas y actitudes derechistas.
En pleno centro de la ciudad de Buenos Aires están acampados indígenas de la
provincia de la que fue gobernador el primer ministro que exigen que se ponga
fin a la muerte de sus hijos por desnutrición o por asesinato policial pero los
conservadores reaccionarios que protestan por la muerte de Nisman a esos pobres
les dan la espalda y el gobierno ni los atiende. Mientras todos hablan de
justicia y de democracia hay una dura lucha en el seno de la clase gobernante y
de sus instituciones, una acción subversiva en los servicios de inteligencia,
entre los fiscales y los jueces, en la Unión Industrial entre los beneficiarios
posibles del acuerdo con China y las transnacionales contrarias al mismo. Las
elecciones son secundarias porque tratan de decidir cómo gobernar ilegalmente a
costa las mayorías trabajadoras.
El golpe blando en Argentina es sólo un eslabón de la cadena
que va desde el control total de México y los golpes en Venezuela y otros
países latinoamericanos hasta la preparación en Ucrania y Medio Oriente de una
guerra futura contra Rusia y China. Este plan estratégico da el telón de fondo
para los diversos procesos locales.”[5]
Venezuela-Brasil
Ambos países discurren hoy por el enfrentamiento más
brutal y agresivo que se ha percibido después que la Casa Blanca-y a raíz de la
salida de Hillary Clinton-entre los poderes parlamentarios y los ejecutivos en
cada uno de estos países. El cambio de política de Barack Obama hacia el
continente, después de la Cumbre de Las Américas celebrada en Panamá( 9 al 11
de abril 2015) son la expresión de una visión diferente en cuanto a métodos, no
a objetivos; lo que de igual forma ha venido ocurriendo con Cuba, aunque es un
caso diferente a los antes expuestos.
Reagrupadas las derechas, “cansadas” las izquierdas, la
ofensiva conservadora y neoliberal ha tomado las riendas en diferentes países,
reimplantando en algunos casos las fórmulas del neo liberalismo, como es el
caso de la Argentina; la propia falta de experiencia de lucha bajo las
condiciones de países dependientes, capitalistas y en condiciones de neo
colonias, subordinadas a los poderes hegemónicos desde la economía, han
facilitado el desgastes de los gobiernos populares; aprovechando-las
élites-el poder de los grandes medios
privados. Dilma en Brasil está ante el hecho cierto de ser destituida por el
Senado de esa nación; existiendo en el caso de Venezuela una enconada lucha
entre poderes sin un desenlace favorable para el movimiento bolivariano.
Hemos utilizado hasta aquí información de diferentes
medios digitales, en diferentes momentos sobre la trayectoria de los golpes que
han tenido lugar en la América Latina en un corto período histórico, si se
quiere, unos minutos de la historia. Lo que no se acaba de percibir es la
necesita, falta y hasta descuido del movimiento revolucionario de una adecuada
apreciación política, de estudio y por qué no, de aprendizaje práctico de la
experiencia histórica. En el “Estado y
la Revolución”, Lenin expresaba que,“ Bajo un régimen de democracia burguesa
formal, cada uno puede decir (más o
menos) lo que quiere, pero los bancos y los grandes monopolios deciden lo que
va a pasar. Dicho de otra manera, la democracia burguesa es solamente otra
manera de expresar la dictadura del gran
capital.[6]
De ahí que todo intento que no tenga en cuenta esas premisas, es como no
delimitar que, “…. una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase
dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el Parlamento: he aquí la
verdadera esencia del parlamentarismo burgués, no solo en las monarquías
constitucionales parlamentarias, sino en las repúblicas más democráticas”.[7]
Por último,“La república democrática es la mejor envoltura política de que
puede revertirse el capitalismo; y por lo tanto, el capital al dominar (…) esta
envoltura, que es la mejor de todas, que no lo conmueve ningún cambio de
persona, ni de instituciones, ni de partido dentro de la república democrática
burguesa” [8]
Por ello, “Saber percibir, encontrar, determinar con
exactitud el rumbo concreto o el cambio especial de los acontecimientos
susceptibles de conducir a las masas a la gran lucha revolucionaria, verdadera,
final y decisiva es la misión principal”[9]…
Referencias
[1]Tomado de Telesurtv
[3]Tomado de Telesurtv
[4] De Lugo a Cartes,:
el Paraguay sin Tierras. Resumen. http://www.resumenlatinoamericano.org
[5] Los golpes de estado
“blandos”: un caso de manual. Contrainfo.com
[6] El Estado y la Revolución. V. I.
Lenin. Fundación F. Engels. Segunda impresión, mayo 2009. ISBN
978-84-921832-2-7. Versión digital. www.engels.org. Versión digital. Pág. 8
[7]Idem. Pág. 68
[8]Idem. Pág. 36
[9]La enfermedad infantil del
izquierdismo en el comunismo. Vladimir Ilich LeninCentro de Estudios Sociales
Carlos Marx. www.centromarx.org. México, 2011.versión
digital. Pág. 133